¿Qué paso? ¿Hizo algo mal?, juraba que esas miradas que ambos se dieron terminarían en un ardiente beso ¿Sería su rostro? Posiblemente, con tantas horrorosas pecas lo podía comprender. Muchos de los hijos de los amigos de su tío se lo habían dicho que el exceso de pecas en su cara no era normales. La hacían sentir mal con sus comentarios.
Recordó cuando un día conoció a un joven... parecía muy educado y diferente a los demás idiotas. Creyó que no tenía ninguna relación con el grupo de estúpidos que la molestaban y que su tío se empeñaba en que se liara con alguno.
Pero inocentemente se había engañado a sí misma, ese joven la enamoró por unos meses, bueno realmente no la enamoro, solo la conquisto. Al final de todo, ella se encontraba sin prenda alguna debajo de él entregándole su inocencia. Si, fue ilusa y estúpida porque después de tres meses nadie podía enamorarse profundamente como él le decía que lo estaba. Todo era una vil mentira.
Simplemente la había engañado para que se acostara con él y poder contarle a sus amigos que gran parte de su cuerpo estaba cubierto de pecas. La había humillado al extremo, después de terminar de hacer el amor le dijo que era muy tonta y pésima en la cama. Por fortuna para ella le dijo que no lo buscara más ya que detestaba sus repugnantes pecas y que ni ensueños se casaría con una mujer como ella. Su corazón se rompió en pedazos, la habían usado como un trapo y estaba en boca de todos los imbéciles hijos de ricachones.
Pronto se acostumbró a ignorar sus comentarios, las burlas le importaban un pepino pero desde entonces no había estado con ningún otro chico. No es que no quisiera, pero la verdad era muy difícil encontrar a alguien que la aceptara tal como era. Y por supuesto, que fuera un hombre honesto. Su cuerpo ardió de deseos nada más en pensar en Sam, el sí que era todo un hombre fuerte y varonil, tener una relación íntima con el no estaría mal pensó. Total estaba comenzando una nueva vida.
[…]
Sam abrió el almacén de comida y agradeció a Patrick por haberlo llenado antes de irse. También había algunos vinos, quizás la última vez llegó acompañado. Reviso cuales había dejado y aquellos eran muy buenos, Chardonnay y Cabernet Sauvigno. Bueno, tenía algo que beber y bastante que le hacía falta unos tragos porque estar encerrado con Elena no le sería una tarea fácil.
Hace rato estuvo a punto de besarla y sospechaba que ella no se iba a negar. Pasó las manos por el cabello tenía que tomarse las cosas con calma, si eso… eso era lo que tenía que hacer. Abrió algunas gavetas de la cocina encontrando unas latas de bebidas alcohólicas. Justo lo que necesitaba, destapó una dándole un buen trago. Entonces escucho los paso de Elena se giró para verla y su calma se fue a la mi3rda.
¡Pero que...! Exclamo para sí mismo ¿Cómo se le ocurría vestirse así? Se había puesto un camisón color rosa muy claro para su gusto ya que su imaginación estaba comenzando a volar al verla así. Le llegaba un poco más arriba de las rodillas y en conjunto se puso unas medias de algodón del mismo color ¿no tenía frío o que carajos? ¡El cielo se estaba cayendo!
—Veo que estas… eh, lista.
—Sí, bueno... lo siento por mi ropa es que… verás, pensé que estaría sola en la cabaña.
Al final se percató de que el la miraba de arriba hasta abajo, aplano los labios y no supo que decir, se sintió avergonzado por su comportamiento infantil.
—Bueno... creo que haré algo para cenar ¿te parece? Dijo al ver que él no decía nada.
—Si está bien… la alacena está repleta en comida puedes hacer lo que gustes.
—Qué bueno, porque tengo mucha hambre. ¡Oh! ¿Eso es Chardonnay? ¡Me encanta! ¿Puedo probar una copa?
—Claro, yo lo repongo después.
—¡Cómo crees! si yo estoy aquí compartiré los gastos contigo.
—No es necesario.
—¡Claro que sí! Yo también consumiré, no aceptare un no por respuesta.
—Bien… yo iré a encender la chimenea, al parecer esta tormenta no parara. Le dijo sin mirarla.
—¡De acuerdo!
Estaba algo nerviosa pero con un poco de vino se le pasaría, no era su intensión vestir así pero no tenía otra cosa que usar. Todas sus pijamas eran así... Busco algo rápido para cocinar, no se podía decir que cocinara de maravilla pero hacia lo que podía.
En la acogedora sala había una mesa de madera rustica donde la pareja cenaban en silencio, el único sonido era la brisa que acompañaba la fuerte tormenta y el crujir de algunos árboles. La casa estaba situada dentro del bosque, Elena sentía un poco de pánico ya que los árboles podían derrumbarse en cualquier momento cayendo sobre la casa.
