Nadia se queda tan confundida y es que no entiende cómo el señor Mercier está haciendo eso. Si sus hijos no se conocen y no saben nada del uno del otro.
—¿Casar a su hija con nuestro hijo? —indagó la mujer mirando a su esposo algo preocupada, y es que ella también sabe el problema serio que tuvo su hijo, así que no comprende cómo ese hombre es capaz de proponer eso como si no le importara el bienestar de su hija. —Sí, y necesito que tú me ayudes a convencer a Adriano —dijo Félix, pero ve cómo su esposa duda—. Entiendo tus dudas; yo también las tengo, pero quizá esta sea la última oportunidad de nuestro hijo para encontrar esposa, formar una familia y que acepte estar al frente del imperio. —Lo sé, pero me preocupa mucho porque ellos no se amaban —declaró Nadia y es que ella es de las mujeres que cree en el amor. —Mi amor, hay miles de matrimonios que no se unen por amor. Quizá ellos después puedan conocerse y amarse mucho —mencionó Félix, pero él ve cómo Nadia todavía está dudosa—. Por favor, amor, apóyame en esto. Tenemos que ayudar a nuestro hijo a limpiar su nombre y reputación. —De cuando acá en nuestro mundo eso interesa, tú has matado y otros también. Eso lo hacen para que les tengan miedo —protesta Nadia y es que no le agrada para nada ese compromiso. No obstante, también sabe que quizá no tiene mucho tiempo y por lo menos quiere ver a su hijo casado antes de morir—. Está bien, pero con una condición. —¿Cuál? —Si nuestro hijo en algún momento decide divorciarse de ella por la razón que sea lo apoyaremos —le dijo Nadia con un tono serio. —Está bien —lo aprobó Félix y es que no puede oponerse o, si no, su esposa no lo ayudará—. Iré a darle la noticia a nuestro hijo, ya que la boda será en una semana. —¡Una semana! —vociferó Nadia con asombro. —Si entre más rápido mejor —es lo único que dijo y Nadia entiende que lo hace para que no se vaya a arrepentir. —Está bien, pero Adriano no está. —¿Dónde está? —¿Dónde crees? —dijo Nadia, y Félix entiende rápido dónde está en el único lugar donde las mujeres no corren ante presencia. Se va furioso, y es que desde lo ocurrido él se la pasa en ese lugar día y noche, despilfarrando el dinero de la familia. —Preparen el auto; iremos por mi hijo —le informa a su guardaespaldas que no se despega de él. El hombre mayor casi de la misma edad que su jefe habla por el auricular de su oído, dando órdenes a los demás. Sale de la casa y rápido sus hombres le abren la puerta del vehículo. El chofer enciende el motor del carro, saliendo a toda velocidad de la mansión, siendo seguido por dos carros donde vienen los de seguridad. Mientras tanto, en el club nocturno, inundado de humo, olor a alcohol, el ruido descontrolado de la música a todo volumen y gritos de hombres y mujeres, extasiados de placer. Adriano se encuentra completamente desnudo en una habitación llena de humo y perfume barato; a lo lejos hay una cama con las sábanas rojas, pero él está sentado en un sofá del mismo tono, besando a una rubia, mientras que una pelirroja le acaricia el pecho y una morena que está de rodillas saboreando su elevación. Cada caricia que es ejercida por la morena hace que el instinto animal que Adriano posee se sienta cada vez más tentado a salir. A él no le gusta el sexo romántico, tierno o tranquilo. A él le encanta que griten su nombre mil veces, que se queden extasiadas sin siquiera tener ánimos de caminar o moverse. Aunque desde lo ocurrido con su ex pareja no logra liberar en su totalidad a ese animal que vive en él, haciendo que él se sienta mal, enojado, frustrado y con ganas de matar a todo el mundo… Pero por esta vez intentará hacer más esfuerzo que antes para lograr olvidar lo ocurrido. Continúa besando a la