La casa estaba silenciosa… Más o menos. En el cuarto donde dormían los adultos había algo de ruido, ahogado por sábanas, colchón, almohadas o alguna mano. Era Tess bajo el cuerpo de August, preocupada porque uno de los niños se fuera a despertar si acaso dejaba salir tal como quería el grito de placer.
—Sí —aprobó ella cuando la puso de espaldas contra él y la penetró de nuevo suavemente desde atrás, ella se apoyó en el colchón con sus codos para darle mejor acceso y disfrutaba cada embate, cada empujón, cada delicioso movimiento de él.
Tal vez era porque había pasado poco tiempo desde que se reencontraran, pero la calidad del sexo no había menguado. Por el contrario, cada vez se ponía mejor; ahora el uno sabía lo que le gustaba al otro, sus puntos más sensibles, hasta dónde estaban dispuestos a lle
—Me hubiese gustado que mi abuela estuviese conmigo en mi boda —dijo Tess con melancolía, desnuda en la cama con su marido, agotados no sólo por las actividades que acababan de tener, sino por todos los días pasados. Habían organizado una boda en menos de nada, y ya a ninguno les quedaban energías.Georgina les había propuesto ir temprano por los niños, y darles a los recién casados un poco de privacidad, ya que no podrían irse de viaje, al menos, por ahora.August, al oír a su esposa, se sentó en la cama y la miró. Cuánto había cambiado su cuerpo, pensó Tess. Ahora todo su torso era plano, magro, musculoso. Y era porque le dedicaba tiempo; Por las mañanas salía a correr, y si alguno de los niños lo pillaba antes de irse, se iba con él. Casi siempre regresaba con el chiquillo en sus hombros.O a veces, en
—Me sorprendió muchísimo —dijo Felicity—, pero cobró mucho sentido cuando lo plantearon de esa manera. Yo, aunque no era muy cercana a Simon, lo conocía bastante bien. Me habría enterado si él hubiese estado buscando un hijo perdido, pero hasta el día de su muerte, nunca mencionó nada. Pero bueno… pensé que cosas así sólo se las compartiría a su hermano…—Pero —intervino August— si Aaron de verdad quería que encontraran a ese niño, ¿por qué mintió? —Abel meneó su cabeza negando.—No puedo hablar por él, nos preguntamos lo mismo por mucho tiempo. Mintió… haciendo casi imposible la tarea. Adam murió con la creencia de que era su primo a quien buscaba…—Tal vez no creyó que fuera a ser tan difícil —siguió Horace&m
—Yo… Necesito un momento a solas con mi esposo —anunció Tess poniéndose en pie luego de haber escuchado la noticia más impactante de su vida, sólo superada por el conocimiento de que Adam estaba en el cuerpo de su ex marido. Los hombres la imitaron poniéndose en pie también, y Felicity la miró un poco preocupada—. Estoy bien, es sólo que…—Te entendemos —le dijo Felicity. Tess no dijo nada, sólo miró a August de manera significativa y él asintió siguiéndola a la salida de la sala de juntas.—Pueden hablar en mi despacho —sugirió Horace, y Tess asintió tomándole la mano a August, y desapareciendo tras la puerta. Una vez allí, se abrazaron, y Tess volvió a llorar.Ninguno dijo nada por largo rato, sólo estuvieron allí, sorprendidos, tremendamente sorprendidos, sin poder a
Profundizó su beso y le rodeó los hombros con sus brazos. ¿Era sano amar así? ¿Tan fuertemente? Él terminó el beso y la abrazó, y Tess tuvo que aterrizar. Estaban en el despacho de Horace, y los esperaban al otro lado de la puerta.No podía negar que se sentía nerviosa, pero no estaba asustada. Con August a su lado, podría enfrentar lo que le esperaba al otro lado, y por el resto de su vida. Además… esto sólo era una devolución. No era capaz de verlo de otra forma, a Adam le estaban devolviendo todo lo que una vez tuvo, sólo que en el cuerpo de August. Ella sólo estaba siendo el medio.—Entonces… —preguntó él—. ¿Aceptarás? —Tess suspiró.—Qué suplicio tener que aceptar miles de millones de dólares.—Te compadezco tanto. La vida a veces es tan cruel
La noticia de que Tess era la heredera de los Ellington impactó mucho a todos. Esa misma noche, Tess reunió a sus amigos, que básicamente se trataba de la familia Calahan, y les anunciaron el gran descubrimiento de aquella mañana. Georgina no había podido salir de su asombro, y corrió a ella para abrazarla, y casi lloró diciéndole que se alegraba por ella, y por Adam, su viejo amigo.—No puedo creer que yo haya ayudado a que tuvieran una cita. No pasó nada esa vez, ¿verdad? —Tess se echó a reír.—No, recuerda que te conté que la cita había salido horrible.—No puedo creer que ahora sienta alivio por eso —Tess volvió a sonreír.—La fortuna quedó en familia, entonces —comentó Phillip repartiendo copas de champaña—. Bienvenida al podrido mundo de los ricos, Tess.—Oh,
A pesar de no tener viaje de luna de miel, Tess sí pidió un par de días en el trabajo para disfrutarlos con su marido. Sin embargo, cuando volvió, no fue para reincorporarse a sus labores, sino para anunciarle a su jefa que ya no podría seguir trabajando.—¿Qué? —exclamó Amelia mirándola con absoluto terror— ¿Qué me estás diciendo? —Tess abrió grandes sus ojos al ver su expresión. Amelia era una mujer guapa, con sólo treinta y seis años, y soltera. Según algunos, tenía demasiado… vigor… Era el tipo de mujer que intimidaba a los hombres, hasta a los más exitosos. Intentó intimidarla a ella en el principio, pero tal vez en un punto se dio cuenta de que Tess no era una amenaza, porque su trato se suavizó con el paso de los días. Se había ganado su confianza, y aunque no eran í
August, a pesar de haber dicho que se alegraba de no tener que ir a las oficinas, iba a diario. Al principio, Abel y Horace lo miraban un poco molestos porque él insistía en leer documentos, asistir a juntas importantes, y realizar entrevistas. A pesar de que no podía hacer cambios importantes, vigiló el funcionamiento de todo y así fue conociendo al nuevo personal.Aquí todo funcionaba bastante bien, recordó. El problema estaba en los mandos medios, y allá se fue para conocer al personal. Afortunadamente, allí sólo necesitaba decir que era uno de los socios para que se le tratara con deferencia, y así fue entrevistando de uno en uno a todos, y recordó nombres y caras que le fueron mencionadas mientras fue un simple lavaplatos. Había algunos que abusaban de su poder, o intentaban aprovecharse de las necesidades del otro para su conveniencia, o de las jovencitas; impon&iacu
—¿Es cierto que eres amigo de Phillip Calahan? —le preguntó Horace a August, temprano por la mañana. No habían asistido al cumpleaños de Eugene Whittington, pero sí que habían oído lo que había sucedido ahí. Estaban en la sala de juntas, y Abel simulaba leer unos documentos, pero en realidad estaba atento a la conversación.—Sí —contestó August.—¿Desde cuándo? —él elevó una ceja.—¿Por qué les interesa?—Y de los Branagan… ¿también eres amigo? —August suspiró.—Sí.—¿Qué tan cercanos?—Íntimos.—Oh… —August los miró fijamente por largo rato. Horace parecía incómodo por algo, pero August no interrumpió sus cavilaciones—