Kassidy
El día estaba radiante, pero seguía frío debido al invierno, así que ambas se acomodaron dentro del auto con rapidez para disfrutar de la calefacción.
—¿No me vas a ayudar a empacar? —Kassidy miró a su amiga con un poco de angustia. No es que tuviera miedo de Roger, pero no quería estar a solas con él y mucho menos discutir.
—¿Empacar yo? Me tomé la atribución de llamar a Josh desde temprano. Él está haciendo las maletas por ti. Solo vamos en función de supervisoras. ¿Sabes? Para ser un genio en los negocios, te hace falta aprender a delegar funciones —dijo divertida y se puso en marcha.
—Sé hacerlo, ridícula, pero esto se trata de un asunto personal, delicado y, Josh tiene una vida. Es fin de semana —contestó incómoda.
—Como si Josh no muriera por saber qué tipo de lencería usas. Además, tú eres parte de su vida… Aunque debo reconocerlo; a veces compadezco a ese apetecible y desperdiciado dios griego —terminó con un lamento.
—Deja en paz a Josh, porque tiene una pareja estable y se adoran. Tú sí que no respetas nada —bufó indignada.
—¿Y a ti quién te dijo que lo quería para mi deleite sexual? Soy una artista, una profesional y tengo como misión en la vida el admirar la belleza en todas sus formas. —Le guiñó un ojo y le subió el volumen al radio dando por finalizada la discusión.
Kassidy compró su apartamento a solo diez minutos del de su amiga y también quedaba cerca de su oficina, lo que les permitía a los tres visitarse continuamente antes de que todo se dañara.
Cuando pasaban por la recepción, Kassidy saludó a Ben, el chico encargado, pero este se limitó a hacer un gesto con la cabeza y se enfocó en terminar de quitar los adornos navideños, ahora que febrero iniciaba, mientras ella entraba al ascensor.
Con cada segundo se inquietó más, las puertas se abrieron nuevamente y le extrañó notar la de su apartamento abierta. Avanzó al interior con recelo y se asustó al estar a punto de pararse sobre un par de gotas de sangre. Ni siquiera tuvo tiempo de preguntar en voz alta qué rayos había sucedido, porque Roger salió a su encuentro con un paño sobre su nariz.
Se veía mal, como si le hubiese pasado un camión por encima. Tenía los ojos inyectados en sangre, el cabello desordenado y la ropa arrugada, parecía la misma que vio tirada en el suelo antes de irse.
—¿No te habías marchado? —preguntó acercándose con una mirada fría y llena de reproche y luego le hizo a Candace un gesto con la cabeza como único saludo.
—Pospuse mi viaje. —respondió intentando guardar la calma—. ¿Qué te pasó? —Señaló el paño lleno de sangre.
—Pregúntale a la florecita de tu asistente —respondió girando hacia el comedor. Tomó un cheque de la mesa y lo lanzó de mala gana a los pies de Kassidy—. Ponle la cantidad.
Ella ni se inmutó, lo conocía y sabía que estaba provocándola. Miró el cheque en el suelo y con su metro sesenta de estatura, posó su mirada un momento en ese hombre de metro noventa y sonrió. Negó con la cabeza y se fue hacia la habitación, ignorándolo.
Encontró varias cajas selladas y a su asistente de pie, depositando sus libros dentro de una caja abierta.
—Lamento lo que hice. No me quería dejar pasar, me insultó y luego…, no supe de mí —dijo Josh acercándose a ella y bajando la mirada, como un niño en espera de su castigo.
—¿No te hizo nada? —preguntó extrañada observándolo de pies a cabeza.
—¡Cómo si pudiera! No en vano me la paso en el gimnasio esculpiendo todo esto —respondió elevando el mentón y señalándose de pies a cabeza. Giró hacia Candace para saludarla lanzando dos besos al aire y la rubia parecía encantada.
Su amiga no había dicho nada desde que entraron y eso la extrañó, porque si fuese a la inversa ya estarían llamando a la policía.
