EpílogoA lo largo de los años, Franco deseó poder regresar el tiempo en varias ocasiones, para así alejar todo lo malo que había ocurrido en su vida, pero se dio cuenta de que, de hacerlo, sus pocos momentos memorables tampoco se habrían llevado a cabo y, eso era suficiente como para arrepentirse de solo pensarlo. Se movió con diligencia por el comedor, depositando pétalos de rosas alrededor y agregó un poco más hasta la entrada del salón sin borrar la sonrisa. Observó su reflejo frente a uno de los espejos y acomodó uno de sus mechones rubios que dejaba algo largos, solo para complacerla.—¡Me voy! —Una fuerte palmada en la espalda hizo que se volteara y devolvió la sonrisa cómplice—. Estás jodido… —Escuchó la burla en su voz al observar todo lo que había preparado.—Cuando encuentres a una chica especial, esto parecerá poco, ya lo verás… —dijo sin obtener respuesta, lo que le pareció extraño, porque solía reírse de esa frase en especial—. Ya llamé a Goran. Avisa cuando estés de re
Franco Baumann volvió después de tomarse un año sabático para curar su corazón y su ego lastimado. Su amor platónico lo rechazó por segunda vez y se ha casado con otro. Una llamada a medianoche lo obliga a regresar a casa para vengar la muerte de su padre y destruir a todos los implicados como solo él podría ser capaz de hacerlo. Ha dejado de importarle el precio que tendrá que pagar, como tampoco le interesa perderse a sí mismo en el proceso.Livia Ávalos se alejó de su familia después de enterarse de todo el daño que han causado a otros por ambición. Ha renunciado a la fortuna a la cual tiene pleno derecho y se siente orgullosa por haberlo hecho, pero ahora tiene que luchar día a día para salir adelante por sus propios medios. Ella no tiene idea de que su fabuloso nuevo contrato y al que considera su boleto dorado, es solo para convertirla en un objetivo.Franco quiere destruirla. Sobre todo, desea recordarle que aquel chico al que ella menospreció en el pasado, cambió. El único pro
FrancoFranco revisó por tercera vez la carpeta que tenía frente a él. Tamborileó con su pulgar derecho sobre la superficie del cartón, haciendo un gran esfuerzo por no ver de nuevo esos detalles que ya había aprendido de memoria. Llenó de aire sus pulmones y miró al techo antes de soltarlo ruidosamente por la boca y luego repitió como un mantra los apellidos de las familias que le habían hecho daño a su padre. Era verdad que debió estar al tanto de cada movimiento, también lo era el hecho de que, en lugar de viajar por el mundo, tenía que haber estado a su lado, pero tampoco podía negar que en ese momento solo podía pensar en sí mismo. Recordar los ojos cafés de Andrea García no le hacía ningún bien, mucho menos si volvía a ver ese maldito artículo sobre su feliz matrimonio y su perfecta familia. Un hijo más en su segundo matrimonio, donde tampoco sería su esposo. Quería odiarla con todo su ser, pero no podía.Volvían a él sus sonrisas, todos los momentos en que él acudió a ella con
FrancoSu primera impresión sobre ella ahora no importaba, que diera muestras de un poco de sensibilidad tampoco, había llegado a él era todo en lo que debía concentrarse. —No te preocupes. Fue hace mucho —mintió, agitando su mano para restarle importancia—. Livia, quiero que trabajes para nosotros.—Sí, leí tu propuesta, pero no estoy del todo segura.—¿La oferta no es tentadora para ti? —provocó él alzando una ceja—. Estoy seguro que te propusimos una suma considerable. Un poco más alta que el promedio si me permites decirlo.—Como habrás visto en mi portafolio, soy una fotógrafa documentalista, no una de… —Publicidad —completó él, con una sonrisa desdeñosa que hizo que Livia juntara sus cejas. Se dio cuenta que ella no había aceptado lo del sueldo. Eso significaba que quería lo que a él le sobraba; dinero y eso lo hizo sonreír antes de añadir—: Pero nos gusta tu estilo y creemos que va con la siguiente campaña en la que ya estamos trabajando. Además, no debe ser tan complicado to
