Luka Provenzano
Remuevo el whisky en mi vaso, reflexionando cómo es que me metí en este maldito embrollo. Mi cabeza parece querer reventarse del dolor, gracias al atrevimiento de la m*****a pelirroja que fue capaz de golpearme. Si tan solo hubiese estado conmigo uno de mis guardias, la historia sería muy diferente, pues, de seguro me hubiera convertido en viudo, antes de siquiera haberme casado con la joven.
«Pero qué tamaño de ovarios para atreverse a tocar al futuro líder de la mafia»
Sonrío negando con mi cabeza dolorida, al pensar en la pequeña bruja de ojos castaños que tuvo el valor de desafiarme en mis propios terrenos. Hay que admitir que tiene coraje.
Unos golpes en la puerta de mi oficina me sacan de mis pensamientos, y digo a Chiara que pase con el analgésico que antes le pedí. El dolor no ha disminuido en absoluto en el transcurso de las tres horas que han pasado desde que fui agredido por esa salvaje.
—Señor, la chica se niega a cenar —me informa la mujer con angustia en lo que deja una pequeña bandeja sobre el escritorio—. Dice que prefiere morir antes de probar la comida que usted paga con su dinero sucio —cita las palabras de mi futura esposa, obligándome a preguntarme ¿dónde carajos tenía la cabeza, cuando decidí elegirla precisamente a ella?
Estoy seguro de que cualquiera de mis amiguitas hubiese sido feliz de casarse conmigo y disfrutar de mi “dinero sucio”, como ella lo llama. Pero no, yo tenía que elegirla a ella: Alina Fiore, la chica puritana que se las gasta de santa y se niega a cambiar su miserable destino como ramera. Pero si hasta el nombre de niña buena me advertía de los problemas en los que me estaba metiendo.
«¿De verdad le parezco una peor opción que el burdel?»
—Déjala, ya comerá cuando tenga hambre. —Hago un ademán para que se retire y tomo la pastilla con la esperanza de que calme mi malestar lo antes posible.
Después de cenar, voy a mi recamara con la intención de descansar del maldito día de m****a que he tenido; pero antes de entrar, mi vista se dirige hacia la habitación de enfrente, donde la loca se hospedará por esta noche y siento el impulso de comprobar su estado, sin embargo, me detengo justo antes de girar la perilla, pues, en realidad, no es algo que me importe demasiado.
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Una punzada en mi sien me despierta, recordando el motivo de tal dolor. La luz que se filtra entre las cortinas me hace apuñar los ojos con molestia, aun así, me levanto, pues el día no espera y los negocios tampoco.
No tengo tiempo de quedarme a desayunar; hoy debo hacer acto de presencia en la empresa que funge como pantalla de los verdaderos negocios de mi organización. Aún después de muerto, mi padre me sigue jodiendo la vida, al imponer esa m*****a clausula en el testamento, ha impedido que pueda tomar posesión de mi puesto como líder de la Cosa Nostra, en cambio, debo rendir cuentas al imbécil de mi tío, como si fuera un jodido empleado a su disposición. Es por ello que no puedo darme el lujo de dejar escapar a la pelirroja cabeza hueca que, quiera o no, se convertirá en mi esposa en dos días.
—Señor, me temo que hay problemas en casa —me informa mi jefe de seguridad cuando nos dirigimos de regreso a casa.
—¿Qué tipo de problemas, Mario? —pregunto fastidiado. El día ya fue bastante largo y agotador, como para soportar aún más m****a.
—Se trata de su… prometida.
Suspiro hondo al recordar a la mujer que, sin conocerla, ya me da los peores dolores de cabeza, literal y figurativamente.
«Espero que te estés retorciendo en el infierno, padre» pienso con coraje, pero me arrepiento al instante, al recordar el respeto que siempre le tuve al viejo.
—Apresúrate —ordeno frotando mi rostro con frustración—. Vamos a ver que ha hecho mi novia ahora.
Llegamos a casa y subo rápidamente hasta donde se puede escuchar el alboroto proveniente de la habitación de mi futura esposa. Chiara trata de razonar con ella amablemente, en cambio yo, me abro paso sin pedir permiso con la intención de detener de una vez por todas a la dramática de Alina.
—Gracias, Chiara, ya puedes salir —digo lo más amablemente que puedo, intentando no descargar mi enojo con la mujer, pero mis ojos no se apartan de la tonta pelirroja que me observa de manera desafiante.
«En realidad no es fea, lástima que sea tan puritana y falta de ambición. Juntos podríamos formar un buen equipo y beneficiarnos por igual»
—Quiero irme a mi casa —exige con la cabeza en alto—. He dicho que no acepto su oferta y debe respetar mi decisión.
