En el hospital General donde habían llevado a María Fernanda, Elijah estaba en la sala de espera con la cabeza entre las piernas, recordando lo que acababa de pasar. No quería saber nada de Stefan y de todo lo que acababa de pasar. Además, no estaba seguro de si María Fernanda sabía la verdad que Adamaris le había confesado. Eliza no tenía idea de eso. ¿Cómo es que Eliza e Isela podían ser hermanas? ¿En qué momento ocurrió todo eso? Nadie de los allí implicados tenía fuerzas para aceptar aquella verdad. ¿Era posible que el Sr. de la Fuente lo supiera todo el tiempo y fuera la razón por la que ayudó con la venganza contra Stefan? El Sr. de la Fuente también era una mala persona que utilizaba a María Fernanda.De repente, la voz de Adamaris llamó su atención. Levantó la cabeza y allí estaba ella. Pero no estaba sola. Elijah había sido bastante claro cuando dijo que quería a Adamaris allí sola porque el señor de la Fuente no podía saber nada.—¡Adamaris! ¿Qué...?—¿Dónde está mi hija? —E
Cuando Elijah llegó a la habitación que utilizaba el señor de la Fuente, pudo ver a través de la puerta que estaba ligeramente abierta un lado diferente de Adamaris, quizás el más vulnerable. Él nunca había visto ese lado de Adamaris, ella siempre fue la de la personalidad chispeante, la que no le importaba nada más que tener al hombre más guapo y exitoso con ella. Eso fue exactamente lo que pensó cuando fue detrás de ella y la encontró en manos de aquel desconocido que sólo quería aprovecharse de ella. Demasiado tarde se estaba dando cuenta de que el hecho de no tener una familia a su lado también le causaba dolor.Sola en aquella habitación, al lado del señor de la Fuente, podía ser vulnerable. Con la mano de Arturo entre las suyas, la cabeza apoyada en las manos y sollozando, Elijah pudo ver que sufría por el señor de la Fuente. Estaba preocupada, rezaba por su salud y lo cuidaba como María Fernanda no había tenido tiempo de hacerlo.—Por favor, señor de la Fuente... Por favor, tie
Cuando llegara el otoño caerían las hojas. Cuando llegara la primavera florecerían las flores a su alrededor, pero ¿qué pasaría con el amor que aún pendía del hilo de la venganza y el dolor que le causaba la misma?Por fin era libre. Habían pasado dos meses desde la última vez que vio a Stefan. ¿Qué pequeño era el mundo en el que se enamoró de la persona a la que su hermana también amaba? Stefan también se había visto afectado por la verdad que Elijah tenía que contarle. Eliza estaba embarazada del bebé de Stefan y se había deshecho de él para amar libremente a su propio primo.Terapia y mucha fuerza era lo que Isela necesitaba. En esos dos meses había recibido ayuda y finalmente, decidió abrazar su verdadero nombre: Isela de la Fuente. Una de las hermanas de la Fuente, la que su padre perdió cuando abandonó a la madre de Isela. Eliza fue el producto del amor que el padre de Isela nunca sintió por aquella con la que se casó, e Isela fue el producto del amor que su padre sintió por su
UN AÑO DESPUÉS—¡Feliz cumpleaños, Adamaris! —Todos dijeron en voz alta, aplaudiendo.Adamaris miró a su alrededor y sonrió. Era exactamente lo que ella hubiera querido. Puede que no tuviera familia, pero se había ganado una con Isela. Ahora que había vuelto de Italia, Isela le había ofrecido trabajo en la empresa que su abuelo había dejado en sus manos. El señor Arturo había empezado a tener algunas complicaciones con su salud, así que Isela fue nombrada consejera delegada de la empresa. Adamaris también estaba disfrutando de su vida. Sus sueños hechos realidad, y no hablamos de los sueños que tenía cuando empezó a estudiar, también hablamos de aquellos inalcanzables que empiezan y pueden verse inalcanzables. Adamaris lo tenía todo, la vida había vuelto y le había pagado por lo que le quitó.—¡Eh, eh, hazme una foto con la cumpleañera! —Pidió una voz masculina.Todos rieron.—¿Sólo la cumpleañera, o también tu prometida? —Adamaris alzó la voz.Riéndose, Elijah se acercó a ella y la a
