—¡Bien, lo haré! Pero ni creas que haré contacto con ella, ¿estamos claros con eso?
—No lo necesitas, si ella se llegase a enterarse de que su tío le asigno un guardaespaldas te despediré Samael.
—¡Oh qué bien! Ahora resulta que trabajare bajo presión. Dijo en tono sarcástico.
—Sam, esto es serio la chica puede estar en peligro, y la independencia que tanto quiere le puede costar la vida. Descubre quien está detrás de todo esto y atrápalo. Pero mantenla a salva, solo tú puedes conservar la vida de esa chica.
—¡Está bien! hablas como si nunca he hecho un trabajo como este. Le dijo a modo de fastidio.
—Sé que has tenido muchos problemas con las mujeres en algunas misiones, pero esta vez es diferente. Steller es muy buen amigo mío al igual que lo fue su hermano, y tú eres el mejor hombre que tengo para hacer esto, no confiaría la vida de esa chica a nadie más.
—De acuerdo… Investigare quien está detrás de esto, supongo que se trata de una venganza hacia el viejo Steller. Lastimar a su sobrina es lo mejor que pueden hacer. Dame el expediente de la chica.
Cuando tomo la carpeta con la información miro la foto de su cliente pensando que estaba en un serio apuro. Esta chica no era cualquier mujer, era una dama muy hermosa, una pelirroja muy peligrosa de ojos verdes y labios muy delgados creados para el amor. Las pecas en su nariz la hacía parecer más vulnerable de lo que ella creía, no la conocía ni había cruzado palabra con ella pero sentía que terminaría con cualquier persona solo por besar cada peca de su rosto.
Sabía que había sido una mala idea aceptar ese trabajo, presentía que su clienta le causaría muchos problemas a su mente y cuerpo. Estaría metido en una batalla contaste entre la razón y la locura. Por lo general siempre perdía todas las batallas con chicas pelirrojas. Elena Steller, sería un gran desafío para él, y no estaba muy seguro de cómo iba afrontar aquella avalancha de emociones y sensaciones que le producían aquellos maravillosos ojos.
—¡Estarás bien! Piensa en esto… ella odia a los hombres como tú, que se dedican a esta profesión. Le dijo su jefe cuando noto que se había quedado embobado observando la foto.
—Es una mujer realmente hermosa Frank. Tal vez no sea una buena idea que me asignes este trabajo. Le dijo suspirando y tirando el expediente en su escritorio.
—Yo sé lo que hago Sam, estoy seguro que descubrirás quien quiere lastimar a la familia Steller.
—No sé cómo es que siempre termino aceptando todos los trabajos que me asignas.
—¡Soy tu jefe! Ahora vete y has tu trabajo, la chica está en casa de su tío así que comienzas a vigilarla desde hoy mismo.
—Bien como tú mandes, espero que al final la paga si sea buena. Contesta de mala gana.
—¡Eh, Sam! El chico voltea para ver a su jefe con el ceño fruncido —No te enamores de ella. Este rodó los ojos ante su comentario de mal gusto.
Salió de la oficina de Frank con el expediente en la mano, y solo podía pensar en Elena y sus hermosos ojos verdes. Tenía que concentrarse en la misión o echaría todo a perder, no podía permitir que la locura se apoderara de él mal influenciando la poca cordura que le quedaba después de haber visto la foto de su cliente.
No debía seguir cometiendo errores como en el pasado, o se las vería muy mal y no solo eso, haría quedar mal a Frank la reputación de su jefe estaba en sus manos. Ademas, otra ocasión como esa no la iba a recibir por parte de él, ya había tenido muchas oportunidades… unas que había arruinado por completo.
Si no hacia bien su trabajo corría el riesgo de tener que despedirse de su empleo, o peor aún su cliente podía correr con las consecuencias de salir herida o bien sea muerta como ya le había pasado en una ocasión. Aun llevaba esos desdichados recuerdos en su memoria y no eran para nada bueno, su insomnio cada vez era peor a raíz de eso. Incluso después de haber transcurrido tres largos años siempre recordaba a esa chica, por su propia imprudencia puso en peligro la vida de Laura. Eso era algo que no se lo podía perdonar a sí mismo, tendría que vivir con ello por el resto de su desdichada vida.
Al volver de esa misión una gran suspensión lo esperaba en su escritorio, pero por lo menos Laura estaba a salvo… Por lo último que supo de ella, era que se había casado yéndose con su esposo a la ciudad de Nueva York. Se alegraba mucho por la chica, a veces pensaba que hubiera sido de ellos sí… si él le hubiese dado una oportunidad a su romance, era obvio que ella no iba a esperar por él toda la vida. Tenía que tomar la decisión de elegir entre el trabajo o ella… definitivamente la decisión correcta había sido en dejarla marchar, estaba más segura sin él, que con él...
