Capítulo: "El Fin del Juego" La oficina de Emanuel estaba cargada de una tensión espesa, como si el aire mismo se hubiese convertido en un muro invisible que presionaba sobre ambos. Georgina, con la barbilla en alto y una sonrisa estudiada, avanzó hacia él con la misma seguridad de siempre. Pero Emanuel no era el mismo de antes. Algo en su mirada había cambiado. Ya no la miraba con deseo ni con fascinación. La veía con desprecio. —Emanuel, ¿por qué sigues evitando esto? —murmuró con su tono más seductor, rozándole el brazo con la punta de los dedos. Emanuel dio un paso atrás, su piel se erizó como si el contacto de Georgina fuera veneno. —Porque esto nunca debió empezar. Su voz fue fría, como una sentencia. Georgina parpadeó, confundida, como si no pudiera procesar el rechazo. —¿Qué estás diciendo? —su tono perdió algo de la dulzura manipuladora—. No te reconozco, Emanuel. Hace unas semanas estabas en mi cama y ahora actúas como si yo fuera una extraña. Emanuel sintió una arc
Capítulo: "El Final de la Máscara" El aire en la oficina era denso, cargado de una tensión sofocante. La sonrisa de Georgina, aquella que solía envolver a los hombres en su red, desapareció de golpe. Emanuel no apartó la vista de ella. La miraba con la misma frialdad con la que se observa a un depredador atrapado. Sabía que esta confrontación era inevitable, pero ahora, con Ismael detrás de la puerta, escuchándolo todo, no quedaban máscaras, no quedaban juegos. —Emanuel, no es lo que piensas… —comenzó a decir, su voz quebrándose al ver la firmeza en su expresión. Emanuel apenas inclinó la cabeza, sin apartar la mirada de ella. —No. Ya no me interesa lo que tengas que decir. —Su tono era gélido—. Se acabó. No vas a jugar más con ninguno de nosotros. Georgina entreabrió los labios, como si fuera a replicar, pero nada salió. Emanuel se giró, dejándola ahí, paralizada, mientras se alejaba hacia la ventana. El peso del asco y la furia acumulados parecía ahogarlo, pero se obligó a res
Capitulo 45 La Herida de un Hijo, la Culpa de un Padre El aire en el baño se sentía sofocante. Ismael apoyó la espalda contra la pared fría, pero ni siquiera el contacto con el azulejo helado lograba calmar el incendio en su pecho. Su corazón latía descontrolado, y el eco de las palabras de Georgina lo golpeaba como martillazos en la cabeza. "No estoy con tu hijo, fue un error… No significa nada para mí… Quise probarme a mí misma que podía con todo…" "No es como tú… Tuve que enseñarle…" Cada palabra era una puñalada, cada sílaba una traición más profunda. Se sentía sucio, usado, ridiculizado. Había sido un títere en sus manos, un juego de vanidad para una mujer que nunca lo amó. Lo que más dolía no era solo la burla, sino que su padre lo había sabido todo el tiempo y nunca le dijo nada. Respiró hondo, tratando de contener las lágrimas que ardían en sus ojos, pero no pudo. La traición de Georgina era como un ácido en su piel, pero la de su padre… la de su padre era algo peor. —¿Po
El Consuelo en la Tormenta Verónica no dijo nada más. Simplemente se sentó junto a Emanuel y, con un gesto instintivo, lo envolvió en un abrazo firme. Él, roto, quebrado por la culpa y el dolor, se dejó caer sobre ella. Apoyó la cabeza en sus piernas y cerró los ojos con fuerza, como si al hacerlo pudiera detener las lágrimas que seguían cayendo sin control. Su respiración era entrecortada, temblorosa. El hombre fuerte, el empresario intocable, el padre que siempre supo guiar, ahora era solo un hombre destrozado. Y Verónica, sin dudarlo, estuvo allí para sostenerlo. Sus dedos comenzaron a deslizarse por el cabello de Emanuel con una suavidad reconfortante, como si el simple contacto pudiera calmar la tormenta que se agitaba dentro de él. —Todo va a estar bien, Emanuel. —Su voz fue un susurro, un bálsamo en medio del caos—. Esto tenía que pasar, se lo dijeras cuando se lo dijeras a Ismael. Él se iba a enojar igual. Pero dale tiempo, va a entenderlo. Pero Emanuel negó con la cabeza
