Capítulo 8

—Otto Overman, a sus servicios —se presentó el hombre de cabello rubio sucio mientras me tendía su mano.

Él vestía un impoluto traje gris a la medida, con un reloj que brillaba en su muñeca dejando saber que era de una marca cara y reconocida. Sus zapatos negros estaban perfectamente lustrados y cargaba en una de sus manos un maletín de cuero marrón y no era por presumir, pero no parecía de mejor calidad que el mío.

Aunque para ser sinceros ahorré meses para ese maletín.

—Es un placer tenerlo aquí, señor Overman —él me dio una sonrisa deslumbrante y por consecuencia terminé sonrojándome levemente.

Lo sabía por el leve calor que sentía en estas a causa de la sangre que había viajado a ellas para colorearlas.

—Dígame Otto, después de todo pasaremos mucho tiempo juntos por aquí.

Quise refutarle, pero preferí sonreírle suavemente y anotar mentalmente el seguir llamándolo señor.

Una vez nuestras manos dejaron de estrecharse la dejé caer a ambos lados de mi cuerpo y por unos segundos no supe que decir, hasta que recordé que debía llevarlo a su oficina y luego darle un recorrido por el orfanato.

—Acompáñeme por aquí, le mostraré su oficina.

Él me siguió sin dudarlo y mientras avanzábamos me cuestioné, como alguien que vestía como él podía aceptar un trabajo en un orfanato que no solo carecía de un pago prominente, sino también que era poco probable que se hiciera un nombre en este lugar.

A menos que él ya haya conseguido todo a lo que aspiraba en la vida y ahora solo quisiera ofrecer sus servicios por el bien de estos niños.

No podía dudarlo al cien por ciento, porque todos los que estábamos aquí adentro hacíamos esto por los niños.

Una vez llegamos a la nueva oficina remodelada le dejé ponerse cómodo durante unos minutos en los que lo esperé en el pasillo y una vez salió hice que me siguiera nuevamente para presentarle las áreas a las que si tenía acceso dentro del orfanato.

Le mostré la cafetería, la sala general, la cancha, las aulas de clases y otras áreas más que le servirían para cuando pasara sus días aquí dentro.

—La verdad estoy muy feliz de poder trabajar aquí —dijo sincero —daré todo de mi para que sigamos haciendo funcionar este lugar.

—De verdad espero que podamos comprendernos durante este tiempo y no dudo de que viene con las mejores intenciones para este lugar, los niños aquí nos ven como sus padres desde el momento en que nos conocen, nos ven como sus cuidadores, sus guías, sus ejemplos a seguir y es por eso por lo que para ellos debemos mostrar esa cara bondadosa que todos llevamos dentro, después de todo han sufrido lo suficiente ya.

Él asintió de acuerdo con mis palabras y una vez obtuve una sonrisa de su parte, me di la vuelta y seguí con el recorrido hasta llegar a mi oficina.

—En su computador tiene un documento abierto con todas las pautas a seguir, están las directrices con las que se va a guiar para poder entender mejor lo que hacemos aquí, que no es solo cuadrar los números para llegar a fin de mes. Si necesita cualquier cosa esta es mi oficina. Que tenga buen día, señor Overman.

Y una vez asintió hacia mí me di la vuelta para ingresar a mi oficina dejándolo fuera para que él pudiese ir a la suya.

Una vez sola me dejé caer en mi escritorio y encendí el computador para comenzar a leer la solicitud que había recibido esta mañana. Era algo que se me daba fácil, por lo que media hora después ya me encontraba negando la petición al ver pocas concordancias en los datos que fueron dados.

No pasó mucho tiempo después cuando el computador hizo el característico sonido que hacía cuando un nuevo correo llegaba.

Suponiendo que era otra solicitud lo abrí de inmediato, pero sorpresivamente no se trataba de ninguna solicitud.

En el correo se redactaba la cordial invitación a una gala benéfica en donde los fondos recaudados serían donados a diferentes fundaciones para personas necesitadas y era de suma importancia que la nueva directora del orfanato hiciera su aparición para anunciar definitivamente que era la nueva directora que lo estará dirigiendo.

Sabía de estas galas benéficas, también de fiestas, cenas y otras cosas más que hacían para recaudar fondos para los más necesitados.

Sabía que el señor Wolsky asistía a ellas, pero nunca creí que me llegaría la hora tan rápido. Aunque era de esperarse, los millonarios vivían haciendo estas cosas ostentosas para sacar a pasear sus más finas joyas y vestidos caros.

Debajo estaba la advertencia que me hacía la rubia Stella de que fuera correctamente vestida, ya que yo era la nueva cara del orfanato y debía dar buena impresión.

Por supuesto que la daría, aunque mi vestido fuera de una tienda de garaje, no pensaba romper los códigos de vestimenta que se establecían en fiestas como esas.

Mas abajo se encontraba la dirección, la fecha y la hora en la que se llevaría a cabo tal cosa y me sorprendí en sobre manera al saber que era el sábado próximo ¿acaso me daría tiempo de buscar algo que valiera la pena?

Probablemente no, por lo que debería recurrir a mi hermosa compañera de piso, la cual probablemente tendría uno de esos vestidos ostentosos, ya que ha asistido a eventos importantes del departamento de la policía.

Y recordando ese hecho me relajé en mi lugar, no solo porque tenía las capacidades intelectuales para ir a un evento así y salir inmune, sino también porque la rubia me ayudaría con mi vestimenta sin tener que pedírselo muchas veces.

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