Esa tarde, la vida de Verónica tomó un rumbo inesperado. Había ido a la oficina de Emanuel para recoger unos informes, pensando que sería una tarea rápida, un simple trámite más en su día. Pero lo que encontró la dejó sin palabras. Emanuel estaba allí, de pie, con una sonrisa que iluminaba su rostro. Sus ojos brillaban con una calidez que ella aún no terminaba de comprender del todo. Era una mirada diferente, más profunda, más significativa. Y entonces, le extendió un delicado paquete. —Esto es para ti, Vero. Su voz era suave, pero segura. —Quiero que te sientas especial en la fiesta. Verónica lo tomó entre sus manos con un nudo en el estómago. No esperaba nada. Pero al abrir el paquete, sintió cómo el aire abandonaba sus pulmones. Dentro de la caja, doblado con un cuidado exquisito, había un vestido verde esmeralda. Era hermoso. Perfecto. Como salido de un sueño. La tela era suave, con un brillo sutil que reflejaba la luz de la oficina, y la confección parecía hecha a s
Capítulo: "La Noche del Destino" Recuerdo perfectamente el día en que pensé en el vestido. Estaba en mi oficina, revisando unos informes, cuando de repente me vino a la mente la imagen de Verónica. Sabía que no habría comprado uno nuevo para la fiesta; era predecible. Vero es una mujer que lo da todo por su hija, Caro. Todo su esfuerzo y cada centavo están dirigidos a asegurarle un futuro, y en este momento, eso significaba la universidad. Pensando en eso, recordé una promesa que me hice a mí mismo: ayudarla a que Caro pudiera seguir estudiando sin preocuparse por el dinero. No quería que ella lo supiera de inmediato, así que debía hacerlo de manera discreta. Llamé al contador y le pedí que investigara si había alguna cuenta a nombre de Verónica donde pudiera hacer un depósito. Cuando me trajeron la información, encontré una cuenta prácticamente inactiva. Decidí entonces depositar la cantidad suficiente para cubrir no solo el semestre, sino toda la carrera de Caro. Yo no necesito es
Capítulo: "La Espera Inútil" Ismael salió del aula con una sonrisa que parecía imposible de borrar. Había terminado su examen, y lo había aprobado con éxito. Era más que una simple materia salvada; era la confirmación de que estaba cumpliendo su promesa, la que le había hecho a su madre: graduarse con honores y convertirse en el hombre que ella siempre creyó que sería. Cada paso que daba hacia Ferreira Corp lo llenaba de satisfacción. Sentía que estaba caminando directo a su futuro, a la empresa que algún día heredaría. Esta noche era especial, la fiesta anual de la empresa sería la oportunidad perfecta para celebrar, para demostrar que estaba listo para asumir un rol más serio en los negocios familiares. Pero en medio de toda esa felicidad, un nombre flotaba en su mente, opacando su alegría: Georgina. Desde que le había dicho que no podría acompañarla tanto como quería porque tenía que estudiar, ella prácticamente desapareció. No hubo mensajes de apoyo, ni un "¿cómo te fue?", ni u
Capítulo: "El Fin del Juego" La oficina de Emanuel estaba cargada de una tensión espesa, como si el aire mismo se hubiese convertido en un muro invisible que presionaba sobre ambos. Georgina, con la barbilla en alto y una sonrisa estudiada, avanzó hacia él con la misma seguridad de siempre. Pero Emanuel no era el mismo de antes. Algo en su mirada había cambiado. Ya no la miraba con deseo ni con fascinación. La veía con desprecio. —Emanuel, ¿por qué sigues evitando esto? —murmuró con su tono más seductor, rozándole el brazo con la punta de los dedos. Emanuel dio un paso atrás, su piel se erizó como si el contacto de Georgina fuera veneno. —Porque esto nunca debió empezar. Su voz fue fría, como una sentencia. Georgina parpadeó, confundida, como si no pudiera procesar el rechazo. —¿Qué estás diciendo? —su tono perdió algo de la dulzura manipuladora—. No te reconozco, Emanuel. Hace unas semanas estabas en mi cama y ahora actúas como si yo fuera una extraña. Emanuel sintió una arc
