—No puedo creer que se me haya hecho tan tarde —se quejó Moni mientras escuchaba las sirenas de una patrulla frente a la casa.
Yo comencé a reírme escandalosamente mientras me terminaba de alistar.
—Ya verás, m*****a —y aun riendo me agaché cuando la vi por el rabillo de mi ojo lanzando un objeto que iba directo a mí.
El zapato al yo agacharme terminó impactando contra la pared junto a mí y ella salió echando chispas del departamento al no haber podido darme mi merecido antes de irse.
Mónica se despertaba todos los días a las seis de la mañana, salía a correr media hora y regresaba a casa para ducharse y vestirse para estar lista a las siete y poder esperar a su compañero abajo antes de que pasara a buscarla en la patrulla para llevarla a la estación.
Pero anoche domingo ambas hicimos maratón de Game Of Thrones y por supuesto, la televisión nos vio quedarnos dormidas en el sofá en la madrugada y a penas a las tres con treinta fuimos cada una a nuestra habitación.
Y eso dio como resultado que Moni no fuera a correr y terminara vistiéndose con su uniforme a una velocidad atemorizante a las seis con cincuenta.
Yo por mi parte me estaba vistiendo despacio agradeciendo que no lloviera ese día, ya que podría llegar con mi vestido y mi cabello lacio intacto al orfanato.
Ese día había varias cosas importantes por hacer, por lo que tenía que dar mi mejor impresión, aunque fuese con un vestido que conseguí en una venta de garaje.
Una vez lista tomé mi maletín con los documentos que había estado revisando en el fin de semana en casa y luego salí de casa con la tarjeta del autobús en mano para evitar tener que abrir el maletín.
Ese día en especial llevaba mis auriculares inalámbricos puestos mientras escuchaba la sexi música de una rapera para que me diera la seguridad que necesitaba ese día.
Y es que abría una reunión con los representantes de la compañía que nos daban el presupuesto para hacer todo lo que hacíamos en el orfanato y aunque mi vestimenta no era tan sofisticada me sentía segura, y es que unos tacones de suela roja hacían ver seguro a cualquiera.
Me los había regalado el señor Wolsky para mi cumpleaños el año pasado y lo había usado pocas veces ya que no visitaba lugares tan sofisticados como para tener que usarlos.
Pero ahí estaba ese día, portando un vestido negro ajustado a mi figura, pero recatado y mis zapatos sensuales que me hacían sentir más segura.
¿Y la razón por la que me había elaborado tanto?
Pues las arpías representantes de la compañía que nos daban los fondos, eran todo un caso, esas mujeres eran hermosas, sí, muy sofisticadas por demás, pero tenían una vibra de víboras que te hacían no querer estar en su radar, pero como yo no me dejaba de nadie me ponía mis mejores prendas y me preparaba para contestar todos sus cuestionamientos.
Pues lo que tenían de víboras lo tenían de inteligentes.
Una vez en la estación esperé paciente unos cuantos minutos hasta que el autobús hizo su aparición y pude subirme en él.
Mientras este avanzaba yo iba calculando los minutos que debía estar montada en él sumándole un par de minutos por el tráfico de la hora pico y al final el resultado fue claro. Llegaría temprano y me podría evitar cualquier sermón que pudiesen darme y eso a su vez evitaría que mi lengua viperina saliera a relucir para ponerlas en su lugar a las dos.
De esa forma todos estaríamos felices, porque, aunque ganas les faltaran, no podían despedirme, el señor Wolsky nunca lo permitiría.
Mientras Chlorine de Twenty One Pilot se reproducía bajé del autobús y me recorrí todas las cuadras que me separaban del orfanato.
Al llegar pude escuchar el ajetreo dentro y es que, aunque todo siempre se mantuviera en orden, cuando esas mujeres venían, se arreglaba todo más de la cuenta, ya que con un solo informe negativo podrían destituirnos a todos de nuestros cargos aquí dentro.
Y eso sería terrible, pues todos los que hacíamos esto, lo hacíamos por amor a estos niños y separarnos de ellos sin poder ayudarlos sería devastador para cualquiera de nosotros.
—Al fin llegaste —mi sonrisa se extendió por todo mi rostro al ver a Tiara a mitad del lobby.