—¿Es segura esta casa? me refiero a que estamos rodeados de muchos árboles ¿y si se cae uno?
—Tranquila ¡Todo estará bien!
—Ok tu eres el que sabe… ¿Y cuéntame a que te dedicas, Sam?
¡Oh no! no había pensado en nada para responder una pregunta así, solo se le ocurrió algo rápido aunque un poco estúpido.
—Trabajo en una ferretería. Si preguntaba cual, respondería la de su amigo Patrick y ya tendría su cuartada.
—¡Uh! no pareces un chico que trabaje en una ferretería.
—¿Y entonces que parezco?
—No lo sé… Qué sé yo. Se encoge de hombros.
—La cena te quedo muy buena. Cambio rápido de tema.
—Gracias, la verdad no se me da bien cocinar.
—Bueno, esta te ha quedado muy buena—¿Por qué no quieres regresar a tu casa?
—Yo no tengo un hogar, estoy buscando donde hacerlo.
No la entendía, tenía todo lo que podía querer y aun así no quería vivir en esa gran mansión con el viejo. Hasta donde sabia el tío la trataba bien y solo deseaba su seguridad pero ella hacia lo imposible por alejarse de él. Debía seguir fingiendo que no sabía quién era, necesitaba que Elena le tomará un poco más de confianza, y quizás con un poco de suerte lograría convencerla de volver a casa.
Observó cómo llenaba otra copa de vino, y creyó que con ese eran como cuatro los que llevaba. Su tono de voz había cambiado un poco y sonaba muy... graciosa.
—Creo que has bebido mucho ¿No crees?
—Para nada, estoy perfectamente.
—Yo recogeré los platos, tu ve a sentarte en el sofá.
—Está bien. Ella tomo la botella e hizo lo que él le pidió.
Ahora tenía que lidiar con una chica ebria eso sí que era nuevo para el detective no estaba acostumbrado a tratar con mujeres pasada de tragos... resignado termino con los trastos y fue acompañarla, pero de pronto algo muy extraño vio en ella, en su mirada. Se sentó a su lado pero no muy cerca era mejor evitar problemas. Elena lo miro con una sonrisa de medio lado y una mirada muy brillante, estaba borracha hasta el tope… La pelirroja comenzó a gatear un poco hacia él acabando con el poco espacio que existía entre ellos, se acercó a él tan cerca de sus labios que Sam se petrifico. —¿Qué estás haciendo? Era una pregunta estúpida y se reprendió por ello, era obvio lo que planeaba... —Solo te voy a besar, el resto lo veremos más tarde. ¿Te parece? ¡Por todos los cielos! Exclamó Sam para sus adentros, ella estaba eufórica. Sus pupilas dilatadas, sus pechos eran con un par de montañas puntiagudas se le marcaban atreves de la fi
Elena aún no se había quejado, el entraba despacio y la sensación lo estaba llenando por completo. Adentrarse en el interior de una mujer tan estrecha era una maravilla. La única explicación que le vino a la mente en esos momentos era que no tenía mucha experiencia con hombres, quizás el fuera el segundo cuando mucho el tercero. ¿Qué narices hacia pensando tonterías como esa? No se sentía muy cómodo haciéndolo con ella en ese estado. Ella lo sujeto con las piernas haciendo una llave con sus pies en su espalda. Lo instó para que él se adentrara en su interior. La chica soltó un grito ahogado pero aun así no se separó de Sam, era una fiera y como que estaba necesitada... Se sentía un poco usado ¿pero quién podía quejarse? Era su turno ahora de hacerle sentir, de llevarla a la gloria… Comenzó a moverse con rudeza como si se le fuera la vida en ello, Elena disfrutada porque nunca le pidió que se detuviera. Mantenía los ojos cerrados teni
Sam se despidió de Wendy para luego subir nuevamente a la cocina, miro por la ventana y arrugo el ceño al fijarse que continuaba nevando. Desafortunadamente cubría casi todo su coche y la entrada a la cabaña. No podían salir así, era imposible bajar por la montaña en coche, seguramente la vía estaría congelada. La cocina permanecía desolada, Elena seguiría dormida. Se asomó en su cuarto sin hacer mucho ruido y efectivamente ella lo estaba, decidió preparar el desayuno para cuando ella se levantara. Se sirvió otra taza con café para calentar sus helados huesos... —No te agradecí por el desayuno, estaba muy rico todo... veo que también sabes cocinar. La pelirroja le dijo al terminar de desayuna. —Sí, un poco. —Bueno lo haces muy bien. Le dijo ella con una radiante sonrisa, derritiendo su helado corazón—Qué problema con la nieve ¿no? —Muchísimo, estaremos aquí encerrados por unos días más. —Bueno y
