La mujer siguió sonriendo con alevosía, sintiendo que dentro de poco lograría su objetivo —Eso lo espero con ansias.
—Necesito que me lleves a la pequeñita, mañana apenas tengas oportunidad.
—¡Ya va! —Exclamó—¿Acaso piensas arrebatarle a la niña? Para eso no me presto, no quiero terminar en la cárcel acusada de secuestro de infantes.
—No haré nada de eso, solo tengo curiosidad de conocerla—respondió el hombre.
—Creo que Karina no me permitirá salir ni siquiera a la puerta con su hija—debatió la mujer.
—¡Quién te ha dicho que le vas a pedir permiso! —exclamó el hombre con un tono de impaciencia.
—¿Entonces como voy a lograr sacarla de la casa?
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La mujer se fue caminando, tomando a la niña de la mano, daba grandes zancadas y llevaba a la pequeña Katherine casi a rastra, recorrió dos cuadras, llegó a la panadería y pidió un café y un jugo para la niña, se ubicó en una mesa del exterior.—¿Dónde está mi papi? —interrogó la niña ansiosa, dentro de ella sentía una gran emoción que la desbordaba, porque vería a su papi Marino.—Ten calma, ya lo va a ver—pronunció con tranquilidad.Efectivamente, luego de cinco minutos de estar esperando se apareció el hombre, Graciela lo vio desde que descendió de un taxi, llegó a la mesa donde estaban, se ubicó detrás de la niña y pronunció con una voz fingiendo emoción.—¡Katherine!
El hombre se quedó observándola de pies a cabeza y con una socarrona sonrisa le dijo —¿Me recuerdas? —Sin embargo, no esperó respuesta y continuó—, Porque yo nunca he podido olvidarte.Declaró mientras poco a poco iba acercándose a ella. Karina comenzó a temblar, no podía creer que se había encontrado ese hombre precisamente allí y justamente cuando sentía que había encontrado la felicidad. Retrocedió varios pasos, pero él la tomó del brazo con fuerza, su contacto le envió un hormigueo por su brazo, no podía creer que allí estuviese Ricardo Genser, más maduro, con su rostro más severo y con su barba perfectamente recortada, sus ojos verde claro que había visto en otro rostro, el de su hija, la miraban intensamente con una radiante sonrisa.—Por favor, ¡Su&eacut
Marino no podía creer lo que estaba escuchando, sus palabras lo habían dejado lívido, sintió en su pecho que se abría un profundo hueco, esperaba que ella se retratara de sus palabras, pero siguió en silencio, entonces fue él quien habló.—¡Es verdad! Tienes razón, no seré su padre desde el punto de vista biológico, pero lo soy por el lazo de amor que nos une a ella y a mí, nos amamos como si lo fuésemos y eso vale más que cualquier vínculo consanguíneo, he visto padres biológicos que no merecen serlos, no aman a sus hijos y los abandonan a su suerte sin ningún remordimiento, no creo que los que así actúen merezcan más ser llamado padre que yo. Pero gracias por dejar lo que piensas claro, me imagino que por tu afirmación de hace un momento, Tara no significa nada para ti—expresó con dol
La niña se quedó impávida por unos segundos, después se paró del banco y comenzó a llorar.—Clalo que no mami, ¿qué dices? Mi papi es mi Malino, solo mi Malino, más nadieee—gritó llorando—¡teno a mi manita tala, mis tios y mi movio!—exclamó histérica, roja de la rabia—se acercó a Ricardo y comenzó a golpearlo con sus manos—. No eles mi papá, tú no, solo mi Malino, ¡es mío! ¡Yo lo amo! —Aun cuando estaban alejados algunas personas pasaban y veían la escena que se estaba desarrollando.Ricardo la levantó del suelo y le dijo:—Marino no es nada tuyo, como tampoco ya lo será de tu madre, ella será mi esposa y tú eres mi hija—habló con firmeza.—¡No! ¡No! —gritaba la ni&ntil
Marino se quedó observando la escena, no pudo evitar el dolor que sintió en su pecho y las lágrimas instantáneamente corrieron por sus mejillas sin control, se giró para darse la vuelta sin pronunciar palabra, pero al momento de hacerlo se tropezó e hizo ruido y los ocupantes de la cama se despertaron.Todo sucedió en cuestiones de segundos, Karina dirigió su vista a la puerta y miró el rostro de marino quien en ese momento había girado, estaba totalmente desencajado, pudo ver el oscuro dolor que lo agobiaba y su humanidad tembló, volteó su vista a un lado y vio a Ricardo sonriente, bajó la vista a su cuerpo y observó que estaba desnuda, la camisa que se había colocado no estaba en su lugar.Sintió morirse, se cubrió con la sabana y se levantó, tocó la mano de Marino, quien apartó la suya c
Tres meses despuésMarino entró a su oficina, durante todo ese tiempo se había sumido en atender a su pequeña hija, quien apenas se estaba empezando a recuperar de la separación de Karina y Katherine, las primeras semanas habían sido realmente dolorosas, duro más de veinte días sumido en la desidia, en el abandono, sin salir del departamento, solo lo necesario, en el fondo deseaba su desenlace y lo más cruel era que tanto la pequeña como él habían caído en depresión, no ayudándola para nada el estado en que había caído él.Se dejó crecer la barba y varias veces esperaba que Tara se quedara dormida para sumirse en el licor, por lo cual en la mañana su estado no era el adecuado, solo se limitaba a medio alimentar a la niña y a bañarla, pero no jugaba ni buscaba la manera de entretenerla ni
Marino estaba conmovido, tenía sentimientos encontrados de tristeza por ya no estar cerca de ella, pero también de alegría, porque su niña lo había llamado, se obligó a calmarse.—Te he extrañado pequeña—pronunció con voz quebrada.—Yo también. Soy muy feliz de oírte Papi. Ya sé decir carro—contó orgullosamente, mientras se tardaba un poco más de tiempo para pronunciar las r, tardando más tiempo
Karina se había quedado impávida, mirando el teléfono, añorando en lo más profundo de su corazón, que la llamada no hubiese sido cortada, sino que se tratara de un problema con las líneas, y que él devolviera la llamada. «No seas ilusa», se dijo, «Sabes que no es así», siguió martirizándose en sus pensamientos, diciéndose que había cortado la llamada porque la odiaba, porque le desagradaba profundamente, le repugnaba le había dicho, sus palabras se repitieron como un martillo golpeando un clavo, pero estás solo producían más heridas en su corazón.Último capítulo