Inicio / Romance / Secretos de traición / 5 La Trampa de Georgina
5 La Trampa de Georgina

La Trampa de Georgina

Georgina López se miraba por quinta vez en el espejo del baño de la oficina, retocándose los labios con un carmín rojo que sabía que a Emanuel le gustaba . Había elegido un vestido ajustado negro , elegante, pero lo suficientemente provocativo como para captar su atención como lo venía haciendo desde que lo conoció .

Había estado trabajando arduamente durante el último mes para engatusar lo ,le había costado mucho esfuerzo derribar las barreras de aquel hombre que parecía hecho de acero y piedra . Pero lo había logrado y se sentía orgullosa . Cada noche que pasaban juntos era una victoria para ella , un paso más cerca de tenerlo completamente rendido a sus pies.

Él no se dejaba atrapar fácilmente, y eso lo hacía más interesante y se decidió a tenerlo cueste lo que cueste.

Sin embargo, había algo extraño en él esa mañana. Llego tarde cosa que nunca hacía .Tenía un semblante decaído . Lo había notado desde que cruzó la puerta, su postura más rígida de lo habitual, su tono más frío. Incluso su saludo había carecido de la calidez mínima que acostumbraba al verla en la oficina.

"¿Qué habrá pasado? ¿Por qué está así?", pensó.

En el fondo, sospechaba que todo se debía a Sandra, la difunta esposa de Emanuel. Sabía que la memoria de esa mujer seguía pesando sobre él y aunque lo consideraba un obstáculo, también lo veía como un reto "¿cuando dejará de sufrir este viejo por esa mujer ?que ya está bien muerta ." "No puede vivir del pasado para siempre", se decía a sí misma. "Yo soy su presente"..

Hasta su hijo es igual siempre nombrando a la difunta ,ya está! dejen descansar en paz a esa mujer ,ya está bien muerta! . Es odioso ser el paño de lágrimas de esos hombres pero bueno ,es lo que hay y ella lo aguantará por ahora .

Tomó la bandeja con el café que había preparado para él. Entró con su mejor sonrisa, esa que sabía que lo desarmaba, y cerró la puerta .

—Buenos días, Emanuel. Te traje café —dijo con una voz suave, colocándolo frente a él. Luego, sin esperar respuesta, se inclinó hacia él, asegurándose de que pudiera ver el escote que había calculado perfectamente esa mañana.

Emanuel la miró por un momento, pero sus ojos no tenían el brillo de otras ocasiones .

—Gracias, señorita López —respondió con un tono tan profesional que casi le dolió escucharlo,trató de ocultar su desconcierto y se acercó un poco más.

—¿Estás bien? Te noto... distante hoy.

Él suspiró, como si hubiera estado conteniendo el aire y se levantó de su silla, apartándose de ella.

—Estoy bien, solo estoy un poco cansado

Ella apretó los labios. Estaba segura de que otra vez la difunta haciendo retroceder lo que había avanzado con él ,seguía siendo una sombra en su vida, un fantasma que Georgina estaba dispuesto a borrar a toda costa.

—¿Puedo hacer algo para ayudarte? —preguntó, con una dulzura que estaba lejos de ser genuina.

—No, gracias. Estoy bien.

-Señorita López estamos en la oficina .le dijo en un tono seco y frío .

La frialdad en su respuesta la enfureció por dentro, pero no dejó que se notara. En su mente, ya estaba planeando su próximo movimiento. Si Emanuel seguía resistiéndose, tenía a Ismael.

"Si no es el padre, será el hijo", pensó, sonriendo para sus adentros. Sabía que Ismael estaba completamente bajo su control, y eso le daba una ventaja que no pensaba desaprovechar

Antes de salir de la oficina, se detuvo en la puerta y se giró hacia Emanuel, dándole una última mirada

—Si necesitas algo, sabes que estoy aquí para ti.

Emanuel levantó la vista, pero su expresión era impasible.

—Gracias, señorita López. Ahora, si me disculpa, tengo trabajo que hacer- le dijo

Georgina salió, cerrando la puerta suavemente detrás de ella, pero por dentro hervía de rabia. "Esto no ha terminado", pensó. "Emanuel puede resistirse todo lo que quiera, pero al final, caerá. Igual que Ismael".

Se sentó en su silla, cruzó las piernas y sonrió para sí misma. El juego apenas comenzaba para ella y creía que llevaba mucha ventaja. Los tenía a los dos comiendo en la palma de la mano ,mientras una sonrisa autosuficiente se dibujaba en su rostro. Había tenido un día difícil, pero eso no la detendría. Estaba acostumbrada a sortear obstáculos y a lidiar con hombres que, al principio, no comprendían su verdadero valor. Ella tenía claro su objetivo desde el primer día que entró a la empresa,

Al ver a Emanuel, un hombre maduro, viudo y con una posición de poder, supo que estaba frente a la oportunidad perfecta. No era simplemente atractivo físicamente, sino que tenía lo que ella siempre había querido: estatus, dinero y el control de una empresa exitosa. Ese era su boleto para convertirse en la mujer poderosa que siempre había soñado ser.

La primera vez que lo vio,lni siquiera reparó en su presencia. Era una empleada más, trabajando . Ella sabía cómo hacerse notar. Comenzó con pequeños gestos: sugerencias acertadas en reuniones, detalles con su aspecto que la hacían destacar sin parecer vulgar, y un carisma que desarmaba incluso al más indiferente.

Pasaron meses antes de que lograra su primera gran jugada. Una noche, aprovechando que Emanuel se quedó hasta tarde en la oficina, Georgina preparó el terreno. Fingió estar nerviosa y, con lágrimas perfectamente calculadas, le contó a Emanuel una historia inventada sobre un exnovio agresivo que supuestamente la estaba esperando afuera de la empresa.

—No te preocupes, Gina. Te llevaré a casa —dijo Emanuel, mostrándose protector.

Ese fue el primer paso. Lo convenció de llevarla a cenar antes de dejarla en su casa, y durante esa comida, comenzó a trazar su plan. Hizo que se sintiera necesario, que la viera como una mujer vulnerable que necesitaba su apoyo. La ironía la divertía; ella, que siempre había controlado a los hombres a su antojo, ahora se hacía pasar por una víctima indefensa.

Georgina sabía que no podía forzar las cosas demasiado rápido , la paciencia era clave. Pasaron semanas antes de que lograra que la invitara a almorzar fuera de la oficina. Y meses antes de que, en un momento de debilidad, él finalmente cediera a sus encantos.

Una noche, después de un largo día de trabajo, Emanuel llegó a su oficina y la encontró revisando documentos. Ella había planeado todo: un vestido sencillo pero ajustado, un perfume sutil pero embriagador, y un aire de agotamiento que la hacía ver casi angelical.

—No deberías estar aquí tan tarde —le dijo él.

—Tengo tanto trabajo… pero no importa. Soy una profesional, y no puedo fallar.

Ese fue el comienzo de la conversación que los llevó a su primer encuentro íntimo. Fue lo que necesitaba: había conquistado al CEO ,sabía que eso no era suficiente. Emanuel era demasiado metódico, reservado. No parecía dispuesto a dar el siguiente paso, y eso la frustraba.

Todo cambió el día que le mostró las fotos de su familia.

—Este es mi hijo, Ismael, y esta era mi esposa, Sandra —le dijo, con un tono melancólico mientras sacaba la cartera.

Observó la imagen de una mujer hermosa y sencilla, y de un joven con la misma mirada intensa que su padre. En ese momento, supo lo que tenía que hacer. quería a toda costa ser la mujer del CEO . Si jugaba bien sus cartas, podría tener el control

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo