Capítulo 4
El Día Después Emanuel llegó a su casa con el peso del mundo sobre sus hombros. Su corazón todavía latía con furia contenida, pero ahora también con una punzada de tanta tristeza. Se tomó un momento y subió las escaleras hasta la habitación de su hijo Ismael, necesitando confirmar algo que ya intuía y lo confirmó . Abrió la puerta con cuidado, pero la cama estaba intacta. Ismael no había regresado. a casa ese fin de semana ,siempre lo hacía desde que estudiaba en la universidad . El dolor se intensificó, como si una mano invisible le apretara el pecho ,parecía que en cualquier momento le daría un infarto, pensó . Cerró la puerta y caminó hacia su propio cuarto. Antes de entrar al baño y encender la ducha fue a su mesa de noche y miró el retrato de Sandra su esposa fallecida, la única mujer que había amado de verdad en este mundo . —Sandra —murmuró, con la voz quebrada—. Dame claridad, ayúdame a entender qué hacer. Ayúdame amor - El agua caliente le golpeó la piel, llevándose con ella parte de la tensión acumulada. Sabía que se había equivocado con Georgina, que nunca debió haberse dejado envolver por su juego debió ver que lo estaba manipulando .. Pero también sabía que no podía permitir que Ismael cometiera el mismo error. Necesitaba abrirle los ojos a su hijo antes de que fuera demasiado tarde. Después de secarse y ponerse una camiseta limpia, se acostó en la cama, dispuesto a descansar. Aunque su mente estaba llena de pensamientos caóticos, el agotamiento finalmente lo venció. Durmió como un tronco, sin soñar, hasta que la claridad del día lo despertó. Cuando miró el reloj, maldijo en voz baja: era tarde. Se vistió rápidamente y salió hacia la oficina, todavía procesando cómo iba a afrontar la situación con Ismael y Georgina. Al llegar, la primera persona que vio fue ella. Georgina estaba impecablemente arreglada, como siempre. Su vestido entallado resaltaba su figura, y sus labios pintados de rojo formaron una sonrisa cálida que a Emanuel le revolvió el estómago. Le dio tanto asco que le dieron náuseas . —Buenos días, señor Ferreira —lo saludó con una amabilidad que ahora le parecía repugnante y falsa . —Buenos días, señorita López. Tráigame un café —respondió con tono frío, sin siquiera mirarla. Georgina no pareció notar su distanciamiento o eligió ignorarlo. Emanuel avanzó hasta su oficina y cerró la puerta detrás de él. Se dejó caer en la silla, pasando una mano por su rostro mientras intentaba mantener la calma de nuevo esa sensación en su pecho que lo oprimía . Unos minutos después, Georgina entró con el café, cerrando la puerta tras ella. Caminando con su sutil movimiento de cadera que lo hubiera hecho caer de nuevo si no hubiera visto lo que vio la tarde anterior. —Aquí tiene su café —dijo con coquetería, dejando la taza sobre el escritorio. Luego, se acercó demasiado, inclinándose hacia él, sus labios acercándose a los suyos. Emanuel se apartó rápidamente, poniéndose de pie apartándose de ella rápidamente.. —Señorita López, estamos en el trabajo. Esto no está permitido. Georgina se quedó inmóvil por un segundo, su expresión cambiando de la coquetería a la confusión. —¿Qué está pasando, Emanuel? —preguntó con un tono que intentaba sonar inocente, pero que a él le pareció pura manipulación. —Nada está pasando —respondió con firmeza, mirándola directamente a los ojos—. Solo recuerde que aquí somos profesionales entendió . Ella lo observó durante unos segundos más, como evaluando su actitud, antes de retroceder y dirigirse hacia la puerta al abrirla le dijo —Si necesita algo, llámeme —dijo, con una voz que tenía un leve tono de reproche. Cuando la puerta se cerró, Emanuel exhaló con fuerza, como si hubiera estado conteniendo la respiración y lo había hecho sin darse cuenta. Sabía que este era solo el comienzo. Lo que había pasado la noche anterior no iba a resolverse tan fácilmente, pero tenía claro algo que no iba a caer nuevamente en las trampas de Georgina López nunca más . Sacó su celular y marcó el número de Ismael. Necesitaba hablar con su hijo. Pero antes de que la llamada conectara, una idea se le cruzó por la mente y