—Lo siento, querida, pero tú no das las órdenes aquí. —Me cruzo de brazos y respiro profundo tratando de controlar las ganas de sacarla a patadas de mi casa—. Me perteneces desde que el vicioso de tu padre comenzó a vivir de mi generosidad; él selló tu destino, Alina.
—Yo no tengo la culpa de los errores que mi padre cometió —exclama confiada, igualando mi postura.
Me acerco a ella, hasta que quedamos frente a frente y el castaño de sus ojos se encuentra con el verde de los míos. El odio en su mirada me fascina, y me encantaría saber hasta dónde es capaz de llegar con tal de deshacerse de mí.
—¿Por qué sonríe? —inquiere molesta—. ¿Qué le causa tanta gracia?
—¿Cuál es el problema contigo, Alina? —Ignoro sus preguntas, yendo directo al grano—. ¿Es verdad que prefieres suicidarte antes que casarte conmigo? —cuestiono fingiendo indignación.
—Así es, me parece un ser repulsivo e inescrupuloso —escupe con veneno—. Jamás me casaría con un monstruo como usted.
—En primer lugar, comienza por tutearme; en dos días es nuestra boda y nadie creerá que me amas si sigues llamándome señor.
—Ni siquiera se cómo se llama —rueda los ojos con cansancio.
—Soy Luka Provenzano, futuro líder de la mafia italiana y tu futuro esposo.
—Eso no sucederá…
—Déjame decirlo de otra manera —la interrumpo, antes de sacar la carta que guardo bajo la manga, la que estoy seguro de que la hará recapacitar y aceptar el trato definitivamente—. Si aprecias lo suficiente a tu nonna, aceptarás casarte conmigo. Sería una lástima que muriera en ese hospital, sola. Siempre llevarías en tu consciencia que pudiste haberla salvado, sin embargo, elegiste no hacerlo.
Su rostro pálido me demuestra que he dado justo en el blanco. Y de un momento a otro, sus mejillas se humedecen por las lágrimas que derrama ante mi amenaza.
Durante el día ordené a mis hombres que averiguaran todo sobre la familia Fiore; necesitaba algo lo suficientemente importante para Alina, para poder obligarla a firmar el acuerdo. Por suerte me enteré de que su abuela, a quien tanto quiere, fue hospitalizada y necesita un costoso tratamiento para poder seguir con vida, lo que me deja en bandeja de plata a la chica que parece querer desmayarse frente a mí, justo en el lugar donde la necesito.
—N-no sería capaz —murmura con labios temblorosos—. Mi abuela no tiene nada que ver en esto.
—Acepta casarte conmigo y no tendrás que lidiar con la culpa de haber dejado morir a tu querida abuela.
—¡Eres un malnacido, aprovechado! ¡Espero que te pudras en el infierno! ¡Monstruo! —Estrella sus pequeños puños en mi abdomen sin causar el menor daño, pero, por alguna razón, sus palabras son como una espina que se clava muy en el fondo de mi pecho.
—Lo dejo en tus manos. Será tu responsabilidad si ella muere, así que decídete ahora. —Continúo presionándola—. Si aceptas, me haré cargo de todo su tratamiento a partir de ahora, solo debes decir Sí.
Sostengo sus manos hechas puños en mi ropa, y espero por su respuesta, mientras la observo sollozar derrotada con la cabeza baja. Un leve remordimiento me recorre al verla tan vulnerable, pero me obligo a apartarlo, pues me recuerdo que de esto depende mi futuro como líder la organización y, mientras más pronto inicie mi matrimonio, más rápido pasará este año y cada uno volverá a su propia realidad.
—Acepto —dice la palabra que he estado esperando, sintiendo una enorme satisfacción que me llena el cuerpo sin saber bien por qué—. Quiero ver a mi abuela antes —pide, en tanto limpia sus mejillas.
—Imposible —respondo con seguridad—. La verás después de la boda. Chiara se encargará de organizar todo y por tu bien, espero que cooperes y no retrases más lo inevitable.
—Te odio, Luka Provenzano.
Me acerco a ella, hasta que no cabe el espacio entre nosotros; su fragancia dulce invade mis fosas nasales y reprimo las ganas de suspirar ante la agradable sensación que su calor me transmite.
—Puedes odiarme todo lo que quieras, Alina Fiore; pero, frente a la gente fingirás amarme, o te juro que tu querida nonna pagará las consecuencias. —Tomo sus mejillas con una de mis manos y planto un beso en sus llenitos labios, mientras ella se resiste sin lograr apartarme.
