CAPÌTULO 23

Nada como un buen estirón después de un largo tiempo de vuelo. Al salir del aeropuerto sintió en el rostro el viento helado de Londres y admiró las luces navideñas que adornaban todos los lugares. Un año atrás se había marchado con prisa, ni siquiera disfrutó esa época decembrina, pero todo iba a cambiar, porque había vuelto a casa y con las baterías bien puestas.

Ni bien llegó al departamento, tocó el timbre con ansias y esperó impaciente. Peter abrió la puerta, y demostró emoción al ver a su hija frente a él.

—¿Gema? ¡Giselle, Gema está aquí! —gritó a todo pulmón, porque gracias a los tratamientos, se hallaba de maravilla—. ¡Al fin vuelves cariño!

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