El detective dejo a un lado esos recuerdos pesados, para concentrarse en su nuevo trabajo. Sentado en su coche leyendo el expediente de Elena, su cerebro comenzó a trabajar en función del sospechoso ¿Quién podría tener una riña con el viejo ex-Alcalde?, Y, ¿Por qué no meterse directamente con él? Habían asesinado a su único hermano, y ahora iban por la hija, parecía algo personal pero más bien contra la familia del hermano del viejo Steller pero, ¿porque?
Daniel Steller no era político, y su esposa Elena Steller había fallecido hace años dando a luz a su pequeña hija, tal vez ambos hermanos estaban implicados en algo sucio y cuando intentaron salirse se quisieron cobrar acabando con cada miembro de la familia. Lo extraño era que al viejo ex-Alcalde no le habían tocado ni un pelo.
Algo no encajaba en ese asunto, Frank también le había entregado un expediente del viejo Steller y de Daniel Steller. Pero ambos estaban limpios, nunca se habían metido en nada ilícito, y conociendo a Frank desde la infancia sabía muy bien que como jefe del DDP (departamento de detectives privados) no encubriría nada ilegal a ninguno de sus amigos o conocidos bueno, excepto el asunto del accidente de Daniel. Pero del resto bien podía dar fe de que su jefe no era corrupto.
En el expediente de Daniel Steller solo mencionaba a un hombre, al parecer cuando Elena Steller estaba recién casada con Daniel un ex novio de la mujer tuvo cierto roce de palabras con Daniel por el amor de Elena.
—Bueno creo que es un buen comienzo. Se dijo Sam.
Llamaría a Wendy, quien era una excelente investigadora en la red. Si alguien podía conseguir cualquier información seria esa mujer.
—Hola mi dulce Wendy ¿Cómo estás? —¿Qué quieres, Sam? La chica contesta yéndose directo al grano. —Consigue cualquier información sobre un tío llamado Jarold Tingh. Y todo sobre la riña que había tenido con Daniel Steller hace 29 años. —¿Estás loco? 29 años, Sam. ¿Quién crees que soy? —Vamos nena, tu puedes hacerlo. Y necesito que seas tan discreta como sea posible de acuerdo. Del otro lado de la línea escucho un suspiro, sabía que podía contar con Wendy era la más confiable mujer que había conocido nunca. —De acuerdo, pero con esta me deberás muchas Sam. —¡Te prometo que te lo compensare! —No veo como, no tienes nada que me interese. —Vamos, no seas tan dura conmigo. —Lo siento, no eres mi tipo. Haré lo que pueda con lo que me pediste, no te metas en líos quieres. —¡Adoro cuando te preocupas po
Elena no se preocupaba por esas pequeñas tonterías, el hombre que la quisiera de verdad tendría que demostrar su amor a los cuatro vientos. Pero antes de que todo eso ocurriera tenía que salir de Virginia a toda costa. Y ahora que no tendría guardias siguiéndola a todas partes, tal vez escapar sería una buena opción. Total era mayor de edad y responsable de sus actos. Organizó muy bien su huida desde hace días, y como estaba esperando una verdadera excusa para irse ya que esta no se presentaba esa tarde era el momento indicado. Su tío asistiría a una de sus reuniones con sus amigos políticos, la había invitado pero ella se negó alegando que no estaba interesada en escuchar temas aburridos de la política. El por su parte le afirmo que solo ella iría a compartir con los hijos de estos, ya conocía sus intenciones de casamentero. Así que termino por convencerlo de que fuera solo. Cuando por fin oyó el coche marcharse de la casa, subió corriend
Y esperaba que aceptara irse con el porqué no le agradaba la idea de quedarse en su coche mientras continuaba la tormenta. Sam vio que se acercaba un automóvil a lo lejos era completamente negro, no se podía ver quien lo conducía. El conductor misterioso siguió derecho sin hacer parada donde estaban ellos, mejor así no quería que se armara un campo de batalla allí mismo. —Oye, pero tu coche es grande puede arrastrar el mío. Si, su Jeep Wrangel Big Foot era todo un campeón aguantaba todo tipo de tormentas y ese día no era la excepción. Pero arrastrar otro coche implicaba quedarse sin combustible. —Es claro que mi coche puede llevar el suyo, pero no arriesgare nuestras vidas por llevar su coche. —¡De acuerdo! iré con usted. Hizo un mohín agarrando sus cosas—No me lo creo, tengo que dejar mi coche aquí tirado. Murmuraba tomando su enorme bolso. Cuando salió del automóvil se empapo rápidamente
