Y esperaba que aceptara irse con el porqué no le agradaba la idea de quedarse en su coche mientras continuaba la tormenta. Sam vio que se acercaba un automóvil a lo lejos era completamente negro, no se podía ver quien lo conducía. El conductor misterioso siguió derecho sin hacer parada donde estaban ellos, mejor así no quería que se armara un campo de batalla allí mismo.
—Oye, pero tu coche es grande puede arrastrar el mío.
Si, su Jeep Wrangel Big Foot era todo un campeón aguantaba todo tipo de tormentas y ese día no era la excepción. Pero arrastrar otro coche implicaba quedarse sin combustible.
—Es claro que mi coche puede llevar el suyo, pero no arriesgare nuestras vidas por llevar su coche.
—¡De acuerdo! iré con usted. Hizo un mohín agarrando sus cosas—No me lo creo, tengo que dejar mi coche aquí tirado. Murmuraba tomando su enorme bolso.
Cuando salió del automóvil se empapo rápidamente, ambos corrieron hasta el Jeep de Sam tiraron las maletas en la parte de atrás, este le paso una toalla limpia. Ella comenzó a secarse la cara y los brazos el hacía lo mismo. El detective giro y al verla se impactó, sus mejillas estaban sonrojadas y las pecas de su cara eran muy notorias en su nariz, mejillas hasta tenía en la barbilla, ¡oh cielos! Era increíblemente hermosa. Ella lo pilló al sentir su mirada y sus ojos se volvieron aún más grandes, Elena volvió la mirada al frente y siguió secándose.
—Bien señorita le puedo preguntar ¿porque ha rentado la última cabaña?
—Bueno, la verdad es que eso fue lo que me dijo la encargada de alquiler, que no había más disponibles.
Eso sí que era muy raro, ya que la mayoría de esas cabañas estaban solas. Si no se equivocaba y si su intuición estaba en lo correcto eso parecía una emboscada. La chica estaba en peligro y ni cuenta se había dado de ello.
—De acuerdo entonces daremos la vuelta y regresemos, te llevare directo a tu casa.
—¡Nooo! Respondió alterada—Mi casa es la cabaña que rente.
—Hmm… ¿Cómo te llamas? La miró de perfil mientas posaba su mano en el volante.
¿Hablaba en serio? ¿No sabía quién era ella? debía estar tomándole el pelo, una broma de muy mal gusto pensó Elena.
—Me llamo Elena. Omitiendo su apellido. — ¿Y tú cómo te llamas?
—Soy Sam ¡Un gusto conocerte!
—¿Sam? ¿Solo Sam? Sonríe con timidez.
—Sí, solo Sam...
—Un placer, Sam.
Arranco el coche permaneciendo ambos en silencio, ¿qué estaba haciendo? Se preguntó. Se suponía que no debía interactuar con ella y era lo primero que estaba haciendo, lo iban a despedir por gilipollas.
¡Por todos los cielos! Qué chico tan guapo pensó Elena, desde su coche no podía verlo con claridad pero ahora si lo había detallado a la perfección. Fue impactante ver la profundidad de su mirada, y sus ojos castaños eran sorprendentes. Era un hombre muy atractivo, extremadamente guapo. Su contextura era grande y se notaba que trabajaba su cuerpo en el gym. ¡Cielos! ni siquiera lo conocía y ya estaba teniendo pensamientos impuros con un extraño.
[…]
—Dijiste que la cuidarían ¿qué fue lo que paso Frank? Solo encontré una nota de ella diciéndome que se iría para hacer su vida, hasta su móvil dejo.
—Tranquilo Steller, estoy seguro que mi hombre está detrás de ella. Le dije que no se le despegara por nada del mundo.
—Yo quiero que la traiga de vuelta, está afuera sola, sin mi protección es muy peligroso. Exclamo levantando la voz.
—Confía en mí, elegí a un excelente hombre para este trabajo la traerá sana y salva.
—Muy bien te daré un par de días, sino la trae para entonces, mandare a buscarla por mi cuenta.
—Si haces eso pondrás en sobre aviso a las personas que están detrás de ella. Lo mejor es que esperes mis noticias.
—Está bien, pero no creas que esperare mucho por tu muchacho.
Y él tampoco, tenía más de dos horas tratando de contactarlo pero le fue imposible ¿Dónde se había metido ese loco?
[…]
—Ya casi llegamos a la cabaña. Le dice Sam a la chica callada a su lado.
—Estaba muy lejos de igual forma, y esta tormenta que no cesa.
—Descuida, la cabaña tiene instalado un sistema de calefacción estaremos bien hasta que amaine la tormenta, así podremos volver.
—Volverás tú... porque lo que soy yo definitivamente no. Responde sin mirarlo.
—Escúchame, esa cabaña que alquilaste está mucho más lejos. Además, es demasiado peligrosa para una chica sola.
—¡Se cuidarme!
—Claro, seguro. Respondió con ironía.
