—¿Qué tan malo es? —ella negó nerviosa.
—Están aquí, llegaron más temprano de lo esperado.
Un suspiro escandaloso escapó de mis labios y sin remedio alguno le pasé mi maletín para caminar hacia la oficina del señor Wolsky en donde suponía ya estaban las señoritas Stella y Alice. Dos rubias despampanante de ojos azules y que, aunque trabajan juntas parecían detestarse más que a cualquier cosa.
Pero era difícil que dos víboras convivieran juntas por mucho tiempo, se terminaban lanzando el veneno entre ellas al sentirse amenazadas.
Al entrar en la oficina sin tocar interrumpí una charla vana que se estaba llevando a cabo, pero no me importó en lo absoluto y en completo silencio pasé junto a ellas para quedar del otro lado del escritorio y sentarme en la silla que había sido colocada para mí como siempre.
Dentro del orfanato el señor Wolsky y yo éramos los más importante, él porque llevaba el orden del dinero y yo porque llevaba el orden de la entrada y salida de los niños, por eso éramos los únicos en las reuniones con las señoritas y una vez terminábamos, les dábamos la información a los demás empleados si era necesario.
—Esta reunión será corta, pues ya nos habíamos reunido hacía menos de quince días.
—¿Aprobaron el presupuesto para la construcción de más habitaciones en el último nivel?
La rubia de nombre Stella negó lentamente.
—El presupuesto que tienen es lo que hay, no se puede hacer nada más.
Pero claro que si podía ¡yo lo sabía! Y no precisamente porque tuviesen más dinero para darnos, sino por otra razón más sencilla.
Si el benefactor diera la cara a los medios estaba segura de que los demás millonarios de su entorno donarían de todo su dinero para esta causa.
Era bien sabido que quien nos daba los fondos era dueño de una compañía muy prestigiosa, pero ellos nunca habían querido dar la cara a los medios para que de esta forma pudiésemos tomar su imagen y usarla a nuestro favor.
Y eso de una forma u otra hacía mi sangre enervar, ya que podríamos hacer tantas cosas que no podíamos ¿qué le costaba salir a la luz? ¿Qué le costaba usar su imagen para darle mejor vida a más niños?
Y sí, hacía muchísimo por este lugar, pero yo había sacrificado tantas cosas por este orfanato que no entendía como los demás no podían dar un poco más de todo lo que tenían para mejorar cada vez más más este asqueroso mundo.
Con un suspiro escandaloso interrumpí el montón de palabras que estaba soltando, excusándose en que la imagen de los benefactores se debía mantener así por seguridad de ellos mismos y que si queríamos continuar administrando debíamos seguir las reglas.
Ella frunció su ceño algo incómoda, pero por primera vez dejó pasar mis comentarios y continuó hablando y para mi sorpresa, nunca esperé escuchar esas palabras saliendo de su boca.
—El motivo de esta reunión es tu ascenso, Estefanía. Es bien sabido que el señor Wolsky hace mucho tiempo desea retirarse y pidió que fueras evaluada para ocupar su puesto y todos estuvimos de acuerdo en que eres La más apta, tienes más tiempo aquí que cualquiera y podrás cumplir con la responsabilidad perfectamente ya que estas preparada para ello.
—Lo único que necesitamos es que firmes tu nuevo contrato y el anterior será cancelado, tendrás mejor salario, mejores horarios y podrás apoyarte de un contable que estará ocupando su puesto mañana por la mañana, lo hemos elegido nosotras mismas —las palabras de Stella de por si me habían dejado choqueada y aunque no asimilaba del todo las anteriores, hice el intento por entender las de Alice.
—Te dejaremos una copia del contrato para que analices todas las cláusulas y así mañana nos lo envías a la dirección pautada y recuerda, debes cumplir con todo lo impuesto y una de esas cosas es mantener el nombre del benefactor en secreto, aun cuando sabemos que quieres usar su imagen para expandir los alcances del orfanato.
Inevitablemente mis ojos se rodaron, cosa que ella no notó al estar poniéndose de pie para irse al igual que Alice.
