Capítulo 3

—De acuerdo—dije mientras ella deja la habitación.

«Que sería lo peor que podría pasar» me pregunté.

Ella tenía razón, era solo sexo, me dije intentando convencerme de que podría con ello. Entre al baño y allí, mientras me miraba en el espejo, me decía de todo, con la intención de convencerme de que no era nada del otro mundo, que podría hacerlo y que si tenía suerte, él se daría cuenta de que no era una buena opción y me dejaría trabajar para escoger a otra chica.

Me miré por última vez en el espejo diciendo estará bien, todo estará bien, al salir lo vi parado junto a la mesa de noche, sirviendo un trago y sin camisa, quise devolverme y encerrarme en el baño, pero tuve el valor y salir.

—¡Hmmm! Pensé que estarías toda la noche en el baño, llevo rato esperándote —dijo con el ceño fruncido —¿dime, qué tanto hacías allí?

—¡Hola! —saludé tímida.

—¿Hola dices? Ven aquí, no me hagas perder el tiempo.

«Sí que es autoritario» pensé mientras lentamente y asustada caminé a donde se encontraba.

Él dejó su bebida y comenzó a mirarme de arriba abajo, se acercó y me puso contra la pared, me miró, me ordenó recogerme el cabello, me hice una cola.

Estaba temblando de miedo, él me volteó contra la pared y empezó a quitar la lencería que hacía un rato, Marcia me había pedido usar, me sentía muy asustada, pero poco a poco esa sensación fue disminuyendo cuando él comenzó a besar mi cuerpo acariciarme.

Empecé a sentir un calor y sensaciones que no conocía, me recogió en sus brazos y me llevó cerca a la cama, En ese momento recordé lo que decían de él, que solía ser rudo, me llene de valor y me puse de frente deteniendo la actividad que a él le urgía comenzar, él me miró y preguntó qué pasaba.

—No he hecho esto antes, ¿podrías por favor no ser agresivo? He escuchado lo que dicen de ti.

—¿Delicado dices? Nena, eso es algo que no conozco, te dolerá, ya pasará, luego me agradecerás y lo disfrutarás.

—Por favor. Es mi primera vez, no quiero que sea así. ¿Podrías por favor intentarlo?

—Nena, no me hagas perder el tiempo, ya te he dicho, no soy una persona paciente, no morirás con esto, solo dolerá un poco, después lo disfrutarás.

—Por favor, no estoy pidiendo mucho, me parece algo justo. Solo quiero que no seas rudo, es mi primera vez, debería ser algo especial, por favor.

—¿Niña en que mundo vives? No soy un príncipe azul ni nada por el estilo, esto es solo sexo, conmigo las cosas especiales no existen, no te obligaré a nada, pero debes saber que si vas a hacer mi acompáñente las cosas serán como yo diga, se hará lo que yo deseo cuando y donde desee. ¿De acuerdo? ¿Acaso no has entendido que soy quien está pagando tus servicios?

Intenté interrumpir, pero no me lo permitió.

—Puedo decir y hacer lo que me plazca contigo. Deja, esta actitud tan infante, me estás cabreando y créeme, no querrás verme así y mucho menos que te haga mía en esas condiciones.

—No deseo que te molestes. Pero por favor no estoy pidiendo gran cosa, solo que esto sea especial.

—¡Carajos! Qué diablos es lo que me ha traído Marcia, sabes que me largo —dijo molesto.

Recordé todo lo que me había dicho Marcia y me sentía amenazada y asustada. Me apresuré delante de él.

—¿Podemos por favor negociarlo? Por favor, no tienes que irte, podemos negociar esto,

Pensé que sería buena idea decirlo.

—¡Ah! ¿Negociarlo? No me hagas reír, ¿qué tienes para ofrecerme? Tengo todo lo que deseo. ¿Qué es lo que me ofreces a cambio?

Realmente no tenía nada que ofrecer pensé y pensé y nada se me ocurría.

—Ser tuya, solo tuya. Es lo que te ofrezco.

Había escuchado que le gustaba tener el control.

—Mía ya eres nena. He pagado por ti, me perteneces. No me puedes ofrecer algo que ya es mío. No me hagas perder el tiempo, si no tienes nada mejor que ofrecer, te haré mía a mi modo cuando y dónde yo desee.

—Tienes razón. Pagaste por mí, pero pagaste por mi cuerpo, yo te ofrezco mi lealtad, mi obediencia y todo lo que quieras.

—Son cosas que no necesito, eso lo compra el dinero, no necesito que me seas leal, puedo hacer que lo hagas cuando yo desee. Puedo tener de ti lo que yo quiera sin tu permiso. Pero está bien. Haré esta noche especial para ti.—dijo acariciando mi mentón—. Sin besos en la boca, por más que desees no debes besarme, no debes acariciarme. Recuerda para mí solo es sexo y por favor ya no pongas más excusas. No me obligues hacerte mía por las malas o como dirías en tu caso a violarte.

No pude argumentar nada, me quedé como una tonta mirándolo, deseando haber podido huir antes.

—Quítate la ropa, súbete a la cama, abres las piernas y me esperas, es una orden —demandó autoritario.

«¿¡Por qué diablos tengo que obedecer!? Es mi cuerpo, yo decido que hacer, cuándo y con quién» pensé en mí mientras me quitaba la ropa, me acerqué a la cama sin hacer el resto de lo que me había ordenado.

Él se había quitado toda la ropa y estaba de espaldas sirviéndose un trago, al voltear caminó hasta donde estaba intentaba no mirar, pero lo hice, su miembro no estaba erecto. Se acercó a mí, bebió su último trago y me miró

—Eres muy desobediente, te he ordenado que te subas a la cama y me esperes allí con las piernas abiertas, ¿no has entendido esto verdad?

—¿Te molesta que no te obedezca? ¿Por qué tiene que ser así? No eres mi dueño, aunque hayas pagado por mí, no lo eres ¿Qué vas a hacer, me vas a matar por desobedecer tus órdenes?

—Tienes coraje pequeña, no voy a matarte o al menos no por ahora, pero te enseñaré a respetarme, desearás no haberme hablado así, acabas de perder la oportunidad de que hiciera esto especial para ti, te enseñaré que nadie me desobedece.

Se acercó, me tiró a la cama, se subió y se posó de rodillas en frente de mí. Recorrió mi cuerpo con su mirada, su miembro estaba listo, se acercó siendo autoritario, intenté quitarlo de mí, me sujetó las manos a la cama, hizo lo que le plació conmigo.

Me lastimaba y se daba cuenta, le pedía que se detuviera y no lo hacía. Se lo pedí una y otra vez, él seguía intentando, se acercó

—Te daré motivos para que me odies. Te advertí que nadie me desobedece, tú no serás la primera, te enseñaré una lección, pague por ti y por tu cuerpo, lo que llegues a sentir por mí, me importa un carajo.

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