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La casa estaba silenciosa… Más o menos. En el cuarto donde dormían los adultos había algo de ruido, ahogado por sábanas, colchón, almohadas o alguna mano. Era Tess bajo el cuerpo de August, preocupada porque uno de los niños se fuera a despertar si acaso dejaba salir tal como quería el grito de placer.

—Sí —aprobó ella cuando la puso de espaldas contra él y la penetró de nuevo suavemente desde atrás, ella se apoyó en el colchón con sus codos para darle mejor acceso y disfrutaba cada embate, cada empujón, cada delicioso movimiento de él.

Tal vez era porque había pasado poco tiempo desde que se reencontraran, pero la calidad del sexo no había menguado. Por el contrario, cada vez se ponía mejor; ahora el uno sabía lo que le gustaba al otro, sus puntos más sensibles, hasta dónde estaban dispuestos a lle

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