Trato de ignorar la suavidad de sus labios, y el hormigueo en el pecho que ese beso me ha provocado y salgo disparado de la habitación, azotando la puerta tras de mí, dejando a Alina hecha una furia por mi atrevimiento.
Necesito olvidarme de este día y relajarme un poco antes de asimilar todo lo que me espera con ese matrimonio que, casi puedo asegurar, no será para nada fácil. Informo a mis guardias que saldré y me acompañan a uno de mis tantos clubes en la ciudad y me dispongo a ahogar mis problemas en alcohol, así como pasar la noche con la primera mujer que se atraviese en mi camino.
«Haré mi propia despedida de soltero»
Alina Dos días han pasado entre los preparativos para mi supuesta boda. La prueba del vestido es en lo único en lo que se me ha involucrado, de todo lo demás se han encargado las organizadoras que Chiara contrató para agilizar el dichoso evento que se llevará a cabo hoy.Los nervios me invaden ante lo desconocido. Jamás me imaginé que el día de mi boda sería así; sin mi familia, sin Lola… sin amor.La nostalgia me hace derramar lágrimas amargas que debo ocultar rápidamente, antes de que la maquillista que trabaja en mi rostro deba volver a regañarme por arruinar su “obra de arte”, y debo fingir que mi estado se debe a la enorme felicidad que siento por el gran día en el que cambiará mi vida… para bien, o para mal… eso aún no lo sé.Miro mi aspecto frente al espejo, y debo reprimir el sollozo que amenaza con sacudirme el pecho ante mi propia imagen. Me veo hermosa, siendo sincera; qué lástima que nadie apreciará mi belleza como podrían hacerlo las personas que en verdad me quieren.«C
Alina—Espero que sigan disfrutando de la velada. Mi amada esposa y yo ya debemos retirarnos, nos urge llegar a casa, como podrán imaginarse —habla mi nuevo esposo delante de todos los invitados a nuestra boda, haciéndolos reír por su comentario de mal gusto. Su mano envuelve la mía y da un pequeño apretón, recordándome que debo actuar como una esposa enamorada; pues, de lo contrario, habrá consecuencias, así que me obligo a sonreírle y estiro mi rostro hacia él, invitándolo a besar mis labios.Luka entiende la indirecta y acepta, dejando un rápido beso sobre mi boca, para luego abrazarme con aparente ternura, provocando los suspiros de parte de la multitud que se creen por completo nuestro cuento de amor.«Es tan convincente, que incluso yo me lo creería»—Te amo, mi amor —pronuncia delante de todos.—No tanto como yo, mi cielo.—¡Vivan los novios! —Se escucha entre los presentes y la ovación se extiende por todo el salón, seguida por los aplausos, mientras Luka y yo salimos del saló
SALVADA POR LA MAFIACAPÍTULO 5. PIEZA DE AJEDREZAlinaLlego al hospital después de haber realizado hazaña tras hazaña para poder salir de la casa sin que nadie se diera cuenta y debo darme prisa si quiero que eso siga siendo así.—Buenas noches —digo a la recepcionista, rogando a dios por que no haya problema por la hora y me permita pasar a ver a mi abuela.—Buenas noches, señorita. Lo siento, pero ya no son horas de visita, puede regresar mañana temprano…—Lo entiendo, pero, estoy buscando la habitación de mi abuela, la señora María Rossi —le explico esperando que tenga un poco de compasión—. Hace unos días estuvo en cuidados intensivos debido a problemas en el corazón…—¿María Rossi? —pregunta con nerviosismo—. Por supuesto, no hay problema. —Cambia de parecer en cuanto a la hora de visita, lo que me hace pensar que mi querido esposo tiene influencias también en el hospital—. La señora Rossi se encuentra en la habitación 601, puede pasar. —concluye con una sonrisa tímida.—Muchas
LukaEl edificio de seis plantas operado por La Camorra se vislumbra entre las ruinas del territorio abandonado sobre el muelle 54 en el Hudson. Las camionetas donde viajan mis mejores hombres se acercan con sigilo al lugar, siguiendo el plan que he diseñado para llevar a cabo el rescate de Alina, esperando llegar antes de que se atrevan a dañarla, pues, de lo contrario, mi furia arderá como lo hizo troya y no habrá lugar en el mundo que pueda esconder a la arpía de Roxanne, quien me ha metido en esta situación sin medir las consecuencias.A estas alturas, ya deben de haber escuchado el sonido del helicóptero en el que aterrizo sobre la azotea de la construcción, y bajo cuando la lluvia de disparos comienza a sonar, dándome la señal que necesito para entrar en búsqueda de mi esposa.Disparo a la cerradura de la puerta externa que me da acceso al sexto piso del edificio y golpeo al hombre que se encuentra resguardando la zona, dejándolo noqueado en el piso. Lo último que deseo es matar
