Estefania WolskyMi bebé de un año de edad correteaba por la habitación mientras soltaba risitas, a penas aprendía a caminar y ya se ponía de pie para comenzar a perseguir a unos pequeños hámsteres que les habían regalado sus hermanos.Sus risitas suaves me daban vida y mientras estaba sentada ahí con el mi esposo, mis demás y mi hermana se encontraban en la sala esperando los resultados de las elecciones.Se suponía que debía estar en mi oficina con mi comité esperando la respuesta para dar una inmediata declaración.Pero ellos podrían esperar a mañana a las seis de la mañana, por ahora yo necesitaba escapar de la mañana tan estresante que tuve cuanto tuve que ir a votar y todos los medios de comunicación se me lanzaron encima.Kadet me protegió, pero eso no evitó que me sintiera demasiada ofuscada.Y esa sería mi vida tanto si ganaba como si perdía, por eso necesitaba mi momento anti estrés con mi bebé mientras el mundo afuera se reorganizaba.Y no sabía si quedaría en la cima, pero
Cinco años despuésKadet Kravec.Yo claramente odiaba a los perros, no soportaba a esos animales llenos de baba que ladraban por todo y por nada a la vez. Pero también odiaba a los gatos, Jesucristo esos animales llenos de pelo que se enganchaban en todos lados y que te arañaban cuando menos te lo esperabas.Y ni hablar de los hámsteres, esos animales peludos olían a infiernos y los detestaba meramente por existir.Pero claro, tuve que haber decidido ser padre. Ahora estaba en una perrera, bueno, una veterinaria, pero odiaba cualquier concepto que se relacionara con los animales.Pero mis hijos querían mascotas, quería poder cuidar de un animalito y toda la mierda que eso incluía, sin embargo yo no quería verlos adoptar animales porque no me agradaban los tendría correteando por la casa y eso me frustraría.Pero Fany no me estaba prestando atención, simplemente ignoró mis quejas, se dio la vuelta y escuchó la petición de cada uno de sus hijos.Definitivamente ya no eran hijos míos, lo
Estefanía WolskyEra la actual presidenta de los Estados Unidos de América. La primera mujer con el titulo, la primera mujer en lograrlo, la primera mujer en ostentarlo.Ni siquiera podía creer que era real. El día de las elecciones estuve en velo esperando los resultados y cuando el conteo finalizó recuerdo que fue otra de las noches más felices de mi vida.La primera había sido hace diez años cuando conocí a Kadet.En ese momento ni siquiera lo había considerado, para mí solo era un hombre apuesto con mucho dinero que no quería dañar su imagen de hombre rudo y un demonio en los negocios.No quería arruinar su fama de mujeriego y todo lo demás.Pero mientras más lo conocía más me daba cuenta de que todo eso era una simple fachada para ocultar al hombre que se escondía en el interior. Y aun cuando habían pasado tantos años me alegraba de tenerlo a mi lado cada día de mi vida.Ambos habíamos envejecido. Yo ahora tenía treinta y ocho años y el cuarenta y tres. Pero si me lo preguntaban
Tener que salir de tu casa en las mañanas y apurada para tomar el bus no era algo muy emocionante de hacer, pero peor aún era salir en un día lluvioso a las siete treinta de la mañana, sin haber arreglado la ropa la noche anterior y sin desayunar.Definitivamente eso no estaba en mi lista de cosas favoritas por hacer, pero aquí estaba, con mi maletín de cuero negro sobre mi cabeza para evitar que se me mojara de más el cabello, con un vestido verde ajustado que compré en oferta en alguna tienda del centro y que no ostentaba de ser de marca y con unos tacones de punta fina que probablemente se terminarían rompiendo como llegara a dar un paso en falso.Pero es que, esas eran las desventajas de no tener auto ¿y cómo tenerlo? Si apenas ganaba lo suficiente para poner la parte que me correspondía del alquiler del departamento en el que residía.Un simple departamento de dos habitaciones, con baño compartido, una sala para nada grande con ventanales cutres y una cocina a la que podías acced
