XXXVI

El Sr. de la Fuente no había podido dormir más de cuarenta minutos. En cuanto salió el sol, afirmó querer ver a su nieta. Ahora podía entender muchas cosas. Ahora podía entender la razón por la que ella había dicho todas esas cosas horribles cuando habló con ella por primera vez. Ahora veía la razón por la que ella decía estar sola cuando lo que más necesitaba era tener a alguien a su lado.

—Por favor, señor de la Fuente, tiene que descansar—. Elijah se dirigió a él con respeto.

Elijah no había ido a su casa desde que también lo descubrió. El señor de la Fuente no quería creerlo, Elijah le explicó que los documentos que tenía eran la información más segura que alguien podía obtener de una persona por muchas veces que hubiera cambiado de identidad.

—No puedo... tengo que ver a mi niña. Necesito... necesito decirle cuánto lo siento—. El señor de la Fuente se echó a llorar en el borde de la cama.

A Elijah se le partió el corazón. Acuclillándose frente al Sr. de la Fuente, le dedicó una s
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