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Capítulo 3: Por la tangente

Mary era la única persona a la que Kassidy no lograba eludir por más que quisiera. Con ella se mostraba como era, pues tenía la habilidad de despojarla de su armadura, su arrogancia, su fuerza y hasta su mordaz ingenio, que usaba para defenderse y convertirla en la niña que había acogido años atrás, con una simple mirada.

No podía contra esa mujer, quien con el tiempo se convirtió en su resguardo, su calma, su dirección y por quien gracias a sus consejos, no desfalleció al trazarse objetivos que muchos tildaron de ambiciosos, pero que ella había apoyado sin dudar y los logró. Vivía agradecida, porque la hubiese incluido en su vida sin tener ninguna obligación. Así que suspiró vencida y dijo: 

—Bien, te lo diré, pero antes, dime lo que pasa aquí. Lo mío no tiene importancia en este momento, hablaremos luego sobre el tema, ¿te parece? 

—Me parece justo. —Entonces, se dispuso a describir el preludio de esa fatal noche, extrayendo antes un pequeño pañuelo de su bolso—: Esta tarde, Kilian recibió una llamada anónima. Le dijeron que Anna lo engañaba con otros hombres y le dieron una dirección. Ignoró el mensaje y me aseguró que no le importaba tal acusación, porque ellos no tenían ningún compromiso y siguió trabajando en casa, pero lo noté intranquilo. Un par de horas después, recibió otra llamada, esta vez del hospital. Él figuraba como contacto de emergencia de una paciente que tuvo un accidente automovilístico y aquí estamos. 

—Mary, tú no me dijiste que Kilian esperaba un hijo con nadie. 

—Nena, nos enteramos esta noche. Un médico nos dijo y como debes saber, él no tiene nada serio con nadie. Esa muchachita entraba y salía de su vida constantemente, como muchas otras –dijo apenada, pero con un leve brillo de picardía que Kassidy decidió ignorar.

—No puedo creerlo, ¡un hijo! —soltó incrédula. 

—Tiene solo unos meses de embarazo. Y aquí entre nosotras, no estoy tan segura de que mi Kilian sea el padre. Hay tantas cosas… 

—Sí, tantas cosas… —repitió contrariada. Al notar cómo la veía Mary intentó cambiar su expresión, pero ya era muy tarde. 

—Nunca cambiarás, mi pequeña. ¿Dónde te está llevando esa cabeza tuya? —indagó, tratando de descifrarla con una sonrisa enigmática. 

—¡Por Dios!, ¿me vas a decir que no notaste a ese doctor? Estaba a nada de golpear a Kilian cuando hablaban de esa mujer —recalcó airada. 

—No se te escapa una, ¿cierto? —dijo muy seria—. Él es una de las tantas razones por las cuales esa relación nunca funcionaría. Ese muchacho tiene sentimientos más fuertes por esa chica que Kilian. Y también está ese otro, con quien tuvo el accidente, él falleció ¿sabes? Era modelo, como ella, pobre chico. 

—¡Vaya! En esta tragedia no sé quién realmente será el verdadero afectado, aparte del bebé. 

La conmoción la llevó a cubrirse el rostro con ambas manos y Kassidy se sintió culpable por decirlo. 

—Así es, nena, pobre criatura inocente —dijo Mary apesadumbrada y Kassidy sabía que no fingía—. Pero tiene a personas que le queremos desde ya. Tendrá mucho amor en su vida.

—Hay algo que no comprendo. —Con un gesto de confusión colocó uno de sus codos sobre sus piernas cruzadas y sostuvo su quijada con la palma—. ¿Qué pasa con Kilian?, parece demasiado afectado y, ¿por qué me llamó precisamente a mí, en lugar de a Candace? No hablamos desde hace mucho.

—¿Te parece poco enterarse de todo este lío en una misma noche? Sí que llamó a Candy, pero al parecer no estaba disponible, le mencionó algo sobre un trabajo de investigación, ya sabes cómo es cuando se concentra en sus artículos de moda. Además, no tiene nada de malo que haya acudido a ti. No te diré que no me sorprendió, pero, debes admitir que es una buena forma de hacer las paces de una vez, ¿no te parece? 

—Sí, creo que tienes razón. 

