Metiéndome de en lleno en el trabajo de llamar a los bancos y a los números de referencia en la solicitud de ambas familias, olvidé que ni siquiera había desayunado, pero cuando llegó la hora del almuerzo fue imposible que pasara desapercibido para el señor Wolsky el que no me había visto en el comedor a la hora de la comida.
Él tocó mi puerta a las doce con cuarenta y una vez le permití el paso lo vi abrir la puerta para que una belleza de siete años entrara en mi oficina con un plato entre sus manos.
Ella era Natalia, una pequeña de ojos grises y cabellos rubios que había sido abandonada cuando apenas tenía cuatro años.
Recuerdo que ese día llegué a las siete de la mañana al orfanato porque debía levantar a los niños y ducharlos ya que sus familias vendrían por ellos y quería ser quien les diera la noticia.
Pero esa misma mañana cuando dos niños salían, una más entraba. Había sido amarrada a la manija de la puerta para que no pudiera irse. A penas iba cubierta con unos shorts y una camiseta que no la cubrían nada del frío que había hecho esa mañana.
Y nunca quise pensar en cuanto tiempo había estado la niña ahí afuera, soportando el frío y sin derramar una sola lágrima de sus ojos.
Y lo que me había cautivado de ella fue la pequeña sonrisa que me dio cuando quité el nudo de su muñeca y la cargué en mis brazos mientras le preguntaba su nombre.
Sus palabras fueron inentendibles, pero luego de que las repitió un par de veces logré entender que me decía que se llamaba Natalia.
—Hola señorita, Estefanía —saludó mientras dejaba el plato con un tenedor sobre mi escritorio en el único espacio libre.
—Hola, cariño ¿cómo has estado? —mi sonrisa para ella fue enorme y ella me la devolvió con un brillo lleno de felicidad en sus ojos.
—¡Muy bien! ¡Anoté tres goles esta mañana! ¡Si solo hubiese podido ver!
Mi boca se abrió con sorpresa y todo mi ser se llenó de energía al ver la euforia con la que contaba sus logros del día.
—¡Sabía que mejorarías! —con mi mano en un puño la impulsé hacia ella y sin dudarlo chocó los puños conmigo de forma severa haciéndome reír.
—Hice caso a sus consejos, señorita Estefanía.
—Me alegra que lo hicieras.
Y una vez me dio una última sonrisa se dio la vuelta y pasó junto al señor Wolsky para volver de regreso al comedor, probablemente con sus amigos.
—Cuidas tanto de los demás que terminas olvidando que debes cuidar también de ti —y aunque no pareciera, él me estaba sermoneando y severamente.
—Para eso lo tengo a usted —él se cruzó de brazos indignado y yo solté una leve risita mientras tomaba el plato con lo que parecía ser puré de papas y bistec con muchos vegetales, más de los que me gustaría comer —¿lo sirvió usted o qué? —cuestioné con el ceño fruncido mientras apreciaba las zanahorias a grandes cantidades.
—No sé qué clase de porquerías comes cuando sales de aquí, así que al menos debo asegurarme de que aquí si te alimentas bien.
—Ya sé lo que sienten los mocosos cuando les digo que deben tragarse todas las verduras.
Mi boca formó un puchero, pero aun así me preocupé por comenzar a comer para terminar pronto y poder regresar a mi tarea de organizar toda la información que había recolectado que no había sido puesta en su solicitud.
—¿Cómo vas con eso? —cuestionó mientras se recostaba del umbral de mi puerta.
—Hay una de la que no estoy segura, ya que aparece que uno de los padres es el hijo fruto de una relación entre padres violentos. Sé que las conductas se repiten dependiendo del patrón, pero sé también que muchos de ellos nunca son iguales que sus padres, por eso los enviaré a psicología antes de que vengan a ver el niño para ver que dice el psicólogo, pero por lo demás creo que esta todo bien.
—Recuerda que tienes un compromiso con las niñas.
Y bien que lo recordaba, ese día las maquillaría a todas para que hiciéramos una pasarela en el pasillo con los vestidos que habían creado con la ropa vieja.
—Lo sé, nunca olvidaría algo referente a mis niñas.
Y después de eso tomó mi plato ya vacío y salió de mi oficina para dejarme trabajar.
Una vez terminé mi trabajo fui hasta el segundo piso en donde estaban las habitaciones de las niñas y pasé el resto de la tarde con ellas, tal fue la perdida de la noción del tiempo, que terminé saliendo a las seis con treinta y seis, cuando mi hora de trabajo era hasta las cinco con treinta.
