Capítulo – El Vuelo del DolorEl aeropuerto de Heathrow vibraba de voces, anuncios y pasos apresurados. Pero para Joselín, el mundo era un zumbido lejano, como si estuviera sumergida en un sueño gris, helado… o una pesadilla.Con el corazón apretado, se sentó en una de las frías bancas del hall principal, abrazando su bolso contra el pecho como si pudiera contener su propio derrumbe. Sacó el celular por reflejo, aún temblando, y la pantalla brilló con una sucesión cruel de notificaciones.Llamadas perdidas: Emily.Llamadas perdidas: Stephen.Mensajes entrantes…Los dedos le temblaron.—No —murmuró, con voz rota.No podía escuchar más. No quería escuchar más.No después de ver lo que vio.No después de ese beso.Ese maldito beso.Ese beso que no necesitaba explicación, porque el dolor no entiende de contexto.Con un gesto tembloroso, apagó el celular. Lo hizo sin pensar. Sin respirar.Y cuando la pantalla se oscureció, lloró.Ya no de sorpresa.Ya no de impotencia.Lloró con bronca. Co
Capítulo – Reina sin TronoMargaret se despertó con el rostro relajado y el alma en paz.O al menos, eso quiso creer.Se sentó en el borde de la cama con movimientos lentos y estudiados, sintiendo la seda de su bata deslizarse sobre la piel. Frente al espejo, acarició con los dedos las líneas finas de su rostro. Nada que un poco de maquillaje no pudiera corregir. Nada que su compostura habitual no disimulara.Había ganado o eso pensaba.Las pastillas que tomaba no eran más que vitaminas, relajantes suaves y algunas cápsulas de colágeno, todas cuidadosamente organizadas en un pastillero médico de aspecto serio.La enfermedad era una ficción.Una que había mantenido a su hijo en Londres.A su lado. Donde siempre debió estar.Margaret bajó a desayunar con pasos seguros. La mucama ya había dispuesto la mesa, el té humeaba en su taza favorita y las tostadas estaban cortadas como a ella le gustaban.Edward estaba pálido, como de costumbre, sumido en su taza de café sin decir palabra.Emily,
Capítulo – El Último DespertarEdward Jones se había pasado la vida en silencio.Acompañando, tolerando, justificando a su esposa Pero esa mañana, sentado junto a la mesa del desayuno, con el café temblando en su taza y la sonrisa de Margaret tan falsa como el resto de su vida, algo en él simplemente… se quebró.Escuchar a su hijo pedir un pasaje para regresar a Alicante había sido un alivio para él.Stephen quería irse. Quería volver con Joselín.Edward lo vio, por fin, como un hombre libre.Pero la calma duró segundos.Cuando Margaret se llevó la mano al pecho y gimió con esa voz de ópera barata, sintió que algo no cuadraba.Demasiado teatral su dolor y demasiado justo.Y luego la escena. La hija de Charlotte sacando un tensiómetro como si fuera una enfermera profesional, diagnosticando a su esposa con una presión altísima que no parecía sentir.Stephen corrió, como siempre, como el hijo ejemplar que ella no merecía.Y Edward se sintió viejo y tan cansado.El alma se le apretó cuan
Capítulo 1: Golpeado por la realidad El motor del auto rugía suavemente bajo sus manos temblorosas. Emanuel Ferreira tenía los nudillos blancos de tanto apretar el volante, pero ni siquiera se daba cuenta. Toda su atención estaba en la entrada del hotel, donde el mundo que había construido en su cabeza se derrumbaba en cuestión de segundos. Allí estaba ella. Georgina López. Su secretaria. Su amante. La mujer con la que, hasta hace unas horas, había compartido una noche de pasión desbordante, la misma que lo había envuelto en promesas susurradas en la penumbra de una habitación de hotel. Y ahora, ella salía de ese mismo lugar… con otro hombre. Un vacío helado le recorrió el estómago. Era una escena sacada de sus peores pesadillas. Georgina se veía impecable, con el vestido negro que él mismo le había quitado la noche anterior. Cada paso suyo era seguro, confiado, como si no tuviera ni una gota de culpa en su sangre. Como si él jamás hubiera existido. Pero lo peor no era verla. E
