Cuando llegó mi turno, sentí su mirada clavada en mí. Levanté la vista y nuestros ojos se encontraron. Por un instante, el tiempo se detuvo. Y entonces, el desastre. Tropecé con mis propios pies, cayendo de rodillas con un golpe sordo. La vergüenza me quemaba el rostro. «Tenía que pasar. Justo delante de él.» Lo vi acercarse, con una expresión que no lograba descifrar. ¿Lástima? ¿Diversión? ¿O algo más oscuro?
Se detuvo frente a mí y me extendió la mano. Sus dedos rozaron los míos cuando los tomé para levantarme. Sentí una corriente eléctrica recorrer mi brazo. Lo miré a los ojos por un segundo, atrapada en su mirada.
—¿Estás bien? —preguntó con un tono que no pude interpretar.
Aparté la mirada rápidamente, sintiendo un calor subirme a las mejillas.
—¿Todo bien, Ariana? —preguntó una de las asistentes con una sonrisa que me pareció ligeramente condescendiente—. Tranquila, hasta las mejores caen rendidas ante los encantos de Ethan.
Ethan me dirigió una mirada que interpreté como una burla velada. «Encantos», pensé con sarcasmo. «Más bien, arrogancia.» Apreté los labios, evitando contestar algún comentario. «Concéntrate, Ariana. No dejes que te afecte.» Pero cada vez que pasaba cerca de él durante los ensayos, sentía su presencia como un recordatorio constante de mi propia inseguridad. Intercambiábamos miradas fugaces, tensas. Era como si él disfrutara viéndome incómoda. O al menos, eso me parecía a mí. Al salir, lo vi apoyado en su Hummer negra, que parecía ocupar medio estacionamiento. Ethan. Ethan Park. De Chromatic. El que siempre me había caído mal. Una ola de irritación y una extraña… ¿curiosidad? me recorrió al verlo. Intenté evitarlo, pero me llamó por mi nombre.
—Ariana, espera un momento. Quería asegurarme de que estás bien. Lo de antes… lo siento. El comentario de Marcos fue… no sé, se le fue la mano. No quería que te sintieras incómoda.
—¿Incómoda? —repetí, con una risa amarga—. No, solo me recordó lo obvio. Que tú eres Ethan Park y el resto del mundo está a tus pies. No te preocupes, estoy acostumbrada al espectáculo. Supongo que es parte de… ¿cómo era? ¿Chromatic?
Me acerqué un poco más, fingiendo recordar su nombre con dificultad, mientras sentía su aroma cítrico invadiendo mis sentidos. «Maldita sea, olía increíble.»
—Vamos, Ariana —dijo Ethan, acercándose un poco más—. No seas tan dura. Además, si te soy sincero, creo que Marcos tenía razón en una cosa…
Abrí la puerta de la Chevrolet Suburban negra y me deslicé dentro, cortando su frase a la mitad. El portazo resonó con fuerza, un eco de la tormenta que se libraba en mi interior. El chófer asintió en silencio, listo para arrancar. Apreté los labios, intentando calmar el torbellino de emociones que me sacudía. «¿Por qué me afectaba tanto su presencia? ¿Por qué me importaba lo que pensara?» A través de la ventana trasera, lo observé. Se había girado, dándome la espalda, pero podía ver la tensión en sus hombros. Parecía… frustrado. «O quizás solo estaba proyectando mis propios sentimientos». La confusión en mi estómago se intensificó. No entendía por qué me sentía así. Era solo Ethan Park, un chico de una boyband que, por alguna extraña razón, se había cruzado en mi camino. «Pero no era "solo" Ethan Park. Era un miembro de Chromatic. El grupo que había llenado mi adolescencia de sueños y fantasías. Y yo… yo lo había tratado como si fuera un desconocido cualquiera. Era una completa locura. ¿Acaso me había imaginado todo? ¿Acaso había soñado que lo conocía y lo había rechazado con tanta frialdad?» La idea de que todo hubiera sido una alucinación era mucho más reconfortante que la cruda realidad.
El interior de la Suburban era un oasis de calma en contraste con la tensión del estacionamiento. El cuero negro de los asientos se sentía frío bajo mis manos y el suave murmullo del aire acondicionado llenaba el espacio. Silvia salió del edificio con una sonrisa mientras saludaba a Ethan como si lo conociera de toda la vida. «¿Qué? ¿Qué está pasando?» Ella subió a la Subirban y se giró desde el asiento delantero, la pantalla de su tablet iluminando su rostro.
—¿Por qué saludaste a Ethan? —cuestioné frunciendo el ceño—, ¿qué está pasando?
Silvia frunció el ceño con un gesto confundido, pero prosiguió con lo que tenía que decir: —Ariana —dijo con una sonrisa que me pareció ligeramente ansiosa—. Prepárate, porque mañana tienes una grabación… con Ethan Park, el integrante de tu banda favorita. Chromatic, ¿no?
Cerré los ojos por un instante, reprimiendo un gemido. ¿De verdad el universo se estaba burlando de mí?
