P.O.V Tania Ahora que tengo a Nicola a mi lado el tiempo aquí ha pasado más rápido y me siento mucho mejor, cuando la bestia no está nos divertimos mucho pero no lo que no me gusta es que tenemos que estar ocultándonos para que nadie nos vea aunque eso lo vuelve muy emocionante. —¿Que piensas linda? —me pregunta Nicola que acaba de entrar. —Solo en cómo has hecho que todo esté mes sea más fácil. —Pues lo dices por ti porque a mi verte al lado de ese hombre en las cenas familiares o eventos me cae como patada de mula y más cuando te tiene que besar —me reprocha con algo de malestar. Aunque a mi me gusta verlo así de celoso. —Te dije que nos fuéramos que huyéramos juntos y no quiste —mencionó defendiéndome para que no me culpe solo a mi. —Lo se, pero he intentando buscar un plan y no lo encuentro en todos termino muerto o tú muerta y eso no lo quiero, pero tengo un nuevo plan —hace una pausa mientras camina hasta llegar a mi lado sentándose en el sofá. —¿Que tienes en ment
No pierdo de vista a Tania, que solo me mira con atención y yo cada vez más me desespero porque no me contesta. Eso me hace pensar que tal vez tenga razón. Aprieto mi quijada escuchando cómo crujen mis dientes debido a la presión.—¡CONTÉSTAME! —le gritó volviendo a golpear el escritorio y espantándola.—No hay nadie —dijo con una voz fuerte.—Mientes, ¿DIME QUIEN CARAJOS ES? —preguntó de nuevo con tono fuerte.—¡Ya te dije que no hay nadie! —me contesta en el mismo tono que estoy usando.—¡MIENTES! —le repito y me levanto de la silla, tomando la botella de coñac, arrojándola contra la pared, impactando, rompiéndose en miles de pedazos. —No es verdad, ¿por qué no me crees? —me exige una respuesta. Salgo de mi lugar caminando hacia ella y colocándome frente a ella. Pego mi espalda, recargándome en el escritorio y poniendo mis manos a los lados.—Verás, a mí me han entrenado desde muy joven a leer el lenguaje corporal de las personas para poder descubrir a un intruso o mentiroso —dije
P.O.V. Nicola Camino con desesperación al ver que mi mujer no sale de esa habitación. De la nada veo a Max y la mano derecha de Adriano salir con rapidez. —¿Qué ocurre, Max? —le preguntó para averiguar qué ocurre. —El señor me ha pedido a la doctora —me cuenta mientras continúa caminando. —¿Para qué? —indagó preocupado de que ese hombre no le haya hecho nada malo. —No lo sé; no me atreví a preguntarle, ya que se miraba muy molesto —dice y continúa caminando dejándome solo. Esas palabras solo me preocupan; cada vez más tengo miedo de que él le haya hecho algo; al decirle sobre el divorcio, empiezo a sentirme culpable con ganas de entrar a esa habitación y comprobar que ella está bien. Sin embargo, si lo hago sé que me veré muy sospechoso, así que mejor me quedo aquí. Pasan unos minutos, veo que regresa Max con la doctora, no digo nada, solo veo que se acercan a la puerta y Adriano deja entrar a la mujer. Intento ver si logro ver algo, pero es en vano, no miro nada. Tr
P.O.V Tania Me encuentro tan molesta al ver a esos hombre colocar cámaras en mi habitación así que decido mejor salir de ahí no puedo más con esto, bajo las escaleras para ir al jardín y tomar un poco de aire fresco pero para mi mañana suerte veo a Adriano acompañado de dos horripilantes perros. Yo odio a los perros son unos asquerosos que dejen pelos en todas partes, además de que son muy ruidosos detesto a los animales hago una rabieta pisando constantemente el pasto. Entro a la casa esperando librarme de todo esto y no tengo de otra más que encerrarme en mi habitación mientras que veo en el techo como esa cámara me enfoca. Le hago una seña con el dedo y me siento en el sofá sólo me falta esperar a que mi prima me llame. P.O.V Mia Salgo de la universidad en una ciudad de Canada a toda prisa y es que tengo que alcanzar el camión para lograr llegar a casa. Por suerte he llegado a tiempo y entro al vehículo. Me siento en un lugar libre mientras veo por la ventana los ca