Pero bien decían por ahí, haz lo que amas y no tendrás que trabajar el resto de tu vida.
Una vez salí caminé las cuadras necesarias para llegar a la parada del autobús y me recosté del tubo de metal que servía para sostener el techo que servía para cubrirte en caso de sol o lluvia.
Por su parte había dejado de llover, aunque el cielo seguía con nubes oscuras evitando el paso de los rayos de sol.
Y el frío era palpable en el ambiente, aunque la sensación de frescura en el aire que había dejado la lluvia era algo que se aprovechaba de todas las formas posibles
Esta vez evité acercarme a la orilla, aunque la ropa que llevaba eran unos pantalones de chándal que me quedaban ajustados y una camiseta blanca con un estampado de la banda Maroon 5.
En cuanto el autobús se detuvo frente a mí y abrió sus puerta me acerqué para subir y buscar un asiento vacío.
Cosa que no fue tan difícil, ya que iban a ser las siete de la noche, por lo que la hora pico ya había pasado permitiendo que disfrutara del viaje con tranquilidad.
Di un buenas noches cuando descendí del autobús y me encaminé hacia mi edificio con pasos rápidos al saber que la noche ya había caído envolviendo mi camino con su oscuridad.
En cuando llegué, abrí la puerta con las llaves que había llevado en el bolsillo para asegurarme una rápida entrada y en cuanto lo hice cerré detrás de mí para ir hacia mi piso por las escaleras y poder recorrer las puertas a cada lado del pasillo hasta dar con la mía en el fondo.
Sonreí aliviada cuando abrí la puerta y el olor a comida me envolvió.
Mónica cocinaba de una forma exquisita y amaba cada cosa que preparaban sus manos, aunque ciertamente escasas veces lo hacía, ya que le tocaban mayormente los turnos nocturnos y durante el día mientras ella estaba en casa yo me encontraba en el orfanato.
—¿Qué tal tus niños? —fue lo primero que cuestionó al verme aparecer.
Yo dejé caer el maletín cerca de la puerta de mi habitación y me acerqué a ella para envolverla con un abrazo mientras meneaba lo que suponía era una paella.
Y es que sus raíces españolas eran difíciles de soltar, cosa que agradecía, porque permitía que me deleitara con cada cosa tradicional que cocinaba en casa.
Ella y yo teníamos alrededor de cinco años viviendo juntas, la había conocido cuando yo apenas tenía veinte y ella veintiuno en un tribunal en donde estaba observando un caso como estudiante.
Ella estaba ahí como policía recién graduado, viendo cómo se daban declaraciones en un caso en donde la policía se había visto involucrada.
Recuerdo que estaba junto a mí y me susurró que era más aburrido que leerse el libro y no pude evitar reírme, porque lo que para ella había sido aburrido, para había sido uno de los mejores días de mi vida, ya que había sido mi primera vez en un tribunal.
Luego de eso nunca perdimos el contacto y terminamos mudándonos juntas años después cuando le comuniqué que tendría que buscar mi propio espacio.
Buscamos juntas y al final amoldamos el lugar a los gustos de ambas y lo mejor de todo era que convivamos tan perfectamente, tanto por las carreras que ambas habíamos elegido y que coexistían, así como nuestro gusto por salir solo una vez al mes y no todos los fines de semana.
—Mañana es viernes —me dejó saber.
—Lo es.
Sin dudarlo me dejé caer en el sofá acostándome completamente en él.
—¿Saldremos este finde? —yo negué efusivamente.
—Definitivamente no, no tengo ganas.
Ella apagó la estufa y comenzó a buscar los platos para servir nuestra cena.
—Bien, entonces podemos ir al parque en la tarde y regresar con pizza y helado para ver algo el sábado.
—¿No trabajas? —le cuestioné levantando mi cabeza para observarla atenta.
—Gracias a Dios no, cubrí a Jimmy la semana pasada, por lo que tendré libre dos fines de semana seguidos este mes.
—Bien por ti.
Una vez puso nuestros platos en la mesita del sofá yo encendí el televisor y coloqué un show de chistes que daban todos los jueves. Y luego ambas comenzamos a comer despacio procurando masticar adecuadamente antes de tragar.
—Conocí a una chica —susurró Mónica —es una chica que fue por violencia intrafamiliar, tomé su declaración y al final su número.
—Llévala despacio, si la violencia fue por parte de una pareja no estará lista para una relación ahora.