—Pero no te preocupes —continuó Silvia, con un brillo divertido en los ojos—. Y tengo más sorpresas guardadas que te van a encantar —hizo una pausa que me dio escalofríos—, creo que merezco un aumento por conseguirte esta oportunidad con tu bias, ¿no?
—Él no es mi bias, te dije que era Jung Ha-neul —fruncí los labios, volviéndome hacia la ventana.
—Sí, sí, claro —dijo Silvia, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos—. Pero confía en mí, las sorpresas que te tengo preparadas te harán olvidar cualquier otra cosa.
Cerré los ojos, intentando bloquear la imagen de Ethan y la idea de tener que trabajar con él. «No podía ser verdad. No podía estar pasando esto». La ansiedad me atenazaba el pecho. ¿Qué clase de sorpresas me tenía Silvia? ¿Y por qué sentía que estaban relacionadas con él? El resto del trayecto a casa fue una tortura silenciosa, con mis pensamientos dando vueltas en mi cabeza como un torbellino. Normalmente tengo muchas ganas de ir a casa después del trabajo, pero ahora mismo, no quiero, no quiero porque no quiero enfrentarme a lo que está por venir con la espantosa sorpresa de Silvia. «¿Acaso vendrá Chromatic a Los Ángeles, o estarán dentro del trabajo que realizaré con Ethan? Espero que sea eso».
(PARK ETHAN)La sonrisa que me obligaba a mostrar ante las cámaras se sentía cada vez más pesada. Era una máscara que ocultaba la frustración que me consumía por dentro. Revisé mi teléfono por enésima vez. Allí estaban, las pruebas de que la realidad y la ficción eran dos cosas muy distintas. Una foto mía, capturada en un mal ángulo, me mostraba con una expresión que nada tenía que ver con lo que estaba sintiendo en ese momento. Otra, directamente manipulada, me involucraba en un romance inventado. «¿De verdad la gente se creía esto? ¿De verdad pensaban que mi vida era un reality show?» El fastidio se transformó en una profunda decepción.La luz fría de la pantalla del portátil iluminaba mi rostro mientras esperaba a que se conectaran los demás. El silencio en mi apartamento era ensordecedor, un contraste con el torbellino de emociones que me sacudía por dentro. Finalmente, aparecieron los rostros de los chicos y el del director Kim. El ambiente en la videollamada era tenso, casi palp
—¡Primero Ha-neul con el hiatus, y ahora tú con salirte! —exclamó Tae-yang, con un tono que mezclaba incredulidad y sarcasmo—. ¡Por favor, alguien que me explique qué está pasando aquí! ¿Acaso estamos en una competencia para ver quién destruye Chromatic más rápido? ¡Porque van muy bien encaminados! ¡Primero un descanso indefinido, luego la deserción! ¿Qué será lo próximo? ¿Qué Ji-woo se una a una banda de polka? ¿Qué Seo-joon se haga ermitaño en el Himalaya? ¡Esto es una locura! ¡Una completa y absoluta locura! ¡Necesito un trago! ¡O, mejor dicho, una botella entera! ¡Todos ustedes me estan volviendo loco! ¡Loco!El silencio posterior a la explosión de Tae-yang fue aún más denso. Las miradas de mis compañeros se dirigieron a mí, con una mezcla de sorpresa y preocupación.—Ethan… ¿hablas en serio? —preguntó Jae-hyun, con la voz cargada de incredulidad.—No tienes que hacer esto —añadió Ji-woo, con un tono suave.Incluso Ha-neul, aunque con cierta reticencia, parecía sorprendido.El dir
—Ethan —dijo Yu-jin, con una sonrisa formal que me pareció exagerada—. Permíteme presentarte a la madre de Ariana, Matilde Vázquez.La efusividad de Yu-jin me puso nervioso. Sentía una presión extraña en el pecho, como si me estuvieran observando desde todas partes. Asentí con una sonrisa forzada, mientras Yu-jin y Matilde intercambiaban cumplidos y hablaban de temas que me resultaban ajenos. Sus palabras resonaban a mi alrededor como un zumbido distante.—Serán una pareja encantadora —dijo Matilde, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos. Su mirada era penetrante, como si pudiera leer mis pensamientos—. Estoy segura de que esto generará muchas oportunidades… muchos contratos para ambos.La confirmación me golpeó como un puñetazo en el estómago. «Todo era una farsa, una elaborada estrategia de marketing». Me estaban utilizando como un simple peón en su retorcido juego, y Matilde, con su frialdad y su pragmatismo, era la maestra de ceremonias. Sentí una profunda repulsión. Apreté los
