Definitivamente este era mi lugar favorito en el mundo y no precisamente porque me agradara la situación de los niños aquí dentro, todo lo contrario, era algo que me tocaba tanto que como abogada prefería mantenerme de este lado a irme a un bufet reconocido en donde podría avanzar en este mundo y obtener mucho dinero.
Era tan fiel a este lugar que aun después de que trabajara por un sueldo muy bajo, una vez costeaba todos mis gastos del mes, el resto lo gastaba en regalos para los niños de aquí.
Dejando que la sonrisa apareciera en mis labios, me encaminé hacia mi pequeño espacio de aquella enorme casa con patio trasero enorme, aunque carecía de jardín delantero.
Esta casa estaba llena de habitaciones en cinco de los seis niveles que poseía, mientras que el primer nivel constaba de oficinas en donde se llevaba a cabo la administración del lugar y el recibimiento de los prospectos a padres.
Y en la parte trasera se encontraba una capilla a la izquierda del jardín y a la derecha un pequeño edificio con salones que servían como aulas para impartir las clases.
Y por último una cancha y un comedor no muy lejos de las demás estructuras.
Al llegar a mi pequeño lugar dejé mis pertenecías sobre la pequeña mesa y luego me encaminé hacia la oficina del director al cual tenía que reportarme una vez llegara para ver si tenía algo que darme para comenzar a investigar.
Los pasillos de la enorme casa eran de madera, casi toda la casa lo era en su totalidad y eso le daba un aspecto de casa de cuento que me encantaba.
La puerta de la oficina del señor Wolsky era doble, hecha con una madera clara que se encontraba algo desgastada y que había visto a tantos niños pasar a través de ella con un brillo en sus ojos que te dejaba saber que estaban felices de al fin ser adoptados por una familia que valía la pena.
Toqué un par de veces y pasé solo cuando escuché el adelante.
Dentro estaba él, de cabello canoso y barba cuidada ya blanca. Era viejo, la verdad había que admitirla, pero le costaba jubilarse, pues aún no estaba seguro de dejar su puesto en manos de alguien que no cuidaría estos niños como él lo había hecho.
Y es que él había luchado tanto por estos pequeños, los había mantenido con su salud mental y emocional lo mejor posible para evitar dañarlos más de lo que sus familias lo habían hecho.
Él era ese escudo que los protegía del mundo cruel que los había abandonado a su suerte.
—Señor, Wolsky —saludé en un susurro con una leve sonrisa.
—Fany, cariño —él se levantó de su escritorio luciendo su impoluto traje negro, traje que terminaría arruinando como me abrazara como lo hacía todos los días.
Él rodeó su escritorio para acercarse y poder estrujarme entre sus brazos, pero al ver las fachas en las que me encontraba, se detuvo y frunció el ceño.
—¿Qué te ha pasado? —su voz era tan suave y amable, aunque cargada de dominio y masculinidad, pero amable en todas sus expresiones.
—Yo… —mi voz titubeó y era por el simple hecho de que cuando lo tenía frente a mi simplemente no podía ocultar lo mal que la pasaba.
Aunque la mayoría de las veces en las que solía estar así eran por tonterías o niñadas, pero él nunca las minimizaba.
Dejaba que llorara por no poder comer un helado aun cuando era una mujercita de veintisiete años bien cumplidos.
¿Pero que podía hacer? El señor Wolsky me conocía desde hacía tantos años que comportarme de una manera diferente se sentiría extraño.
—Es que un autobús me salpiqueó toda de agua.
Un brillo de diversión bailó en sus ojos y mi puchero se intensificó al saber que él se reiría en cualquier instante.
—No se vaya a reír —y efectivamente.
Comenzó a reírse como si le hubiese contado el mejor de los chistes jamás escuchado.
Fingiendo enfado me crucé de brazos, pero al final terminé riendo junto con él ante su contagiosa risa y su forma de burlarse de las cosas catastróficas que me pasaban cada día y que venía a contarle sin importarme verme más patética de lo que ya era.
