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Antonio Ospino miró su reloj. Las siete de la noche.

No había vuelto a llamar a Emilia para preguntarle dónde estaba, pues no tenía sentido ya que ella misma le había dado esa respuesta, pero lo cierto era que estaba preocupado, pues no había regresado.

Miró hacia la sala y vio a Santiago que resolvía un problema matemático sentado en la mesa comedor mientras Felipe resolvía alguna otra cosa de anatomía, sentado al lado del niño; y Aurora resolvía cosas culinarias en la cocina… y él sólo se enredaba más y más.

No comprendía por qué ella le hab&ia

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