dudo "¿Será que estara con ella ?" La duda lo carcomía, pero decidió esperar. Tenía que pensar bien sus próximos pasos. No solo estaba en juego su relación con Ismael, sino también su dignidad. Y Emanuel Ferreira no iba a dejar que nadie más jugara con él. Nunca más volvería a caer en su juego.La Trampa de Georgina Georgina López se miraba por quinta vez en el espejo del baño de la oficina, retocándose los labios con un carmín rojo que sabía que a Emanuel le gustaba . Había elegido un vestido ajustado negro , elegante, pero lo suficientemente provocativo como para captar su atención como lo venía haciendo desde que lo conoció . Había estado trabajando arduamente durante el último mes para engatusar lo ,le había costado mucho esfuerzo derribar las barreras de aquel hombre que parecía hecho de acero y piedra . Pero lo había logrado y se sentía orgullosa . Cada noche que pasaban juntos era una victoria para ella , un paso más cerca de tenerlo completamente rendido a sus pies. Él no se dejaba atrapar fácilmente, y eso lo hacía más interesante y se decidió a tenerlo cueste lo que cueste. Sin embargo, había algo extraño en él esa mañana. Llego tarde cosa que nunca hacía .Tenía un semblante decaído . Lo había notado desde que cruzó la puerta, su postura más rígida de l
Georgina se acomodó en su silla, sonriendo con una mezcla de satisfacción y diversión mientras tomaba un sorbo de su café. Había sido un día largo, pero el pensamiento de cómo había logrado su objetivo la hacía sentir una satisfacción que no podía ocultar. Su risa, suave y algo burlona, surgió sin previo aviso mientras recordaba el encuentro con Ismael. Todo había comenzado con una de sus “casualidades” cuidadosamente planeadas. Georgina había escuchado tantas veces hablar de él: su padre, el hombre con el que había tenido una breve pero fructífera relación, le había hablado sobre su hijo, su inteligencia y sus ambiciones. Ismael había heredado algo de la astucia de su padre, pero ella estaba decidida a demostrar que la juventud, sumada a la ingenuidad, podría ser mucho más manipulable. Y si el padre había caído, lo mismo ocurriría con el hijo. Aquella tarde, el plan estaba en marcha. Georgina se había vestido con un conjunto sencillo pero efectivo: algo que realzaba su figura sin p
Capitulo Los sentimientos de Ismael Ismael caminaba por el pasillo de la universidad con la cabeza llena de pensamientos. No podía dejar de pensar en Georgina. Desde aquel primer encuentro, cuando se cayó frente a él y él la levantó, algo en su interior había cambiado. No era solo su belleza, que era innegable, sino la forma en que ella lo hacía sentir. Georgina tenía una manera de mirar al mundo que lo cautivaba, una dulzura y una elegancia que parecía emanarse de su ser sin esfuerzo alguno. Era como si su presencia fuera una luz que iluminaba su día, y él, por alguna razón, se sentía atraído por ella de una manera que nunca había experimentado con nadie más. Pensaba en lo que le había contado aquella tarde en el parque, cuando se había abierto de una manera tan genuina. Había hablado de su ex, un tipo que no la había tratado como se merecía, y Ismael no pudo evitar sentirse molesto por eso. "¿Cómo es posible que alguien tan increíble como Georgina haya estado con alguien tan… im
Capitulo Un encuentro en el bar Emanuel salió de su oficina al anochecer, sintiendo que el peso del día lo aplastaba más que nunca. Las luces de la ciudad parecían demasiado brillantes para la oscuridad que llevaba dentro. Había tratado de concentrarse en el trabajo, de buscar distracciones, pero nada parecía calmar el torbellino en su cabeza Evitó a toda costa. así secretaria ,ya estaba pensando en que volvieran a su puesto habitual hasta que logrará sacarla de su vida .. Necesitaba hablar con alguien, desahogarse, y un nombre apareció en su mente y recordó a Verónica. No estaba seguro de por qué pensó en ella, pero algo en su manera de ser le había transmitido confianza desde el primer momento. Recordó su sonrisa cálida, su forma tranquila de hablar, como si cada palabra estuviera cuidadosamente elegida para apaciguar cualquier tormenta. Sin pensarlo mucho más, decidió dirigirse al bar donde sabía que la encontraría y así fue . Al entrar, el ambiente lo envolvió con su cálido