—Lo lamento, Fany, pero es que si vieras como te ves refunfuñando y pareciendo un pollito mojado en todo su esplendor —calmando su risa se irguió nuevamente y dio un par de palmaditas al aire de forma divertida.
—Lo sé, soy una comedia andante, pero al menos tómese enserio mi sufrimiento.
—Lo siento, cariño, a la próxima intentaré reírme cuando ya salgas de la oficina.
Una de mis comisuras se elevó y dejé caer ambos de mis brazos a mis costados para cambiar mi peso de un lado a otro mientras lo veía recostarse de su escritorio.
—Hay dos familias con intenciones de adoptar, han enviado su solicitud por la plataforma y una vez los revises y verifiques que las informaciones dadas son verídicas, concordaremos una cita con los niños de las edades que tienen intención de adoptar.
—Sabe que vendrán por los más chicos —susurré llevando a mi mente las tantas veces que he llevado a cabo este proceso.
—Nunca se sabe, Fany, no seas tan negativa —me encogí de hombros sin interés de contradecirlo para no comenzar con un debate que no nos llevaría a ningún lado, ya que él nunca se rendía ni yo tampoco.
—Mejor me voy a hacer mi trabajo —él me dio una sonrisa que decía claramente que sabía que estaba huyendo de poner mis argumentos sobre la mesa y asintió de acuerdo con finalizar la tertulia antes de siquiera darle inicio.
—Si no te cambias de ropa te vas a enfermar —yo me encogí de hombros.
—Tomaré algo de las niñas grandes —él sonrió recordando algo que yo desconocía, pero terminó haciendo un ademán para que me fuera, por lo que me di la vuelta y salí de la oficina cerrando la puerta detrás de mí para ir hacia mi pequeño lugar.
Ahí tenía un computador con el que podría acceder a la base de datos en donde debían estar registradas las nuevas familias, de esa forma podía analizar sus solicitudes para luego de terminar e informarle al señor Wolsky si las familias calificaban para poder hacer una cita.
Por lo general esta era la parte más fácil, enviar la solitud, hacer una cita, conocer al niño en cuestión y ver si él conectaba con ellos.
Pero una vez esta parte pasaba, comenzaba lo difícil, ahí era en donde analizaban su historial psicológico, además de que debía ser enviado a diferentes ministerios hasta consolidar todo y que pudieran adoptar al niño.
Ahí era donde yo entraba, intentaba hacer las cosas más fáciles para ambas partes, ya que, si una familia me convencía, lo más que mi corazón me pedía era que los ayudara a poder sacar al niño del orfanato y que pudiera tener un hogar.
Y aunque había fallado tres veces en mi tarea un récord de veinticinco de veintisiete niños reivindicados no lo tenía cualquiera.
Y me enorgullecía enormemente de poder ayudar no solo a las familias a cumplir su sueño de tener una familia que para ellos no estaba completa sin un niño, sino también de poder sacar a un infante de este lugar, que, aunque estaba en las mejores condiciones, no era un hogar verdadero.
Y para ser sinceros, mi meta no era exactamente dejar al orfanato libre de niños, sino, el poder sacar a otros niños de los orfanatos públicos y traerlos a este.
Y no, este orfanato no pertenecía al gobierno, aunque estaba registrado en el ministerio, los fondos que adquiría este orfanato provenían de una compañía anónima que se había hecho cargo del orfanato restructurándolo en todos los sentidos hasta que fue uno de los mejores del país.
Por eso quería que muchos niños salieran de aquí, porque mientras más de ellos formaran parte de una familia, más niños tendrían la oportunidad de salir de los orfanatos del gobierno en donde sus vidas eran peor de lo que ya de por sí eran.