Capítulo 2: La Trampa de Georgina Emanuel golpeó la puerta con furia. Una. Dos. Tres veces. El sonido retumbó en la noche silenciosa, un eco de su rabia contenida. Su pecho subía y bajaba con fuerza. Su respiración era errática. La traición lo carcomía desde adentro. Dentro de la casa, había un murmullo. Luego, pasos apresurados. La puerta se entreabrió con cautela. Y allí estaba ella. Georgina López se apoyó contra el marco de la puerta, con el cabello despeinado y los labios hinchados, como si acabara de levantarse. Sus ojos destilaban sorpresa… y una pizca de fastidio. —Emanuel… ¿qué demonios haces aquí? Su tono era una mezcla de incredulidad y molestia. Él no respondió. No podía. Porque detrás de Georgina, en la penumbra del pasillo, estaba él. Ismael. Su hijo. Descalzo, con el torso desnudo, con una expresión de desconcierto en el rostro. El estómago de Emanuel se contrajo con violencia. Un golpe seco y cruel. No podía ser. No podía ser. Pero estaba allí. En su ca
Capítulo 3 La Resaca de la Verdad Emanuel llegó a su casa con el cuerpo pesado y la mente destrozada. Apenas podía sostenerse en pie. No sabía si era el whisky que había bebido o el impacto de su sueño… o pesadilla. Todo se sentía demasiado real. Los pensamientos lo atormentaban, cada uno más oscuro que el anterior. Ismael. Georgina. Su propio hijo, involucrado con la misma mujer que él había tenido en su cama. El asco le revolvió el estómago. No podía ser cierto. Pero la angustia que lo carcomía por dentro le decía lo contrario. Entró en su habitación y cerró la puerta con fuerza, como si pudiera dejar todo lo que sentía del otro lado. Se quedó de pie en la oscuridad, respirando con dificultad. El pecho le dolía. Sentía que algo lo estaba ahogando por dentro. Se llevó las manos al rostro, intentando calmarse. Pero no podía. El peso de la incertidumbre lo estaba matando. Se dejó caer en la cama y miró el techo. Quería dormir, desaparecer, dejar de pensar. Pero su cuerpo
Capítulo 4 : La inquietud de Verónica El bar había quedado en silencio, salvo por el murmullo lejano de la música y el sonido de los vasos chocando en la bandeja de Marta. Pero en la cabeza de Verónica, el eco de la conversación con Emanuel seguía retumbando como un grito mudo, como una herida abierta que se negaba a cerrarse. Había atendido a muchos hombres dolidos, muchos que buscaban ahogar sus penas en alcohol y palabras arrastradas por el whisky. Pero Emanuel Ferreira no era como los demás. Había algo en su historia que la golpeó con una intensidad inesperada, que la dejó inquieta, con un nudo en el estómago que no podía ignorar. Su hijo. No era solo el engaño lo que lo destrozaba, sino la traición en su forma más cruel. Verónica lo había visto en sus ojos, en la forma en que apretaba los puños sobre la barra, conteniendo una rabia que amenazaba con devorarlo desde dentro. No le dolía solo la infidelidad, sino la certeza de que su hijo estaba con la misma mujer que él había am
Capitulo: La Trampa de Georgina Georgina López sonrió con autosuficiencia mientras se aplicaba una última capa de carmín rojo en los labios. Conocía bien a Emanuel. Sabía qué lo desarmaba, qué lo hacía dudar, qué lo atrapaba sin que siquiera se diera cuenta. Lo había estudiado desde el primer día que puso un pie en la empresa, y ahora, después de meses de esfuerzo, lo tenía exactamente donde lo quería. O al menos, eso creía. Esa mañana, algo no estaba bien. Emanuel llegó tarde, con la mirada nublada y una rigidez en la mandíbula que delataba que algo le carcomía por dentro. No la miró como solía hacerlo. No la recibió con la misma calidez disfrazada de profesionalismo. Ni siquiera le dirigió una sonrisa. Algo había cambiado. Pero Georgina no era una mujer que se rindiera fácilmente. No después de todo lo que había invertido en este juego. Así que se alisó el vestido ajustado, cogió la bandeja con el café que le había preparado y entró en su oficina con su mejor sonrisa. —Buenos d