Al llegar a su destino, Kassidy bajó corriendo y preguntó en recepción por él con un nudo enorme en su garganta. No fue necesaria una respuesta. Al voltear, lo vio caminar hacia ella con los ojos inflamados y sus mejillas llenas de lágrimas. Creyó que el corazón se le saldría del pecho y lo que le dijo a continuación la desconcertó hasta el punto de marearse:
—¡Mi hijo, Kassy!, mi hijo puede morir —sollozó Kilian, abrazándola fuertemente al instante, como si el tiempo no hubiese transcurrido desde la última vez que hablaron, hace tres años.
—¿Tu hijo? Kilian, dime qué... —Escuchó su propia voz temblando. Intentó separarse, pero él no la soltó.
No sabía que su amigo, su confidente desde la adolescencia se hubiese casado o mucho menos tenido un hijo. Hablaba con Mary continuamente y no le dijo nada. Se sentía en otra dimensión.
A pesar de lo que le estaba revelando, su cuerpo se revolucionó como acostumbraba al tenerlo tan cerca, abarcándola casi por completo, pero antes de que él le respondiera y ella pudiese controlar su propia mezcla de sensaciones, notó a un médico acercándose a ellos.—Fox, necesitamos hablar —dijo él con una expresión taciturna e impersonal, llamando la atención de su amigo.
—¡North, di lo que tengas que decir! ¿Cómo está mi hijo? Solo… Dime la verdad, por favor —suplicó, soltando a Kassidy y volteando hacia el médico.
—Prefiero hacerlo en privado, Kilian. Esto es muy delicado. —Desvió su mirada hacia ella.
La incomodó tanto, que tuvo que dar un paso atrás. Al notarlo, él le tomó fuerte la mano, impidiendo que se alejara, pero al mismo tiempo, el médico le dio un repaso de pies a cabeza que logró que se irritara aún más, si es que eso era posible.—¡Habla! —ordenó Kilian un tanto áspero.
—Como quieras —dijo el médico, frío y distante—. Anna resultó con más daño del esperado. Tiene un trauma craneal severo debido al impacto. Hemos hecho lo posible, pero…
—No, no, no. —La soltó para frotarse el rostro con sus manos y el momento en que su piel se erizó por el breve contacto se fue con él—. Dime dónde llevarla, qué hago. Max. Esto no puede estar pasando. ¡Es una m*****a pesadilla! —protestó fuera de sí, respirando con dificultad y a punto de llorar nuevamente.
—¡Cálmate! He hecho lo establecido en estos casos —exigió el médico, esta vez enfadado—. Moverla de hospital no cambiará el diagnóstico.
Kassidy fue testigo de su intento por relajar su semblante, pero también de su frustración al no conseguirlo.
»El bebé está bien, afortunadamente no sufrió ningún daño. Esto puede tomar un par de semanas cuando mucho, unos días en el mejor de los escenarios. Pero para ser sincero, lo único que se puede hacer, es esperar, amigo.
Se aclaró la garganta al sentirse observado, así que ella miró hacia otro lado para no parecer grosera, pero ese hombre no le gustaba nada.
—¡Dios mío! No puede ser —exclamó una mujer a espaldas del médico llamando la atención de los tres.
—Tranquila, Mary, todo estará bien.
Miró a Kilian que se acercó de manera dulce para reconfortar a Mary mientras secaba sus lágrimas y las propias.
—Bien, Anna será trasladada a... —interrumpió el doctor.
—La señorita Petrova. —Mary lo miró desafiante y Kassidy se preguntó por qué.
—Sí, claro. La señorita Anna Petrova —corrigió el médico, elevando la comisura de los labios en una sonrisa mordaz—. Será trasladada al área de Cuidados Intensivos. Una enfermera te avisará cuándo podrás verla y sobre cualquier situación con el bebé.
Le extendió la mano a Kilian despidiéndose y asintió en dirección a Kassidy, ignorando magistralmente a Mary, quien frunció el ceño. Escena que no pasó desapercibida para ella. Lo vio tomar un pasillo a su derecha y desapareció tras una puerta de cristal esmerilado.
—¡Mi niña, estás aquí! —titubeó la mujer en su dirección.
Kassidy le sonrió, a pesar de comprender muy poco aquella situación. La abrazó con fuerza y con los ojos llenos de lágrimas. Ya habían pasado cerca de dos meses de no poder verse por culpa de su trabajo.
—¿Necesitas algo? ¿Cómo te sientes?