Era muy testaruda la pelirroja, tenía que ingeniárselas para convencerla de regresar a su casa…
Cuando al fin había llegado a la cabaña de su amigo Patrick esperaba desesperadamente que estuviera cargada con comida. Ambos se bajaron lo más rápido posible del coche, Sam tomo las maletas de la chica y corrió hasta la entrada donde ya lo esperaba la pelirroja casi empapada de pies a cabeza a punto de ponerse a temblar. Verla en ese estado solo le provoca la necesidad de abrazarla para que entrara en calor rápidamente, fundir su cuerpo con el de ella sería una completa delicia. Con lo mucho que lo enloquecía una pelirroja pecosa.
Las llaves de la casa siempre la dejaban en una maseta llena de tierra, su amigo sabía que de vez en cuando se escapa de todo pasando los días allí. Pero había tenido tanto trabajo que no había tenido tiempo para él. Hasta ese momento que le toco cuidar de una linda chica que amenazaba con destruir la poca razón que le quedaba.
—Es una cabaña muy cómoda, si todas son así entonces me gustara vivir en las montañas.
—¡No creas que es tan fácil!
—No seas pesimista. Responde ella intentado escurrirse el agua de lluvia.
—¡Como digas! Bueno, esta cabaña tiene dos habitaciones así que podrás tener tu privacidad.
Ella camino por el corto pasillo que unía las habitaciones, abrió la del fondo esa pertenecía al dueño de la casa, ya que estaba amoblada completamente.
—No creo que me sienta cómoda durmiendo en la habitación de tu amigo, por la enorme cama y los lujos asumo que es la de él.
—A mí no me importa, y seguramente a él tampoco.
—De todas formas tomare la otra, si no te importa.
Abrió la contigua puerta, la cama era mucho más pequeña pero acogedora. Metió sus bolsos y se quedó parada en el marco de la puerta. Él se acercó a ella colocándose a su lado, Elena sintió su presencia girando repentinamente pero en ese momento ambos quedaron frente a frente casi podían sentir el aliento del otro. Los ojos de Sam mantenían un brillo muy especial que la impactaron. Se sentía un poco desconcertada y algo excitada por quedarse atrapada con un hombre tan guapo como ese.
—Voy a revisar toda la cabaña, ponte cómoda. Respondió nervioso alejándose de ella.
¿Qué paso? ¿Hizo algo mal?, juraba que esas miradas que ambos se dieron terminarían en un ardiente beso ¿Sería su rostro? Posiblemente, con tantas horrorosas pecas lo podía comprender. Muchos de los hijos de los amigos de su tío se lo habían dicho que el exceso de pecas en su cara no era normales. La hacían sentir mal con sus comentarios. Recordó cuando un día conoció a un joven... parecía muy educado y diferente a los demás idiotas. Creyó que no tenía ninguna relación con el grupo de estúpidos que la molestaban y que su tío se empeñaba en que se liara con alguno. Pero inocentemente se había engañado a sí misma, ese joven la enamoró por unos meses, bueno realmente no la enamoro, solo la conquisto. Al final de todo, ella se encontraba sin prenda alguna debajo de él entregándole su inocencia. Si, fue ilusa y estúpida porque después de tres meses nadie podía enamorarse profundamente como él le decía que lo estaba. Todo era una vil
Ahora tenía que lidiar con una chica ebria eso sí que era nuevo para el detective no estaba acostumbrado a tratar con mujeres pasada de tragos... resignado termino con los trastos y fue acompañarla, pero de pronto algo muy extraño vio en ella, en su mirada. Se sentó a su lado pero no muy cerca era mejor evitar problemas. Elena lo miro con una sonrisa de medio lado y una mirada muy brillante, estaba borracha hasta el tope… La pelirroja comenzó a gatear un poco hacia él acabando con el poco espacio que existía entre ellos, se acercó a él tan cerca de sus labios que Sam se petrifico. —¿Qué estás haciendo? Era una pregunta estúpida y se reprendió por ello, era obvio lo que planeaba... —Solo te voy a besar, el resto lo veremos más tarde. ¿Te parece? ¡Por todos los cielos! Exclamó Sam para sus adentros, ella estaba eufórica. Sus pupilas dilatadas, sus pechos eran con un par de montañas puntiagudas se le marcaban atreves de la fi
Elena aún no se había quejado, el entraba despacio y la sensación lo estaba llenando por completo. Adentrarse en el interior de una mujer tan estrecha era una maravilla. La única explicación que le vino a la mente en esos momentos era que no tenía mucha experiencia con hombres, quizás el fuera el segundo cuando mucho el tercero. ¿Qué narices hacia pensando tonterías como esa? No se sentía muy cómodo haciéndolo con ella en ese estado. Ella lo sujeto con las piernas haciendo una llave con sus pies en su espalda. Lo instó para que él se adentrara en su interior. La chica soltó un grito ahogado pero aun así no se separó de Sam, era una fiera y como que estaba necesitada... Se sentía un poco usado ¿pero quién podía quejarse? Era su turno ahora de hacerle sentir, de llevarla a la gloria… Comenzó a moverse con rudeza como si se le fuera la vida en ello, Elena disfrutada porque nunca le pidió que se detuviera. Mantenía los ojos cerrados teni