—¿Me has escuchado Elena? Volvió hablar—Aquí afuera hay lobos que pueden atacarte en cualquier momento. Se acercó a ella, su aliento era muy frío de su boca se podía ver salir humo blanco. Seguía ignorándolo, sentía mucho coraje por la manera que lo estaba tratando. Ella tomo al menos unos siete troncos pequeños y se dirigió a la casa sin siquiera verlo a la cara. Estaba usando el método de la indiferencia contra él, ¡era lo último que le faltaba! La siguió con la mirada mientras observaba para todos lados, pero no podía ver nada todo estaba cubierto por la nieve que comenzaba hacerse gruesa. —Elena, no puedes estar saliendo así sin avisarme, es muy peligroso. Yo me encargare de meter la leña a la casa. Vocifera una vez que estaba dentro de la cabaña. Ella apilo los troncos cerca de la chimenea, froto sus manos cerca del fuego y se levantó pasándole por un lado como si el no estuviera allí parado. La observó hasta perderla en la
—Bueno, ¿entonces me volverás hablar?, yo puedo estar todo el día así. No pesas casi nada. —No quiero hablarte nunca más en mi vida, déjame en paz de una vez. —Eso no suena bien, podemos estar aquí encerrados por días, incluso semanas, ¿no querrás estar así en silencio? —Por mi como que no existes Sam ¡Bájame de una vez! —¿Porque me odias tanto? Tenía que saberlo, no podía detestarlo por el simple hecho de no querer estar con ella. Le estaba haciendo un favor al no juntarse con en el ámbito de la intimidad. —Eres como toda la b****a que he conocido en mi vida, y sabes que ya no me importa lo que piensen, ni de la caridad de nadie. No quiero hablarte más, por favor respeta mi decisión. —¿Basura? ¿Qué te hicieron para ser así? Le dijo poniéndola en el piso. —Solo déjame en paz. Sus ojos estaban cargados de dolor y a punto de desbordarse en lágrima
—¿Crees que sean hombres malos lo de afuera? Pregunta ella sacándolo de sus cavilaciones. —No lo sé… ¿Acaso te persigue algún hombre malo? ¿Un ex novio obsesionado? ¿Una enemiga? Quizás… Ella guardo silencio quizás no debió preguntar algo así, que estúpido era. Parecía un pinche policía haciendo preguntas. —Creo que sí. Eso no se lo esperaba… se incorporó un poco mirándola fijamente, ella solo miraba el techo. —¿Qué dices? ¿Quién? Frunce el ceño. —Es que no estoy segura, solo digo esto porque mi tío me metió muchas cosas en la cabeza. Tal vez solo son ideas mías. —¿Quién es tu tío? Se hizo el tonto con esa pregunta. —¿De verdad no sabes quién soy yo? Tenía que mentir si quería ganarse su confianza para poder convencerla de volver a casa. —La verdad es que no, soy un poco ermitaño. —¡Ya veo! Me llamo Elena Stel
—Esto sí que no lo olvidare. Dijo el muy satisfecho a pesar de los pensamientos alocados que estaba teniendo. —¡Eso espero! Porque yo no lo olvidaré Sam. Rieron al unisonó, intentando dormir un poco esa noche. Afuera caía una gran tormenta de nieve posiblemente eso mantuviera a los intrusos alejados pero no podía confiarse, igual por la mañana idearía una solución para sacarla con vida de la montaña. Se acurrucaron porque estaba comenzando hacer frío y ambos habían quedado exhaustos bajo las cobijas. A la mañana siguiente el cuerpo de Sam se encontraba solo en la inmensa cama, palmeo el lado donde la noche anterior dormía una hermosa pelirroja pero ese lado estaba frío y desolado. Se levantó de golpe pensando lo peor. Salió a toda prisa del cuarto sin fijarse en su desnudez, solo para encontrarla en la cocina con una de sus franelas puestas. Ella tenía las piernas cruzadas mientras estaba de espalda preparando algo, tal vez el
El río a carcajadas, de hecho tenía un poco de razón pero la verdad era que le preocupaba que los siguieran hasta su casa. Tendría que poner a unos chicos cuidando su apartamento sin que ella se diera cuenta, el no estaría todo el día en casa así que era mejor prevenir una desgracia en su hogar. El detalle era las excusas que tendría que dar para salir de la casa a cualquier hora. Después de todo no había pensado en todo. —La verdad no es eso lo que me preocupaba, no soy tan promiscuo como tú crees. Mintió. —Yo no he dicho eso, simplemente pienso que te lo estás pensando es todo. —No es así, te estás haciendo ideas. —Bueno, ¡como tú digas! Se giró para mirar por la ventanilla las heladas montañas, faltaban algunas horas para llegar al pueblo así que tendrían mucho rato para seguir conversando, ¿pero de qué? ¿De lo que había pasado en la cama? o ¿de qué ahora iba a vivir en su casa