Alina
Tres semanas más tarde, mi familia y yo salimos del hospital y subimos al taxi que nos llevará de regreso a casa. Por suerte, las heridas de mi padre no fueron tan graves como se pensaba, y después de la operación y la recuperación, hoy por fin lo llevaremos a casa.
Estos últimos días he trabajado sin descanso, he duplicado turnos en la cafetería y hasta he hecho labores que no me corresponden con tal de ganar un poco más de dinero. Además, hablé con el arrendatario del departamento y conseguí una prórroga por dos meses más, todo para poder reunir el dinero que mi padre debe a esos hombres y poder deshacernos de ellos. Aún debo cuidar de su nieta durante las tardes, pero no me importa, con tal de salir de nuestros problemas de una vez por todas.
—Mira papá —digo con alegría al hombre, una vez que hemos comido y descansado. Mi padre se encuentra en el sofá frente a la televisión, mientras que yo le muestro el dinero que, con tanto esfuerzo, he logrado reunir en estas últimas semanas—. Supongo que es suficiente para saldar tu cuenta con esos malditos. —Tan solo de mencionarlos mi gesto se frunce—. Con lo que sobre, podemos suplir algunos de los muebles que dañaron ese día, por la renta no te preocupes, ya hablé con don…
—Ay hija, esto no alcanza ni para cubrir los intereses de mi deuda —dice guardando el dinero en su ropa—, pero supongo que de algo servirá.
—¿C-cuánto es lo que debes, entonces? —pregunto con nerviosismo al ver que todo mi esfuerzo no ha sido suficiente.
—Mucho más de lo que ganarías en esa cafetería durante tres años de trabajo.
—¡¿Qué?! —cuestiono con horror—. ¿Cómo fue que llegaste a deberles tanto dinero, papá? No puedo creer que hayas sido capaz de endeudarte así, solo para poder beber unas cuantas botellas de alcohol.
—No fue solo eso, Alina, pero no te preocupes, tengo todo bajo control —murmura tranquilamente y, por alguna razón, temo preguntar cuáles son sus planes.
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—¡¿Cómo pudiste hacerle eso a tu propia hija?! —Escucho los gritos de mi abuela cuando estoy por salir rumbo a la cafetería.
—Ella tiene que hacer el sacrificio por la familia, ¿qué querías que hiciera? Esos hombres no están jugando, ¿no lo entiendes? ¡No hay otra opción!
—¡Por supuesto que la hay! —contraataca mi nona—. Siempre hay otra opción que no sea el vender a tu única hija a un burdel de mala muerte.
«¡¿Qué?! ¿mi padre me vendió a un burdel?»
—Vivirá bien ahí, es un trabajo como cualquier otro.
De pronto, todos mis sueños se derrumban ante mis ojos al escuchar las palabras de mi padre. Siento que el corazón se me rompe en mil pedazos al imaginarme entregando mi cuerpo a dios sabe cuántos hombres, para que hagan con él lo que sus sucias fantasías anhelen. Esto no me puede estar pasando a mí, no después de todo el sacrificio que ya he tenido que hacer por sacar adelante a esta familia.
—Ya está hecho —asegura mi padre cortando toda discusión—. Por la noche vendrán por ella y no hay más que hablar.
Termino de derrumbarme en el suelo, dejando fluir el llanto que sacude mi cuerpo ante el sentimiento de lo inevitable, pero me obligo a levantarme rápidamente cuando mi abuela cae desmayada en el piso y el temor de verla inconsciente me hace olvidar mi desgracia.
—¡¡Nona!!
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—La señora sufrió un infarto —me informa el doctor al salir de la habitación de hospital donde mi abuela se encuentra—, logramos estabilizarla, pero me temo que su corazón ha quedado muy débil, debemos mantenerla bajo observación y lo más probable es que requiera quedarse por un tiempo en el hospital.
«Lo que faltaba, ¿de dónde voy a sacar ahora para pagar todos estos gastos?»
Siento que ya no puedo con tanto, cada vez me hundo más y más sin poder ver una salida a tanta desgracia.
—Doctor, yo no puedo pagar un tratamiento tan largo y costoso —digo avergonzada y con el alma en un hilo.
—Lo siento, señorita, pero, si su abuela sale de aquí ahora mismo, lo más probable es que no llegue con vida a su casa.
El suelo se derrumba bajo mis pies con cada palabra que dice el médico, cuando habla de todo lo que deben hacerle a mi nona, los medicamentos que necesitará, y las terapias que requiere.
Regreso a casa al oscurecer, después de asegurarme de que mi abuela se encuentra fuera de peligro.
Después de meditarlo durante todo el día, he tomado la decisión de ir a hablar con el dueño de ese tal burdel; algo debe poder hacerse, no es posible que mi padre haya negociado a mis espaldas, cuando soy mayor de edad y tengo todo el derecho de decidir sobre mi vida.
Llego al sitio de mala muerte, después de obligar a mi padre a darme la dirección, y pido que me lleven con el dueño.
Un hombre intimidante me recibe del otro lado del escritorio cuando entro a la lujosa oficina. Su mirada recorre mi cuerpo con lascivia, provocándome náuseas de inmediato.
