Se quedaron abrazados, ella desnuda y él a medio vestir acostados en la hierba, le quitó la coleta que le sujetaba el cabello y empezó a acariciárselo con mucha ternura, tomó un mechón en sus manos y acarició con este delicadamente su rostro, produciéndole un cosquilleo, luego acercó su rostro a ella y comenzó nuevamente a besarla con suavidad, pero Karina se sentía demasiado impetuosa para ir con calma, se subió encima de su amado diciéndole.
—Ahora me toca a mi señor Russo—empezó a recorrer su rostro con las manos, perfilando cada facción del mismo, embebiéndose de ella, fue haciéndose camino por su barbilla hasta llegar a su manzana de Adán, iba probándolo con la punta de su lengua, mientras él la sostenía por la espalda, recorriéndosela con delicadas caricias, intentando bes
Después de calmar a Karina, tomaron a las niñas y se fueron a dar una vuelta para lograr apaciguar los ánimos que estaban un poco alterados. Al regresar se sentaron a dibujar y a pintar, mientras jugaban con las pequeñas, empezaron a hablar.—En un par de meses Katherine cumpliría su tercer año —inició hablando Karina—y quiero inscribirla en educación inicial en Filadelfia.—Me parece una excelente idea, creo que también deberíamos inscribir a Tara y que puedan estudiar juntas y cuidarse una a la otra —propuso Marino entusiasmado con la idea.—Amor las dos pueden ir a mismo centro de educación inicial, pero Katherine por su edad deber ir al jardín de infantes y Tara al Jardín Maternal, no es posible que estén en el mismo salón. Igual las llevamos y la recogemos diariam
Karina subió al avión tomando de la mano a su hija, para Katherine era su primera vez en un avión, por lo cual todo lo miraba con curiosidad.Le abrochó el cinturón de seguridad y le dijo: —Tal vez cuando el avión se eleve en el cielo, te pueden dar unas cosquillitas en el estómago, no vayas a asustarte— la niña movió su cabeza afirmativamente en señal de que había entendido.
La mujer siguió sonriendo con alevosía, sintiendo que dentro de poco lograría su objetivo —Eso lo espero con ansias.—Necesito que me lleves a la pequeñita, mañana apenas tengas oportunidad.—¡Ya va! —Exclamó—¿Acaso piensas arrebatarle a la niña? Para eso no me presto, no quiero terminar en la cárcel acusada de secuestro de infantes.—No haré nada de eso, solo tengo curiosidad de conocerla—respondió el hombre.—Creo que Karina no me permitirá salir ni siquiera a la puerta con su hija—debatió la mujer.—¡Quién te ha dicho que le vas a pedir permiso! —exclamó el hombre con un tono de impaciencia.—¿Entonces como voy a lograr sacarla de la casa?&md
La mujer se fue caminando, tomando a la niña de la mano, daba grandes zancadas y llevaba a la pequeña Katherine casi a rastra, recorrió dos cuadras, llegó a la panadería y pidió un café y un jugo para la niña, se ubicó en una mesa del exterior.—¿Dónde está mi papi? —interrogó la niña ansiosa, dentro de ella sentía una gran emoción que la desbordaba, porque vería a su papi Marino.—Ten calma, ya lo va a ver—pronunció con tranquilidad.Efectivamente, luego de cinco minutos de estar esperando se apareció el hombre, Graciela lo vio desde que descendió de un taxi, llegó a la mesa donde estaban, se ubicó detrás de la niña y pronunció con una voz fingiendo emoción.—¡Katherine!
El hombre se quedó observándola de pies a cabeza y con una socarrona sonrisa le dijo —¿Me recuerdas? —Sin embargo, no esperó respuesta y continuó—, Porque yo nunca he podido olvidarte.Declaró mientras poco a poco iba acercándose a ella. Karina comenzó a temblar, no podía creer que se había encontrado ese hombre precisamente allí y justamente cuando sentía que había encontrado la felicidad. Retrocedió varios pasos, pero él la tomó del brazo con fuerza, su contacto le envió un hormigueo por su brazo, no podía creer que allí estuviese Ricardo Genser, más maduro, con su rostro más severo y con su barba perfectamente recortada, sus ojos verde claro que había visto en otro rostro, el de su hija, la miraban intensamente con una radiante sonrisa.—Por favor, ¡Su&eacut
Marino no podía creer lo que estaba escuchando, sus palabras lo habían dejado lívido, sintió en su pecho que se abría un profundo hueco, esperaba que ella se retratara de sus palabras, pero siguió en silencio, entonces fue él quien habló.—¡Es verdad! Tienes razón, no seré su padre desde el punto de vista biológico, pero lo soy por el lazo de amor que nos une a ella y a mí, nos amamos como si lo fuésemos y eso vale más que cualquier vínculo consanguíneo, he visto padres biológicos que no merecen serlos, no aman a sus hijos y los abandonan a su suerte sin ningún remordimiento, no creo que los que así actúen merezcan más ser llamado padre que yo. Pero gracias por dejar lo que piensas claro, me imagino que por tu afirmación de hace un momento, Tara no significa nada para ti—expresó con dol
La niña se quedó impávida por unos segundos, después se paró del banco y comenzó a llorar.—Clalo que no mami, ¿qué dices? Mi papi es mi Malino, solo mi Malino, más nadieee—gritó llorando—¡teno a mi manita tala, mis tios y mi movio!—exclamó histérica, roja de la rabia—se acercó a Ricardo y comenzó a golpearlo con sus manos—. No eles mi papá, tú no, solo mi Malino, ¡es mío! ¡Yo lo amo! —Aun cuando estaban alejados algunas personas pasaban y veían la escena que se estaba desarrollando.Ricardo la levantó del suelo y le dijo:—Marino no es nada tuyo, como tampoco ya lo será de tu madre, ella será mi esposa y tú eres mi hija—habló con firmeza.—¡No! ¡No! —gritaba la ni&ntil
Marino se quedó observando la escena, no pudo evitar el dolor que sintió en su pecho y las lágrimas instantáneamente corrieron por sus mejillas sin control, se giró para darse la vuelta sin pronunciar palabra, pero al momento de hacerlo se tropezó e hizo ruido y los ocupantes de la cama se despertaron.Todo sucedió en cuestiones de segundos, Karina dirigió su vista a la puerta y miró el rostro de marino quien en ese momento había girado, estaba totalmente desencajado, pudo ver el oscuro dolor que lo agobiaba y su humanidad tembló, volteó su vista a un lado y vio a Ricardo sonriente, bajó la vista a su cuerpo y observó que estaba desnuda, la camisa que se había colocado no estaba en su lugar.Sintió morirse, se cubrió con la sabana y se levantó, tocó la mano de Marino, quien apartó la suya c