Ella era una castaña de baja estatura, maestra de los niños y de paso su cuidadora, pues se quedaba a dormir aquí todos los días para mantenerlos seguros de ellos mismos y estar al pendiente si cualquier cosa llegaba a suceder. Incluso si un niño enferma con sus conocimientos de enfermería ella podía darle los primeros auxilios.
—¿Qué tan malo es? —ella negó nerviosa.—Están aquí, llegaron más temprano de lo esperado.Un suspiro escandaloso escapó de mis labios y sin remedio alguno le pasé mi maletín para caminar hacia la oficina del señor Wolsky en donde suponía ya estaban las señoritas Stella y Alice. Dos rubias despampanante de ojos azules y que, aunque trabajan juntas parecían detestarse más que a cualquier cosa.Pero era difícil que dos víboras convivieran juntas por mucho tiempo, se terminaban lanzando el veneno entre ellas al sentirse amenazadas. Al entrar en la oficina sin tocar interrumpí una charla vana que se estaba llevando a cabo, pero no me importó en lo absoluto y en completo silencio pasé junto a ellas para quedar del otro lado del escritorio y sentarme en la silla que había sido colocada para mí como siempre.Dentro del orfanato el señor Wolsky y yo éramos los más importante, él porque llevaba el orden del dinero y yo porque llevaba el orden de la entrada y salida de los niños, por eso éramo
—¿Me puedes explicar por qué las pirañas se fueron tan rápido? —fue inevitable no echarme a reír al escuchar el nuevo nombre que se le había sido otorgado a las rubias despampanantes que nos mantenían a raya.—No mucho, solo vinieron a dar una breve información.Tiara frunció el ceño ante mis palabras y ladeó su cabeza al verme analizando los documentos de forma poco interesada solo para no tener que mirarla a la cara y que notara la emoción que brillaba en mis ojos. —¿Qué información? —cuestionó esta vez acercándose.—Pues que el señor Wolsky se retiró definitivamente —los ojos de Tiara se abrieron enormemente y llevó una mano hacia su boca para tratar de ocultar su sorpresa ante mis palabras.—Ay no, no me digas que una de las arpías vendrá como directora —yo negué con una sonrisa de absoluta felicidad.—La nueva directora del orfanato soy yo, Tiara ¡me han puesto como directora a mí!Y ella literalmente soltó un grito que retumbó en toda mi oficina y probablemente en parte del or
↞ ↟ ↠—¿Entonces eres la nueva directora? —cuestionó Mónica totalmente emocionada una vez le conté todo lo que había sucedido en ese día.—Sí ¿puedes creerlo? —ella negó con una sonrisa incrédula.—Es que es jodidamente increíble, Teffy, te juro que aún no puedo creerlo, básicamente serás la administradora más joven en toda la historia del orfanato.—Y la primera mujer —susurré —de un orfanato que no sea religioso, por supuesto.—Toda la puta ciudad conocerá tu nombre.Estaba segura de que mis mejillas en ese momento brillaban como reflectores al igual que mis ojos.—Lo sé, pero lo más emocionante de esto, es que podré hacer campañas para recaudar fondos, di la idea de ampliar el orfanato hace muchísimo tiempo, pero los recursos, aunque son muchos no son suficientes para una construcción de ese tipo, pero con las cosas que tengo en mente estoy segura de que podré conseguir lo necesario.—Tómatelo con calma, sé que ahora quieres hacer todo lo que no pudiste hacer, pero si vas muy rápid
—Otto Overman, a sus servicios —se presentó el hombre de cabello rubio sucio mientras me tendía su mano.Él vestía un impoluto traje gris a la medida, con un reloj que brillaba en su muñeca dejando saber que era de una marca cara y reconocida. Sus zapatos negros estaban perfectamente lustrados y cargaba en una de sus manos un maletín de cuero marrón y no era por presumir, pero no parecía de mejor calidad que el mío.Aunque para ser sinceros ahorré meses para ese maletín.—Es un placer tenerlo aquí, señor Overman —él me dio una sonrisa deslumbrante y por consecuencia terminé sonrojándome levemente.Lo sabía por el leve calor que sentía en estas a causa de la sangre que había viajado a ellas para colorearlas.—Dígame Otto, después de todo pasaremos mucho tiempo juntos por aquí.Quise refutarle, pero preferí sonreírle suavemente y anotar mentalmente el seguir llamándolo señor.Una vez nuestras manos dejaron de estrecharse la dejé caer a ambos lados de mi cuerpo y por unos segundos no sup