mujer, dejándose llevar por el placer y las caricias; sin embargo, la imagen de su ex pareja tirada en el piso sobre un charco de sangre, mirándolo con una expresión de tristeza, causa que se detenga de inmediato, asustando a la mujer que besaba. —¿Qué ocurre guapo? —preguntó la rubia. La pelirroja también voltea a verlo y la mujer que besaba su parte también lo hace. —Nada —Adriano se niega a decirles lo que pasa. —No te preocupes si es algo relacionado con tu ex; nosotros no te juzgamos ni te tememos; ya estamos acostumbradas a acostarnos con hombre como tú —dijo la morena mientras con su mano acariciaba su miembro. —¡Hombres como yo! ¿¡Y qué carajos significa eso!? —vociferó el hombre de cabello castaño, claro, clavando sus ojos de color gris sobre la mujer molesto por lo que acaba de decir. Las tres mujeres se asustan y bajan la mirada. —Lo sentimos, señor Borbon; nuestra compañera no quiso decir eso —la defiende la pelirroja a la vez que intenta calmar el mal humor del hombre. —¡No te disculpes por esta estúpida, sé muy bien lo que piensan de mí, que soy un asesino y nadie amaría a un hombre que mató a sangre fría a su pareja! —grito Adriano más furioso de oír lo que dicen esas mujeres. El ambiente en esa habitación se ha vuelto pesado, cargado de ira y con temor. Él lo nota en la mirada de esas mujeres que no se atreven a verlo a los ojos a la vez que sus extremidades tiemblan. Creía que en este lugar podría librarse de esa sombra que lo angustia, pero se ha equivocado. Está por ponerse de pie y marcharse de ese lugar cuando un fuerte estruendo asusta a todas las mujeres. Se tiran al piso abrazándose entre ellas, asustadas. La puerta ha caído al piso, iluminando más la habitación. Adriano gira el rostro viendo a los hombres de su padre entrando al sitio, y su padre camina hasta él. Al hacer contacto visual entre padre e hijo, Adriano voltea el rostro para no verlo. —Me tienes que interrumpir hasta aquí —protestó Adriano sin ver a su padre. Felix nota cómo su hijo le habla de mala manera, pero no le dirá nada hasta que todos los presentes se vayan. —¡Váyanse todos de aquí! —les corre y rápido las mujeres que estaban desnudas salen. Sus guardaespaldas también salen —colocando sobrepuesta la puerta—. ¿Cómo te gusta gastar el dinero que tanto trabajo me ha costado tener? —añadió el hombre mientras caminaba hasta quedar frente a él. —Soy tu hijo y creo que me lo merezco; es parte de mi herencia. —¡Merecértelo, herencia! ¡Si eres un bueno para nada, que lo único que ha hecho es asesinar a la hija de uno de mis mejores amigos y socios! —Lo regaño Felix y es que odia la imprudencia y falta de respeto de su hijo. —¡Ya te dije mil veces que no lo hice! —se levanta Adriano muy molesto. —No me interesa si lo hiciste o no, el daño ya está hecho, pero no quiero tener a un bueno para nada en mi casa, así que he decidido que te casarás en una semana con la hija de mi amigo Baltasar y al mes tomarás el mando del imperio familiar —le comunicó Felix su decisión. —¡Qué! ¡No me casaré con esa mujer que no conozco y no tomaré nada! —Adriano se niega rotundamente a aceptar eso; es algo que no quiere. —¡No te estoy preguntando que, si quieres, ya está decidido y no podrás negarte!…—¿¡Por qué me haces esto!? —grita Adriano exigiendo con una voz mandona una respuesta para entender este comportamiento de su padre. Debido a ese tono de voz que ha usado causa que la tencion que ya se volvia muy pesada entre ellos ahora hay miradas llenas de odio y rencor. —¡Porque quiero y puedo! —contesta el señor Felix Borbón—. Además, tu madre me apoya en esto. —No es cierto; mi madre no apoyaría esta descabellada idea; no dejaría que su único hijo se case con una mujer que no conoce —protestó Adriano, negándose a creer que la única persona que lo apoya sea capaz de traicionarlo. —Si no me crees, pregúntale —el hombre mayor de cabellos rubios con algunas canas agarra la ropa que está tirada en el piso y se la arroja a su hijo que está desnudo frente a él—. Cámbiate; te espero en el auto —le ordenó saliendo del lugar. Al estar solo, Adriano tira todas las copas de cristal de la mesa que al caer al piso se rompen en mil pedazos y de un puntapié en el sillón que hace un inst