Y sorpresivamente no se despidieron de mí, aunque el sarcasmo es notable en esa oración ¿no?
En cuanto ellas cerraron la puerta de la oficina me levanté de mi lugar para pegar un brinco que me dejó los pies alucinando ante el impacto contra el piso al caer gracias a los tacones.
—Seré directora del orfanato, seré directora del orfanato —repetí incrédula.
—Eres, cariño, eres —rectificó.
Mis ojos en automático se llenaron de lágrimas y él se levantó para envolverme entre sus brazos.
—Gracias, señor Wolsky, gracias, de verdad.
—Te lo ganaste, hija, te lo ganaste con creces, porque toda tu vida se ha resumido a esto y sé que serás capaz de sacar adelante este orfanato y ayudarás a más niños de los que nunca pudimos ayudar.
—Lo haré, prometo que seguiré su legado, prometo salvarlos como usted salvó a otros tantos.
Él besó mi cien y pronto las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas.
—Ahora, señorita Estefanía, lea su contrato para que sea oficial su cargo, yo por mi parte daré mi último recorrido como director para dejarte tu puesto desocupado antes del mediodía.
—Sabe que lo van a extrañar —susurré aun entre sus brazos.
—No voy a perderme, Fany, esta también ha sido mi vida entera.
Separándome de él sequé mis lágrimas y me extendí para tomar el contrato en la mesa y encaminarme a la salida.
—Fany —me llamó antes de que pudiese salir.
—¿Sí? —cuestioné dándome la vuelta.
—Si lees bien el contrato encontraras muchas respuestas y cuando lo hagas, no dudes en ser como realmente eres, esa mujer que lucha por lo que cree y que defiende lo que más ama que son estos niños.
Asentí un par de veces y luego de una suave sonrisa me di la vuelta para salir de la oficina y encaminarme a la mía.
Definitivamente una de las primeras cosas que haría sería derribar la pared del pasillo y moverla un metro más adelante para que la oficina tuviera más espacio para el nuevo contable.
Sí, llegaría mañana, pero eso era cosa de desmontarla intentando conservarla y moverla más adelante, barnizar el piso en donde estaba y ordenarla y eso podría hacerlo con ayuda de los niños grandes.
Una vez en la oficina, comencé a recoger todas mis cosas y las fui metiendo en una caja de madera que me servía como basurero vintage, pero que realmente no usaba ya que en el orfanato reciclaban los papeles para hacer más papel para los niños en la escuela.
No eran tantas las cosas que tenía, eran más fotografías enganchadas que me había tomado junto a los niños en diferentes épocas del año y que había decidido enmarcar para mantenerlas a la vista y poder verlas siempre que pudiera.
Una vez terminé de tomar todas mis pertenencias, me senté en mi cómoda silla y tomé el contrato para comenzar a leerlo.
Ciertamente esto se me daba bien, después de todo había estudiado durante cuatro años para lograr ser una buena abogada y aunque nadie me consideraba la mejor por mi falta de renombre en el mundo legal, yo si me consideraba una de las mejores.
Una vez leí página tras página, captando cada cosa importante y haciendo marcas con mi lápiz, me detuve abruptamente a mitad de la quinta hoja al ver por primera un nombre, bueno, era el nombre de una compañía, pero un nombre después de todo.
Kravec Company.
Mi boca se abrió con absoluta sorpresa y sin dudarlo un solo segundo tomé mi móvil y puse en el buscador el nombre de dicha compañía encontrando cientos de resultados, pero lo que me terminó helando toda la sangre, fue el encontrar el nombre del dueño de la compañía, el hombre que probablemente daba los fondos que sustentaban a este orfanato.
Kadet Kravec.
Un hombre que en vez de empresario parecía modelo. Y de cierto modo entendí por qué quería seguir de incognito, no era como si quiera que esa imagen de hombre rudo que se carga se viera desmentida al mundo enterarse de lo que hace por un orfanato de niños de todo tipo y de todas las edades.
—Por eso el señor Wolsky me dijo que leyera bien —susurré para mis misma.
Porque él siempre supo el nombre del benefactor y sabía que su apellido estaría en estas líneas.