—Estas son las últimas, belle dame. El resto ya está en la camioneta de Simon. Se ofreció a ayudarme y espero que no te moleste. Es sábado y…
—Para nada. De hecho, estoy apenada contigo, no debías haber pasado por esto —se disculpó y lo abrazó con agradecimiento.
—No te preocupes. La verdad, siempre he tenido curiosidad de saber qué tipo de lingerie usas, querida, y me sorprendí gratamente —soltó de manera despreocupada, provocando que Kassidy se sonrojara como pocas veces y se sintió peor al escuchar las carcajadas de Candace detrás suyo.
Sin responder, decidió pasar de ellos yendo hacia la habitación que acondicionó como oficina. Josh ya había estado allí, así que solo tuvo que tomar un par de sobres del escritorio y giró con la intención de salir, pero chocó con el torso de Roger.
—Debemos hablar —pidió él, bajando la voz y la sujetó de los brazos con suavidad.
—No. —Kassidy lo miró a los ojos y retrocedió unos pasos para alejarse de él—. Eso debimos hacerlo antes.
Roger se sacudió el cabello rubio cenizo con una mano, parecía frustrado y luego la señaló con el dedo índice antes de decir:
—No te atrevas a hacer público lo que viste ayer. No me quieres de enemigo, pequeña.
Sin amedrentarse, Kassidy contestó apaciblemente:
—No debes preocuparte por mí, Roger. No me interesa humillarnos por tu infidelidad.
—No sabes lo que dices —susurró.
—Debiste hablar conmigo. Pensé que nos teníamos confianza y si te gustaba alguien más, yo…
—¡No me gustan los hombres! ¡No soy gay, Kassidy! —rugió descompuesto, interrumpiéndola y poniéndose rojo de la furia. Sus ojos azules se habían oscurecido, pocas veces lo había visto así, aunque jamás con ella.
—No me importa si te gustan o no. Yo hubiese actuado igual de haberte sorprendido con una chica. Me engañaste. En nuestra casa. ¿Esperabas que te felicitara o que lo dejara pasar? ¡Por Dios!, es que te desconozco. —Sus ojos se humedecieron aunque intentó detener aquella sensación horrible en su pecho y continuó—: Pudiste haber sido sincero conmigo y decir que tenías a alguien. Me heriste, ¿lo entiendes? No merecía que lo hicieras.
—Nena, a veces eres tan mojigata. —Se burló rodando los ojos.
—Sabes que no lo soy.
—Muñeca, ni siquiera sé por qué lo hice —dijo ahora en un tono suave y lleno de dolor—, simplemente pasó. Bebí en el club y luego, no sé cómo me encontré aquí, siendo sorprendido por ti. No recuerdo los detalles. Te lo juro.
—¿Dices que te drogó? Entonces, podemos denunciar, pero…
—Te lo juro. Estoy seguro que fue eso. Podemos superar esto, nena. Solo, no te vayas, no me abandones. Sabes que te necesito —rogó, acercándose un poco.
—Lo siento, pero eso no funcionaría para mí. Puedo acompañarte a la comisaría, pero no volver. Creo que es mejor que lo dejemos aquí y continuemos con nuestras vidas, separados, porque la confianza que te tenía se dañó.
Roger se movió tan rápido que la sorprendió cuando sintió que presionaba su cuello con sus enormes manos. La estampó contra la pared y presionó tan fuerte que sintió que el aire se le acababa.
No supo cómo, pero con dificultad hizo un gancho con su mano izquierda sobre la derecha de él y giró levemente su cuerpo hacia adentro, arrastrando con su hombro la otra mano de él al llevarlo consigo a su altura y, apenas liberándose de su agarre. Con toda la fuerza que pudo, lo golpeó con el codo, al principio no supo dónde, pero al distinguir que se sostenía la nariz desconcertado, se dio cuenta.
No perdió la oportunidad y le dio una fuerte patada en la entrepierna, obligándolo a caer al piso, primero arrodillado y luego lo vio caer de lado, gritando y retorciéndose de dolor.
Iba a la salida de la habitación totalmente alterada, temblando y con una de sus manos en el pecho, pero él la sujetó del tenis y ella cayó de rodillas, pero se giró y empujó la pierna contra él tan fuerte como le fue posible. Su grito hizo que se arrastrara lejos de él y al elevar el rostro hacia la puerta, se encontró con las caras de espanto de sus dos amigos.