—¡Estás loco!, papá, cómo me casaré con ese hombre que no conozco; además, recuerda que tengo mi novio Nicola —se niega Tania. —Terminarás con el de inmediato. —No, papá, yo amo mucho a Nicola; con él me quiero casar, no con ese desconocido —desaprueba la chica de cabello rubio. —¡Ya di mi palabra! —le grita Baltasar a su hija. —Por favor, papá —suplicó Tania poniéndose de rodillas frente a su papá. —Te casarás con Adriano Borbon en una semana. Tania siente un fuerte nudo en la garganta lo suficientemente fuerte para casi dejarla sin aliento, sus ojos verdes se llenan de lágrimas y rápido se pone de pie, acercándose a su mamá con desesperacion. —Mamá, ayúdame a conversar con mi papá que no me quiero casar con ese tipo —Tania le ruega a su madre que le ayude, mirándola directo a sus ojos que son del mismo tono que los de ella. La mujer mira con detenimiento a su hija, su corazón se ablanda al ver las lágrimas bajar por sus mejillas, le duele en el alma verla así, pero sus
P.O.V TaniaLos nervios me están matando han pasado unos minutos mi padre aún sigue encerrado con Nicola en el despacho, mis oídos están atentos por si llego a escuchar cualquier ruido para ir rápido para detener a mi padre por si intenta matarlo. Veo a mi padre acercarse a mi, pero no veo ni rastro de Nicola, me pongo de pie asustada y pensando lo peor.—¿Donde está Nicola? —preguntó impaciente.—El está vivo, pero ha aceptado una fuerte suma de dinero a cambio de irse y terminar contigo —me contó mi padre.—No es verdad, el me ama y nunca haría eso —me niego a creer las palabras de mi padre.—Ven para que lo veas con tus propios ojos —mi padre señaló hacia la ventana, me aproximó hasta ahí mirando a Nicola salir con una mochila en la espalda y un maletín en la mano. Me quede helada al ver eso, pegue mis manos y frente a la ventana.—¡Nicola! —grite con todas mis fuerzas. Noto que el se detiene yo con lágrimas en los ojos siento una esperanza de que el se voltee, pero no lo hace sol
P.O.V. Adriano. Mis ojos no se apartan de la joven rubia, y al quitarle el velo del rostro, me doy cuenta de que tiene unos lindos ojos verdes como esmeraldas. A mí me parece más linda de lo que habría esperado; tal vez no sea tan mala idea esto del matrimonio. Me doy cuenta de cómo el juez habla, pero no escucho ni media palabra de lo que dice; me aburre en lo absoluto; ya quiero que termine para que pueda besar a mi nueva esposa. Sé que es una desconocida y que no sabemos nada del otro. Sin embargo, no desaprovecharé la oportunidad de poder darle un beso a esos lindos y carnosos labios pintados con un labial rosa claro que la hace ver como si fuera una princesa. El juez me da la pluma para firmar, la cual tomo sin dudar colocando mi nombre sobre la línea que me ha indicado. Le pasó ahora la pluma a la rubia; ella duda un poco si tomarla, pero al final lo hace, da un paso al frente y se inclina, dejándome una espectacular vista de su lindo y redondo trasero. Admito que tiene
