CAPÍTULO 22

Por otro lado, Colin veía pasar las semanas y los meses muy lentamente en el calendario. La mansión parecía sin vida si Gema no estaba, la oficina permanecía en silencio y fría; ya no había quien le hiciera preguntas sobre cualquier cosa cada media hora. Esperaba con ansias el correo semanal que recibía desde Chicago. Leer cada mensaje de ella era triste, la manera que tenía de dirigirse hacia él también le sabía gélida y lejana.

En Inglaterra las cosas estaban marchando bien, cada proyecto fluía con éxito y los atentados hacia Colin habían cesado repentinamente desde la última vez. Sentía un poco de temor, aunque la tranquilidad ya estaba empezando a tomar el control de nuevo.

Dos toques en la puerta llamaron su atención, por lo que lev

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