Evidencia

Franco colocó un brazo para cubrirse los ojos y cuando estaba por rodearla con el otro ella se puso de pie y apagó la lámpara de techo. Él encendió una pequeña y más tenue cerca de su cama, agradeciéndole el gesto con una sonrisa.

—Es sobre la propuesta que te hice hace unos días, Livia. ¿Ya lo pensaste?

—Contraté a Efraín. Mi padre confía en él y me parece que conoce lo suficiente sobre mi situación como para aconsejarme de manera efectiva —dijo mientras abría una de las puertas.

—Es la siguiente. —Franco señaló la otra puerta y escuchó que ella iba al baño sin cerrar la puerta. Eso también lo hizo reír. Por norma, las mujeres con las que había estado iban a hurtadillas y jamás había visto a una que orinara frente a él sin pudor. Era… nuevo para él, pero lo interpretó como que no quería interrumpir su conversación, así que dijo lo que tenía atravesado desde entonces—: Es evidente que le gustas y hará lo que sea por quedarse contigo. Si te descuidas, terminarás cediéndole el control
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