Al caer la noche, todos los invitados se fueron despidiendo; también tuve que despedirme de mi prima Mía. Me dolía mucho hacerlo porque es la única persona con la que cuento; sin embargo, no podría hacer que se quedara o mi padre me haría algo malo. Al final todos se fueron hasta que solo quedaron mis padres, los padres de Adriano y nosotros. Veo cómo uno de los sirvientes saca mis maletas y sé qué es lo que significa. —Ya es hora de que los recién casados vayan a su nuevo hogar —añadió mi suegro. —Sí, es buena idea —dijo mi padre, que ya está algo ebrio. —Tienen razón, mi amor, ya es momento de que nos vayamos. —Adriano me tomó de la mano, hablándome de una manera tierna que para mí resulta muy extraña. —Iré a despedirme de mi madre —me suelto de su agarre y él se da cuenta de mi actitud. Me acerco a mi madre que está sentada al lado de mi padre. —Me tengo que ir, mamá —dije y ella se puso de pie dándome un abrazo. —Te deseo toda la felicidad del mundo, mi niña, y que
P.O.V. Tania Toda la noche me la he pasado llorando debido a lo que me hizo esa bestia; después de huir de él me encerré en la primera habitación que encontré, le puse seguro a la puerta y me desplomé sobre la cama. Cuando los rayos del sol entraron por la ventana, me levanté como pude, entrando al baño, preparándome la tina y metiéndome a bañar para calmar mis músculos adoloridos y llenos de hematomas. Con la esponja me tallé la piel, limpiando toda impureza y rastros que me haya dejado ese hombre. Aseando más mi parte que está algo adolorida, lo que le agradezco a Dios el no ser virgen si no me hubiera dolido más que esa bestia se robara algo tan preciado. Después de pasar como media hora limpiándome, salí, me puse una ropa cómoda que encontré en mi ropero; sin embargo, no sé de quién sea y me senté en el sofá que está cerca de la ventana, sintiendo como los rayos del sol calientan mi piel. Vuelvo a recordar lo que me pasó y no puedo evitar dejar salir una lágrima. Cuando
P.O.V. Adriano La veo irse; estoy tentando a seguirla, pero sus palabras están claras en mi mente y si ella no quiere dar de su parte para que esto funcione, no puedo obligarla. Pero ahora entiendo que por el camino que voy no me llevará a nada, pero quizá ahora que lo pienso, si cambio y logro ser un hombre distinto, quizá ella me acepte y me perdone por lo que le he hecho… Así que con una nueva motivación agarro un pedazo de manzana que había en la mesa y la meto a mi boca dándole un mordisco, degustando de su rico y dulce sabor… Entro de nuevo a la casa; subo las escaleras, parándome en la puerta de mi habitación, viendo directo hacia la habitación de mi esposa. Me acerco, agarro la perilla de la puerta, tentado de abrir la puerta, pero me detengo al recordar que me dijo: eres un violador. Me arrepiento de entrar y me adentro en mi habitación. Voy directo hacia el baño, dándome una ducha rápida, saliendo y vistiéndome con un pantalón oscuro y una camisa del mismo tono.
P.O.V. Adriano Después de mi última discusión con mi supuesta esposa no he vuelto a buscarla, ni a molestarla; me la paso en mis asuntos del negocio familiar y al terminar me voy con las lindas chicas del club que me ayudan a olvidar todo lo ocurrido en mi casa. La verdad, no tengo ni la menor idea de lo que hace, ni me interesa saberlo y es que pensé que la fascinación que tenía por ella era algo más; tenía la esperanza de que quizá podría llegar más a fondo con ella; sin embargo, me alegro de que no fuera así. Durante este tiempo, me he entretenido con estas bellas mujeres, que me han ayudado a entender lo lindo que es no tener compromiso. Le llamo así porque no puedo decir soltería, ya que estoy unido a ella. Pero lo que me alegra es que al fin haya terminado la dichosa luna de miel; ya no me tengo que estar ocultando para hacer lo que me plazca. "Ya Adriano deja de pensar en ella", digo en mi mente, olvidándome de ella. Me enfoco en lo que verdaderamente importa, que es