XLIV

8:30, 8:30, 9:00, 9:30... y 10:00 p.m., la mujer nunca regresó. En silencio, Elijah caminaba de un lado a otro. Parecía un poco desesperado, pero de su boca no salía ni una palabra. En su asiento, Adamaris seguía esperando el momento en que el señor de la Fuente ordenara servir la cena. Lamentablemente, eso no iba a suceder a menos que María Fernanda regresara de su otra pequeña cita. Se estaba poniendo incómodo. El señor de la Fuente tenía algo importante que decirles. Incluso Adamaris iba a tomar una parte importante de la venganza. ¿Cómo es que María Fernanda se atrevía a no aparecer?

¿Y lo peor? Adamaris estaba cada vez más incómoda por culpa de Elijah y no de su amiga. Verlo un poco desesperado, ver el deseo ardiente de que todos supieran lo que él sentía la estaba enfermando. Era como si no quisiera que él pasara por eso, pero también sentir eso era como traicionar a su amiga. La que había compartido todo lo que tenía con ella. Ella no podía sentir nada por Elijah, Elijah estaba
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