P.O.V. MiaMi madre mejoró muchísimo en tan poco tiempo; fue como un milagro. Ahora entiendo que existen y le agradezco a Dios por eso, a pesar de haber cometido un pecado y, tal como Adriano lo dijo, él llegó al día siguiente a ese mismo hospital. Me encontraba muy nerviosa; no sabía cómo reaccionarían mis padres. Aun así, se los presenté. Mi hermana, ella se quedó en shock al ver al hombre del que me había enamorado; diría que quedó con la boca abierta y es que cómo no estarlo si Adriano es como una mezcla entre un actor y todo un dios griego con estilo de chico malo. Bueno, mis padres, ambos, tenían un semblante serio al ver a Adriano debido a lo que esa bruja de Tania les contó, pero él les explicó todo lo que ocurrió y les contó que ya no estaba casado. Él se inventó una gran coartada para decir que estaban muertos, que hasta yo me la creí. Al final, les pidió que quería su bendición.No entendí eso al inicio, pero en esa habitación de hospital se arrodilló sacando un hermoso a
Los sentimientos se apoderan de mí; las palabras que Adriano ha murmurado en mi oído son tan lindas que hasta me hacen sentir mariposas en el estómago. No sé si sea real o si sea mi pequeña que también esté emocionada por oír lo tierno que es su padre conmigo.La dieta de fuegos artificiales se ha terminado, dejándonos extasiados por tanta belleza; los invitados también están satisfechos por ver esa linda escena. —Y no es todo, mi amor, te tengo otra sorpresa —menciona Adriano tomando mi mano.—¿Otra? —preguntó, confundida. —Si ven —me lleva consigo mientras que los sirvientes llevan a los invitados de regreso a la fiesta. Ambos caminamos por el pasto que, la verdad, caminar con tacones es un tanto complicado porque a cada paso que doy mi pie se hunde o me tambaleo un poco, pero no caigo porque el tacón es pequeño. Salimos del jardín entrando a la casa que está completamente sola; nos dirigimos hasta la puerta de entrada donde Adriano se detiene.—¿Qué ocurre? —le preguntó.—Neces
(Meses después)El tiempo ha pasado volando; la luna de miel fue muy agradable, aunque no del todo candente como quería debido al embarazo. Aunque ahora no tengo cabeza para pensar en eso, ya que las contracciones han empezado y, debido a sus enemigos de Adriano, tengo que parir en la casa para no correr ningún riesgo. Intento mantener la calma; sin embargo, no puedo decir lo mismo de mi esposo. Que camina de un lado a otro.—¡Max, dónde está el doctor! —grita con fuerza y sus gritos me alteran más de lo que ya me encuentro. —Adriano, cálmate, no porque estés gritando órdenes como loco y dando vueltas como gallina sin cabeza, hará que el doctor llegue más rápido. —Lo regaño y es que ya me desesperé verlo dando vueltas como loco. —Lo siento, amor, pero te veo con las contracciones que son cada vez más frecuentes y tengo miedo de que nazca el bebé antes de que llegue el doctor —me dice y, por lo que veo en su rostro, es verdad. Está igual de asustado que yo, pero a la bebé se le oc
P.O.V. Bastian Desde la distancia veo a esa pareja conformada por ese español y esa linda melena castaña rojiza caminar por la playa, y a sus lados camina esa pequeña de cabello castaño claro. Que la escena me parece tan bonita, casi como sacada de una novela romántica, pero dejo de pensar en lo que nunca será para mí. Enfoco mi vista de nuevo en esa pequeña niña. Me hubiera gustado que tuviera el cabello de su madre, pero creo que es lo mejor, ya que, a final de cuentas, ella no será para mí y es muy pedófilo de mi parte pensar en eso. Ella es una niña y yo un anciano. —Papá, ella será mi esposa —oigo la voz de mi hijo que me saca de mi trance y de la cual agradezco mucho, ya que no puedo darme el gusto de pensar en esa niña porque nunca será para. Aunque no pueda superar a su madre, creo que nunca lo haré. —Sí, hijo, ella será tu esposa, bueno, solo si tú lo quieres, porque recuerda que si ella no se quiere casar contigo, no la vas a obligar —le recuerdo a mi hijo, porque