Capítulo: "El Final de la Máscara" El aire en la oficina era denso, cargado de una tensión sofocante. La sonrisa de Georgina, aquella que solía envolver a los hombres en su red, desapareció de golpe. Emanuel no apartó la vista de ella. La miraba con la misma frialdad con la que se observa a un depredador atrapado. Sabía que esta confrontación era inevitable, pero ahora, con Ismael detrás de la puerta, escuchándolo todo, no quedaban máscaras, no quedaban juegos. —Emanuel, no es lo que piensas… —comenzó a decir, su voz quebrándose al ver la firmeza en su expresión. Emanuel apenas inclinó la cabeza, sin apartar la mirada de ella. —No. Ya no me interesa lo que tengas que decir. —Su tono era gélido—. Se acabó. No vas a jugar más con ninguno de nosotros. Georgina entreabrió los labios, como si fuera a replicar, pero nada salió. Emanuel se giró, dejándola ahí, paralizada, mientras se alejaba hacia la ventana. El peso del asco y la furia acumulados parecía ahogarlo, pero se obligó a res
Capitulo 45 La Herida de un Hijo, la Culpa de un Padre El aire en el baño se sentía sofocante. Ismael apoyó la espalda contra la pared fría, pero ni siquiera el contacto con el azulejo helado lograba calmar el incendio en su pecho. Su corazón latía descontrolado, y el eco de las palabras de Georgina lo golpeaba como martillazos en la cabeza. "No estoy con tu hijo, fue un error… No significa nada para mí… Quise probarme a mí misma que podía con todo…" "No es como tú… Tuve que enseñarle…" Cada palabra era una puñalada, cada sílaba una traición más profunda. Se sentía sucio, usado, ridiculizado. Había sido un títere en sus manos, un juego de vanidad para una mujer que nunca lo amó. Lo que más dolía no era solo la burla, sino que su padre lo había sabido todo el tiempo y nunca le dijo nada. Respiró hondo, tratando de contener las lágrimas que ardían en sus ojos, pero no pudo. La traición de Georgina era como un ácido en su piel, pero la de su padre… la de su padre era algo peor. —¿Po
El Consuelo en la Tormenta Verónica no dijo nada más. Simplemente se sentó junto a Emanuel y, con un gesto instintivo, lo envolvió en un abrazo firme. Él, roto, quebrado por la culpa y el dolor, se dejó caer sobre ella. Apoyó la cabeza en sus piernas y cerró los ojos con fuerza, como si al hacerlo pudiera detener las lágrimas que seguían cayendo sin control. Su respiración era entrecortada, temblorosa. El hombre fuerte, el empresario intocable, el padre que siempre supo guiar, ahora era solo un hombre destrozado. Y Verónica, sin dudarlo, estuvo allí para sostenerlo. Sus dedos comenzaron a deslizarse por el cabello de Emanuel con una suavidad reconfortante, como si el simple contacto pudiera calmar la tormenta que se agitaba dentro de él. —Todo va a estar bien, Emanuel. —Su voz fue un susurro, un bálsamo en medio del caos—. Esto tenía que pasar, se lo dijeras cuando se lo dijeras a Ismael. Él se iba a enojar igual. Pero dale tiempo, va a entenderlo. Pero Emanuel negó con la cabeza
El dolor punzante en la cabeza fue lo primero que sintió al despertar. Georgina parpadeó varias veces, tratando de enfocar la vista en el techo blanco que se extendía sobre ella. Un lugar desconocido. Un vacío en su mente. Su cuerpo estaba entumecido, pesado, como si hubiera sido golpeada por un tren. Trató de moverse, pero una punzada de náusea la hizo detenerse. El hedor a alcohol aún impregnaba su piel. Giró el rostro y lo vio. Un hombre. No era Emanuel. No era Ismael. No era nadie que ella conociera. El pánico la golpeó como un puñetazo en el estómago. —¿Quién eres? —preguntó con voz entrecortada, abrazándose a sí misma, sintiendo la tela de una sábana que no reconocía. El hombre, con una sonrisa relajada y una expresión de satisfacción, se incorporó ligeramente sobre la cama. —Soy Diego —respondió con naturalidad, como si la conociera de toda la vida—. Nos conocimos anoche en el bar. Bebimos bastante. Lo pasamos bien. Georgina sintió que el mundo a su alrededor se desmoron