Sam se despidió de Wendy para luego subir nuevamente a la cocina, miro por la ventana y arrugo el ceño al fijarse que continuaba nevando. Desafortunadamente cubría casi todo su coche y la entrada a la cabaña. No podían salir así, era imposible bajar por la montaña en coche, seguramente la vía estaría congelada. La cocina permanecía desolada, Elena seguiría dormida. Se asomó en su cuarto sin hacer mucho ruido y efectivamente ella lo estaba, decidió preparar el desayuno para cuando ella se levantara. Se sirvió otra taza con café para calentar sus helados huesos... —No te agradecí por el desayuno, estaba muy rico todo... veo que también sabes cocinar. La pelirroja le dijo al terminar de desayuna. —Sí, un poco. —Bueno lo haces muy bien. Le dijo ella con una radiante sonrisa, derritiendo su helado corazón—Qué problema con la nieve ¿no? —Muchísimo, estaremos aquí encerrados por unos días más. —Bueno y
—¿Me has escuchado Elena? Volvió hablar—Aquí afuera hay lobos que pueden atacarte en cualquier momento. Se acercó a ella, su aliento era muy frío de su boca se podía ver salir humo blanco. Seguía ignorándolo, sentía mucho coraje por la manera que lo estaba tratando. Ella tomo al menos unos siete troncos pequeños y se dirigió a la casa sin siquiera verlo a la cara. Estaba usando el método de la indiferencia contra él, ¡era lo último que le faltaba! La siguió con la mirada mientras observaba para todos lados, pero no podía ver nada todo estaba cubierto por la nieve que comenzaba hacerse gruesa. —Elena, no puedes estar saliendo así sin avisarme, es muy peligroso. Yo me encargare de meter la leña a la casa. Vocifera una vez que estaba dentro de la cabaña. Ella apilo los troncos cerca de la chimenea, froto sus manos cerca del fuego y se levantó pasándole por un lado como si el no estuviera allí parado. La observó hasta perderla en la
—Bueno, ¿entonces me volverás hablar?, yo puedo estar todo el día así. No pesas casi nada. —No quiero hablarte nunca más en mi vida, déjame en paz de una vez. —Eso no suena bien, podemos estar aquí encerrados por días, incluso semanas, ¿no querrás estar así en silencio? —Por mi como que no existes Sam ¡Bájame de una vez! —¿Porque me odias tanto? Tenía que saberlo, no podía detestarlo por el simple hecho de no querer estar con ella. Le estaba haciendo un favor al no juntarse con en el ámbito de la intimidad. —Eres como toda la b****a que he conocido en mi vida, y sabes que ya no me importa lo que piensen, ni de la caridad de nadie. No quiero hablarte más, por favor respeta mi decisión. —¿Basura? ¿Qué te hicieron para ser así? Le dijo poniéndola en el piso. —Solo déjame en paz. Sus ojos estaban cargados de dolor y a punto de desbordarse en lágrima
—¿Crees que sean hombres malos lo de afuera? Pregunta ella sacándolo de sus cavilaciones. —No lo sé… ¿Acaso te persigue algún hombre malo? ¿Un ex novio obsesionado? ¿Una enemiga? Quizás… Ella guardo silencio quizás no debió preguntar algo así, que estúpido era. Parecía un pinche policía haciendo preguntas. —Creo que sí. Eso no se lo esperaba… se incorporó un poco mirándola fijamente, ella solo miraba el techo. —¿Qué dices? ¿Quién? Frunce el ceño. —Es que no estoy segura, solo digo esto porque mi tío me metió muchas cosas en la cabeza. Tal vez solo son ideas mías. —¿Quién es tu tío? Se hizo el tonto con esa pregunta. —¿De verdad no sabes quién soy yo? Tenía que mentir si quería ganarse su confianza para poder convencerla de volver a casa. —La verdad es que no, soy un poco ermitaño. —¡Ya veo! Me llamo Elena Stel
—Esto sí que no lo olvidare. Dijo el muy satisfecho a pesar de los pensamientos alocados que estaba teniendo. —¡Eso espero! Porque yo no lo olvidaré Sam. Rieron al unisonó, intentando dormir un poco esa noche. Afuera caía una gran tormenta de nieve posiblemente eso mantuviera a los intrusos alejados pero no podía confiarse, igual por la mañana idearía una solución para sacarla con vida de la montaña. Se acurrucaron porque estaba comenzando hacer frío y ambos habían quedado exhaustos bajo las cobijas. A la mañana siguiente el cuerpo de Sam se encontraba solo en la inmensa cama, palmeo el lado donde la noche anterior dormía una hermosa pelirroja pero ese lado estaba frío y desolado. Se levantó de golpe pensando lo peor. Salió a toda prisa del cuarto sin fijarse en su desnudez, solo para encontrarla en la cocina con una de sus franelas puestas. Ella tenía las piernas cruzadas mientras estaba de espalda preparando algo, tal vez el