A pesar de las circunstancias, se sentía feliz al estar cerca de esos dos seres que durante mucho tiempo la hicieron sonreír en momentos muy dolorosos en su vida y le dieron todo su apoyo cuando más lo necesitó. Ahora parecía que su turno de devolverles un poco había llegado, pero durante ese largo abrazo no pudo evitar pensar en todo lo sucedido. Anna Petrova, era la famosa modelo ucraniana que salió con Kilian por un tiempo, lo había leído en una revista. Bueno, una de las tantas, pero, ¿de eso a tener un hijo con ella? Había mucha diferencia.
No lo entendía. Eso sin contar con la actitud de ese médico que decía demasiado. Su instinto muy pocas veces fallaba, pero decidió evitar especulaciones, ya tendría tiempo de hablar con ellos para saber lo que sucedía en realidad. Así que siguió abrazando a su querida Mary y disfrutando de su cariño.—Lo siento —musitó Kilian, consternado e interrumpiendo la muestra de afecto entre ellas—. No sabía a quién llamar y solo pensé en ti. De verdad, lo lamento. Ni siquiera me percaté de la hora, no estaba seguro si te encontrabas aquí o fuera del país. Sé que hace mucho no hablamos. —Su nerviosismo era evidente y para no mirarla, estaba enfocándose en el movimiento de las manecillas del reloj en su puño, como si fuese la cosa más interesante.
—Todo está bien —dijo Kassidy con una pequeña sonrisa y se acercó un poco a él para tranquilizarlo. Quería abrazarlo de nuevo, pero no estaba segura de cómo actuaría ahora, así que se contuvo.
—¿Cómo llegaste tan pronto? ¿Dónde estabas? ¿Interrumpí algo? —preguntó con celeridad.
Eso la hizo sonreír. Solía suceder cuando ella lo miraba de esa forma; como diseccionando cada pequeño detalle que había en él y haciéndolo parecer el jovencito que hace mucho no era. Pero en su defensa, no podía evitarlo.
—Estaba en el aeropuerto. —Los guió hacia los asientos en la sala de espera. No dejaba de observarlo. Disfrutaba ponerlo nervioso desde que se conocieron y lo escrutaba de aquella forma por el simple placer de ver cómo reaccionaba.
No obstante, después de pensarlo un poco mejor, se percató de que no era ni el momento ni el lugar para ese tipo de juegos, así que desvió la mirada al pasillo y concluyó:
»Iba de salida, pero aún tengo un par de semanas más para cumplir con mi compromiso. Si me necesitan, aquí me tienen. Cuentan conmigo.
Los mencionó a ambos con toda intención; aligerando el ambiente y que él no se pusiera incómodo. Si le hablaba directamente, rechazaría su ofrecimiento y la sacaría de allí con cualquier pretexto, lo conocía demasiado bien.
Estaba segura de que con el espectáculo montado por él hace años, se sentía lo suficientemente avergonzado con ella y preferiría no volver a tenerla en su vida antes de aceptar una mano de su parte.
—Gracias, mi niña, agradecemos tu compañía. —Mary lo miró, revelando que no aceptaría una negativa de su parte—. Kilian, mi cielo, ve por unos cafés. Es tarde y hace frío —pidió dulcemente, dándole palmaditas en la mano.
—Claro, vuelvo en un rato. —Se puso de pie evitando mirarla y se marchó por el pasillo.
Cuando Kilian se fue, notó la intensidad con la que Mary la examinaba y se puso nerviosa. Ella la conocía como si fuese su propia hija y, a pesar de nunca haber tenido la fortuna de ser madre de manera natural, lo fue de tres chicos maravillosos que llegaron a su vida por diferentes circunstancias.Mary trabajaba en casa de los abuelos de Kilian cuando ocurrió una tragedia, en un escenario similar al vivido esta noche, aunque con un final lamentable. Él era un niño de cinco años cuando perdió a su madre en un aparatoso accidente, por ello, se mudó con los ancianos y bajo su cuidado.
Candace era la vecina entrometida. Sus padres nunca estaban, debido a sus continuos viajes, así que sus visitas eran permanentes. Después, llegó Kassidy completando el grupo; era sobrina de una amiga que también laboraba como ama de llaves en otra casa y cuando su hermana y su esposo fallecieron unos meses antes, su tía quedó con la tutela, pero por su empleo no podía hacerse cargo a tiempo completo.
Mary gozaba de un trato especial en la casa de los abuelos de Kilian y después de conocerla, se ofreció a llevarla seguido con ella. Kassidy era una chica retraída, muy tranquila, que se ganó su afecto en poco tiempo y de esa forma, la cercanía de esos tres chicos y esa madre de vida, fue inevitable.
