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Juntos cayeron al suelo suavemente, pero ella no quiso girarse, así que Rubén esta vez no pidió permiso y volvió a penetrarla desde atrás. Emilia apoyó sus manos en el suelo y lo sintió entrar con fuerza. Esto se estaba poniendo serio, dijo, pero no hizo nada para impedirlo.

Rubén le puso las manos en la cintura, de rodillas tras ella, y empezó a bombear en su cuerpo. Al principio suavemente, pero pareció perder el control rápidamente y empezó a moverse cada vez más rápido. Ella cerró sus ojos. Así parecía llegar más profundamente a su interior, o tal vez sólo era que así parecía, no estaba segura.

Lo sintió

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