En ese momento las dos mujeres dirigieron su mirada al pasillo. Kilian y Candace venían juntos hablando apaciblemente, con un vaso de café cada uno. Al acercarse, ambos extendieron el café que llevaban hacia Kassidy y Mary resopló: 

—¡Claro!, y la anciana puede morir de hipotermia, ¿cierto? Muchas gracias.

Los tres la vieron sorprendidos, pero Candace fue más rápida y desvió el vaso que llevaba a sus manos, para luego darle un beso en la mejilla. Todos sonrieron y se miraron entre sí, no era la primera vez que compartían escenas como esas y hacía parecer que el tiempo no había pasado, pero sí que lo había hecho.

—Y al final no viajaste, pequeña arpía —le dijo Candace a su amiga con una sonrisa de oreja a oreja y mirando de soslayo a Kilian con una ceja arqueada.

—¡Vaya! Pensé que este holograma era suficiente para evadir tus comentarios, dulce Candy —contestó aburrida y sin ánimos de seguir sus juegos cuando estaban los tres juntos. 

Habían ocurrido demasiadas cosas entre ellos como para retomar su amistad sin más y eso la hizo sentir incómoda y apesadumbrada. Eran sus amigos de siempre, pero ya nada era como antes. 

No agregaron nada más y pasaron un par de horas en las que solamente se miraban de vez en cuando, sin intención de iniciar ninguna conversación, cada uno en su asiento, en la fría sala de espera del hospital de la región.

Kassidy le respondió un mensaje a Josh, su asistente, para que pospusiera el cambio del nuevo boleto hasta nuevo aviso y volvió a su asiento, tratando de no mirar a su derecha y no detallar el perfil de Kilian, aunque lucía más fuerte, más maduro.

Justo a la medianoche, se acercó una enfermera hasta el grupo, informándoles que la paciente había sido trasladada a la unidad de cuidados intensivos y que autorizaron que solo una persona la viera por unos minutos, pero fue enfática al explicar que nadie podía quedarse con ella por el momento.

La molestia de Kilian fue la suya, pero por un motivo en el cual no quería ni debía pensar. Seguro pasaban esas cosas por su cabeza, debido a la conmoción de unas horas atrás, con su vida como la había organizado, con el regreso de él a lo que quedaba de ella. Se iba a volver loca.

Kilian se puso de pie de inmediato, se volteó hacia ella y la tomó suavemente de la mano derecha, logrando que se pusiera a la defensiva, pero apenas la miró a los ojos al decir:

—Gracias por haber venido y acompañarnos, pero no es necesario que se queden. Les avisaré sobre cualquier cambio. Es mejor que se vayan a descansar.

La soltó de inmediato con un leve temblor en la mano y lo vieron perderse por el pasillo. 

Candace y Kassidy se miraron sorprendidas, pero fue Mary la que rompió el silencio: 

—Chicas, yo las mantendré informadas. Kilian tiene razón. No hay nada que podamos hacer aquí. No sabemos por cuánto tiempo estaremos en este lugar en los próximos días. 

Ambas sabían que no se discutiría más y se ofrecieron a acompañarla hasta el regreso de Kilian. Sin embargo, las rechazó y las sacó de allí, no sin antes advertirles tener cuidado a la salida con los reporteros. 

El personal del hospital les informó que estaban apostados en el estacionamiento, esperando declaraciones de personas allegadas a los famosos modelos.

Candace le ofreció a Kassidy irse juntas a su apartamento. Ella vivía en Besserer Street y estaban más cerca del hospital. Aprovechando que era viernes y para no dar demasiadas explicaciones, aceptó su oferta. Su otra opción hubiese sido quedarse en un hotel y eso despertaría demasiadas preguntas a las que no quería responder por el momento. 

Un guardia les ayudó a salir y pasar desapercibidas. 

Al subir al auto, Kassidy abrió su bolso, encontrando su teléfono lleno de notificaciones. 

—Oye, enana, ¿te has hecho famosa y yo no me enteré? —bromeó Candace.

No obtuvo la respuesta que esperaba, excepto una especie de gruñido, porque Kassidy a esa hora ya no daba para más. 

—Es trabajo, nada más, Candy —explicó fríamente y desvió su mirada un momento hacia la ventanilla, ignorándola, antes de volver a ponerle atención a la pantalla. 