—Lo sé.
—Pero si te interesó sigue por ahí, hazle saber que estarás si te necesita y si ella decide buscarte entonces ya la tienes.
—Para saber cómo comenzar una relación es extraño que estes soltera —mi sonrisa fue suave.
—Del orfanato a la casa no hay mucho que pueda encontrar.
—Sin mencionar que nunca sales.
—Dejemos el tema.
—Espero verte envuelta con un hombre antes de morir, Teffy —yo rodé mis ojos.
—Estaré sola hasta que no llegue quien entienda que esos niños van incluso primero que yo.
Y con esa última afirmación dejé zanjado el tema que siempre sacaba a relucir cada que podía con cualquier argumento pobre de fundamento.
—No puedo creer que se me haya hecho tan tarde —se quejó Moni mientras escuchaba las sirenas de una patrulla frente a la casa.Yo comencé a reírme escandalosamente mientras me terminaba de alistar.—Ya verás, maldita —y aun riendo me agaché cuando la vi por el rabillo de mi ojo lanzando un objeto que iba directo a mí.El zapato al yo agacharme terminó impactando contra la pared junto a mí y ella salió echando chispas del departamento al no haber podido darme mi merecido antes de irse.Mónica se despertaba todos los días a las seis de la mañana, salía a correr media hora y regresaba a casa para ducharse y vestirse para estar lista a las siete y poder esperar a su compañero abajo antes de que pasara a buscarla en la patrulla para llevarla a la estación.Pero anoche domingo ambas hicimos maratón de Game Of Thrones y por supuesto, la televisión nos vio quedarnos dormidas en el sofá en la madrugada y a penas a las tres con treinta fuimos cada una a nuestra habitación.Y eso dio como result
—¿Qué tan malo es? —ella negó nerviosa.—Están aquí, llegaron más temprano de lo esperado.Un suspiro escandaloso escapó de mis labios y sin remedio alguno le pasé mi maletín para caminar hacia la oficina del señor Wolsky en donde suponía ya estaban las señoritas Stella y Alice. Dos rubias despampanante de ojos azules y que, aunque trabajan juntas parecían detestarse más que a cualquier cosa.Pero era difícil que dos víboras convivieran juntas por mucho tiempo, se terminaban lanzando el veneno entre ellas al sentirse amenazadas. Al entrar en la oficina sin tocar interrumpí una charla vana que se estaba llevando a cabo, pero no me importó en lo absoluto y en completo silencio pasé junto a ellas para quedar del otro lado del escritorio y sentarme en la silla que había sido colocada para mí como siempre.Dentro del orfanato el señor Wolsky y yo éramos los más importante, él porque llevaba el orden del dinero y yo porque llevaba el orden de la entrada y salida de los niños, por eso éramo
—¿Me puedes explicar por qué las pirañas se fueron tan rápido? —fue inevitable no echarme a reír al escuchar el nuevo nombre que se le había sido otorgado a las rubias despampanantes que nos mantenían a raya.—No mucho, solo vinieron a dar una breve información.Tiara frunció el ceño ante mis palabras y ladeó su cabeza al verme analizando los documentos de forma poco interesada solo para no tener que mirarla a la cara y que notara la emoción que brillaba en mis ojos. —¿Qué información? —cuestionó esta vez acercándose.—Pues que el señor Wolsky se retiró definitivamente —los ojos de Tiara se abrieron enormemente y llevó una mano hacia su boca para tratar de ocultar su sorpresa ante mis palabras.—Ay no, no me digas que una de las arpías vendrá como directora —yo negué con una sonrisa de absoluta felicidad.—La nueva directora del orfanato soy yo, Tiara ¡me han puesto como directora a mí!Y ella literalmente soltó un grito que retumbó en toda mi oficina y probablemente en parte del or
↞ ↟ ↠—¿Entonces eres la nueva directora? —cuestionó Mónica totalmente emocionada una vez le conté todo lo que había sucedido en ese día.—Sí ¿puedes creerlo? —ella negó con una sonrisa incrédula.—Es que es jodidamente increíble, Teffy, te juro que aún no puedo creerlo, básicamente serás la administradora más joven en toda la historia del orfanato.—Y la primera mujer —susurré —de un orfanato que no sea religioso, por supuesto.—Toda la puta ciudad conocerá tu nombre.Estaba segura de que mis mejillas en ese momento brillaban como reflectores al igual que mis ojos.—Lo sé, pero lo más emocionante de esto, es que podré hacer campañas para recaudar fondos, di la idea de ampliar el orfanato hace muchísimo tiempo, pero los recursos, aunque son muchos no son suficientes para una construcción de ese tipo, pero con las cosas que tengo en mente estoy segura de que podré conseguir lo necesario.—Tómatelo con calma, sé que ahora quieres hacer todo lo que no pudiste hacer, pero si vas muy rápid