—¡Maldita! —gruñó a medias, aún en el suelo y sosteniendo sus partes y su rostro mientras lloriqueaba—. Te voy a acabar, ¿me escuchas? Eres una zorra.
—¡Qué demonios! —Simon, el novio de Josh, entró a la habitación—. Kassidy, puedes y debes hacer una denuncia por agresión en este momento. Nos tienes como testigos —dijo y levantó casi sin esfuerzo a Roger, gracias a sus casi dos metros de alto y su musculatura.
—¡Eres un poco hombre! —gritó Candace fuera de sí, pero en lugar de golpearlo la abrazó a ella que sin darse cuenta estaba llorando y temblando sin control.
—Llamaré a la policía —Josh mostró su teléfono.
Kassidy lo detuvo, secó sus lágrimas y antes de voltearse hacia Roger, elevó la barbilla en su dirección y dijo:—Suéltalo, Simon. No habrá denuncia, pero si vuelves a acercarte a mí, haré de tu vida un infierno, Roger Cole. No querrás que tus secretos salgan a la luz, porque ambos sabemos que tu padre te desheredaría al enterarse.
Se detuvo un instante y tomó aire, se le dificultaba respirar con normalidad y agregó:
—No te cruces en mi camino, porque no sabes de lo que soy capaz. —Sonrió lo mejor que pudo, aún presa de los nervios—. Tengo contactos muy influyentes que te hundirían en la miseria en un abrir y cerrar de ojos, solo por el simple placer de hacerlo. Piensa bien lo que harás, cariño.
»¡Ah! y Roger, no te molestes en pagarme el apartamento. Te lo regalo. Quizá si no mides bien tus pasos de ahora en adelante, lo necesitarás más que yo.
Giró saliendo de la habitación dejando a todos los presentes gélidos.
Luego de unos instantes de desconcierto se miraron entre sí y dejaron solo a Roger. Se reunieron con Kassidy en el salón y la siguieron fuera poco después sin decir nada, llevando las pocas cajas que pudieron.
Cuando bajaron del ascensor, Josh rompió el silencio:
—Kassidy, necesitas un médico. ¿Quieres que lo llame o te llevo? —preguntó con el teléfono en mano.
—No te preocupes, estoy bien. Solo necesito descansar un poco —dijo suavemente para tranquilizarlos, pero ellos la miraban sin poder ocultar su preocupación.
—Me quedaré contigo —propuso Candace de inmediato.
—¡Claro que no! Cumple con tus compromisos. Tomaré mi auto, aún sigue aquí —dijo mirando alrededor al atravesar la puerta hacia el estacionamiento—. Descansaré un rato y luego acompañaré a Mary al hospital.
—Nada de eso. —Negó Josh agitando las manos—. Te llevaré a mi casa y Simon se hará cargo de tu auto. Si deseas salir, te acompañaré, mi pequeño ninja. —Eso los hizo reír a todos, mientras colocaba un brazo sobre el hombro de su amiga.
—Llévala a la mía. Anoche durmió allí y si quieres, será tu nuevo hogar, amiga —dijo Candace, acercándose y dándole un beso sobre la cabeza.
Kassidy aceptó ir donde Candace y al llegar al auto de Josh, la abrazó para despedirse de ella y tomar cada una su camino.
Dieron unos pasos más y antes de subir, Josh le ofreció sus brazos, haciendo que su muro de contención emocional se rompiera de nuevo. De sus mejillas resbalaron muchas lágrimas que se apresuró a limpiar, pero se convirtieron en un dique incontrolable en segundos.
En horas, su vida como la había edificado dio un giro de ciento ochenta grados, mostrándole facetas desconocidas del hombre que eligió para acompañarla en su día a día. Había sido tan ciega y no pudo evitar que por su cabeza pasaran muchos de los buenos momentos compartidos desde que lo conoció en la universidad. No podía creer que aquel muchacho vivaz y romántico era el mismo que acababa de agredirla.