¿Qué paso? ¿Hizo algo mal?, juraba que esas miradas que ambos se dieron terminarían en un ardiente beso ¿Sería su rostro? Posiblemente, con tantas horrorosas pecas lo podía comprender. Muchos de los hijos de los amigos de su tío se lo habían dicho que el exceso de pecas en su cara no era normales. La hacían sentir mal con sus comentarios. Recordó cuando un día conoció a un joven... parecía muy educado y diferente a los demás idiotas. Creyó que no tenía ninguna relación con el grupo de estúpidos que la molestaban y que su tío se empeñaba en que se liara con alguno. Pero inocentemente se había engañado a sí misma, ese joven la enamoró por unos meses, bueno realmente no la enamoro, solo la conquisto. Al final de todo, ella se encontraba sin prenda alguna debajo de él entregándole su inocencia. Si, fue ilusa y estúpida porque después de tres meses nadie podía enamorarse profundamente como él le decía que lo estaba. Todo era una vil
Ahora tenía que lidiar con una chica ebria eso sí que era nuevo para el detective no estaba acostumbrado a tratar con mujeres pasada de tragos... resignado termino con los trastos y fue acompañarla, pero de pronto algo muy extraño vio en ella, en su mirada. Se sentó a su lado pero no muy cerca era mejor evitar problemas. Elena lo miro con una sonrisa de medio lado y una mirada muy brillante, estaba borracha hasta el tope… La pelirroja comenzó a gatear un poco hacia él acabando con el poco espacio que existía entre ellos, se acercó a él tan cerca de sus labios que Sam se petrifico. —¿Qué estás haciendo? Era una pregunta estúpida y se reprendió por ello, era obvio lo que planeaba... —Solo te voy a besar, el resto lo veremos más tarde. ¿Te parece? ¡Por todos los cielos! Exclamó Sam para sus adentros, ella estaba eufórica. Sus pupilas dilatadas, sus pechos eran con un par de montañas puntiagudas se le marcaban atreves de la fi
Elena aún no se había quejado, el entraba despacio y la sensación lo estaba llenando por completo. Adentrarse en el interior de una mujer tan estrecha era una maravilla. La única explicación que le vino a la mente en esos momentos era que no tenía mucha experiencia con hombres, quizás el fuera el segundo cuando mucho el tercero. ¿Qué narices hacia pensando tonterías como esa? No se sentía muy cómodo haciéndolo con ella en ese estado. Ella lo sujeto con las piernas haciendo una llave con sus pies en su espalda. Lo instó para que él se adentrara en su interior. La chica soltó un grito ahogado pero aun así no se separó de Sam, era una fiera y como que estaba necesitada... Se sentía un poco usado ¿pero quién podía quejarse? Era su turno ahora de hacerle sentir, de llevarla a la gloria… Comenzó a moverse con rudeza como si se le fuera la vida en ello, Elena disfrutada porque nunca le pidió que se detuviera. Mantenía los ojos cerrados teni
Sam se despidió de Wendy para luego subir nuevamente a la cocina, miro por la ventana y arrugo el ceño al fijarse que continuaba nevando. Desafortunadamente cubría casi todo su coche y la entrada a la cabaña. No podían salir así, era imposible bajar por la montaña en coche, seguramente la vía estaría congelada. La cocina permanecía desolada, Elena seguiría dormida. Se asomó en su cuarto sin hacer mucho ruido y efectivamente ella lo estaba, decidió preparar el desayuno para cuando ella se levantara. Se sirvió otra taza con café para calentar sus helados huesos... —No te agradecí por el desayuno, estaba muy rico todo... veo que también sabes cocinar. La pelirroja le dijo al terminar de desayuna. —Sí, un poco. —Bueno lo haces muy bien. Le dijo ella con una radiante sonrisa, derritiendo su helado corazón—Qué problema con la nieve ¿no? —Muchísimo, estaremos aquí encerrados por unos días más. —Bueno y
—¿Me has escuchado Elena? Volvió hablar—Aquí afuera hay lobos que pueden atacarte en cualquier momento. Se acercó a ella, su aliento era muy frío de su boca se podía ver salir humo blanco. Seguía ignorándolo, sentía mucho coraje por la manera que lo estaba tratando. Ella tomo al menos unos siete troncos pequeños y se dirigió a la casa sin siquiera verlo a la cara. Estaba usando el método de la indiferencia contra él, ¡era lo último que le faltaba! La siguió con la mirada mientras observaba para todos lados, pero no podía ver nada todo estaba cubierto por la nieve que comenzaba hacerse gruesa. —Elena, no puedes estar saliendo así sin avisarme, es muy peligroso. Yo me encargare de meter la leña a la casa. Vocifera una vez que estaba dentro de la cabaña. Ella apilo los troncos cerca de la chimenea, froto sus manos cerca del fuego y se levantó pasándole por un lado como si el no estuviera allí parado. La observó hasta perderla en la