Una aliada para su plan Emanuel se dejó caer en el sillón de cuero de su oficina, agotado por la lucha constante que significaba lidiar con Georgina. Desde hacía dos días, verla entrar a la empresa era un tormento. Cada vez que la miraba, recordaba lo bajo que había caído al involucrarse con ella. La imagen de Ismael lo perseguía como un fantasma, alimentando su culpa y su rabia. Había intentado poner distancia, mantenerla lejos con una frialdad calculada. Pero ella parecía no entender límites. La tarde anterior, en un acto de descaro que lo dejó paralizado, Georgina se acercó con una sonrisa venenosa. —Emanuel, si estás sufriendo por tu esposa muerta, yo puedo hacerte olvidar —susurró, inclinándose peligrosamente cerca de él. La frase lo hirió como un cuchillo. Su esposa, su amada Sandra, no merecía ser mencionada por esa mujer. La rabia le subió como una marea, pero se obligó a mantener la compostura. Respiró hondo, cerró los ojos un instante y, con un tono calculadamente cansa
El Orgullo Herido de GeorginaGeorgina estacionó su auto frente a la universidad con la seguridad de quien siempre consigue lo que quiere. Había dedicado buena parte de su día a maquinar el plan para conquistar nuevamente a Ismael. Sabía que el joven estaba loco por ella, y estaba convencida de que con un par de palabras y una sonrisa bien ensayada, lograría que dejara todo por pasar un rato juntos.Sin embargo, al subir al campus y encontrarse con Ismael en la entrada del edificio de Administración, notó que algo no iba según lo planeado. Ismael la recibió con una sonrisa amable, pero sus ojos estaban cargados de determinación.—Gina, ¿qué haces aquí? —preguntó, sorprendido pero sin perder la cortesía.—Vine a verte, tonto. Pensé que podríamos pasar algo de tiempo juntos —respondió ella, acercándose de manera seductora y tocándole ligeramente el brazo.Pero Ismael se mantuvo firme, dando un paso hacia atrás.—Me halaga que hayas venido, pero tengo un examen muy importante mañana a pr
El auto se deslizaba suavemente por las calles iluminadas mientras Georgina entrelazaba sus dedos con los de Ismael. La tensión en el ambiente era palpable, pero Ismael, con su juventud y falta de experiencia, no veía más allá de lo que tenía frente a él , es una mujer hermosa, con una presencia arrolladora que lo hacía sentir especial. Georgina lo miraba con picardía, sus ojos oscuros chispeando en la penumbra del coche. Para Ismael, era como estar en el paraíso, con una diosa que le había concedido la oportunidad de entrar en su mundo. Para Georgina, sin embargo, era un juego más. Había sido rechazada por Emanuel esa misma tarde, y eso la irritaba profundamente. No porque le interesara él como persona, sino porque nadie le decía que no. Así que, como respuesta, había ido directamente a buscar a su hijo a la universidad. Si Emanuel no quería jugar, ella se aseguraría de que Ismael lo hicieriera . Cuando Ilegaron al hotel, alrededor de las ocho de la noche, Georgina tomó las riend
Emanuel salió del bar con una sonrisa en el rostro, algo que no ocurría desde hacía semanas. Verónica tenía ese efecto en él , le daba calma, perspectiva y hasta le arrancaba carcajadas cuando compartía las historias de su vida. Ese día, después de una larga conversación, habían acordado iniciar el plan cuanto antes. Emanuel la ayudaría a entrar en la empresa como su amiga en un principio, y luego iría ganando terreno hasta convertirse en su asistente. De esa forma, no solo podría ayudarla a mantener a su familia, sino también protegerse mutuamente de las manipulaciones de Georgina. —Sabes, Emanuel —dijo Verónica mientras tomaba su café—, mi vida no fue fácil, pero aprendí a reírme de todo. Por ejemplo, mi madre tiene apodos para todos los que han pasado por mi vida, pero el de Diego es mi favorito: "la lacra". Emanuel soltó una carcajada. —¿La lacra? ¿Así de directo? —¡Así mismo! —respondió Verónica, riendo también—. Mi madre decía: "Ese hombre es un vago de primera, no sirve ni