El dolor punzante en la cabeza fue lo primero que sintió al despertar. Georgina parpadeó varias veces, tratando de enfocar la vista en el techo blanco que se extendía sobre ella. Un lugar desconocido. Un vacío en su mente. Su cuerpo estaba entumecido, pesado, como si hubiera sido golpeada por un tren. Trató de moverse, pero una punzada de náusea la hizo detenerse. El hedor a alcohol aún impregnaba su piel. Giró el rostro y lo vio. Un hombre. No era Emanuel. No era Ismael. No era nadie que ella conociera. El pánico la golpeó como un puñetazo en el estómago. —¿Quién eres? —preguntó con voz entrecortada, abrazándose a sí misma, sintiendo la tela de una sábana que no reconocía. El hombre, con una sonrisa relajada y una expresión de satisfacción, se incorporó ligeramente sobre la cama. —Soy Diego —respondió con naturalidad, como si la conociera de toda la vida—. Nos conocimos anoche en el bar. Bebimos bastante. Lo pasamos bien. Georgina sintió que el mundo a su alrededor se desmoron
Capítulo: "El Silencio del Puerto" Ismael caminaba sin rumbo fijo, las calles se desdibujaban a su alrededor como sombras sin forma. El aire nocturno se filtraba en su piel, pero el frío no era nada comparado con el vacío que sentía en su interior. Todo en su vida había sido una mentira. Cada paso lo alejaba de la empresa, de la casa donde creció, del hombre que siempre admiró. Su padre. Emanuel Ferreira. El dolor que le oprimía el pecho no tenía comparación con nada que hubiera sentido antes. Había confiado en él más que en nadie. Había creído que, sin importar qué pasara, su padre siempre lo protegería, lo guiaría, le diría la verdad. Pero no. Emanuel lo había dejado caer, lo había dejado jugar un juego cruel sin advertirle que era solo un peón. Las luces de la ciudad parecían desvanecerse mientras sus pies lo llevaban sin pensar hasta el puerto. Siempre terminaba allí cuando todo se volvía insoportable. Se sentó en el borde de un muelle viejo, dejando que sus pies colgaran sob
Capítulo: "Refugio en la Tormenta" Emanuel despertó con los párpados pesados y el cuerpo tenso, como si cada músculo hubiera absorbido el agotamiento de su alma. El llanto, la rabia, la decepción... todo pesaba en su pecho como un yugo insoportable. Pero, por primera vez en mucho tiempo, había algo diferente. Algo cálido. Algo reconfortante. El primer sentido que cobró vida fue el tacto. Sus dedos rozaban una tela suave, cálida, y el aroma inconfundible de Verónica lo envolvía, una mezcla de lavanda y algo puramente ella. Su cabeza descansaba en su regazo, y, sin abrir los ojos, sintió el leve cosquilleo de sus dedos deslizándose por su cabello en una caricia rítmica y reconfortante. No quería moverse. Por un momento, por una fracción de segundo, se permitió olvidarlo todo. Se permitió solo existir en esa paz frágil, en ese refugio inesperado. Un susurro escapó de sus labios antes de que pudiera contenerlo: —Gracias... Verónica, sin dejar de acariciarlo, sintió su corazón latir
Capítulo: "Las Verdades, los Golpes y un Beso Robado" El amanecer bañaba la casa de Verónica con una luz tenue y dorada cuando el timbre sonó con insistencia. Gloria, aún con la bata puesta y el cabello enredado, gruñó con fastidio mientras se dirigía a la puerta. —¡Más te vale ser el cartero con un paquete de oro, porque si no…! —bufó mientras giraba el picaporte. Pero cuando vio quién estaba del otro lado, su humor se oscureció más que el café que tenía en la mano. —¿Qué haces acá, lacra? —soltó sin filtro, cruzando los brazos como una guardiana a punto de lanzar un hechizo letal. Diego, con su mejor cara de “padre arrepentido”, intentó sonreír. —Vengo a ver a mi hija. Gloria soltó una carcajada seca y burlona, llevándose una mano al pecho como si hubiera oído el mejor chiste del año. —¿Mi nieta? ¿Ahora te acuerdas que tienes una? —ladeó la cabeza con falsa sorpresa—. ¡Cinco años, Diego! Cinco años sin siquiera un mensajito de "feliz cumpleaños". ¿Y ahora vienes con la cara d