Capítulo 6

—¿Me puedes explicar por qué las pirañas se fueron tan rápido? —fue inevitable no echarme a reír al escuchar el nuevo nombre que se le había sido otorgado a las rubias despampanantes que nos mantenían a raya.

—No mucho, solo vinieron a dar una breve información.

Tiara frunció el ceño ante mis palabras y ladeó su cabeza al verme analizando los documentos de forma poco interesada solo para no tener que mirarla a la cara y que notara la emoción que brillaba en mis ojos.  

—¿Qué información? —cuestionó esta vez acercándose.

—Pues que el señor Wolsky se retiró definitivamente —los ojos de Tiara se abrieron enormemente y llevó una mano hacia su boca para tratar de ocultar su sorpresa ante mis palabras.

—Ay no, no me digas que una de las arpías vendrá como directora —yo negué con una sonrisa de absoluta felicidad.

—La nueva directora del orfanato soy yo, Tiara ¡me han puesto como directora a mí!

Y ella literalmente soltó un grito que retumbó en toda mi oficina y probablemente en parte del orfanato.

Sus ojos se llenaron de lágrimas casi de inmediato y vi en primera plana lo feliz que se había puesto ante algo que no la inmiscuía, pero que ciertamente le alegraba,

—Estoy tan feliz por ti, pequeña, ya era hora de que reconocieran todo el esfuerzo que has estado haciendo por este lugar y por estos niños.

—Lo único que me desagrada de todo esto es que ya no veremos tan seguido al señor Wolsky —ella hizo un ademán restándole importancia.

—Es hora de que disfrute, Fany, sabes que su esposa se quejaba de que nunca tomaran vacaciones más largas que un fin de semana, es hora de que salga a conocer el mundo, él sabe que el orfanato estará en buenas manos, las tuyas son las perfectas.

Sin dudarlo me levanté y me acerqué para envolverla en un abrazo fuerte que me dio la confianza que necesitaba.

En pocas horas oficialmente sería la nueva directora y debíamos informárselo a todos los niños y los encargados de cada área, por lo que agradecí haber ido vestida más decentemente.

Una vez Tiara salió de mi oficina no pude evitar festejar conmigo misma ante la emoción que se desbordaba de todo mi sistema.

Y es que, había querido hacer tantas cosas por este lugar y ahora al tener un cargo mayor podría hacerlo.

Y aunque de manera clara la identidad recientemente descubierta de nuestro benefactor me había dejado con la piel totalmente de gallina, estaba tratando de parecer tranquila mientras salía al pasillo para dirigirme hacia el comedor en donde debían estar todos a estas horas.

Mis nervios estaban al tope, al igual que la adrenalina, la emoción y la felicidad.

Si me lo preguntaban, realmente si me había visto como directora del orfanato, pero nunca a una edad tan temprana. Había estado decidida a perdurar en este lugar el tiempo que fuese necesario hasta que llegara la oportunidad de ocupar el cargo de directora, pero nunca creí que sería a la corta edad de veintisiete años y bueno, para muchos podría ser mucho tiempo, pero para mí había sido tan rápido que ciertamente nunca hubiese podido verlo venir.

Por ello estaba tan nerviosa, porque esto era algo que había soñado por tanto tiempo y que se hiciera real tan rápido era algo que no podía asimilar del todo.

Una vez llegué al comedor, fui a buscar algo para comer y mientras cruzaba el enorme lugar, iba saludando a los niños que me miraban con esos ojitos soñadores al pasar junto a ellos.

Al obtener mi plato con brócoli, salsa blanca y muchas papas con carne, me encaminé hacia la mesa en donde estaba el director junto con Tiara y los encargados de las demás áreas.

Él me sonrió en cuanto me senté junto a él y aprobó lo que tenía en plato provocando que rodara los ojos. Él me dio un leve empujón con su codo haciéndome reír, pero al final terminé comiendo mi plato mientras todos hacían lo mismo hasta terminar.

Cuando el señor Wolsky vio que todos tenían sus platos vacíos y que charlaban animadamente, gastando los últimos minutos del receso, se levantó de su lugar y aplaudió un par de veces para que todos prestaran atención.