Livia Livia estaba a punto de ponerse a saltar como una loca, se sentía eufórico e incluso reprimió el grito que bullía en su garganta por salir, pero se contuvo y se irguió con dignidad mientras avanzaba por el pasillo hasta entrar al ascensor. Las puertas se cerraron un segundo antes de que Elías apareciera en su campo de visión y maldijera como un camionero, porque no había logrado alcanzarla a tiempo. Ella rio divertida.Puso su mano sobre el pecho e hizo ejercicios de respiración para controlar sus nervios. Sacó el cheque del bolsillo de su chaqueta con la intención de besarlo con todo el mimo del mundo, pero tampoco lo hizo.Sacó su teléfono del otro bolsillo para llamar a Abril, pero su nombre apareció en la pantalla un segundo antes.—¿Y…?—Estoy bajando —dijo fingiendo que se le quebraba la voz.—Entonces, ¿no habrá vestido nuevo? —Abril bajó la voz a cada palabra.—No, lo lamento. Ya veré qué…—No. Tranquila. Puedo hablar con Margot para que nos consiga algunos diseños. —E
LiviaTres horas después estaban frente a una Clara con los ojos inflamados que les dictaba órdenes entre dientes a todos los cocineros, camareros y el personal de limpieza que debía estar preparado en cuanto finalizara el evento. Abi y Livia se quedaron hasta que los envió a todos a tomar sus posiciones.—¿Clara? —preguntó Livia al verla derrumbarse cuando les dio la espalda. Entre las dos la sostuvieron y la llevaron al baño. —Augusto se va —sollozó sin atreverse a darles la cara. Livia osciló los ojos y estuvo a punto de zarandearla. Cuando Clara tenía eventos importantes, él solía acusarla de cualquier cosa y la amenazaba con dejarla, pero con Abi habían descubierto que solo era para que le cediera el control de los ingresos. Otra de las razones por las que Augusto las odiaba.—Él te ama —dijo Abi abrazándola.Livia la miró sorprendida y Abi fingió no darse cuenta de su enojo y siguió consolando a su amiga. —Pero… me dijo que conoció a alguien… alguien más… más… —Se quebró de n
FrancoFranco sonrió al notar cómo se encogía una mujer tan segura de sí misma como ella y por su propio desliz. Se acercó un poco más para sentir su aroma y quedó fascinado con él. Había estado observándola por horas y lo que le llamó la atención fue la rigidez que mostraba al notar que los hombres la veían con deseo. No iba a mentirse a sí mismo. Él a esa hora, ya formaba parte de ese grupo de machos que se preguntaban qué tipo de líneas le seguían a las pocas visibles en sus piernas torneadas y se había endurecido imaginando hasta dónde llegarían y lo que podía hacer con su lengua si seguía el camino.Su plan al inicio no era acercarse, mucho menos insinuarse. Él no actuaba así. Pero el instinto venció a su cabeza y allí estaba, atraído por esa piel clara que apenas se mostraba de sus hombros. Ella se alejó de su cercanía como si él quemara y eso lo hizo ensanchar su sonrisa. Le estaba dando armas muy útiles para hacerla caer.—Señorita Ávalos. Lo lamento. —Se colocó la mano dere
LiviaLivia no había pegado un ojo en toda la noche. Abril estuvo discutiendo sobre que era un ángel y tenía alas hermosas, por lo que no le quedó ni la orilla para acostarse entre sus «aleteos» constantes que la sacaron de quicio y la obligaron a que durmiera en el incómodo sofá de la sala que nadie usaba. Tampoco allí pudo conciliar el sueño, pues el invitado indeseable roncaba como un camión averiado y casi la obligó a cometer un delito cada vez que se atragantaba con su propia saliva.Estaba a punto de echarse a llorar cuando vio el trasero endurecido del camarero guaperas en todo su esplendor, saliendo a hurtadillas de la habitación de Clara y lanzarse como un bólido hacia la puerta principal. Su amiga salió poco después, con lo que pudo haber sido el único camisón semitransparente que le había visto en la vida. Iba con el cabello revuelto hacia la cocina y Livia tuvo que meditar por un buen rato si la seguía o continuaba escuchando roncar al ebrio de Elías. Se impulsó sobre su