Definitivamente este era mi lugar favorito en el mundo y no precisamente porque me agradara la situación de los niños aquí dentro, todo lo contrario, era algo que me tocaba tanto que como abogada prefería mantenerme de este lado a irme a un bufet reconocido en donde podría avanzar en este mundo y obtener mucho dinero.Era tan fiel a este lugar que aun después de que trabajara por un sueldo muy bajo, una vez costeaba todos mis gastos del mes, el resto lo gastaba en regalos para los niños de aquí.Dejando que la sonrisa apareciera en mis labios, me encaminé hacia mi pequeño espacio de aquella enorme casa con patio trasero enorme, aunque carecía de jardín delantero.Esta casa estaba llena de habitaciones en cinco de los seis niveles que poseía, mientras que el primer nivel constaba de oficinas en donde se llevaba a cabo la administración del lugar y el recibimiento de los prospectos a padres.Y en la parte trasera se encontraba una capilla a la izquierda del jardín y a la derecha un pequ
Metiéndome de en lleno en el trabajo de llamar a los bancos y a los números de referencia en la solicitud de ambas familias, olvidé que ni siquiera había desayunado, pero cuando llegó la hora del almuerzo fue imposible que pasara desapercibido para el señor Wolsky el que no me había visto en el comedor a la hora de la comida.Él tocó mi puerta a las doce con cuarenta y una vez le permití el paso lo vi abrir la puerta para que una belleza de siete años entrara en mi oficina con un plato entre sus manos.Ella era Natalia, una pequeña de ojos grises y cabellos rubios que había sido abandonada cuando apenas tenía cuatro años.Recuerdo que ese día llegué a las siete de la mañana al orfanato porque debía levantar a los niños y ducharlos ya que sus familias vendrían por ellos y quería ser quien les diera la noticia.Pero esa misma mañana cuando dos niños salían, una más entraba. Había sido amarrada a la manija de la puerta para que no pudiera irse. A penas iba cubierta con unos shorts y una
—No puedo creer que se me haya hecho tan tarde —se quejó Moni mientras escuchaba las sirenas de una patrulla frente a la casa.Yo comencé a reírme escandalosamente mientras me terminaba de alistar.—Ya verás, maldita —y aun riendo me agaché cuando la vi por el rabillo de mi ojo lanzando un objeto que iba directo a mí.El zapato al yo agacharme terminó impactando contra la pared junto a mí y ella salió echando chispas del departamento al no haber podido darme mi merecido antes de irse.Mónica se despertaba todos los días a las seis de la mañana, salía a correr media hora y regresaba a casa para ducharse y vestirse para estar lista a las siete y poder esperar a su compañero abajo antes de que pasara a buscarla en la patrulla para llevarla a la estación.Pero anoche domingo ambas hicimos maratón de Game Of Thrones y por supuesto, la televisión nos vio quedarnos dormidas en el sofá en la madrugada y a penas a las tres con treinta fuimos cada una a nuestra habitación.Y eso dio como result
—¿Qué tan malo es? —ella negó nerviosa.—Están aquí, llegaron más temprano de lo esperado.Un suspiro escandaloso escapó de mis labios y sin remedio alguno le pasé mi maletín para caminar hacia la oficina del señor Wolsky en donde suponía ya estaban las señoritas Stella y Alice. Dos rubias despampanante de ojos azules y que, aunque trabajan juntas parecían detestarse más que a cualquier cosa.Pero era difícil que dos víboras convivieran juntas por mucho tiempo, se terminaban lanzando el veneno entre ellas al sentirse amenazadas. Al entrar en la oficina sin tocar interrumpí una charla vana que se estaba llevando a cabo, pero no me importó en lo absoluto y en completo silencio pasé junto a ellas para quedar del otro lado del escritorio y sentarme en la silla que había sido colocada para mí como siempre.Dentro del orfanato el señor Wolsky y yo éramos los más importante, él porque llevaba el orden del dinero y yo porque llevaba el orden de la entrada y salida de los niños, por eso éramo