Cuando todas las miradas se concentraron en él, sonrió abiertamente dándoles esa imagen de hombre confiable, ese al que podías ir y decirle lo que fuese y siempre te escucharía y entendería.

—Sé que muchos estarán tristes por esta noticia y que otros tantos ya se la esperaban, pero es algo que ya debía ser —todos se miraron intentando entender a que se refería y en la mesa de los encargados de área entendieron lo que sucedía —he renunciado como director del orfanato —y pronto los murmullos entre los niños se extendió.

Realmente era de valientes pararte frente a los niños que habías visto crecer y decirles que ya no serías quien se hiciera cargo de mantenerlos seguros, que ya no serías su escudo, el hombre que veían como un padre o abuelo en algunos casos.

—Pero mi puesto será ocupado por la Señorita Estefanía, así que creo que eso es un premio para ustedes.

—Si, la señorita Estefanía —el grito de Natalie se escuchó por encima de todo el barullo haciéndome reír incontrolablemente.

—Sé que ella los cuidará muchísimo más que yo, niños, así que respétenla, ámenla y cuídenla como ella hará con ustedes.

Con una sonrisa que extendí a fuerza y mis ojos a punto de derramar las lágrimas contenida, me puse de pie y junté mis manos frente a mí.

—Les prometo a ustedes, mis niños de ahora en adelante las cosas solo mejoraran, les prometo siempre seguir cuidando de ustedes y dar mi mayor esfuerzo por darles una vida digna, la vida que realmente merecen.

Los aplausos no se hicieron esperar y muchos de ellos golpearon las mesas totalmente emocionados y creo que el hecho de que el señor Wolsky se fuera era algo que los dejaba tristes, pero era un hecho que se veía anestesiado por la simple razón de que sería yo quien estaría para ellos.

Una vez el almuerzo acabó cada uno se fue a su respectivo lugar y yo me encargué de comenzar a habilitar la oficina para el nuevo contable junto con los niños grandes de carpintería.

Cosa que fue más fácil de lo que había creído en un inicio y una vez tuve esa parte lista me encargué de ayudar al señor Wolsky a recoger sus cosas y fue jodidamente difícil, pues había tantos recuerdos en esas cuatro paredes y todos llegaron a mi mente mientras dejaba sus retratos en la misma caja que había usado para sacar mis pertenencias de la oficina y que había vaciado en la silla de la oficina que ocuparía al día siguiente.

Una vez terminado acompañé al señor Wolsky a su auto y me despedí de él hecha un mar de lágrimas y mocos, pero él entendió. Comprendió y aceptó que había sido parte esencial de mi vida y el que estuviese dejando el lugar en el que lo conocí era difícil para mí, aun cuando sería yo quien ocupara su lugar.

—Es probable que te anuncien a los medios como la nueva directora del orfanato, sabes que, aunque el benefactor no sea conocido, es bien sabido que el orfanato es uno de los más prestigiosos y verídicos de la ciudad.

—Hablando de eso, ya sé quién es —el señor de cabello canoso me dio un sonrisa de medio lado que me dejaba ver lo orgulloso que estaba de mi.

—No esperaba menos de ti —yo le di una sonrisa completa y él acaricio mi cabello suavemente.

—Lo vas a conocer y espero que se lleven bien —yo arrugué completamente mi boca en desacuerdo con sus argumentos y él solo se carcajeó —a ese tipo de hombres les hace falta una mujer con lengua de víbora que los ponga en su lugar.

—¿Me ha dicho víbora? —cuestioné fingiendo estar ofendida y él solo se carcajeó mientras ingresaba a su auto.

—A ti no, a tu lengua viperina sí —y tras sus últimas palabras cerró la puerta y encendió su auto para marcharse sin siquiera mirar atrás.

Pero es que ese no era un adiós, simplemente era un hasta luego, porque él había marcado mi vida de todas las formas posibles y nunca dejaría de buscarlo, llamarlo y visitarlo mientras vida tuviera.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo