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—¿Entonces eres la nueva directora? —cuestionó Mónica totalmente emocionada una vez le conté todo lo que había sucedido en ese día.
—Sí ¿puedes creerlo? —ella negó con una sonrisa incrédula.
—Es que es jodidamente increíble, Teffy, te juro que aún no puedo creerlo, básicamente serás la administradora más joven en toda la historia del orfanato.
—Y la primera mujer —susurré —de un orfanato que no sea religioso, por supuesto.
—Toda la puta ciudad conocerá tu nombre.
Estaba segura de que mis mejillas en ese momento brillaban como reflectores al igual que mis ojos.
—Lo sé, pero lo más emocionante de esto, es que podré hacer campañas para recaudar fondos, di la idea de ampliar el orfanato hace muchísimo tiempo, pero los recursos, aunque son muchos no son suficientes para una construcción de ese tipo, pero con las cosas que tengo en mente estoy segura de que podré conseguir lo necesario.
—Tómatelo con calma, sé que ahora quieres hacer todo lo que no pudiste hacer, pero si vas muy rápido todo te caerá encima y se te hará difícil sacarlo adelante, así que ve despacio, primero ordena lo ya establecido y luego crea esquemas de mayor facilidad a mayor dificultad y ve haciendo las cosas más sencillas antes de meterte a lo rudo ¿de acuerdo?
Yo asentí un par de veces y sin dudarlo metí un bocado de pastel a mi boca mientras la veía sonreírme.
Una vez salí del orfanato me pasé por una pastelería y me encargué de comprar el pastel y la sidra de celebración para Mónica y para mí.
Este era nuestro ritual cada que alguna lograba algo importante, la ganadora invitaba el pastel y la bebida y al llegar a casa nos dábamos la sorpresa y contábamos lo sucedido.
Era magnifico saber que al llegar a casa la encontraría o ella a mí y que podríamos contarnos todo lo que nos había sucedido sabiendo que se alegraría un montón.
Mónica era una de las pocas personas que conocía todo de mi vida, así como Tiara y el señor Wolsky, ellos eran mis personas favoritas, las más cercanas y las que veían más allá de mi rostro serio en el autobús.
Ellos sabían que, aunque me jactaba de ser una mujer de veintisiete años, en mi interior vivía una niña que difícilmente desaparecería.
—¿Mañana será un día duro? —asentí en respuesta sabiendo todo lo que tendría que hacer —pues a dormir —ordenó —que mañana te vas a levantar con las gallinas.
Solté una pequeña risita mientras me levantaba con mi plato y vaso vacío en mis manos para llevarlos al lavaplatos y dejar que ella los lavara, después de todo yo lavé los de la cena.
Una vez en mi habitación amarré mi cabello para que no amaneciera vuelto un nido de pájaros y luego arreglé la ropa del día siguiente.
Una vez con todas mis cosas acomodadas me acosté en mi cama con móvil en mano dispuesta a navegar en las redes sociales en busca de un hombre que no había salido de mi cabeza.
Y es que no lo entendía, a todos los millonarios les encantaba presumir de su dinero, dejarle saber al mundo que tanto dinero habían gastado en los pobres, querían que los demás supieran lo que hacían con sus millones, pero él no.
Kadet Kravec prefería continuar en el anonimato aun cuando entregaba miles de dólares al mes para mantener en buen estado un orfanato que había sacado de la miseria absoluta.
Y en parte lo admiré por ese hecho, por haber hecho por aquellos niños lo que nadie más hizo por ellos y que probablemente nunca harán sin usarlos a ellos para darse publicidad a sí mismos.
Porque eso era lo que hacía la mayoría, usar a los niño para salir en revistas.
La cuestión es que eso era algo irrelevante para mí siempre y cuando pudiese obtener dinero para sacar a otros no solo de orfanatos abusivos, sino también de las calles en las que permanecían.
