Capítulo 5

P.O.V Tania

Los nervios me están matando han pasado unos minutos mi padre aún sigue encerrado con Nicola en el despacho, mis oídos están atentos por si llego a escuchar cualquier ruido para ir rápido para detener a mi padre por si intenta matarlo.

Veo a mi padre acercarse a mi, pero no veo ni rastro de Nicola, me pongo de pie asustada y pensando lo peor.

—¿Donde está Nicola? —preguntó impaciente.

—El está vivo, pero ha aceptado una fuerte suma de dinero a cambio de irse y terminar contigo —me contó mi padre.

—No es verdad, el me ama y nunca haría eso —me niego a creer las palabras de mi padre.

—Ven para que lo veas con tus propios ojos —mi padre señaló hacia la ventana, me aproximó hasta ahí mirando a Nicola salir con una mochila en la espalda y un maletín en la mano. Me quede helada al ver eso, pegue mis manos y frente a la ventana.

—¡Nicola! —grite con todas mis fuerzas. Noto que el se detiene yo con lágrimas en los ojos siento una esperanza de que el se voltee, pero no lo hace solo continúa caminando—. ¡No! —vuelvo a gritar com una voz desgarradora. Siento un fuerte y un profundo vacío en mi pecho. Un nudo en mi garganta me ahoga y una fuerte ira me invade. Giro a ver a mi padre que sonríe ladino satisfecho por lo que ha hecho—. ¡Te odio! —vociferó cercas de su cara y salgo corriendo de ahí.

—¡Me importa poco si me odias, pero te casaras en una semana con Adriano Borbon! —mi padre me grito mientras corría.

Subí las escaleras brincando de dos en dos hasta subir al segundo piso y encerrarme en mi habitación. Me arroje sobre la cama hundiendo mi rostro en la almohada. Deje salir todas las lágrimas que tenia reprimidas, intentando aliviar el profundo dolor que invade su corazón y es que ella amaba mucho a Nicola.

Ella quería que él fuera su esposo, formar una familia pero en vez de eso sólo se conformó con dinero y se fue sin importarle sus sentimientos.

Y ahora se casara con un hombre que no conoce aunque investigaré todo lo que pueda de él y saber porque su padre me está casando. Me levanto de la cama teniendo todo el maquillaje arruinado y sentándome frente a la mesa donde tengo mi ordenador.

Busco el nombre de Adriano Borbon encontrando a la rica, peligrosa y extravagante familia a la que pertenece. Sin embargo no encuentro ninguna pista de ese hombre.

Pasó horas buscando hasta que por fin encuentro un fragmento de una noticia donde dice: que el mato a su prometida embarazada, dándole un tiro en la cabeza y arrojándola por las escaleras.

—Mi padre es un canalla no le importa que sea una asesino no le interesa si vivo o muero —dije en voz baja—. Pero lo haré si a él no le importa nada está bien, pero no dejare que ese hombre crea que me tendrá controlada o que podrá hacerme lo que quiera le enseñaré con la mujer que se está casando.

Después de varios dias la boda ha llegado, desde muy temprano varias mujeres desconocidas entrar a mi habitación arreglándome para la boda. Me colocaron un vestido corte sirena, con mucho encaje, me maquillaron muy elegante y levantaron mi cabello rubio sobre mi cabeza. Pusieron el velo en mi cabeza que llega hasta el piso, hicieron que me pusiera unos tacones bastante altos y por último me entregaron un ramo de rosas rojas, lilas y unas muy diminutas que no sé su nombre.

Baje por las escaleras con una expresión seria y triste. Mientras era escoltada por dos gorilas. Bajamos al primer piso donde está mi madre y mi padre.

—Que linda te vez mi niña —dijo mi madre alegre. Casi llorando. Pero no le digo nada porque como luzco hoy para mi no es más que mi sentencia de muerte.

—Ya vámonos o llegaremos tarde —nos regaña mi padre.

Al salir a la entrada un auto de lujo nos esperaba, mis padres subieron primero y al final entre. El vehículo se puso en marcha mientras que recargaba mi espalda en el asiento mirando por la ventana.

—Espero que cuando lleguemos al lugar quites esa cara —añadió mi padre regáñadome.

—Intentaré dar mi mejor actuación —conteste con ironía.

—Más te vale porque si haces algo te juro que te arrepentirás —me amenaza, pero lo ignoro por completo.

—Si eso ya lo dejaste muy claro —contestó y nadie más habla.

Pasamos unos minutos encerrados en ese auto de lujo siendo rodeados por varios autos que nos escoltan hasta llegar a esa enorme mansión pintada de color blanco, entramos al lugar el vehículo se detiene bajando mis padres y por último yo.

—Hola Baltasar, me alegra ver que han llegado —escucho la voz de un hombre, volteo a ver a un hombre vistiendo un traje oscuro, de tez entre medio morena clara, tiene algunas canas en su cabeza y por lo que investigue el es el señor Félix Borbon. Estrecha la mano de mi padre.

—Hola Baltasar, te dije que estaríamos puntuales —respondió mi padre el hombre voltea a ver a mi padre y después su mirada de posa sobre mi—. Permíteme presentarte a mi esposa Elsa y a mi hija Tania —nos presento mi padre.

—Que gusto en conocerlas —dijo estrechando la mano de mi madre y después la mía—. Vámonos los invitados nos están esperando en el jardín. Entramos a la casa, agarro la parte de abajo de mi vestido para poder seguirles el ritmo hasta que llegamos a una puerta que lleva al jardín—. Esperarán aquí hasta que la música empiece para que entren —ordenó mi futuro suegro ofreciéndole el brazo a mi madre y dejándonos solos.

—Espero que cuando entremos le sonrías a los invitados —añadió mi padre molestándome de nuevo. Solo finjo una sonrisa y lo miro fijamente—. Así mantén esa sonrisa.

Dos minutos después la marcha nupcial se escucha en el fondo, tomó el brazo de mi padre mientras que con la otra mano sostengo el ramo y empezamos a caminar saliendo de la casa.

Damos unos pasos por un camino lleno de pétalos, hasta quedar a metros del altar intento ver hacia el frente, pero los rayos del sol impiden mi vista aparte que el velo impide más mi visibilidad y así continuamos caminando en medio de esas dos hileras de sillas donde no conozco a nadie.

Pero mis ojos están fijos al frente hasta que por fin veo a ese hombre con traje parado al lado del juez, al llegar a su lado tomo su mano que me ha ofrecido y mi padre se aleja.

Veo cómo el toma la fina tela que cobre mi rostro apartándola y por fin haciendo contacto visual percatándome de sus atractivos ojos grises…

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