—Dime qué te pasa nena y no me mientas, sabes que no me gustan los rodeos. ¿Cómo es que te ibas de viaje sin despedirte de mí, ni de Candace? Hablé con ella esta tarde y no me dijo nada. Confiesa. —El gesto de indignación fue digno de un premio a la actuación.—Mary, tranquila… solo es trabajo. Te llamé y no contestaste. Sí, hablé con Candy y yo no supe que viajaba hasta hace poco —refutó calmada, con el objetivo de evitar un interrogatorio como los que acostumbraba.
—Sí, imagino que con esa respuesta quieres poner a prueba mi nivel de senilidad. Entonces, diré que te creo y con ello, lograrás que te deje en paz —respondió suspirando y agitando su mano antes de acomodar su cabello blanco y prolijo, como restándole importancia. Un segundo después y sin que ella lo esperara, tomó sus manos con firmeza y agregó sin dejar de mirarla—: Pues lo siento por ti. ¡Y no voltees los ojos como una chiquilla! Dime, por qué ni siquiera traes equipaje. Habla, Kassidy Evans. No lo repetiré de nuevo.
El tono dulce y comprensivo cambió en un segundo a uno autoritario e implacable. Esta vez, dejándola sin salida.
Mary era la única persona a la que Kassidy no lograba eludir por más que quisiera. Con ella se mostraba como era, pues tenía la habilidad de despojarla de su armadura, su arrogancia, su fuerza y hasta su mordaz ingenio, que usaba para defenderse y convertirla en la niña que había acogido años atrás, con una simple mirada.No podía contra esa mujer, quien con el tiempo se convirtió en su resguardo, su calma, su dirección y por quien gracias a sus consejos, no desfalleció al trazarse objetivos que muchos tildaron de ambiciosos, pero que ella había apoyado sin dudar y los logró. Vivía agradecida, porque la hubiese incluido en su vida sin tener ninguna obligación. Así que suspiró vencida y dijo: —Bien, te lo diré, pero antes, dime lo que pasa aquí. Lo mío no tiene importancia en este momento, hablaremos luego sobre el tema, ¿te parece? —Me parece justo. —Entonces, se dispuso a describir el preludio de esa fatal noche, extrayendo antes un pequeño pañuelo de su bolso—: Esta tarde, Kilian
KilianKilian Fox a sus veintisiete años era uno de los hombres más exitosos en el mundo de la tecnología automotriz; seguro de sí mismo, agradable, elegante, seductor y muy bien conservado, sin llegar a ser un muñeco de revista. Cualidades que también lo convertían en uno de los hombres más apetecibles de la ciudad, pero también uno de los más difíciles de atrapar. Sin embargo, en ese momento de su vida, todo ello no le servía para nada. Hubiese ofrecido su fama y su fortuna entera a cambio de evitar la incertidumbre y el dolor por los que atravesaba esa noche. Sentado al lado de esa cama de hospital, observaba a Anna Petrova entubada, inerte. Unas pocas horas antes, esa hermosa mujer contaba con una existencia plena, una carrera exitosa en el mundo del modelaje y ahora pendía de un hilo, un milagro. Lo más lamentable, era esa frágil vida inocente unida a la suya. Se le hacía muy difícil asimilar lo acontecido esa noche. Deseaba poder borrarla o por lo menos, haber actuado de maner
Kassidy Pequeños rayos del sol se filtraban entre las cortinas cuando Kassidy abrió los ojos y decidió levantarse e ir al baño. Al salir, buscó ropa en el armario. La mantenía allí por si decidía quedarse un fin de semana con su amiga. Candace hacía lo mismo en la que hasta la noche anterior era su casa. Justo en el momento de salir de su habitación y caminar por el pasillo, una de las puertas dobles de la entrada se abrió y se encontró a Candace vestida con ropa deportiva y una toalla sobre el cuello. El edificio donde vivía contaba con un gimnasio bien equipado, así como otras áreas recreativas. Era un buen lugar para vivir y de no haberse mudado con Roger, habría elegido hacerlo allí y cumplir el plan de vivir juntas que nunca pudieron realizar una vez graduadas. —Me baño mientras preparas nuestro desayuno, pequeña víbora —dijo Candace socarrona, golpeándole el hombro con el suyo al pasar a su lado—. Y no te olvides de nuestra conver