Entre Secretos y confesiones La mañana había comenzado bien para Emanuel. Se sentía tranquilo, en paz después de mucho tiempo. Las charlas con Verónica siempre lograban traerle algo que creía perdido: la sensación de calma y compañía. Esa noche, incluso había dormido con una sonrisa en el rostro. Pero cuando vio a Ismael bajando de un taxi y entrando a la casa, su corazón comenzó a latir rápidamente."¿Qué hace aquí? ¿No debería estar en la universidad?" Emanuel casi al salir de su casa para ir por Vero para ir al trabajo , tratando de disimular su nerviosismo se grito las manos en su pantalón .—Papá, tenemos que hablar —dijo Ismael, su tono serio, aunque se notaba cierto nerviosismo.Emanuel asintió, pero sintió cómo los nervios flotaban en el aire. Mil pensamientos pasaron por su mente. ¿Qué podría ser tan importante como para que Ismael viniera inesperadamente? Antes de enfrentarse a lo que su hijo tenía que decir, sacó el teléfono y le mandó un mensaje a Verónica:"Ismael acab
"El café se enfría como el plan de Georgina"La luz del sol filtrándose por las cortinas despertó a Georgina, pero el frío vacío a su lado fue el verdadero golpe. Ismael no estaba. ¿Había tenido el descaro de irse sin despedirse? Se levantó furiosa, maldiciendo en voz baja mientras recogía sus cosas. Apenas pudo contener el coraje al entrar al baño para ducharse. Se sentía humillada y, para colmo, tenía que pagar la cuenta del hotel.Bajó a recepción con el ceño fruncido, su perfume caro flotando en el aire mientras se acercaba al mostrador. Germán, el recepcionista, le sonrió con una mezcla de burla y resignación.—¿Todo bien, señorita López? —preguntó, pasándole la factura.Georgina apenas le lanzó una mirada.—Sí, claro. Dame esto.Germán no pudo evitar soltar una carcajada mientras procesaba el pago.—Este no es como el padre —comentó con malicia—. Te tocó pagar a ti la cuenta.Georgina apretó los dientes, sacando una tarjeta de crédito, pero al ver que no alcanzaba, tuvo que usar
Capítulo "Un paso adelante"Emanuel estacionó su auto con cuidado frente al edificio donde vivía Verónica. Había salido unos minutos antes de su casa, pero no sin antes mandarle un mensaje breve:“Estoy yendo, espérame afuera.”Cuando llegó, Verónica ya estaba en la puerta del edificio. Vestía de manera sencilla, pero su porte transmitía confianza. Emanuel observó la zona, una calle humilde pero prolija. Las fachadas eran modestas, pero todo estaba en orden; las personas que pasaban por allí saludaban a Verónica con una mezcla de respeto y afecto.—Buenas días , Verónica. ¿Todo bien? —dijo un hombre mayor al cruzarla con una bolsa de compras.—Todo bien, don Ramón, gracias. Cuídese —respondió ella con una sonrisa.Emanuel lo notó todo: las miradas amables, los gestos de cortesía, la forma en que todos parecían admirarla. Le gustaba ese ambiente y, más aún, cómo Verónica encajaba en él. Era diferente a todo lo que había conocido.—¿Lista para salir? —preguntó Emanuel mientras bajaba d
Capítulo: El Camino de Verónica Emanuel observaba a Verónica desenvolverse con naturalidad en la empresa, como si siempre hubiera estado ahí. Su actitud segura y su manera de interactuar con los demás empleados lo impresionaban. A pesar de las dificultades que había enfrentado, Verónica no dejaba que nada la detuviera. Con cada paso que daba en los pasillos de la oficina, irradiaba una determinación que inspiraba respeto y admiración. Ella había estudiado contabilidad y, aunque no pudo terminar la universidad debido a las circunstancias que la vida le impuso, su conocimiento y habilidades eran evidentes. El recuerdo de Diego, a quien su madre apodaba despectivamente "la lacra", se desvanecía cada vez que Verónica hablaba de su pasión por los números y la contabilidad. Emanuel podía ver en sus ojos el deseo de retomar sus estudios algún día, un sueño que había quedado en pausa cuando quedó embarazada de Caro durante el tercer año de la universidad. Mientras caminaban por la empres