(ARIANA JÁUREGUI)SEMANAS DESPUÉSSilvia no tardó ni diez minutos en contratar a alguien para lidiar con mis inseguridades. Esa misma tarde, al regresar del almuerzo, una mujer me esperaba en una videoconferencia, lista para desmenuzar mis problemas. Entendía la importancia de la paz mental, del crecimiento personal, del trabajo interno… pero cuando te toca a ti, se convierte en una tortura. Sinceramente, no quería hablar de esto con nadie. Pero claro, ellas creían que era un paso necesario. Incluso hablé con mi hermano, veterano en estas lides, quien ya había posado en ropa interior para Calvin Klein. Su consejo fue pragmático: si creían que necesitaba ayuda, que la aceptara. Que me permitiría procesar esas emociones que me tenían en un limbo constante. Pero «hablarlo…» esa era la verdadera dificultad.Mi padre también dio su visto bueno, así que decidí callar cualquier objeción que pudiera interpretarse como irracional o imprudente. Sin embargo, mi primera sesión con aquella mujer
—Quiero invitar a Sarah a la grabación. Creo que debería venir esta noche también —dije, apoyando los antebrazos en la cama para mirar a Keyla, que me ayudaba a quitarme las botas. No era parte de su trabajo, pero conocía mi pereza y se adelantaba a mis peticiones.Sabía que en cualquier momento le pediría que me desvistiera por completo. Esta rutina había comenzado durante los ensayos, aunque, para ser honesta, se había intensificado después de cada pasarela. Muchas veces me quedaba dormida en la cama antes de quitarme los zapatos, y ella siempre me ayudaba, sin importar si se lo pedía o no. «¿Soy demasiado consentida?» me pregunté, con una sonrisa culpable. Una vez que dejó las botas en el suelo, se recostó a mi lado, mirándome fijamente. Keyla había estado presente en gran parte de mi vida. Era mayor que yo, y a veces la veía como una figura materna, pero nuestra relación era mucho más compleja que eso. Compartíamos confidencias, risas y hasta travesuras. En realidad, la sentía com
—No la subas, salgo fatal.—Pero te ves linda —corro detrás de ella para intentar recuperar mi teléfono y ver si borró la foto. Sonrío al ver que no lo ha hecho—. Si quieres, le pongo un filtro.—Está bien. ¿Vas a tomar fotos de la pijamada?—Obvio, pero nada de videos… bueno, a TikTok sí.—¿Qué? —me siento en el taburete que me palmea para que me siente—. ¿Te hiciste una cuenta?—Ajá, estoy pensando en subir videos con Sarah —contestó Keyla—. ¿Y para qué me invocas ser sensual? —pregunté con diversión. —¿Qué? —se ríe, tapándose los ojos con las manos—. No soy sensual, cállate.—Claro que lo eres, ¿por qué dices lo contrario? —Porque me vives pasando tus fotos en tanga, ¡mami!La miro con los ojos abiertos como platos y me echo a reír mientras le doy golpecitos. —Y encima te tratan como a una reina. ¡Ya quisiera yo una Keyla que me atienda así! —Cállate, exagerada —miré a Sarah con cara de pocos amigos después de pedir que se guarde silencio porque para mí, está exagerando. —¡Ay, mira
Antes del mediodía, Silvia me despertó para mi sesión con la terapeuta. Comí algo y volví a dormirme hasta que Keyla nos despertó de nuevo, apresurándonos para llegar con tiempo al edificio de grabación. Nos esperaba una larga sesión de vestuario y maquillaje.Más tarde, después de un día agotador entre preparativos y nervios, finalmente llegamos a casa. Estaba exhausta, pero aliviada de que todo estuviera a punto de comenzar. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de relajarme de verdad, tocaron el timbre. Mi ama de llaves me avisó que Ethan me esperaba en la sala. Un escalofrío me recorrió la espalda. ¿Qué hacía él aquí? Me sorprendí mucho cuando escuché que Ethan había venido a mi casa. ¡Un miembro de Chromatic conocía mi dirección! Era una locura. Siempre fui una gran fan de la banda, desde que eran unos adolescentes. Tener a uno de ellos parado en mi sala era surrealista, pero dadas las circunstancias, solo sentía fastidio. El recuerdo de las fotos de anoche regresó con fuerza,
Mi madre fue la última en estar conmigo. Me dijo que podía hacerlo, que me amaba, y tomó mi mano hasta que escuchamos el grito de «¡Acción!». A pesar del cansancio y la tristeza que aún sentía por lo de Ethan, me concentré en el presente. No iba a dejar que su actitud me robara este momento. Seguía enojada con él por dudar de mí, pero ahora tenía algo más importante en qué pensar.El 2 de octubre de 2020, el show de modas se estrenó a nivel mundial. Mientras caminaba hacia el centro del escenario, la imagen de Ethan y su acusación resonaban en mi mente, pero las palabras de mi madre y Keyla, junto con el apoyo silencioso de Sarah, me impulsaron a seguir adelante. Este era mi momento, y nada, ni siquiera la sombra de un malentendido, lo arruinaría.(PARK ETHAN)UNA SEMANA ANTESEl estruendo de los aplausos y los flashes de las cámaras… aún no habían llegado. Faltaba una semana para el show. Pero el vacío, ese vacío ensordecedor, ya se había instalado en mi interior. Caminaba por los pas