Capituló 13

No pierdo de vista a Tania, que solo me mira con atención y yo cada vez más me desespero porque no me contesta. Eso me hace pensar que tal vez tenga razón. Aprieto mi quijada escuchando cómo crujen mis dientes debido a la presión.

—¡CONTÉSTAME! —le gritó volviendo a golpear el escritorio y espantándola.

—No hay nadie —dijo con una voz fuerte.

—Mientes, ¿DIME QUIEN CARAJOS ES? —preguntó de nuevo con tono fuerte.

—¡Ya te dije que no hay nadie! —me contesta en el mismo tono que estoy usando.

—¡MIENTES! —le repito y me levanto de la silla, tomando la botella de coñac, arrojándola contra la pared, impactando, rompiéndose en miles de pedazos.

—No es verdad, ¿por qué no me crees? —me exige una respuesta. Salgo de mi lugar caminando hacia ella y colocándome frente a ella. Pego mi espalda, recargándome en el escritorio y poniendo mis manos a los lados.

—Verás, a mí me han entrenado desde muy joven a leer el lenguaje corporal de las personas para poder descubrir a un intruso o mentiroso —dije
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