P.O.V. Alexander Oigo el sonido del auto alejarse. Enfoco mi vista de nuevo en mi hermano y su familia. La sonrisa que tenía por jugar con Bastian se esfuma y es que verlos es un dolor insoportable para mí, un sabor amargo invade mi boca y un odio terrible crece en mi interior. No sé por qué sigo viniendo a este lugar si solo sigo lastimándome. Aunque averigüe algo muy bueno, esa pequeña al lado de Bastian, esos rasgos son idénticos a los míos no soy un tonto, quizá… No me quedaré con la duda, averiguaré quién es su madre. —Señor, tenemos que irnos; el jet nos espera —me avisa el hombre a mi lado. Veo por última vez a esa pareja; asiento con la cabeza y ambos nos dirigimos hasta llegar al auto, donde me ayuda a entrar y, minutos después, el auto se pone en marcha. *** Después de viajar en el jet, hemos llegado a Croacia, donde me reuniré con un importante socio para intentar convencerlo de aceptar mi mercancía; sin embargo, me han dicho que es muy estricto, así que espe
—¿Qué opinas sobre un compromiso entre mi hija y tu hijo? —soltó sin hacer tantos rodeos. El señor Felix se queda callado mirándolo con incredulidad a la vez que frunce el ceño pensando en lo que su socio le acaba de decir. Entiende que tal vez lo este usando para saldar la deuda que tiene. —Explícame por qué debería de aceptar: ¿qué tiene tu hija que pueda saldar tu deuda? —preguntó el señor Borbon, muy curioso de lo que él tiene que decir. —Quizá nada que no pueda encontrar en otra mujer, pero si mal no recuerdo, me comentaste que querías que tu único hijo se hiciera responsable y se preparara para dejarle tu imperio —hace una pausa Baltasar mirando al señor Felix, esperando que él entienda su indirecta, pero no lo hace, así que continúa—. Pues se me ocurre que se case con mi hija para que se haga responsable, además de que te beneficia a ti que sea con mi hija porque ella no lo conoce, así que no sabe la situación en la que está tu hijo, porque el inconveniente que tuvo ha
Nadia se queda tan confundida y es que no entiende cómo el señor Mercier está haciendo eso. Si sus hijos no se conocen y no saben nada del uno del otro. —¿Casar a su hija con nuestro hijo? —indagó la mujer mirando a su esposo algo preocupada, y es que ella también sabe el problema serio que tuvo su hijo, así que no comprende cómo ese hombre es capaz de proponer eso como si no le importara el bienestar de su hija. —Sí, y necesito que tú me ayudes a convencer a Adriano —dijo Félix, pero ve cómo su esposa duda—. Entiendo tus dudas; yo también las tengo, pero quizá esta sea la última oportunidad de nuestro hijo para encontrar esposa, formar una familia y que acepte estar al frente del imperio. —Lo sé, pero me preocupa mucho porque ellos no se amaban —declaró Nadia y es que ella es de las mujeres que cree en el amor. —Mi amor, hay miles de matrimonios que no se unen por amor. Quizá ellos después puedan conocerse y amarse mucho —mencionó Félix, pero él ve cómo Nadia todavía está dud
—¿¡Por qué me haces esto!? —grita Adriano exigiendo con una voz mandona una respuesta para entender este comportamiento de su padre. Debido a ese tono de voz que ha usado causa que la tencion que ya se volvia muy pesada entre ellos ahora hay miradas llenas de odio y rencor. —¡Porque quiero y puedo! —contesta el señor Felix Borbón—. Además, tu madre me apoya en esto. —No es cierto; mi madre no apoyaría esta descabellada idea; no dejaría que su único hijo se case con una mujer que no conoce —protestó Adriano, negándose a creer que la única persona que lo apoya sea capaz de traicionarlo. —Si no me crees, pregúntale —el hombre mayor de cabellos rubios con algunas canas agarra la ropa que está tirada en el piso y se la arroja a su hijo que está desnudo frente a él—. Cámbiate; te espero en el auto —le ordenó saliendo del lugar. Al estar solo, Adriano tira todas las copas de cristal de la mesa que al caer al piso se rompen en mil pedazos y de un puntapié en el sillón que hace un inst