—Yo… Necesito un momento a solas con mi esposo —anunció Tess poniéndose en pie luego de haber escuchado la noticia más impactante de su vida, sólo superada por el conocimiento de que Adam estaba en el cuerpo de su ex marido. Los hombres la imitaron poniéndose en pie también, y Felicity la miró un poco preocupada—. Estoy bien, es sólo que…
—Te entendemos —le dijo Felicity. Tess no dijo nada, sólo miró a August de manera significativa y él asintió siguiéndola a la salida de la sala de juntas.
—Pueden hablar en mi despacho —sugirió Horace, y Tess asintió tomándole la mano a August, y desapareciendo tras la puerta. Una vez allí, se abrazaron, y Tess volvió a llorar.
Ninguno dijo nada por largo rato, sólo estuvieron allí, sorprendidos, tremendamente sorprendidos, sin poder a
Profundizó su beso y le rodeó los hombros con sus brazos. ¿Era sano amar así? ¿Tan fuertemente? Él terminó el beso y la abrazó, y Tess tuvo que aterrizar. Estaban en el despacho de Horace, y los esperaban al otro lado de la puerta.No podía negar que se sentía nerviosa, pero no estaba asustada. Con August a su lado, podría enfrentar lo que le esperaba al otro lado, y por el resto de su vida. Además… esto sólo era una devolución. No era capaz de verlo de otra forma, a Adam le estaban devolviendo todo lo que una vez tuvo, sólo que en el cuerpo de August. Ella sólo estaba siendo el medio.—Entonces… —preguntó él—. ¿Aceptarás? —Tess suspiró.—Qué suplicio tener que aceptar miles de millones de dólares.—Te compadezco tanto. La vida a veces es tan cruel
La noticia de que Tess era la heredera de los Ellington impactó mucho a todos. Esa misma noche, Tess reunió a sus amigos, que básicamente se trataba de la familia Calahan, y les anunciaron el gran descubrimiento de aquella mañana. Georgina no había podido salir de su asombro, y corrió a ella para abrazarla, y casi lloró diciéndole que se alegraba por ella, y por Adam, su viejo amigo.—No puedo creer que yo haya ayudado a que tuvieran una cita. No pasó nada esa vez, ¿verdad? —Tess se echó a reír.—No, recuerda que te conté que la cita había salido horrible.—No puedo creer que ahora sienta alivio por eso —Tess volvió a sonreír.—La fortuna quedó en familia, entonces —comentó Phillip repartiendo copas de champaña—. Bienvenida al podrido mundo de los ricos, Tess.—Oh,
A pesar de no tener viaje de luna de miel, Tess sí pidió un par de días en el trabajo para disfrutarlos con su marido. Sin embargo, cuando volvió, no fue para reincorporarse a sus labores, sino para anunciarle a su jefa que ya no podría seguir trabajando.—¿Qué? —exclamó Amelia mirándola con absoluto terror— ¿Qué me estás diciendo? —Tess abrió grandes sus ojos al ver su expresión. Amelia era una mujer guapa, con sólo treinta y seis años, y soltera. Según algunos, tenía demasiado… vigor… Era el tipo de mujer que intimidaba a los hombres, hasta a los más exitosos. Intentó intimidarla a ella en el principio, pero tal vez en un punto se dio cuenta de que Tess no era una amenaza, porque su trato se suavizó con el paso de los días. Se había ganado su confianza, y aunque no eran í
August, a pesar de haber dicho que se alegraba de no tener que ir a las oficinas, iba a diario. Al principio, Abel y Horace lo miraban un poco molestos porque él insistía en leer documentos, asistir a juntas importantes, y realizar entrevistas. A pesar de que no podía hacer cambios importantes, vigiló el funcionamiento de todo y así fue conociendo al nuevo personal.Aquí todo funcionaba bastante bien, recordó. El problema estaba en los mandos medios, y allá se fue para conocer al personal. Afortunadamente, allí sólo necesitaba decir que era uno de los socios para que se le tratara con deferencia, y así fue entrevistando de uno en uno a todos, y recordó nombres y caras que le fueron mencionadas mientras fue un simple lavaplatos. Había algunos que abusaban de su poder, o intentaban aprovecharse de las necesidades del otro para su conveniencia, o de las jovencitas; impon&iacu
—¿Es cierto que eres amigo de Phillip Calahan? —le preguntó Horace a August, temprano por la mañana. No habían asistido al cumpleaños de Eugene Whittington, pero sí que habían oído lo que había sucedido ahí. Estaban en la sala de juntas, y Abel simulaba leer unos documentos, pero en realidad estaba atento a la conversación.—Sí —contestó August.—¿Desde cuándo? —él elevó una ceja.—¿Por qué les interesa?—Y de los Branagan… ¿también eres amigo? —August suspiró.—Sí.—¿Qué tan cercanos?—Íntimos.—Oh… —August los miró fijamente por largo rato. Horace parecía incómodo por algo, pero August no interrumpió sus cavilaciones—
El fin de semana pasó rápido, y pronto Tess se acostumbró a su nueva rutina. Como ya no trabajaba, tenía mucho tiempo libre, y con Heather conversaba acerca de lo que debería hacer ahora, en qué debía invertir su tiempo y sus energías.—Tienes tres hijos pequeños —le decía Heather—. ¿Con eso no es más que suficiente?—¿Me aconsejas quedarme en casa?—No para siempre —contestó Heather—, pero, cualquier cosa que decidas, no te olvides de disfrutarlos ahora que son niños—. Ella tenía razón, pensó Tess, así que lo conversó con August, y él se mostró de acuerdo. Si iba a ocuparse, no debía ser algo que le tomara todo el día. No quería llegar a vieja y lamentarse de no haber disfrutado la niñez de sus hijos.Y disfrutar a August, pensa
—August, este es Carl Bergman, el abogado que se encargará de tu caso —dijo Raphael Branagan presentando a un hombre de mediana edad, quien de inmediato le extendió su mano a August y se la apretó con firmeza y seguridad. August lo miró fijamente y le mostró el asiento para que se sentara, y Carl lo hizo poniendo su maletín sobre la mesa del café de delante.Estaban en su casa, August había contactado a Raphael para usar sus influencias, ya que las suyas eran nulas, y atraer al mejor abogado penalista posible. Raphael también había hablado de contactar a un investigador privado, y admitió conocer a uno muy bueno. Ya estaba en Rochester haciendo su trabajo.Tess, que estaba allí con ellos muy atenta, no podía evitar sentirse nerviosa. De esto dependía el futuro de su familia. Si acaso August, el antiguo August en verdad era culpable de asesinato, ellos no tendr&
Los días se pasaron, y pronto tuvieron noticias de Jed Smith, el investigador privado recomendado por Raphael. Definitivamente, no podía haber sido August quien enterrara a la chica, si la fecha en que ella fue vista por última vez coincidía con la que él había ingresado en la clínica.—Un respiro —suspiró Tess al oírlo.—Pero que no la haya enterrado, no significa que no la haya asesinado —insistió August, dispuesto a llegar al fondo. Jed, que estaba al teléfono, contestó:—No, pero reduce las posibilidades. Te hace más otra víctima que un victimario. Es decir, es altamente probable que hayan estado juntos esa noche. Según la Clínica Mayo, entraste con una herida en el abdomen, profunda y delicada, y tenías en tu cuerpo signos de lucha, como nudillos rotos, golpes en el rostro y otras partes del cuerp