Emanuel y el peso de la verdad Emanuel abrió la puerta de su casa con el corazón oprimido. La conversación con Verónica en el bar lo había ayudado a aclarar sus pensamientos, pero no le había dado el valor necesario para enfrentarse a lo que venía. Al entrar, el aroma familiar del café recién hecho lo recibió, junto con el suave sonido de alguien moviéndose en la cocina. Cuando llegó al marco de la puerta, vio a Ismael sentado en la mesa, comiendo un sándwich. Su hijo se levantó al verlo y cruzó el espacio en dos zancadas, abrazándolo con fuerza. Emanuel sintió el calor de su abrazo y cerró los ojos, deseando que este momento de calma durara más de lo que probablemente podría durar . —Papá, ¿cómo estás? —dijo Ismael con entusiasmo, soltándolo y volviendo a sentarse. Emanuel se quedó de pie, observándolo. Había algo diferente en él, algo que no había notado antes. Su sonrisa era más amplia, sus ojos brillaban con una chispa que no veía desde hacía mucho tiempo. Ismael tomó un sorbo
El peso del futuroVerónica miraba a Carolina desde la mesa del comedor. El pequeño apartamento que compartían no era gran cosa, pero había sido su hogar desde que ella se separó del padre de Carolina. Ahora, mientras veía a su hija frente a sus libros, con el ceño fruncido y una preocupación evidente, sentía un nudo en el pecho.—¿Cómo vas con eso? —preguntó Verónica, rompiendo el silencio.Carolina levantó la mirada, sus ojos llenos de cansancio.—Bien, supongo… —respondió, aunque su tono no convencía. Cerró el libro de golpe y se pasó las manos por el cabello. —Mamá, ¿para qué seguir con esto si no voy a poder pagar la universidad?Verónica sintió un pinchazo en el corazón al escucharla. Sabía que su hija estaba pasando por un momento complicado, y la sola idea de que pudiera rendirse la aterrorizaba.—Caro, no digas eso —dijo con suavidad, pero firme. —Has trabajado demasiado para llegar hasta aquí.—¿Y para qué? —respondió Carolina, alzando un poco la voz. —Perdí el año pasado, m
La Noche Inolvidable de Ismael Ismael caminaba sin rumbo por los pasillos de la universidad con las luces iluminando sus pasos mientras su mente volvía a aquella noche inolvidable en el hotel. Era un recuerdo que guardaba con tanto cariño como intensidad. Todo había sucedido tan rápido, pero al mismo tiempo, sentía que había sido el momento más especial de su vida.Georgina… Desde el primer momento en que la conoció, ella había captado toda su atención. No era solo su belleza, que era evidente, sino algo más. Su forma de hablar, su manera de sonreír, la forma en que lo hacía sentir cuando estaba cerca de ella. Había algo en ella que lo atrapaba, algo que no podía explicar, pero que sabía que era único.Esa noche en el hotel había sido perfecta, casi como sacada de un sueño. Recordaba cada detalle: cómo ella había aceptado cenar con él, cómo habían terminado hablando durante horas, perdiéndose en una conversación que lo había hecho sentir más vivo que nunca.Cuando llegaron al hotel,
Poder y Desprecio Había logrado acercarse al joven en las últimas semanas, conquistando con la misma estrategia de seducción que había usado con su padre. Cueste lo que cueste, llegaré a ser la mujer del CEO —se dijo a sí misma esa noche, con una determinación inquebrantableA partir de ese momento, comenzó a acercarse al hijo de Emanuel. Usó su encanto juvenil, su inteligencia y su capacidad de adaptación para ganarse su confianza. Ismael, joven e impresionable, cayó rápidamente bajo su hechizo. Lo veía como un reto, un trofeo más que conquistar.Para Georgina, todo era un juego. Mientras Emanuel se resistía a entregarle el lugar que ella quería, Ismael la adoraba. Ambos eran herramientas, peones en un tablero que ella estaba manipulando con maestría.Georgina sabía que algunos la considerarían una villana, pero eso no le importaba. Ella no estaba dispuesta a conformarse con una vida ordinaria. Había trabajado demasiado para llegar a donde estaba, y no iba a permitir que nada ni na