—¿Tú eres nuestra nueva adquisición?, gracias por ahorrarme el trabajo de ir a tu casa.
—Vengo a negociar con usted —le informo tratando de mostrar seguridad.
—¿Negociar? ¿qué puedes ofrecerme, a parte de ese rico cuerpecito que tienes?
—P-puedo trabajar aquí —propongo tartamudeando—. En otra área. Puedo hacer limpieza, ayudar a las otras chicas en lo que necesiten, yo…
La carcajada que profiere me cala los huesos, y me hace sentir ridícula de un momento a otro. Su mirada se vuelve seria de pronto y llama a los hombres que entran sujetándome por los brazos:
—No me hagas reír, niña —espeta—. Tu cuerpo está siendo subastado ahora mismo en el burdel y, probablemente ya haya un ganador.
—Pero… déjenme hablar, no me pueden vender como si fuese un objeto sin valor…
—Claro que tienes valor, pregúntale a tu padre quien cobró una fortuna por ti.
—¡Espere!
—¡Llevensela! —ordena a sus hombres—. Es tarde y el ganador debe de estar esperando su premio.
—Suelten inmediatamente a la joven si no quieren perder sus asquerosas manos. —Una hermosa y ronca voz masculina ordena a mis espaldas, haciendo palidecer a los hombres que me sueltan como si mi tacto les quemara.
Me volteo para mirar al hombre que ha llegado como un ángel a rescatarme, y lo que veo me deja perpleja ante la belleza y poderío que su sola presencia desprende.
—S-señor, ¿Q-qué hace aquí? —pregunta trastabillando el dueño del burdel.
—Vengo por lo que me pertenece —informa, dejándome aún más confundida, sin embargo, nada puede ser peor que prostituir mi cuerpo, así que agradezco al desconocido y la esperanza brilla en mi interior, al darme cuenta de que no todo se encuentra perdido.
Alina Fiore El hombre misterioso me observa de una manera que me cala los huesos y me hace sentir extraña, indefensa y desnuda ante su escrutinio. No puedo evitar fijarme en lo apuesto que es, sin embargo, un aura oscura lo envuelve como una sombra que parece eclipsar su personalidad; como si ocultara algo dentro de la apariencia de poder que demuestra. —¡Llévensela! —ordena a sus hombres y me sacan del lugar a trompicones. El dueño del burdel no dice más, lo que me hace darme cuenta de la autoridad que mi héroe misterioso tiene sobre él. —Muchas gracias, señor —murmuro al hombre que camina unos pasos más adelante. —No agradezcas aún —responde saliendo del edificio y subiendo a la lujosa limusina negra donde me obligan a entrar también. Me siento abrumada inmediatamente y me quedo muy quieta en mi lugar, por el temor de dañar algo. El sujeto se encuentra justo al frente de mí y aprovecho el tiempo que se mantiene entretenido en su teléfono móvil, para detallarlo sin que pueda so
Alina Fiore —Es mi última advertencia, preciosa. O aceptas el trato que amablemente te ofrezco, o regresas a vender tu lindo cuerpo al mejor postor como estuviste a punto de hacerlo. Recuerdo lo horrible y sucia que me sentí al entrar al burdel y encontrarme ante las miradas lascivas de todos los hombres ahí, y me estremezco ante la posibilidad de regresar a ese lugar. » Piénsalo —reitera—. Te doy esta noche para tomar una decisión. Intento tranquilizarme y pensar con claridad en una manera más inteligente de salir de aquí; estos hombres no se andan con juegos y seguramente no dudarán en clavarme un tiro en la cabeza si hago cualquier movimiento en falso. Finjo estar de acuerdo y cuando salimos de la oficina, trato de recordar el camino por donde llegamos. «Sala de estar, escaleras, pasillo, vuelta a la derecha, tercera puerta a la izquierda» —Chiara te llevará a una habitación de huéspedes por esta noche, si necesitas algo, pídeselo a ella. «¿Qué? ¿Se supone que pase la noche
Luka ProvenzanoRemuevo el whisky en mi vaso, reflexionando cómo es que me metí en este maldito embrollo. Mi cabeza parece querer reventarse del dolor, gracias al atrevimiento de la maldita pelirroja que fue capaz de golpearme. Si tan solo hubiese estado conmigo uno de mis guardias, la historia sería muy diferente, pues, de seguro me hubiera convertido en viudo, antes de siquiera haberme casado con la joven.«Pero qué tamaño de ovarios para atreverse a tocar al futuro líder de la mafia»Sonrío negando con mi cabeza dolorida, al pensar en la pequeña bruja de ojos castaños que tuvo el valor de desafiarme en mis propios terrenos. Hay que admitir que tiene coraje.Unos golpes en la puerta de mi oficina me sacan de mis pensamientos, y digo a Chiara que pase con el analgésico que antes le pedí. El dolor no ha disminuido en absoluto en el transcurso de las tres horas que han pasado desde que fui agredido por esa salvaje.—Señor, la chica se niega a cenar —me informa la mujer con angustia en