—Otto Overman, a sus servicios —se presentó el hombre de cabello rubio sucio mientras me tendía su mano.Él vestía un impoluto traje gris a la medida, con un reloj que brillaba en su muñeca dejando saber que era de una marca cara y reconocida. Sus zapatos negros estaban perfectamente lustrados y cargaba en una de sus manos un maletín de cuero marrón y no era por presumir, pero no parecía de mejor calidad que el mío.Aunque para ser sinceros ahorré meses para ese maletín.—Es un placer tenerlo aquí, señor Overman —él me dio una sonrisa deslumbrante y por consecuencia terminé sonrojándome levemente.Lo sabía por el leve calor que sentía en estas a causa de la sangre que había viajado a ellas para colorearlas.—Dígame Otto, después de todo pasaremos mucho tiempo juntos por aquí.Quise refutarle, pero preferí sonreírle suavemente y anotar mentalmente el seguir llamándolo señor.Una vez nuestras manos dejaron de estrecharse la dejé caer a ambos lados de mi cuerpo y por unos segundos no sup
↞ ↟ ↠—Tengo este verde esmeralda —Moni colocó el vestido frente a ella mostrándome como era, pero la verdad era que no me convencía del todo —también tengo este color champan, estoy segura de que va a hacer resaltar tu cabello a la perfección.Y definitivamente, de los cinco vestidos que ella me había mostrado, ese era mi favorito.—Ese si me gusta —susurré emocionada mientras me levantaba para tomarlo.—Tenemos hasta las seis ¿no? —yo asentí un par de veces mientras sentía la tela del vestido.Era suave y caía de una forma sencilla, pero elegante.—Tres horas —susurré tomando el vestido para dejarlo sobre la cama.La semana había pasado más rápido de lo esperado, no por falta de trabajo, sino por exceso de él.Los días ahora eran más agotadores por todas las cosas en las que tenía que meter mis narices para verificar que todo funcionara de la forma correcta.Extrañé mucho al señor Wolsky, pero había hablado un par de veces con él por teléfono y me había informado que estaba prepara
Cuando el auto se detuvo frente al enorme lugar donde se llevaría a cabo la celebración, mi boca se abrió con sorpresa absoluta, y agradecí que los cristales del auto fueran polarizados, pues no era normal la forma tan sorprendida con la que actuaba ante tal escenario.Pero era normal para mí, nunca había estado en un lugar tan lleno de personas, pero, sobre todo, tan sofisticado.Por afuera la arquitectura era maravillosa, tan parecida a esos coliseos de la antigua Grecia en donde se llevaban acabo actos de la alta alcurnia.—Debiste traer un bolsito más grande, así me llevabas bocadillos —Moni hizo un leve puchero mientras abría la puerta e inevitablemente comencé a carcajearme.Solo a ella se le ocurriría pedirme que robara bocadillos en una gala de millonarios.Mónica al colocarse de mi lado, abrió la puerta y me tendió su mano para ayudarme a salir de la mejor forma posible.Con mis piernas juntas las dejé caer contra el asfalto de la calle en frente del lugar y luego me levanté
Una música suave se escuchaba por los parlantes escondidos en alguna parte. El ambiente se sentía relajado, al menos por ahora. Las luces eran más tenues, pero igual dejaban ver claramente todo el lugar. A penas estaba en la entrada, por lo que aún estaba alejada de la multitud más adelante.Las personas las podía observar paseándose con trajes caros y joyas perdidas de algún reino antiguo. Copas de champan eran sostenidas por sus delicados dedos mientras charlaban con las personas que los rodeaban. Pero todo parecía tan distante, como si realmente no hubiese un vínculo mayor que el de presumir para intentar resaltar entre estas personas.Pero juzgar no sería lo más indicando, recordando la posición en la que me encontraba, pues me había vestido y maquillado para estar alrededor de esas mismas personas que me jactaba de juzgar sin conocerlas.Me sentía tan fuera de lugar, con un vestido prestado, maquillaje que nunca pondría en mi rostro y unos tacones que habían pasado de temporada h
