Capítulo 8: Un Encuentro en el Bar Emanuel Ferreira se apoyó contra el respaldo de su silla, sintiendo el peso del día sobre sus hombros. Las luces de la ciudad parpadeaban a través de los ventanales de su oficina, contrastando con la oscuridad que sentía dentro de sí mismo. Miró su teléfono otra vez, releyendo el mensaje que había recibido esa mañana. "Espero que haya llegado bien a su casa anoche. Lo vi muy mal, por eso me atrevo a escribirle para saber que no haya cometido ninguna locura. Si necesita un oído para escuchar, puede contar conmigo. Saludos, Verónica Ortiz." No pudo evitar sonreír con ironía. Verónica, la mesera del bar. No entendía por qué alguien que apenas lo conocía había mostrado tanta preocupación por él. No era común que las personas se preocuparan por otros sin esperar nada a cambio. Pero había algo en su mensaje, en su tono, que lo hizo sentir que realmente le importaba. Se pasó la mano por el rostro y suspiró. Necesitaba hablar con alguien. Y por alguna r
Capítulo 9: Emanuel y el Peso de la Verdad Emanuel abrió la puerta de su casa con un suspiro pesado, sintiendo el agotamiento arrastrase por cada fibra de su cuerpo. La conversación con Verónica le había dado claridad, pero no le había dado el valor necesario para enfrentar lo que venía. Al entrar, el aroma familiar del café recién hecho lo recibió, acompañado del suave sonido de movimiento en la cocina. Por un momento, cerró los ojos y permitió que esa normalidad le ofreciera un respiro, como si pudiera pretender, solo por un instante, que su mundo no se estaba desmoronando. Pero esa ilusión no duró. Cuando llegó al marco de la puerta, lo vio. Ismael estaba sentado en la mesa, comiendo un sándwich con la despreocupación de alguien que no tenía idea del infierno en el que su padre estaba atrapado. Cuando lo vio, sonrió ampliamente y cruzó el espacio en dos zancadas, abrazándolo con fuerza. Emanuel sintió el calor del abrazo de su hijo y, por un segundo, deseó con todas sus fuerza
Capítulo 10 : El Peso del Futuro El pequeño apartamento se llenaba con el sonido de la lluvia golpeando suavemente la ventana. Afuera, la ciudad seguía su curso, indiferente a las batallas silenciosas que se libraban en cada hogar. Pero dentro de esas cuatro paredes, el mundo de Verónica Ortiz se reducía a una sola imagen: su hija, sentada en la mesa, con los codos apoyados sobre los libros, el ceño fruncido y los ojos cargados de preocupación. Verónica la observaba desde la silla del comedor, con una taza de café entre las manos, sintiendo el peso del momento en cada latido de su corazón. —¿Cómo vas con eso? —preguntó, rompiendo el silencio. Carolina levantó la mirada. Sus ojos reflejaban cansancio, frustración… y algo más. Algo que Verónica reconocía demasiado bien: desesperanza. —Bien, supongo… —respondió su hija, aunque el tono de su voz decía lo contrario. Con un suspiro de rendición, cerró el libro con un golpe seco y se pasó las manos por el cabello—. Mamá, ¿para qué seguir
Capítulo 11: La Noche Inolvidable de Ismael El recuerdo de aquella noche seguía vivo en su mente, tan intenso como si hubiera sucedido apenas unas horas atrás. Ismael caminaba por los pasillos de la universidad, pero en su cabeza, estaba en aquel hotel, en aquella habitación, con Georgina. La mujer que amaba. Desde que la conoció, Georgina lo había atrapado por completo. No solo era hermosa, sino fascinante. Había algo en ella, una mezcla de dulzura y misterio, de fortaleza y vulnerabilidad, que lo hacía sentir como si estuviera ante alguien único. Y aquella noche, todo cambió para él. Habían ido a cenar juntos después de semanas de conversaciones, de miradas cargadas de significado, de encuentros que se sentían cada vez más inevitables. Desde el primer instante en que se sentaron frente a frente en aquel restaurante, supo que la noche sería especial. Conversaron por horas, riéndose, compartiendo historias, conociéndose de formas que iban más allá de las palabras. Para Ismael, no