Metiéndome de en lleno en el trabajo de llamar a los bancos y a los números de referencia en la solicitud de ambas familias, olvidé que ni siquiera había desayunado, pero cuando llegó la hora del almuerzo fue imposible que pasara desapercibido para el señor Wolsky el que no me había visto en el comedor a la hora de la comida.Él tocó mi puerta a las doce con cuarenta y una vez le permití el paso lo vi abrir la puerta para que una belleza de siete años entrara en mi oficina con un plato entre sus manos.Ella era Natalia, una pequeña de ojos grises y cabellos rubios que había sido abandonada cuando apenas tenía cuatro años.Recuerdo que ese día llegué a las siete de la mañana al orfanato porque debía levantar a los niños y ducharlos ya que sus familias vendrían por ellos y quería ser quien les diera la noticia.Pero esa misma mañana cuando dos niños salían, una más entraba. Había sido amarrada a la manija de la puerta para que no pudiera irse. A penas iba cubierta con unos shorts y una
—No puedo creer que se me haya hecho tan tarde —se quejó Moni mientras escuchaba las sirenas de una patrulla frente a la casa.Yo comencé a reírme escandalosamente mientras me terminaba de alistar.—Ya verás, maldita —y aun riendo me agaché cuando la vi por el rabillo de mi ojo lanzando un objeto que iba directo a mí.El zapato al yo agacharme terminó impactando contra la pared junto a mí y ella salió echando chispas del departamento al no haber podido darme mi merecido antes de irse.Mónica se despertaba todos los días a las seis de la mañana, salía a correr media hora y regresaba a casa para ducharse y vestirse para estar lista a las siete y poder esperar a su compañero abajo antes de que pasara a buscarla en la patrulla para llevarla a la estación.Pero anoche domingo ambas hicimos maratón de Game Of Thrones y por supuesto, la televisión nos vio quedarnos dormidas en el sofá en la madrugada y a penas a las tres con treinta fuimos cada una a nuestra habitación.Y eso dio como result
—¿Qué tan malo es? —ella negó nerviosa.—Están aquí, llegaron más temprano de lo esperado.Un suspiro escandaloso escapó de mis labios y sin remedio alguno le pasé mi maletín para caminar hacia la oficina del señor Wolsky en donde suponía ya estaban las señoritas Stella y Alice. Dos rubias despampanante de ojos azules y que, aunque trabajan juntas parecían detestarse más que a cualquier cosa.Pero era difícil que dos víboras convivieran juntas por mucho tiempo, se terminaban lanzando el veneno entre ellas al sentirse amenazadas. Al entrar en la oficina sin tocar interrumpí una charla vana que se estaba llevando a cabo, pero no me importó en lo absoluto y en completo silencio pasé junto a ellas para quedar del otro lado del escritorio y sentarme en la silla que había sido colocada para mí como siempre.Dentro del orfanato el señor Wolsky y yo éramos los más importante, él porque llevaba el orden del dinero y yo porque llevaba el orden de la entrada y salida de los niños, por eso éramo
—¿Me puedes explicar por qué las pirañas se fueron tan rápido? —fue inevitable no echarme a reír al escuchar el nuevo nombre que se le había sido otorgado a las rubias despampanantes que nos mantenían a raya.—No mucho, solo vinieron a dar una breve información.Tiara frunció el ceño ante mis palabras y ladeó su cabeza al verme analizando los documentos de forma poco interesada solo para no tener que mirarla a la cara y que notara la emoción que brillaba en mis ojos. —¿Qué información? —cuestionó esta vez acercándose.—Pues que el señor Wolsky se retiró definitivamente —los ojos de Tiara se abrieron enormemente y llevó una mano hacia su boca para tratar de ocultar su sorpresa ante mis palabras.—Ay no, no me digas que una de las arpías vendrá como directora —yo negué con una sonrisa de absoluta felicidad.—La nueva directora del orfanato soy yo, Tiara ¡me han puesto como directora a mí!Y ella literalmente soltó un grito que retumbó en toda mi oficina y probablemente en parte del or