Kassidy El día estaba radiante, pero seguía frío debido al invierno, así que ambas se acomodaron dentro del auto con rapidez para disfrutar de la calefacción. —¿No me vas a ayudar a empacar? —Kassidy miró a su amiga con un poco de angustia. No es que tuviera miedo de Roger, pero no quería estar a solas con él y mucho menos discutir. —¿Empacar yo? Me tomé la atribución de llamar a Josh desde temprano. Él está haciendo las maletas por ti. Solo vamos en función de supervisoras. ¿Sabes? Para ser un genio en los negocios, te hace falta aprender a delegar funciones —dijo divertida y se puso en marcha. —Sé hacerlo, ridícula, pero esto se trata de un asunto personal, delicado y, Josh tiene una vida. Es fin de semana —contestó incómoda. —Como si Josh no muriera por saber qué tipo de lencería usas. Además, tú eres parte de su vida… Aunque debo reconocerlo; a veces compadezco a ese apetecible y desperdiciado dios griego —terminó con un lamento. —Deja en paz a Josh, porque tiene una par
Kilian Kilian salió hacia el hospital desde muy temprano, sin siquiera esperar a Mary para el desayuno. Al llegar, se fue directamente al consultorio de Max, pero según su secretaria, aún no había llegado, así que decidió buscar a la última enfermera que le atendió la noche anterior y tuvo suerte al encontrarla en el pasillo. La saludó con familiaridad y le pidió información sobre Anna y cómo había pasado la noche, pero su objetivo principal era convencerla para que le permitiera entrar a verla. Como la mayoría de féminas bajo sus encantos, aceptó de inmediato, no sin antes explicarle que su turno estaba por terminar y que lo acompañaría solo por unos minutos, porque si los descubrían, podía ocasionarle muchos problemas. Justo en el momento de girar la manija, la puerta se abrió y tras ella, se encontraron a un Maximilian North somnoliento, con el cabello revuelto en todas las direcciones posibles, quien al levantar su rostro y reconocerlo, se tensó por completo. Con una mirada de
No se había preparado emocional ni psicológicamente para verla tan pronto, pero el sujeto lo seguía mirando y se obligó a reaccionar como el hombre adulto en el que se había convertido y por un momento olvidó al jovencito enamorado que fue y con él dejó de lado el pasado y la historia que traía a cuestas con la mujer que estaba del otro lado de la pared.—Hola, vine a ver a Candace, soy… El hombre no lo dejó terminar, se le acercó con la taza y se la ofreció.—Te conozco, Kilian Fox, ¿cierto? —Le ofreció la mano para saludarlo y tomó agradeció la taza con té—. Soy Josh Cage. ¿Qué te pasó? No quiso responder a su pregunta, porque le pareció que no era el momento oportuno para decir que se había pegado con su mejor amigo por la misma mujer y porque en realidad lo que pensó en cuanto lo vio es que Candace los elegía cada vez más jóvenes. Aunque, al menos este iba vestido. No pudo continuar con sus cavilaciones, pues al avanzar a la sala el corazón ya le golpeaba con demasiada fuerza y
La noche ya había caído cuando Candace entró a la habitación que ocupaba Kassidy. Se sentó a su lado a la orilla de la cama y le acarició la espalda suavemente al susurrar:—Sé que no duermes, así que abre los ojos, porque necesitamos hablar. Josh me contó tu débil evasiva farmacológica para escapar de Kilian. —Al notar que no le hacía caso, cambió de táctica subiendo al colchón y empezó a saltar sobre él como una chiquilla—. Él ya se fue, pero un amigo mío está aquí y quiere verte. —No estoy de ánimo para conocer a tus amigos, Candace —dijo Kassidy abriendo los ojos y colocando ambas manos sobre su rostro. Intentó hacerla parar, sujetando una de sus piernas, pero se soltó y la evadió al correr alrededor de la cama haciéndola reír, ella no iba a madurar nunca—. Tus amigos son raros. —No sé qué significa eso y no quiero saberlo, porque te recuerdo que eres mi amiga más antigua. Él es abogado y te ayudará a manejar de la mejor manera lo que decidas hacer. —Pero aún no sé qué hacer.
Fue un día cargado de emociones perturbadoras para él, todas ellas generadas por la misma fuente: Kassidy Evans. Hacía mucho no sentía esa tempestad por dentro y la emoción que lo dominaba esa noche era la absoluta y sofocante ira. Kilian parpadeó un par de veces como saliendo de un trance cuando llegó frente al Avant—Gard casi sin darse cuenta, el bar quedaba a unas calles del edificio donde vivía Candace y lo visitaban juntos con frecuencia. Era un lugar de paredes decoradas con obras de arte hechas a mano inspiradas en Kandinski y con carteles de la época soviética, buena música en vivo y un ambiente agradable. Lo que necesitaban después de una semana llena de trabajo cuando no querían ir a los mismos lugares de siempre y encontrarse con demasiados conocidos.Pidió un mahattan a la chica de la barra y le dio el primer trago, disfrutando de la combinación del vermut junto al whisky en su garganta, su bebida favorita. Pero ni siquiera eso pudo tranquilizarlo. También intentó disfrut