Kilian Kilian salió hacia el hospital desde muy temprano, sin siquiera esperar a Mary para el desayuno. Al llegar, se fue directamente al consultorio de Max, pero según su secretaria, aún no había llegado, así que decidió buscar a la última enfermera que le atendió la noche anterior y tuvo suerte al encontrarla en el pasillo. La saludó con familiaridad y le pidió información sobre Anna y cómo había pasado la noche, pero su objetivo principal era convencerla para que le permitiera entrar a verla. Como la mayoría de féminas bajo sus encantos, aceptó de inmediato, no sin antes explicarle que su turno estaba por terminar y que lo acompañaría solo por unos minutos, porque si los descubrían, podía ocasionarle muchos problemas. Justo en el momento de girar la manija, la puerta se abrió y tras ella, se encontraron a un Maximilian North somnoliento, con el cabello revuelto en todas las direcciones posibles, quien al levantar su rostro y reconocerlo, se tensó por completo. Con una mirada de
No se había preparado emocional ni psicológicamente para verla tan pronto, pero el sujeto lo seguía mirando y se obligó a reaccionar como el hombre adulto en el que se había convertido y por un momento olvidó al jovencito enamorado que fue y con él dejó de lado el pasado y la historia que traía a cuestas con la mujer que estaba del otro lado de la pared.—Hola, vine a ver a Candace, soy… El hombre no lo dejó terminar, se le acercó con la taza y se la ofreció.—Te conozco, Kilian Fox, ¿cierto? —Le ofreció la mano para saludarlo y tomó agradeció la taza con té—. Soy Josh Cage. ¿Qué te pasó? No quiso responder a su pregunta, porque le pareció que no era el momento oportuno para decir que se había pegado con su mejor amigo por la misma mujer y porque en realidad lo que pensó en cuanto lo vio es que Candace los elegía cada vez más jóvenes. Aunque, al menos este iba vestido. No pudo continuar con sus cavilaciones, pues al avanzar a la sala el corazón ya le golpeaba con demasiada fuerza y
La noche ya había caído cuando Candace entró a la habitación que ocupaba Kassidy. Se sentó a su lado a la orilla de la cama y le acarició la espalda suavemente al susurrar:—Sé que no duermes, así que abre los ojos, porque necesitamos hablar. Josh me contó tu débil evasiva farmacológica para escapar de Kilian. —Al notar que no le hacía caso, cambió de táctica subiendo al colchón y empezó a saltar sobre él como una chiquilla—. Él ya se fue, pero un amigo mío está aquí y quiere verte. —No estoy de ánimo para conocer a tus amigos, Candace —dijo Kassidy abriendo los ojos y colocando ambas manos sobre su rostro. Intentó hacerla parar, sujetando una de sus piernas, pero se soltó y la evadió al correr alrededor de la cama haciéndola reír, ella no iba a madurar nunca—. Tus amigos son raros. —No sé qué significa eso y no quiero saberlo, porque te recuerdo que eres mi amiga más antigua. Él es abogado y te ayudará a manejar de la mejor manera lo que decidas hacer. —Pero aún no sé qué hacer.