↞ ↟ ↠—Tengo este verde esmeralda —Moni colocó el vestido frente a ella mostrándome como era, pero la verdad era que no me convencía del todo —también tengo este color champan, estoy segura de que va a hacer resaltar tu cabello a la perfección.Y definitivamente, de los cinco vestidos que ella me había mostrado, ese era mi favorito.—Ese si me gusta —susurré emocionada mientras me levantaba para tomarlo.—Tenemos hasta las seis ¿no? —yo asentí un par de veces mientras sentía la tela del vestido.Era suave y caía de una forma sencilla, pero elegante.—Tres horas —susurré tomando el vestido para dejarlo sobre la cama.La semana había pasado más rápido de lo esperado, no por falta de trabajo, sino por exceso de él.Los días ahora eran más agotadores por todas las cosas en las que tenía que meter mis narices para verificar que todo funcionara de la forma correcta.Extrañé mucho al señor Wolsky, pero había hablado un par de veces con él por teléfono y me había informado que estaba prepara
Cuando el auto se detuvo frente al enorme lugar donde se llevaría a cabo la celebración, mi boca se abrió con sorpresa absoluta, y agradecí que los cristales del auto fueran polarizados, pues no era normal la forma tan sorprendida con la que actuaba ante tal escenario.Pero era normal para mí, nunca había estado en un lugar tan lleno de personas, pero, sobre todo, tan sofisticado.Por afuera la arquitectura era maravillosa, tan parecida a esos coliseos de la antigua Grecia en donde se llevaban acabo actos de la alta alcurnia.—Debiste traer un bolsito más grande, así me llevabas bocadillos —Moni hizo un leve puchero mientras abría la puerta e inevitablemente comencé a carcajearme.Solo a ella se le ocurriría pedirme que robara bocadillos en una gala de millonarios.Mónica al colocarse de mi lado, abrió la puerta y me tendió su mano para ayudarme a salir de la mejor forma posible.Con mis piernas juntas las dejé caer contra el asfalto de la calle en frente del lugar y luego me levanté
Una música suave se escuchaba por los parlantes escondidos en alguna parte. El ambiente se sentía relajado, al menos por ahora. Las luces eran más tenues, pero igual dejaban ver claramente todo el lugar. A penas estaba en la entrada, por lo que aún estaba alejada de la multitud más adelante.Las personas las podía observar paseándose con trajes caros y joyas perdidas de algún reino antiguo. Copas de champan eran sostenidas por sus delicados dedos mientras charlaban con las personas que los rodeaban. Pero todo parecía tan distante, como si realmente no hubiese un vínculo mayor que el de presumir para intentar resaltar entre estas personas.Pero juzgar no sería lo más indicando, recordando la posición en la que me encontraba, pues me había vestido y maquillado para estar alrededor de esas mismas personas que me jactaba de juzgar sin conocerlas.Me sentía tan fuera de lugar, con un vestido prestado, maquillaje que nunca pondría en mi rostro y unos tacones que habían pasado de temporada h
En cuanto me bajé del escenario pude respirar más pausadamente y aunque mi corazón latía a una velocidad atemorizante no me permití flaquear y caminé con paso seguro hacia donde lo había visto.Si bien no era la mejor decisión que había tomado en mi vida en una situación como esta-, era lo que mi corazón me pedía en ese instante, por lo que me dirigí hacia ese punto en específico, pero al llegar solo vi su espalda mientras se alejaba.Ni siquiera lo dudé cuando comencé a seguirlo a través de todo el salón hacia una de las puertas que daban hacia algún lugar que desconocía.Lo vi atravesarlas y segundos después yo estuve frente a ellas lista para cruzarlas.Dando una última mirada hacia mis espaldas para ver si nadie me veía avanzar, empujé las puertas y crucé el umbral para encontrarme con un jardín muy bien iluminado.Las luces eran blancas y bordeaban los caminos que te permitían adentrarte en cada área del enorme jardín.Lo vi de pie frente a una fuente y aprovechando que no miraba