¿Verdad o reto?

Otra chica uniformada como la del autobús dejó una pila de mullidas toallas sobre la mesa del centro y todos tomaron la suya para secarse. Livia se dio cuenta que esa casa no tenía ningún detalle personal, parecía deshabitada y eso podía implicar un enorme problema si Franco había decidido cambiar de lugar los documentos que necesitaba.

—Si quieren beber no habrá problema, pero con la comida tendremos que esperar a que pase la tormenta. Se suponía que los demás se encargarían, pero… —Efraín lo dijo mostrando una botella de whisky en cada mano.

—No hay problema, podemos preparar algo —dijo Abril solícita, ocasionando que los demás estallaran en risas.

—Claro, te ayudo —Franco se ofreció sin mirarlos y eso los silenció.

Livia mentiría si no admitiera que eso le calentó el pecho con agradecimiento por haber apoyado a su amiga.

—Será mejor que vayas tú. —Clara la empujó, pero ella negó repetidas veces—. No importa si solo es para que le pongas aderezo a los panes —se burló. Las tres c
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