Al día siguiente August se entrevistó con Horace, el hombre que, junto a Abel Robinson, llevaba sus empresas. Era un hombre en sus cincuenta bien parecido, obsesionado por la limpieza, de carácter mucho más afable que el de su compañero, pero igual de eficiente en lo que se proponía. Había sido socio de su padre, y luego suyo. Cuando él tomó las riendas de los negocios, en vez de menospreciarlo por su edad, lo que hizo fue apoyarlo y guiarlo.
Apreciaba mucho a este hombre, y lo respetaba, pero no sabía bien cómo se comportaría con alguien con quien no tenía lazos de ningún tipo, ni era de su mismo estrato social. Sospechaba que no lo discriminaría, pero no estaría totalmente seguro de eso hasta experimentarlo en carne propia.
Lucía un traje, uno que había comprado esa misma mañana, y aunque no era ni la mitad de bueno que el
Los días se pasaron, y el invierno llegó a su fin, con sus lluvias, y uno que otro resfriado de los niños.En ese tiempo, habían salido con Heather y Raphael unas cuantas veces. A veces cenaban los unos en la casa de los otros, o se iban a algún restaurante. Era impresionante escuchar la historia de Heather, o, más bien, Samantha, pensaba August. Y ver que ese increíble milagro también se había producido en él lo llenaba de alegría, se sentía honrado, bendecido.Y hacía que amara más a Tess. Mientras que antes el universo parecía estar en contra de ellos, ahora todo era perfecto, las cosas estaban mejor que nunca.—¿Es difícil? —le preguntó Raphael en una de esas ocasiones, ofreciéndole una copa de vino de su reserva mientras Tess y Heather conversaban muy tranquilas en el sofá de su sala, y August lo miró
Sacudió su cabeza pensando que eso no tenía por qué preocuparla, pero se preguntó entonces cómo se sentía August, que había tenido que empezar de cero, lavando platos, y recibiendo órdenes de jefes tal vez no tan generosos, cuando en realidad siempre había sido alguien con mucho poder.Le habían quitado mucho, pensó con pesar.—Sabes, casi escucho tus pensamientos —sonrió él—. Piensas muy alto.—Ah, ¿sí? ¿Qué estoy pensando?—En que pasé de ser rico a pobre, que no debieron quitarme todo… eso piensas —ella esquivó su mirada—. Ya lo tengo todo —siguió él acercándose para abrazarla y besando su oreja—. Lo tengo todo contigo y los niños.—Que no somos más que una carga.—Una carga que llevamos entre los dos,
La casa estaba silenciosa… Más o menos. En el cuarto donde dormían los adultos había algo de ruido, ahogado por sábanas, colchón, almohadas o alguna mano. Era Tess bajo el cuerpo de August, preocupada porque uno de los niños se fuera a despertar si acaso dejaba salir tal como quería el grito de placer.—Sí —aprobó ella cuando la puso de espaldas contra él y la penetró de nuevo suavemente desde atrás, ella se apoyó en el colchón con sus codos para darle mejor acceso y disfrutaba cada embate, cada empujón, cada delicioso movimiento de él.Tal vez era porque había pasado poco tiempo desde que se reencontraran, pero la calidad del sexo no había menguado. Por el contrario, cada vez se ponía mejor; ahora el uno sabía lo que le gustaba al otro, sus puntos más sensibles, hasta dónde estaban dispuestos a lle
—Me hubiese gustado que mi abuela estuviese conmigo en mi boda —dijo Tess con melancolía, desnuda en la cama con su marido, agotados no sólo por las actividades que acababan de tener, sino por todos los días pasados. Habían organizado una boda en menos de nada, y ya a ninguno les quedaban energías.Georgina les había propuesto ir temprano por los niños, y darles a los recién casados un poco de privacidad, ya que no podrían irse de viaje, al menos, por ahora.August, al oír a su esposa, se sentó en la cama y la miró. Cuánto había cambiado su cuerpo, pensó Tess. Ahora todo su torso era plano, magro, musculoso. Y era porque le dedicaba tiempo; Por las mañanas salía a correr, y si alguno de los niños lo pillaba antes de irse, se iba con él. Casi siempre regresaba con el chiquillo en sus hombros.O a veces, en
—Me sorprendió muchísimo —dijo Felicity—, pero cobró mucho sentido cuando lo plantearon de esa manera. Yo, aunque no era muy cercana a Simon, lo conocía bastante bien. Me habría enterado si él hubiese estado buscando un hijo perdido, pero hasta el día de su muerte, nunca mencionó nada. Pero bueno… pensé que cosas así sólo se las compartiría a su hermano…—Pero —intervino August— si Aaron de verdad quería que encontraran a ese niño, ¿por qué mintió? —Abel meneó su cabeza negando.—No puedo hablar por él, nos preguntamos lo mismo por mucho tiempo. Mintió… haciendo casi imposible la tarea. Adam murió con la creencia de que era su primo a quien buscaba…—Tal vez no creyó que fuera a ser tan difícil —siguió Horace&m
—Yo… Necesito un momento a solas con mi esposo —anunció Tess poniéndose en pie luego de haber escuchado la noticia más impactante de su vida, sólo superada por el conocimiento de que Adam estaba en el cuerpo de su ex marido. Los hombres la imitaron poniéndose en pie también, y Felicity la miró un poco preocupada—. Estoy bien, es sólo que…—Te entendemos —le dijo Felicity. Tess no dijo nada, sólo miró a August de manera significativa y él asintió siguiéndola a la salida de la sala de juntas.—Pueden hablar en mi despacho —sugirió Horace, y Tess asintió tomándole la mano a August, y desapareciendo tras la puerta. Una vez allí, se abrazaron, y Tess volvió a llorar.Ninguno dijo nada por largo rato, sólo estuvieron allí, sorprendidos, tremendamente sorprendidos, sin poder a
Profundizó su beso y le rodeó los hombros con sus brazos. ¿Era sano amar así? ¿Tan fuertemente? Él terminó el beso y la abrazó, y Tess tuvo que aterrizar. Estaban en el despacho de Horace, y los esperaban al otro lado de la puerta.No podía negar que se sentía nerviosa, pero no estaba asustada. Con August a su lado, podría enfrentar lo que le esperaba al otro lado, y por el resto de su vida. Además… esto sólo era una devolución. No era capaz de verlo de otra forma, a Adam le estaban devolviendo todo lo que una vez tuvo, sólo que en el cuerpo de August. Ella sólo estaba siendo el medio.—Entonces… —preguntó él—. ¿Aceptarás? —Tess suspiró.—Qué suplicio tener que aceptar miles de millones de dólares.—Te compadezco tanto. La vida a veces es tan cruel
La noticia de que Tess era la heredera de los Ellington impactó mucho a todos. Esa misma noche, Tess reunió a sus amigos, que básicamente se trataba de la familia Calahan, y les anunciaron el gran descubrimiento de aquella mañana. Georgina no había podido salir de su asombro, y corrió a ella para abrazarla, y casi lloró diciéndole que se alegraba por ella, y por Adam, su viejo amigo.—No puedo creer que yo haya ayudado a que tuvieran una cita. No pasó nada esa vez, ¿verdad? —Tess se echó a reír.—No, recuerda que te conté que la cita había salido horrible.—No puedo creer que ahora sienta alivio por eso —Tess volvió a sonreír.—La fortuna quedó en familia, entonces —comentó Phillip repartiendo copas de champaña—. Bienvenida al podrido mundo de los ricos, Tess.—Oh,