—¿Me puedes explicar por qué las pirañas se fueron tan rápido? —fue inevitable no echarme a reír al escuchar el nuevo nombre que se le había sido otorgado a las rubias despampanantes que nos mantenían a raya.—No mucho, solo vinieron a dar una breve información.Tiara frunció el ceño ante mis palabras y ladeó su cabeza al verme analizando los documentos de forma poco interesada solo para no tener que mirarla a la cara y que notara la emoción que brillaba en mis ojos. —¿Qué información? —cuestionó esta vez acercándose.—Pues que el señor Wolsky se retiró definitivamente —los ojos de Tiara se abrieron enormemente y llevó una mano hacia su boca para tratar de ocultar su sorpresa ante mis palabras.—Ay no, no me digas que una de las arpías vendrá como directora —yo negué con una sonrisa de absoluta felicidad.—La nueva directora del orfanato soy yo, Tiara ¡me han puesto como directora a mí!Y ella literalmente soltó un grito que retumbó en toda mi oficina y probablemente en parte del or
↞ ↟ ↠—¿Entonces eres la nueva directora? —cuestionó Mónica totalmente emocionada una vez le conté todo lo que había sucedido en ese día.—Sí ¿puedes creerlo? —ella negó con una sonrisa incrédula.—Es que es jodidamente increíble, Teffy, te juro que aún no puedo creerlo, básicamente serás la administradora más joven en toda la historia del orfanato.—Y la primera mujer —susurré —de un orfanato que no sea religioso, por supuesto.—Toda la puta ciudad conocerá tu nombre.Estaba segura de que mis mejillas en ese momento brillaban como reflectores al igual que mis ojos.—Lo sé, pero lo más emocionante de esto, es que podré hacer campañas para recaudar fondos, di la idea de ampliar el orfanato hace muchísimo tiempo, pero los recursos, aunque son muchos no son suficientes para una construcción de ese tipo, pero con las cosas que tengo en mente estoy segura de que podré conseguir lo necesario.—Tómatelo con calma, sé que ahora quieres hacer todo lo que no pudiste hacer, pero si vas muy rápid
—Otto Overman, a sus servicios —se presentó el hombre de cabello rubio sucio mientras me tendía su mano.Él vestía un impoluto traje gris a la medida, con un reloj que brillaba en su muñeca dejando saber que era de una marca cara y reconocida. Sus zapatos negros estaban perfectamente lustrados y cargaba en una de sus manos un maletín de cuero marrón y no era por presumir, pero no parecía de mejor calidad que el mío.Aunque para ser sinceros ahorré meses para ese maletín.—Es un placer tenerlo aquí, señor Overman —él me dio una sonrisa deslumbrante y por consecuencia terminé sonrojándome levemente.Lo sabía por el leve calor que sentía en estas a causa de la sangre que había viajado a ellas para colorearlas.—Dígame Otto, después de todo pasaremos mucho tiempo juntos por aquí.Quise refutarle, pero preferí sonreírle suavemente y anotar mentalmente el seguir llamándolo señor.Una vez nuestras manos dejaron de estrecharse la dejé caer a ambos lados de mi cuerpo y por unos segundos no sup
↞ ↟ ↠—Tengo este verde esmeralda —Moni colocó el vestido frente a ella mostrándome como era, pero la verdad era que no me convencía del todo —también tengo este color champan, estoy segura de que va a hacer resaltar tu cabello a la perfección.Y definitivamente, de los cinco vestidos que ella me había mostrado, ese era mi favorito.—Ese si me gusta —susurré emocionada mientras me levantaba para tomarlo.—Tenemos hasta las seis ¿no? —yo asentí un par de veces mientras sentía la tela del vestido.Era suave y caía de una forma sencilla, pero elegante.—Tres horas —susurré tomando el vestido para dejarlo sobre la cama.La semana había pasado más rápido de lo esperado, no por falta de trabajo, sino por exceso de él.Los días ahora eran más agotadores por todas las cosas en las que tenía que meter mis narices para verificar que todo funcionara de la forma correcta.Extrañé mucho al señor Wolsky, pero había hablado un par de veces con él por teléfono y me había informado que estaba prepara