Capítulo 12 : Poder y Desprecio Georgina se miró en el espejo del baño del hotel, pasando lentamente el lápiz labial por sus labios con una sonrisa de satisfacción. Lo había logrado. Otra vez. Ajustó el tirante de su vestido negro, el mismo que había usado la noche anterior con Emanuel. Le divertía la ironía. Ismael, acostado en la cama detrás de ella, dormía profundamente, ajeno a la verdad, ajeno a la burla silenciosa con la que lo miraba. Emanuel en la noche. Ismael en la madrugada. Dos hombres, padre e hijo, caen en la misma trampa. "Tan fáciles de manipular." Todo había sido tan simple. Demasiado fácil, de hecho. Desde el primer momento en que vio a Ismael, supo que podía manejarlo. Tenía el rostro de su padre, pero no su experiencia. Con Emanuel, las cosas no habían sido tan sencillas. Era un hombre inteligente, de los que no se rendían tan rápido. Pero con el hijo… el hijo era otra historia. Ismael no era más que un niño jugando a ser hombre. No tenía idea de que cada
Capítulo 13: Una Aliada para su Plan Emanuel se dejó caer en el sillón de cuero de su oficina, sintiendo el peso del cansancio acumulado. Lidiar con Georgina era una guerra constante, una batalla de resistencia que lo desgastaba más de lo que quería admitir. Desde hacía dos días, verla entrar a la empresa le revolvía el estómago. Cada vez que la miraba, recordaba lo bajo que había caído. Recordaba su voz susurrándole mentiras, su piel compartida con él y con su hijo. El asco lo carcomía. Pero lo que más lo atormentaba era Ismael. El rostro feliz de su hijo cuando hablaba de ella lo perseguía como un fantasma. Esa inocencia, ese brillo en sus ojos, ese amor ciego por una mujer que solo sabía destruir. Había intentado marcar distancia, fingir frialdad, mantenerla lejos con una barrera invisible. Pero Georgina no entendía límites. La tarde anterior, en un acto de descaro que lo dejó paralizado, se acercó a su oficina con la arrogancia de quien se sabe deseada. —Emanuel, si estás suf
Capítulo 14: El Orgullo Herido de Georgina Georgina estacionó su auto frente a la universidad con la seguridad de quien siempre consigue lo que quiere. Desde la noche anterior, había estado maquinando cómo recuperar el control sobre Ismael. Sabía que el joven estaba completamente embobado con ella. Bastaba con que le dedicara una sonrisa bien ensayada y un par de palabras dulces para hacer que dejara todo y corriera tras ella. Así había sido siempre. Así debía seguir siendo. Caminó con paso firme por el campus, ignorando las miradas curiosas de los estudiantes. Ella no pertenecía a ese mundo de jóvenes ingenuos y ambiciosos. Ella era una cazadora entre presas. Y su presa era Ismael. Cuando lo encontró a la entrada del edificio de Administración, su confianza se tambaleó por primera vez. Ismael la recibió con una sonrisa amable, pero sus ojos no tenían el mismo brillo de adoración de siempre. Había algo en su mirada que no le gustó. —Gina, ¿qué haces aquí? —preguntó él, sorpre
Capítulo 15 ¿La habitación de siempre ? El auto se deslizaba suavemente por las calles iluminadas mientras Georgina entrelazaba sus dedos con los de Ismael. La ciudad brillaba a su alrededor, pero la verdadera luz que cegaba a Ismael era la mujer que tenía a su lado. La tensión en el ambiente era palpable, pero él no la veía. No veía el peligro en su sonrisa, ni el veneno en sus palabras. Solo veía a una mujer hermosa, cautivadora, que lo hacía sentir especial. Georgina lo miraba con picardía, sus ojos oscuros chispeando en la penumbra del coche. Ismael se sentía en el paraíso. Para él, estar con ella era como si una diosa le hubiera concedido la oportunidad de entrar en su mundo. Pero para Georgina, esto era solo otro juego. Había sido rechazada por Emanuel esa misma tarde. Eso la irritaba profundamente. No porque le interesara él como persona, sino porque nadie le decía que no. Así que, como respuesta, había ido directamente a buscar a su hijo. Si Emanuel no quería jugar, h