P.O.V. Tania Al terminar de hablar con mi prima, me siento feliz y satisfecha de que ella haya aceptado. El plan va a la perfección. Rápido le mando un texto a Nicola. —Mi prima aceptó, prepara todo para dentro de una semana; yo me encargo de decirle a mi esposo —le pone así por si llevan a ver los mensajes, no se vea sospechoso. —Ok. Es lo único que me contesta; entretanto, dejaré que pasen unos días para que la bestia se tranquilice y poder decirle lo de mi prima sin que sospeche algo o que me vuelva a humillar de esa manera. Los días han pasado, Nicola ha preparado todo para que mi prima venga; la tensión en la casa ha bajado un poco, aunque creo que también se debe a que la bestia trajo a una mujer desconocida a la casa. Se la pasaron gran parte del día encerrados en la habitación de él; los ruidos obscenos no se hicieron esperar. No sé si él haga eso para causarme celos o de lo que me pierdo, pero si ese es su objetivo, está causando todo lo contrario porque a mí s
—¿Qué opinas sobre un compromiso entre mi hija y tu hijo? —soltó sin hacer tantos rodeos. El señor Felix se queda callado mirándolo con incredulidad a la vez que frunce el ceño pensando en lo que su socio le acaba de decir. Entiende que tal vez lo este usando para saldar la deuda que tiene. —Explícame por qué debería de aceptar: ¿qué tiene tu hija que pueda saldar tu deuda? —preguntó el señor Borbon, muy curioso de lo que él tiene que decir. —Quizá nada que no pueda encontrar en otra mujer, pero si mal no recuerdo, me comentaste que querías que tu único hijo se hiciera responsable y se preparara para dejarle tu imperio —hace una pausa Baltasar mirando al señor Felix, esperando que él entienda su indirecta, pero no lo hace, así que continúa—. Pues se me ocurre que se case con mi hija para que se haga responsable, además de que te beneficia a ti que sea con mi hija porque ella no lo conoce, así que no sabe la situación en la que está tu hijo, porque el inconveniente que tuvo ha
Nadia se queda tan confundida y es que no entiende cómo el señor Mercier está haciendo eso. Si sus hijos no se conocen y no saben nada del uno del otro. —¿Casar a su hija con nuestro hijo? —indagó la mujer mirando a su esposo algo preocupada, y es que ella también sabe el problema serio que tuvo su hijo, así que no comprende cómo ese hombre es capaz de proponer eso como si no le importara el bienestar de su hija. —Sí, y necesito que tú me ayudes a convencer a Adriano —dijo Félix, pero ve cómo su esposa duda—. Entiendo tus dudas; yo también las tengo, pero quizá esta sea la última oportunidad de nuestro hijo para encontrar esposa, formar una familia y que acepte estar al frente del imperio. —Lo sé, pero me preocupa mucho porque ellos no se amaban —declaró Nadia y es que ella es de las mujeres que cree en el amor. —Mi amor, hay miles de matrimonios que no se unen por amor. Quizá ellos después puedan conocerse y amarse mucho —mencionó Félix, pero él ve cómo Nadia todavía está dud
—¿¡Por qué me haces esto!? —grita Adriano exigiendo con una voz mandona una respuesta para entender este comportamiento de su padre. Debido a ese tono de voz que ha usado causa que la tencion que ya se volvia muy pesada entre ellos ahora hay miradas llenas de odio y rencor. —¡Porque quiero y puedo! —contesta el señor Felix Borbón—. Además, tu madre me apoya en esto. —No es cierto; mi madre no apoyaría esta descabellada idea; no dejaría que su único hijo se case con una mujer que no conoce —protestó Adriano, negándose a creer que la única persona que lo apoya sea capaz de traicionarlo. —Si no me crees, pregúntale —el hombre mayor de cabellos rubios con algunas canas agarra la ropa que está tirada en el piso y se la arroja a su hijo que está desnudo frente a él—. Cámbiate; te espero en el auto —le ordenó saliendo del lugar. Al estar solo, Adriano tira todas las copas de cristal de la mesa que al caer al piso se rompen en mil pedazos y de un puntapié en el sillón que hace un inst