Cuando el auto se detuvo frente al enorme lugar donde se llevaría a cabo la celebración, mi boca se abrió con sorpresa absoluta, y agradecí que los cristales del auto fueran polarizados, pues no era normal la forma tan sorprendida con la que actuaba ante tal escenario.Pero era normal para mí, nunca había estado en un lugar tan lleno de personas, pero, sobre todo, tan sofisticado.Por afuera la arquitectura era maravillosa, tan parecida a esos coliseos de la antigua Grecia en donde se llevaban acabo actos de la alta alcurnia.—Debiste traer un bolsito más grande, así me llevabas bocadillos —Moni hizo un leve puchero mientras abría la puerta e inevitablemente comencé a carcajearme.Solo a ella se le ocurriría pedirme que robara bocadillos en una gala de millonarios.Mónica al colocarse de mi lado, abrió la puerta y me tendió su mano para ayudarme a salir de la mejor forma posible.Con mis piernas juntas las dejé caer contra el asfalto de la calle en frente del lugar y luego me levanté
Una música suave se escuchaba por los parlantes escondidos en alguna parte. El ambiente se sentía relajado, al menos por ahora. Las luces eran más tenues, pero igual dejaban ver claramente todo el lugar. A penas estaba en la entrada, por lo que aún estaba alejada de la multitud más adelante.Las personas las podía observar paseándose con trajes caros y joyas perdidas de algún reino antiguo. Copas de champan eran sostenidas por sus delicados dedos mientras charlaban con las personas que los rodeaban. Pero todo parecía tan distante, como si realmente no hubiese un vínculo mayor que el de presumir para intentar resaltar entre estas personas.Pero juzgar no sería lo más indicando, recordando la posición en la que me encontraba, pues me había vestido y maquillado para estar alrededor de esas mismas personas que me jactaba de juzgar sin conocerlas.Me sentía tan fuera de lugar, con un vestido prestado, maquillaje que nunca pondría en mi rostro y unos tacones que habían pasado de temporada h
En cuanto me bajé del escenario pude respirar más pausadamente y aunque mi corazón latía a una velocidad atemorizante no me permití flaquear y caminé con paso seguro hacia donde lo había visto.Si bien no era la mejor decisión que había tomado en mi vida en una situación como esta-, era lo que mi corazón me pedía en ese instante, por lo que me dirigí hacia ese punto en específico, pero al llegar solo vi su espalda mientras se alejaba.Ni siquiera lo dudé cuando comencé a seguirlo a través de todo el salón hacia una de las puertas que daban hacia algún lugar que desconocía.Lo vi atravesarlas y segundos después yo estuve frente a ellas lista para cruzarlas.Dando una última mirada hacia mis espaldas para ver si nadie me veía avanzar, empujé las puertas y crucé el umbral para encontrarme con un jardín muy bien iluminado.Las luces eran blancas y bordeaban los caminos que te permitían adentrarte en cada área del enorme jardín.Lo vi de pie frente a una fuente y aprovechando que no miraba
Sin querer regresar a aquel lugar en un buen rato, tomé el móvil de mi bolso y marqué el número del señor Wolsky, era evidente que él tendría algo que me serviría y no dudaría en dármelo.Al primer tono él contestó y como siempre que lo escuchaba hablar mi voz se llenó de una calma absoluta que me hizo respirar con más normalidad.—Hola, señor Wolsky.—Cariño ¿cómo estás? ¿sucede algo? —el tono preocupado de su voz fue evidente y lo entendía, pues yo no solía llamarlo a estas horas, pocas veces lo había hecho y casi siempre había sido por una emergencia.A excepción de esta vez.—No, es que quería que me facilitara un número de teléfono si lo tenía.—¿El del señor Kravec? —cuestionó con una vocecita que no me gustaba para nada.Pues eso significaba que algo tramaba o que probablemente sabía algo que yo no y no me lo diría si le preguntaba.—Si —mi voz fue un susurro, pero estaba segura de que me había escuchado.No había ruido en el jardín, ni siquiera se escuchaba algún insecto o mur