No tenía el menor interés de hablar del tema hasta no tener más opción. No quería pensar en ello, por lo menos por el resto de la noche. Había tomado la decisión de marcharse y eso haría, pero ahora con lo de Kilian… 

Entonces, recordó que necesitaba hacer una llamada más y a su vez, borró todos los mensajes que recibió en todas esas horas de parte de Roger, sin leer uno solo. Todavía no estaba segura de cómo reaccionar ahora que la impresión había pasado.

—Para servir a su majestad… —contestó una voz medio adormilada. 

—Josh, necesito un favor más. Comunícate con Clara, la asistente de Kilian Fox, quiero que se pongan de acuerdo sobre el comunicado de prensa y su postura sobre el accidente. Aprovecha para llamar a tus amigos cibernéticos y filtrar información que no afecte la imagen de los involucrados, ¿entendido? 

No hizo ni una pausa, hasta que volteó hacia Candace y esta la veía con una expresión de asombro abriendo la boca en exceso, alternando su mirada entre la calle y ella. 

—De hecho, hace treinta minutos hemos dejado todo listo. Perdona mi atrevimiento, pero vi en los noticieros lo del accidente e hice mis averiguaciones. Así que moví mis hilos mágicos y a primera hora se hará un comunicado de prensa, usando como portavoz al agente de la señorita Petrova. Él también manejaba la carrera de Damien Pietri, el modelo fallecido. Está todo cubierto, jefa. 

—Gracias, Josh, no esperaba menos de ti. Siento haberte despertado y arruinar tu sueño reparador de belleza —admitió relajada y aprovechando para halarle un mechón de cabello a su amiga que seguía burlándose de ella con gestos infantiles—. Buenas noches. 

—Para eso vivo, mademoiselle, para servirte. Debes revisar las acciones de Fox, no dejan de subir. Sería bueno invertir algo o en alguien. Buenas noches —respondió riendo y finalizó la llamada.

Solo les tomaba diez minutos llegar al edificio donde vivía Candace. Así que, cuando terminó la llamada, ya entraban al estacionamiento subterráneo. Bajaron del auto en silencio y una vez llegando al ascensor, ambas suspiraron, pero se mantuvieron con la vista al frente hasta que se abrieron las puertas en el treceavo piso del edificio.

Candace llegó hasta la puerta de su departamento y después de abrir, dejó pasar a su amiga antes. Luego de dar unos cuantos pasos, la detuvo halando su cabello como ella hizo antes y preguntó: 

—¿Estás muy cansada para hablar ahora?

—Lo estoy. —Asintió Kassidy bostezando. 

—Está bien. Si quieres, comemos algo ligero y luego vamos a dormir —ofreció y fue hacia la cocina. 

—Bien, porque no tengo mucho apetito. 

—Me lo imagino. —Candace se lavó las manos y preparó unos emparedados, mientras Kassidy la miraba moverse por la cocina de última generación con habilidad, una que nunca tuvo o no que hubiese visto, pero se abstuvo de preguntar. 

Se dirigieron hacia el mueble frente al televisor, dejándolo en cualquier canal. Terminaron de comer en silencio. Candace se puso de pie y le pidió el plato para llevarlos, pero al detenerse frente a ella, le dijo:

—No quieres hablar en este momento y lo respeto, pero mañana a primera hora, me dirás todo lo que pasó con Roger. No me ha dejado en paz en toda la noche, llorando como un desquiciado y yo sin saber qué decir. Llamaré a Mary y luego me voy a dormir. Si pasa algo, te aviso. Buenas noches. 

Kassidy se quedó como una estatua, mirando cómo giraba, dejaba los platos sucios en el lavavajillas y se iba a su habitación sin mirarla. Fue ingenua al no pensar en que ella sería a la primera persona a quien acudiría Roger. 

Reaccionó después de un rato y decidió irse a la habitación restante. Se sentía agotada por todo lo ocurrido y suspiró, antes de posar su cabeza en la almohada con el deseo de dormirse de inmediato, sin que las imágenes volvieran a aparecer frente a ella, pero no tuvo éxito y la resignación por hablar de lo que no deseaba le cayó encima, igual que la certeza de que no quería que Kilian se enterara, así que iría por la tangente como con Mary.

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