En cuanto me bajé del escenario pude respirar más pausadamente y aunque mi corazón latía a una velocidad atemorizante no me permití flaquear y caminé con paso seguro hacia donde lo había visto.Si bien no era la mejor decisión que había tomado en mi vida en una situación como esta-, era lo que mi corazón me pedía en ese instante, por lo que me dirigí hacia ese punto en específico, pero al llegar solo vi su espalda mientras se alejaba.Ni siquiera lo dudé cuando comencé a seguirlo a través de todo el salón hacia una de las puertas que daban hacia algún lugar que desconocía.Lo vi atravesarlas y segundos después yo estuve frente a ellas lista para cruzarlas.Dando una última mirada hacia mis espaldas para ver si nadie me veía avanzar, empujé las puertas y crucé el umbral para encontrarme con un jardín muy bien iluminado.Las luces eran blancas y bordeaban los caminos que te permitían adentrarte en cada área del enorme jardín.Lo vi de pie frente a una fuente y aprovechando que no miraba
Sin querer regresar a aquel lugar en un buen rato, tomé el móvil de mi bolso y marqué el número del señor Wolsky, era evidente que él tendría algo que me serviría y no dudaría en dármelo.Al primer tono él contestó y como siempre que lo escuchaba hablar mi voz se llenó de una calma absoluta que me hizo respirar con más normalidad.—Hola, señor Wolsky.—Cariño ¿cómo estás? ¿sucede algo? —el tono preocupado de su voz fue evidente y lo entendía, pues yo no solía llamarlo a estas horas, pocas veces lo había hecho y casi siempre había sido por una emergencia.A excepción de esta vez.—No, es que quería que me facilitara un número de teléfono si lo tenía.—¿El del señor Kravec? —cuestionó con una vocecita que no me gustaba para nada.Pues eso significaba que algo tramaba o que probablemente sabía algo que yo no y no me lo diría si le preguntaba.—Si —mi voz fue un susurro, pero estaba segura de que me había escuchado.No había ruido en el jardín, ni siquiera se escuchaba algún insecto o mur
Cuando Mónica llegó a casa me encontró sentada en el sofá esperándola. Mis dedos se restregaban unos a los otros mientras la veía soltar sus cosas en la esquina de la casa y cuando se giró en mi dirección dio respingo al notar que estaba ahí.—Mujer de dios, me has dado un susto de muerte.Ella llevó su mano hacia su pecho.—Tienes suerte de que no ande armada ¿te imaginas si te hubiese disparado? —mi ceño se frunció ante sus palabras.—No puedes ser tan despistada como para dispararme así por así por estar sentada en tu sofá ¿Algo sucede? —ella negó lentamente, pero la verdad que es que no le creí. Por lo general si ella quería hablar a cerca de algo lo hacía, así que supuse que no quería entrar en ese tema de conversación.—Bueno, cuéntame cómo te fue en esa pomposa cena —con una sonrisa se lanzó al sofá junto a mí y me sonrió abiertamente mientras esperaba a que hablara.—Resulta que me he enterado de quién es el benefactor anónimo del orfanato y me lo he encontrado en la cena de h
Aprovechando que lo tenía en la mente me incliné hacia la mesita de noche y tomé mi teléfono celular para escribirle un mensaje de buenos días y debajo me atreví a colocarle:Ya verá que soy un hueso más duro de roer.Y tras eso dejé el móvil en su lugar y salí de la habitación para encontrarme a Mónica tomando un café. Agradecí el olor que invadía la cocina y me serví una taza para despertarme del todo.Era domingo, pero yo tenía demasiado trabajo que hacer y planes que comenzar a crear para poder llevar a cabo mi misión y completarla con éxito.Mientras trabajaba, Mónica se dedicó a contarme su noche anterior y se tomó la libertad de contarme que se encontró a su ex y que se la había cogido en el baño del club. Y a eso sumémosle que Elliot se le confesó después de eso y ella fue muy clara al decirle que no le interesaba el sexo masculino en ningún sentido.Sabía de los sentimientos de Elliot, pues no había que ser un genio para notarlo, pero preferí no inmiscuirme en ese asunto cuan