Capítulo 8

—¿Estás cómoda así nena? —preguntó —Si quieres que me detenga, si estoy siendo agresivo o te molesta algo dímelo.

«Quién es este y que le había hecho a la bestia que conocí» cuestión mientras lo analizaba.

Decidí que no importaba, prefería esa versión. Le pedí ir un poco más rápido y duro, así por minutos por no decir más, tuve mi último orgasmo y él se corrió un par de veces en mí.

Cuando terminamos me volteé de lado, pensé que se iría unos minutos más tarde, me dijo al oído que durmiera en su pecho, me volteé para hacerlo.

Era tan sexy, como malo, tan bonito como despiadado, y yo, si yo tan masoquista como ingenua, me miraba con esos ojos verdes, me dio un beso en la frente, estaba feliz, eso se sentía maravilloso, me sentía a salvo allí, aun cuando él era la bestia que solía destrozarme. Podía sentir su corazón latir, su respiración, acariciaba mi espalda muy suave y olía mi cabello.

Tenía mi pierna en su parte íntima, sentía su miembro moverse, mire y parecía estar recobrando
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