—Otto Overman, a sus servicios —se presentó el hombre de cabello rubio sucio mientras me tendía su mano.Él vestía un impoluto traje gris a la medida, con un reloj que brillaba en su muñeca dejando saber que era de una marca cara y reconocida. Sus zapatos negros estaban perfectamente lustrados y cargaba en una de sus manos un maletín de cuero marrón y no era por presumir, pero no parecía de mejor calidad que el mío.Aunque para ser sinceros ahorré meses para ese maletín.—Es un placer tenerlo aquí, señor Overman —él me dio una sonrisa deslumbrante y por consecuencia terminé sonrojándome levemente.Lo sabía por el leve calor que sentía en estas a causa de la sangre que había viajado a ellas para colorearlas.—Dígame Otto, después de todo pasaremos mucho tiempo juntos por aquí.Quise refutarle, pero preferí sonreírle suavemente y anotar mentalmente el seguir llamándolo señor.Una vez nuestras manos dejaron de estrecharse la dejé caer a ambos lados de mi cuerpo y por unos segundos no sup
↞ ↟ ↠—Tengo este verde esmeralda —Moni colocó el vestido frente a ella mostrándome como era, pero la verdad era que no me convencía del todo —también tengo este color champan, estoy segura de que va a hacer resaltar tu cabello a la perfección.Y definitivamente, de los cinco vestidos que ella me había mostrado, ese era mi favorito.—Ese si me gusta —susurré emocionada mientras me levantaba para tomarlo.—Tenemos hasta las seis ¿no? —yo asentí un par de veces mientras sentía la tela del vestido.Era suave y caía de una forma sencilla, pero elegante.—Tres horas —susurré tomando el vestido para dejarlo sobre la cama.La semana había pasado más rápido de lo esperado, no por falta de trabajo, sino por exceso de él.Los días ahora eran más agotadores por todas las cosas en las que tenía que meter mis narices para verificar que todo funcionara de la forma correcta.Extrañé mucho al señor Wolsky, pero había hablado un par de veces con él por teléfono y me había informado que estaba prepara
Cuando el auto se detuvo frente al enorme lugar donde se llevaría a cabo la celebración, mi boca se abrió con sorpresa absoluta, y agradecí que los cristales del auto fueran polarizados, pues no era normal la forma tan sorprendida con la que actuaba ante tal escenario.Pero era normal para mí, nunca había estado en un lugar tan lleno de personas, pero, sobre todo, tan sofisticado.Por afuera la arquitectura era maravillosa, tan parecida a esos coliseos de la antigua Grecia en donde se llevaban acabo actos de la alta alcurnia.—Debiste traer un bolsito más grande, así me llevabas bocadillos —Moni hizo un leve puchero mientras abría la puerta e inevitablemente comencé a carcajearme.Solo a ella se le ocurriría pedirme que robara bocadillos en una gala de millonarios.Mónica al colocarse de mi lado, abrió la puerta y me tendió su mano para ayudarme a salir de la mejor forma posible.Con mis piernas juntas las dejé caer contra el asfalto de la calle en frente del lugar y luego me levanté
Una música suave se escuchaba por los parlantes escondidos en alguna parte. El ambiente se sentía relajado, al menos por ahora. Las luces eran más tenues, pero igual dejaban ver claramente todo el lugar. A penas estaba en la entrada, por lo que aún estaba alejada de la multitud más adelante.Las personas las podía observar paseándose con trajes caros y joyas perdidas de algún reino antiguo. Copas de champan eran sostenidas por sus delicados dedos mientras charlaban con las personas que los rodeaban. Pero todo parecía tan distante, como si realmente no hubiese un vínculo mayor que el de presumir para intentar resaltar entre estas personas.Pero juzgar no sería lo más indicando, recordando la posición en la que me encontraba, pues me había vestido y maquillado para estar alrededor de esas mismas personas que me jactaba de juzgar sin conocerlas.Me sentía tan fuera de lugar, con un vestido prestado, maquillaje que nunca pondría en mi rostro y unos tacones que habían pasado de temporada h