LukaMe remuevo sobre la cama de manera incómoda después de una semana de mal dormir, pues simplemente no me acostumbro a otra cama que no sea la de mi habitación. Estiro mi cuerpo haciendo crujir mi columna y me levanto con pereza dispuesto a comenzar un nuevo día. Debo presentarme temprano en el cuartel, ya que hoy llegan los materiales que necesitamos para comenzar a armar el nuevo cargamento de artillería que exportaremos a los principales países del mundo.Mi tío se ha vuelto un dolor en el trasero después de la muerte de mi padre, lo que solo me confirma la sed de poder que siempre ha tenido, y que hoy está satisfaciendo al ser el encargado temporal de los negocios de mi padre; por ello, debo mantenerme más atento y presente que nunca, pues no confío del todo en él y no quiero encontrarme con sorpresas cuando por fin retome el cargo como líder.Me preparo como siempre; tomo una ducha fría, a pesar del invierno que azota la ciudad, el agua fría siempre me ayuda a despertar por co
Alina —Mi niña, me alegra mucho verte bien —murmura mi nonna cuando me despido, después de haber pasado toda la tarde con ella en el hospital—. No sabes lo preocupada que estuve estos días al pensar en tu supuesto matrimonio con ese hombre. —Ya te dije que estoy bien, nonna —reitero por tercera vez desde que llegué—. Luka es diferente, él me cuida mucho en verdad —miento a medias, al pensar en la vez en la que me rescató del secuestro y mi estómago se aprieta al recordar el temor que sentí. —Más le vale, cariño —advierte—. Es lo que los esposos deben hacer. —Sí —murmuro de manera incómoda al tener que mentirle sobre mi “feliz” relación con Luka. —Ya debo regresar a casa, nonna. Luka se preocupará si llego tarde —digo abrazándola y dejando un beso sobre su frente—. Me alegra mucho que te encuentres mejor, volveré pronto, ¿de acuerdo? —Cuídate mucho, mi niña. —Acaricia mis mejillas con cariño, antes de decir las palabras que me hacen tragar saliva con fuerza—: espero pronto poder c
Alina —No puedo creer que a la primera oportunidad que te doy vas y traicionas mi confianza y, encima de ello, ocasionas problema tras problema con tu comportamiento, Alina. —Luka espeta molesto apenas cruzamos la puerta de la casa, tras haberme salvado de esos hombres que pretendían introducirme por la fuerza al bar.—Lo siento, yo solo quería ayudar a mi amiga —confieso sinceramente—. Esos tipos me agredieron sin razón, yo no tengo la culpa de que haya personas tan despreciables como ellos.—Te di permiso de visitar a tu abuela, ¿Qué carajos estabas haciendo en un bar? —cuestiona dudando de mí—, ¿de verdad esperas que me crea esa tontería? ¿tan acostumbrada estás a esos lugares, que apenas saliste de casa corriste a ellos? Tal vez debí dejar que te subastaran en el burdel —asevera con veneno en cada palabra.—Luka, déjame explicarte…—No hay nada que explicar —me interrumpe—. Ya me tienes harto, ¿qué habría pasado si no me hubiese encontrado cerca de tu ubicación en ese momento? ¿n
Alina Observo mi reflejo sin poder creer que esa mujer hermosa y sofisticada sea yo. Los estilistas han hecho un excelente trabajo con mi cabello y rostro, tanto que, a pesar de llevar kilos de maquillaje y productos para el cuidado de la piel, mi apariencia es sobria y natural al igual que mi cabello que cae en ondas suaves sobre mi espalda, que parecen llamas por su color rojizo idéntico al de mi madre.Los golpes en la puerta me sacan del estado hipnótico en el que me encuentro y hago pasar a la persona que se encuentra del otro lado, mientras tomo mi pequeño bolso antes de salir al encuentro de Luka.—¿Estás lista? —Me sorprende la voz grave de mi esposo que habla desde la puerta.—Sí, ya estoy… —Me paralizo al verlo, su apariencia es…«¡Por dios! ¿por qué tiene que ser tan apuesto?» —Entonces vamos, se hace tarde —balbucea sin apartar su vista de mi cuerpo, inspeccionando cada centímetro de mí.Su escrutinio me hace estremecer de una manera en la que nunca me había sentido. Ten