Después de todo...

A regañadientes tuvo que entregarle el teléfono de Livia a Patricia. Sus planes de desayunar con ella y hablar con Elías se desmoronaron en el momento en que su secretaria le daba el mensaje de su tía, convocándolos a una reunión extraordinaria de accionistas.

Ni siquiera habían tenido tiempo de ultimar los detalles de sus respectivas propuestas y eso lo puso de peor humor. No le gustaba que ella se impusiera de esa forma. Estaba muy consciente de que fue ella quien dio la cara cuando él decidió irse del país y también sabía que había actuado como un niño consentido, al negarse volver cuando se lo pidió, pero desde que decidió asumir su lugar con todas sus consecuencias, ella le había dado luz verde para manejar los negocios según su criterio. No entendía por qué había empezado a actuar a sus espaldas.

Entró a la sala de juntas sin saludar y le irritó sobremanera la sonrisa burlona que se le dibujó a la anciana en los labios cuando lo miró. La tía Viviana había sido una mujer dura al
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