Capítulo 4

Intento forzar su miembro, me lastimó y se dio cuenta, cuanto más le pedía detenerse, con más brusquedad me poseía.

Él siguió haciendo lo que le placía conmigo. Me había lastimado, no le había importado, Lo estaba odiando, intenté quitármelo de encima en muchas ocasiones. Era demasiado fuerte, no le importaba en lo más mínimo mis súplicas para que se detuviera, él solo continuaba encima de mí satisfaciendo sus deseos

Cerré mis ojos para no verlo, tiempo después de un tiempo se detuvo, se bajó de encima de mí. Se vistió y se marchó de la habitación, me puse de costado a llorar, me sentía muy sucia, e impotente.

Me levanté y me metí a la ducha, me sentía muy lastimada, no pude bañarme bien, me dolía, era incómodo caminar, dejo moretones en mis brazos.

«Maldito, lo odio»pensé mientras me duchaba y lloraba, salí de allí, no sabía si él volvería tome mis cosas, intente salir, pero había dejado la puerta asegurada. Solo puede pasar, volvería.

Ya no tenía nada que perder, me metí a la cama, no recuerdo a qué horas me quedé dormida.

Cuando desperté, había una señora del servicio haciendo aseo, le pregunté la hora y me apresure a ir a mi habitación, al llegar allí las chicas no estaban, había una note en mi recámara, decía que me tomará el día, que él me buscaría en la noche.

Estaba deseando no haber llegado allí nunca; no podía dejar de pensar en lo mucho que lo odiaba, era un maldito infeliz, como se atrevía a querer verme, después de lo que me había hecho.

Me tiré en la cama, a pensar como haría para salir de ese lugar, quizás si hacía las cosas que le molestaban, quizás si cuando me tocará bailar le coqueteaba a otros hombres o quizás solo podía escapar, entro Marcia para prepararme de nuevo. Ella me preguntó como me había ido.

Estaba tan molesta con ella, que no respondí nada de lo que me preguntaba, le dije que no quería hablar, que solo hiciera su trabajo, me dio un vestido y me maquillo, me pidió que fuera con ella, me dirigió a una cabina, donde estaba el maldito de su jefe. Se acercó, me miró de arriba abajo y se acercó un poco más.

—Te ves muy guapa, no ser virgen, te sienta muy bien. Además, sigues viva —dijo sarcástico—. Veo que mi castigo te sentó bien. No te preocupes, ya entendiste la lección, esta noche te daré eso especial que quieres, ahora siéntate y espérame allí. ¡Ah! No se te ocurra desobedecerme, ¿no querrás que esté molesto o sí?

Le dirigí una mirada fulminante mientras me hacía espacio para sentarme. Esa noche había un show, las chicas bailarían

«Debería estar allí y no aquí con este infeliz» pensé, el show había comenzado y no había regresado.

Minutos después, justo cuando estaba disfrutando del show, sentó a mi lado.

—Que buena y obediente chica. ¿Me echaste de menos? Por cierto hueles muy bien, tu perfume me dan ganas de hacerte mía de nuevo, lo cual pasará en unas horas, te aviso para que te prepares emocionalmente, con eso de que me odias es mejor que estés preparada nena.

—Idiota —murmuré.

Como se atrevía a ser tan descarado, le parecía una broma, intentó acariciar mi pierna. Ágilmente con mi mano tire la suya, lo mire con odio, él se burlaba descaradamente, se acercó a mí y susurró a mi oído.

—¿Entonces no tengo derecho a tocar lo que me pertenece? Sabes que si quisiera haría salir a toda esta gente de aquí y te haría mía justo aquí, justo ahora. ¿Sí, sabes eso verdad? Que me mires así y que me odies me tiene sin cuidado, me hace querer tenerte. Tus actitudes no me importan en lo más mínimo.

Fruncí el ceño y lo miré fijamente, el muy infeliz no parecía tener descaro ni remordimiento alguno.

—A las 12:15 AM Te levantas, vas a la habitación de ayer, te quitas el vestido y me esperas en ropa interior en la cama. Y por favor no se te ocurra desobedecerme. Ya sabes lo que pasara si lo haces.

«Maldito, infeliz» pensé dejando notar mi molestia con su orden.

—Si no te importa, prefiero ir ahora —dije—. Todo para no verle la cara.

—¡No! ¿Eres sorda? He dicho a las 12:15 am, es una orden y no pienso discutirlo, te veré allí.

Se levantó y se escabulló entre la gente, pasaban los minutos, las horas y no había regresado, al no estar en su presencia comencé a disfrutar la noche y sus diferentes espectáculos.

Las chicas eran muy buenas, parecían que se divertían mucho, el tiempo seguía avanzando y él no había regresado, lo cual me había alegrado. Hasta el momento en que me di cuenta de que tenía el tiempo justo para ir a la habitación y hacer lo que me había ordenado, mientras caminaba, pensaba en si desobedecer su estúpida orden.

Entre y me quité la ropa, retire un poco el maquillaje, justo cuando se dieron las 12:15ª ya me había metido a la cama.

Me dio un poco de frío, por lo que sentada me puse la sabana encima, estaba pensando cuando de repente entro, parecía satisfacerle mucho verme allí, baje la sábana de mi cuerpo para que el infeliz pudiera ver qué había cumplido su orden

Se acercó a servirse un trago, se quitó la camisa, saca un condón, se posa en frente de la cama, lo abrió, y mientras me miraba fijamente, retiró su pantalón.

—Quítate el sostén y juega con tus pechos, deja caer saliva en ellos y juega con ellos mientras me miras —demandó autoritario.

Hice de mala gana lo que ordenó, vi como su miembro comenzaba a crecer y hacerse grande y grueso, lo suficiente como para el poner el condón. Procede a darme órdenes, las cuales seguí asustada.

Se acercó y me dijo que me daría lo que deseaba, pensé que podía darme después de haberme quitado de manera desagradable lo que puedo ser mi más bonito recuerdo de la intimidad. Me pidió que me tumbara y abriera las piernas.

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