Luces radiantes en un cielo que solo parecía ser hecho para ella. Los rayos del sol no podían alumbrar más para ella siendo el día más feliz de su vida. Finalmente, después de tanto, habiendo recorrido aquel camino de rosas y espinas, el amanecer alumbraba. Rayos de luz fuertes y claros.— ¡Está preciosa, señorita Elisa! —Dijo una de las mujeres que le servían.El vestido blanco junto con el velo caía como una hermosa ola blanca sobre ella. El día de su vida había llegado. Y en menos de lo pensado, ella se iba a convertir en la señora de la Barrera.—Deberíamos de irnos ya, señorita Elisa, el novio ya debe de estar esperándola en el altar —. Presionó la misma servidora.—Estoy nerviosa, estoy muy nerviosa. María.—No tiene por qué estarlo, señorita Elisa, todo va a salir muy bien, el señor de la Barrera está muy enamorado de usted, nada tiene que salir mal.Elisa finalmente suspiró. Era cierto, el hombre que sería su esposo estaba tan enamorado de ella que nada podía salir mal porque
Y por cada minuto que pasaba, cada metro que el auto avanzaba, Isela se sentía más lejos de su destino. Tenía que encontrar a su esposo antes que la policía.— ¡Contesta, contesta, Enrique! —Dijo Isela bajando su celular.La verdad era que no sabía en qué lugar de todo ese país lo iba a encontrar. Su esposo no podía ir a la cárcel.Entonces de pronto lo recordó. Enrique había hablado muchas veces de ir a una bodega fuera de la ciudad para hacer algún tipo de negocios. Él debía de estar ahí así que acelerando un poco más, siguió adelante sin saber que la policía ya iba en camino también al haber rastreado el celular de uno de los ladrones.Sobre todas las cosas estaba su esposo sin importar el mal que había hecho.En una casa de las más lujosas que podían pertenecerle a la familia de los Barrera, más de 500 invitados esperaban por ver llegar a la novia. Y entre ellos Stefan siendo el más nervioso pero ya no porque se fuera a casar sino porque su esposa había demorado demasiado, las sir
Caminando de un lugar a otro, no sabiendo que hacer, Enrique se tomaba la cabeza una y otra vez. Todo se había complicado en un segundo, solo esperaban que esa mujer realmente hubiera muerto porque de lo contrario, ella iba a decir quienes fueron las personas que la secuestraron y le dispararon. Enrique tenía que irse del país pero, ¿qué había de su esposa?La pobre Isela, tenía que ir por ella a la casa e irse juntos, quizá con el tiempo le explicaría lo que pasó.— ¿Qué hacemos, jefe? —Preguntó uno de los hombres que había ayudado con todo.—Tenemos que irnos a cualquier lugar y no estar cerca de donde todo pasó.— ¿Qué hay del collar?—Cuando lo venda yo mismo les daré su parte. Ahora largo. Yo iré a buscar a mi esposa y juntos nos iremos, juro que regresaré a darles su parte.—Creo que es demasiado tarde para eso, señor —dijo el tercer hombre.— ¿De qué habla?—La policía ha arrestado a su esposa.— ¿Qué? ¿De qué rayos hablas?—Todo parece ser que su esposa llegó en el lugar para
DOS MESES DESPUÉSSegundos, minutos, horas, horas que compusieron días, días que nunca más iban a regresar. Las lágrimas se habían ido de ella, su alma parecía estar quedando seca conforme el tiempo pasaba.De la manera en que los días iban pasando, conforme el odio fue creciendo en su corazón, Isela se dio cuenta de una sola cosa. Ella se había casado enamorada, ella estaba dispuesta a todo por él, ella incluso estuvo dispuesta a culparse de todo lo que había pasado para al final tener en la mente el nombre de dos personas que le habían hecho daño. Stefan de la Barrera, quien la había acusado de asesinato pagando mucho dinero y su esposo, Enrique, quien la dejó a su suerte y no suficiente con eso, la acusó de algo que ella nunca se hubiera atrevido a hacer.Era muy pronto para pensar en el día en que todo terminara. Era muy pronto para pensar en esa mañana y aun así, ya tenía un solo plan.—En ocho años mi condena se cumple —dijo al abogado frente a ella.Ahora Antonio sabía que Stef