↞ ↟ ↠—¿Entonces eres la nueva directora? —cuestionó Mónica totalmente emocionada una vez le conté todo lo que había sucedido en ese día.—Sí ¿puedes creerlo? —ella negó con una sonrisa incrédula.—Es que es jodidamente increíble, Teffy, te juro que aún no puedo creerlo, básicamente serás la administradora más joven en toda la historia del orfanato.—Y la primera mujer —susurré —de un orfanato que no sea religioso, por supuesto.—Toda la puta ciudad conocerá tu nombre.Estaba segura de que mis mejillas en ese momento brillaban como reflectores al igual que mis ojos.—Lo sé, pero lo más emocionante de esto, es que podré hacer campañas para recaudar fondos, di la idea de ampliar el orfanato hace muchísimo tiempo, pero los recursos, aunque son muchos no son suficientes para una construcción de ese tipo, pero con las cosas que tengo en mente estoy segura de que podré conseguir lo necesario.—Tómatelo con calma, sé que ahora quieres hacer todo lo que no pudiste hacer, pero si vas muy rápid
—Otto Overman, a sus servicios —se presentó el hombre de cabello rubio sucio mientras me tendía su mano.Él vestía un impoluto traje gris a la medida, con un reloj que brillaba en su muñeca dejando saber que era de una marca cara y reconocida. Sus zapatos negros estaban perfectamente lustrados y cargaba en una de sus manos un maletín de cuero marrón y no era por presumir, pero no parecía de mejor calidad que el mío.Aunque para ser sinceros ahorré meses para ese maletín.—Es un placer tenerlo aquí, señor Overman —él me dio una sonrisa deslumbrante y por consecuencia terminé sonrojándome levemente.Lo sabía por el leve calor que sentía en estas a causa de la sangre que había viajado a ellas para colorearlas.—Dígame Otto, después de todo pasaremos mucho tiempo juntos por aquí.Quise refutarle, pero preferí sonreírle suavemente y anotar mentalmente el seguir llamándolo señor.Una vez nuestras manos dejaron de estrecharse la dejé caer a ambos lados de mi cuerpo y por unos segundos no sup
↞ ↟ ↠—Tengo este verde esmeralda —Moni colocó el vestido frente a ella mostrándome como era, pero la verdad era que no me convencía del todo —también tengo este color champan, estoy segura de que va a hacer resaltar tu cabello a la perfección.Y definitivamente, de los cinco vestidos que ella me había mostrado, ese era mi favorito.—Ese si me gusta —susurré emocionada mientras me levantaba para tomarlo.—Tenemos hasta las seis ¿no? —yo asentí un par de veces mientras sentía la tela del vestido.Era suave y caía de una forma sencilla, pero elegante.—Tres horas —susurré tomando el vestido para dejarlo sobre la cama.La semana había pasado más rápido de lo esperado, no por falta de trabajo, sino por exceso de él.Los días ahora eran más agotadores por todas las cosas en las que tenía que meter mis narices para verificar que todo funcionara de la forma correcta.Extrañé mucho al señor Wolsky, pero había hablado un par de veces con él por teléfono y me había informado que estaba prepara
Cuando el auto se detuvo frente al enorme lugar donde se llevaría a cabo la celebración, mi boca se abrió con sorpresa absoluta, y agradecí que los cristales del auto fueran polarizados, pues no era normal la forma tan sorprendida con la que actuaba ante tal escenario.Pero era normal para mí, nunca había estado en un lugar tan lleno de personas, pero, sobre todo, tan sofisticado.Por afuera la arquitectura era maravillosa, tan parecida a esos coliseos de la antigua Grecia en donde se llevaban acabo actos de la alta alcurnia.—Debiste traer un bolsito más grande, así me llevabas bocadillos —Moni hizo un leve puchero mientras abría la puerta e inevitablemente comencé a carcajearme.Solo a ella se le ocurriría pedirme que robara bocadillos en una gala de millonarios.Mónica al colocarse de mi lado, abrió la puerta y me tendió su mano para ayudarme a salir de la mejor forma posible.Con mis piernas juntas las dejé caer contra el asfalto de la calle en frente del lugar y luego me levanté