CAPÍTULO 30

—Eres preciosa. —Acarició la suave mejilla y suspiró.

—Creo que hay alguien suspirando de amor por aquí… —Se incorporó canturreando.

Sin mediar palabra la besó con pasión y ella soltó una carcajada por la sorpresa, pero al cabo de unos segundos terminó contagiándose de toda esa pasión reprimida y se prendió de su cabello azabache. Se levantaron a tropezones mientras que él guiaba las manos féminas hacia su pecho para sentir las caricias. Se apoderó de su cuello y cintura. Lentamente fue perdiendo la claridad mental y solo pensaba en él. De un jalón la pegó a su cuerpo de nuevo y al sentir su masculinidad, Gema se tensó. ¿Estoy lista para esto?, se preguntó

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