Alina Dos días han pasado entre los preparativos para mi supuesta boda. La prueba del vestido es en lo único en lo que se me ha involucrado, de todo lo demás se han encargado las organizadoras que Chiara contrató para agilizar el dichoso evento que se llevará a cabo hoy.Los nervios me invaden ante lo desconocido. Jamás me imaginé que el día de mi boda sería así; sin mi familia, sin Lola… sin amor.La nostalgia me hace derramar lágrimas amargas que debo ocultar rápidamente, antes de que la maquillista que trabaja en mi rostro deba volver a regañarme por arruinar su “obra de arte”, y debo fingir que mi estado se debe a la enorme felicidad que siento por el gran día en el que cambiará mi vida… para bien, o para mal… eso aún no lo sé.Miro mi aspecto frente al espejo, y debo reprimir el sollozo que amenaza con sacudirme el pecho ante mi propia imagen. Me veo hermosa, siendo sincera; qué lástima que nadie apreciará mi belleza como podrían hacerlo las personas que en verdad me quieren.«C
Alina—Espero que sigan disfrutando de la velada. Mi amada esposa y yo ya debemos retirarnos, nos urge llegar a casa, como podrán imaginarse —habla mi nuevo esposo delante de todos los invitados a nuestra boda, haciéndolos reír por su comentario de mal gusto. Su mano envuelve la mía y da un pequeño apretón, recordándome que debo actuar como una esposa enamorada; pues, de lo contrario, habrá consecuencias, así que me obligo a sonreírle y estiro mi rostro hacia él, invitándolo a besar mis labios.Luka entiende la indirecta y acepta, dejando un rápido beso sobre mi boca, para luego abrazarme con aparente ternura, provocando los suspiros de parte de la multitud que se creen por completo nuestro cuento de amor.«Es tan convincente, que incluso yo me lo creería»—Te amo, mi amor —pronuncia delante de todos.—No tanto como yo, mi cielo.—¡Vivan los novios! —Se escucha entre los presentes y la ovación se extiende por todo el salón, seguida por los aplausos, mientras Luka y yo salimos del saló
SALVADA POR LA MAFIACAPÍTULO 5. PIEZA DE AJEDREZAlinaLlego al hospital después de haber realizado hazaña tras hazaña para poder salir de la casa sin que nadie se diera cuenta y debo darme prisa si quiero que eso siga siendo así.—Buenas noches —digo a la recepcionista, rogando a dios por que no haya problema por la hora y me permita pasar a ver a mi abuela.—Buenas noches, señorita. Lo siento, pero ya no son horas de visita, puede regresar mañana temprano…—Lo entiendo, pero, estoy buscando la habitación de mi abuela, la señora María Rossi —le explico esperando que tenga un poco de compasión—. Hace unos días estuvo en cuidados intensivos debido a problemas en el corazón…—¿María Rossi? —pregunta con nerviosismo—. Por supuesto, no hay problema. —Cambia de parecer en cuanto a la hora de visita, lo que me hace pensar que mi querido esposo tiene influencias también en el hospital—. La señora Rossi se encuentra en la habitación 601, puede pasar. —concluye con una sonrisa tímida.—Muchas
LukaEl edificio de seis plantas operado por La Camorra se vislumbra entre las ruinas del territorio abandonado sobre el muelle 54 en el Hudson. Las camionetas donde viajan mis mejores hombres se acercan con sigilo al lugar, siguiendo el plan que he diseñado para llevar a cabo el rescate de Alina, esperando llegar antes de que se atrevan a dañarla, pues, de lo contrario, mi furia arderá como lo hizo troya y no habrá lugar en el mundo que pueda esconder a la arpía de Roxanne, quien me ha metido en esta situación sin medir las consecuencias.A estas alturas, ya deben de haber escuchado el sonido del helicóptero en el que aterrizo sobre la azotea de la construcción, y bajo cuando la lluvia de disparos comienza a sonar, dándome la señal que necesito para entrar en búsqueda de mi esposa.Disparo a la cerradura de la puerta externa que me da acceso al sexto piso del edificio y golpeo al hombre que se encuentra resguardando la zona, dejándolo noqueado en el piso. Lo último que deseo es matar
LukaMe remuevo sobre la cama de manera incómoda después de una semana de mal dormir, pues simplemente no me acostumbro a otra cama que no sea la de mi habitación. Estiro mi cuerpo haciendo crujir mi columna y me levanto con pereza dispuesto a comenzar un nuevo día. Debo presentarme temprano en el cuartel, ya que hoy llegan los materiales que necesitamos para comenzar a armar el nuevo cargamento de artillería que exportaremos a los principales países del mundo.Mi tío se ha vuelto un dolor en el trasero después de la muerte de mi padre, lo que solo me confirma la sed de poder que siempre ha tenido, y que hoy está satisfaciendo al ser el encargado temporal de los negocios de mi padre; por ello, debo mantenerme más atento y presente que nunca, pues no confío del todo en él y no quiero encontrarme con sorpresas cuando por fin retome el cargo como líder.Me preparo como siempre; tomo una ducha fría, a pesar del invierno que azota la ciudad, el agua fría siempre me ayuda a despertar por co