Fue un día cargado de emociones perturbadoras para él, todas ellas generadas por la misma fuente: Kassidy Evans. Hacía mucho no sentía esa tempestad por dentro y la emoción que lo dominaba esa noche era la absoluta y sofocante ira. Kilian parpadeó un par de veces como saliendo de un trance cuando llegó frente al Avant—Gard casi sin darse cuenta, el bar quedaba a unas calles del edificio donde vivía Candace y lo visitaban juntos con frecuencia. Era un lugar de paredes decoradas con obras de arte hechas a mano inspiradas en Kandinski y con carteles de la época soviética, buena música en vivo y un ambiente agradable. Lo que necesitaban después de una semana llena de trabajo cuando no querían ir a los mismos lugares de siempre y encontrarse con demasiados conocidos.Pidió un mahattan a la chica de la barra y le dio el primer trago, disfrutando de la combinación del vermut junto al whisky en su garganta, su bebida favorita. Pero ni siquiera eso pudo tranquilizarlo. También intentó disfrut
A Kilian se le había hecho muy difícil conciliar el sueño y lo había logrado hacía solo por un par de horas, por lo que despertó sintiéndose más cansado que antes de irse a la cama. Al bajar a la cocina y notar en Mary una mirada acusadora, supo que debía dar muchas explicaciones por no ponerse en contacto con ella en todo el día de ayer. Ella había sido más que una madre para él en los peores momentos de su vida y por lo que parecía, seguiría siendo así y por ello le guardaba la mayor de las consideraciones y agradecimiento, por ello, ahora tenía que anticiparse a sus reclamos.—¿Cómo amaneció mi linda y maravillosa Mary? —dijo acercándose meloso, con una dulce sonrisa y depositando un beso en su mejilla. Ella ni se inmutó—. Lamento no haberte llamado ayer, pero tuve un día intenso y debía...—Tranquilo. —Detuvo a Kilian con la mano y a su vez se movió con agilidad por la cocina, sirviéndole el desayuno—. Me enteré de que estuviste un momento con Candace, ella sí me llamó para no pre
Ellas estuvieron casi toda la mañana con el médico que les recomendó el abogado la noche anterior, con quien tenían que verse en casa de los padres de Candace y entregarle el parte correspondiente ese mismo día por la tarde.No fue tan incómodo como Kassidy temía. De hecho, el doctor fue muy comprensivo cuando ella se cohibió un poco mientras realizaba su revisión. Le hizo varias preguntas mientras llenaba el formulario y la felicitó por su valentía, pero no dejó pasar el comentario de que lastimosamente, muy pocas personas denunciaban estos hechos. Sin embargo, ella no se sentía valiente ni mucho menos, pero ya la habían convencido de que debía hacerlo como una medida de precaución. Él también sugirió solicitar ayuda profesional con un psicólogo, pero se negó en redondo, porque pese a como la veían los demás, ella no se veía a sí misma compartiendo aquella situación con otro extraño. Llegaron después del medio día a casa de los padres de Candace donde la estimaban mucho. Según ello
Kilian sintió sus labios y gimió de satisfacción sobre su boca, porque se atrevería a decir que sus besos sabían aún mejor de lo que recordaba. Por un segundo habría jurado que le devolvió el beso, sin embargo, cuando intentó rodear su cintura para sentirla un poco más le percibió tensa como una barra de metal y se sintió culpable por haberlo hecho.—¿Cómo está tu... ella y el bebé? —preguntó alejándose de él y evitando mirarlo.—Ambos igual, el médico dice que lo único que se puede hacer es esperar.Ella asintió mientras ordenaba una línea de perfumes y maquillaje que ya estaban prolijamente alineados.—Espero que despierte pronto. —Yo también.—Entonces no vuelvas a besarme —dijo con reproche.Él se acercó para aclararle lo que sea que estuviese asumiendo, pero ella volvió a alejarse.—Kassidy...—Es tarde ya y mañana ambos tenemos que trabajar.—¿Me estás echando? —preguntó entre divertido, sorprendido y demasiado cabreado como para no volver a ir en su dirección. Entonces, la su
Kassidy salió temprano y casi a hurtadillas de su habitación, aunque se sintió tonta al encontrar la colcha doblada a la perfección sobre el sofá y a ningún Kilian a la vista, tampoco Mary parecía andar cerca. Sus nervios se diluyeron de inmediato y salió a la mañana fría, pero el viento que azotó su rostro fue vigorizante. Tomó su auto y fue hasta un local llamado Tutti Frutti a un par de calles de allí. El lugar favorita de su amiga y ella desde que se mudaron a la zona y pidió un jardín de edén que consistía en una gran variedad de frutas frescas. Mientras comía una porción de kiwi se sintió observada y eso le provocó que se le erizara la piel. Volteó nerviosa hacia un punto fuera de la pared de vidrio a su izquierda y no pudo distinguir a nadie en especial.Quizá había sido mala idea salir sola y sin avisar a su amiga, considerando cómo estaban las cosas, pero se sentía asfixiada, incómoda y con la llegada de Kilian era peor, ese beso la había puesto de cabeza. Hacía mucho no dab