Cinco días después
Karina había pasado unos días felices, su apetito había mejorado considerablemente y cada vez que se le antojaba comer algo, Marino movía cielo y tierra para conseguírselo. Mientras estaba en la oficina la llamaba más de cuatro veces al día, pendiente de su alimentación y cuando llegaba en la tarde luego de pasear y jugar con las niñas, se duchaban juntos y terminaban haciendo el amor apasionadamente.
En cuanto a Amarantha, aunque tenía más acercamiento con la pequeña Tara, esta se le acercaba solo cuando veía a Katherine junto a ella, aún no permitía que la abrazara mucho. Cuando intentaba besarla, aprovechando que la alzaba le decía «Deja no me beches», sin embargo, cada vez que dormía ella no perdía la oportunidad de abrazarla y besarla, lo que no pod&ia
Amarantha seguía llorando destrozada, se sentía impotente en no poder tener control sobre la muerte, se lamentaba de las cosas sobre las cuales pudo haber tenido control en su vida, pero prefirió dejarlas pasar. El destino a veces se ensañaba cuando piensas que todo está solucionado. Su voz se volvió ronca del esfuerzo que hacía con su garganta.—¡No me dejes! Te lo suplico. Apenas te estaba encontrando, es ahora cuando estoy aprendiendo a anteponer a otro ser humano antes que a mí. No te vayas sin terminarme de enseñar. ¡Por favor Ernesto!—sentía que sus fuerzas mermaban, que su alma en cualquier momento se desprenderá de su cuerpo.Ernesto la observaba en silencio, pero con un nudo en la garganta que lo atoraba y hasta el aire le quitaba, le conmovía profundamente verla así. En esas tres semanas ella había sido su soplo
Quince días despuésKarina estaba lista para asistir a la fiesta que la había invitado su suegra, ya se habían mudado a la hermosa casa y esas semanas se habían ido en escoger decorado, artefactos eléctricos y electrodomésticos, muebles, lámparas y cuanto objeto a su esposo le pareciera necesario y atractivo, sin embargo, ella se sentía feliz porque todo lo escogían juntos, Marino no hacía nada si ella no estaba con él.Se había colocado un hermoso vestido bordado bastante sencillo en color blanco, solo con un pequeño adorno de mangas, que le quedaba a la altura de las rodillas, con unas sandalias beige oscuro y su cabello suelto con una cinta blanca en la cabeza y una cartera del mismo tono de los zapatos, porque ese mismo día, su suegra la había llamado amablemente, diciendo que habí
Tres meses después Karina aunque tenía personas de servicio que la ayudaban a limpiar tres veces por semana, ese día ella había amanecido afanada limpiando. Tomó un pañito, lo humedeció con un desinfectante y comenzó a limpiar todas las superficies de la cocina, incluyendo los gabinetes. Como no alcanzaba, buscó un banquito, lo rodó y se subió en la encimera y empezó a limpiar, lo hacía con esmero, apretaba sus labios y ejercía un poco de fuerza para sacarle brillos al objeto.Marino había dejado unos documentos, cuando casi iba llegando a la oficina se regresó por ellos, entró a la casa y se dirigió a la habitación pensando que su linda esposa estaría descansando, pero no era así, se había levantado, supuso que estaría en
KarinaTres años y unos meses antes del reencuentro.Karina estaba emocionada, se había hecho la prueba y había dado positivo, estaba embarazada, salió del laboratorio con mucha ilusión, retrasó el momento de ir a su casa, porque sintió hambre, no había desayunado y decidió comerse un mbeju con cocido y leche con la chipa.Mientras desayunaba no dejaba de pensar en el pequeño bebé que crecía en su interior, ella había sospechado que estaba embarazada por los síntomas que la agobiaban, se preguntaba si sería niño o niña, si se parecería a ella o a su novio Ricardo. Ella casi no lo veía, porque él siempre se la pasaba trabajando, un hombre incansable, un artista urbano. Desarrollaba su arte sobre todo en Ciudad del Este, se expresaba en murales, paredones, escalinatas, pisos, paseos, anfiteatros y en fin, en cada parte donde pudiera exteriorizar su talento.Lo conoció cinco meses atrás en
Marino cuando su pequeña se calmó, se limpió sus lágrimas y las de la bebé, la acercó a su pecho y besó su pequeña cabecita, salió de su despacho al de la secretaria, cuando la señora Thais lo sintió abrir la puerta, fingió estar transcribiendo un documento, pero la realidad es que estaba impresionada por todo lo que acababa de suceder, aunque en el pasado, ese hombre no fue de su agrado, pues su preferido siempre había sido Martín y aún no le había perdonado la traición que cometió aquel contra este de acostarse con su novia, hoy tuvo una perspectiva distinta.Pestañó varias
Marino se estacionó y caminó al Centro Médico, pero mientras llegaba al área de emergencia la niña comenzó a convulsionar, cuando vio a su pequeña así, sintió el cruel abrazo del miedo, que con su desagradable aliento lo dejaba sin aire, corrió como nunca antes lo había hecho, como si la vida se le fuera en ello, entró a emergencias mientras pedía con desesperación que atendieran a Tara.Una doctora lo vio, se le acercó mientras veía a la niña convulsionar y él le decía suplicante — ¡Ayude a mi hija! No sé que tiene, su piel está demasiado caliente, al medir su temperatura estaba en 39º, pero creo que ha aumentado.De inmediato la doctora tomó a la niña, la colocó en una camilla, recibiendo ayuda de una enfermera, de inmediato procedieron a exami
Marino sentía que su corazón palpitaba aceleradamente, estaba a la expectativa, ansioso de que la doctora le diera los resultados, sin embargo, ella permanecía en silencio y él no aguantaba esa terrible angustia que lo consumía.—Doctora, dígame—repitió— ¿Qué arrojaron los resultados? ¡Por favor!—Indagó angustiado, no obstante, segundos después pudo visualizar la espectacular sonrisa que se dibujó en el rostro de la doctora y las esperanzas volvieron a su cuerpo.—El tratamiento está dando buenos resultados, las bacterias están siendo combatidas y Tara, está mejorando satisfactoriamente—pronunció la galena.Sin siquiera pensar lo que estaba haciendo, cargó a la doctora y le dio varias vueltas, ella se sonrío y él se sintió apenado por lo que
Karina sentía como si alguien hubiese tomado su corazón y lo hubiese estrujado hasta machacarlo con sus manos, intentó tomarle el pulso a su madre, pero no había nada, colocó su oído en su pecho, tratando de encontrar indicios de vida, pero solo había un ruidoso silencio que casi la dejaba sin sentido, su garganta la sentía cerrada y por un momento tuvo la impresión de que su corazón se paralizaría del dolor que fue abriéndose paso en su interior, movió en forma negativa la cabeza, se negaba a aceptar esa realidad, le daba terror pensar que pudiera perder a su mamá. —¡Mamá! ¡Mamita! ¡Madre amada! Por favor, abre los ojos—exclamaba llorando, moviendo a su madre de los hombros, al ver que no reaccionaba la posó en el suelo y comenzó a abrirle los ojos con sus dedos — ¡No te duermas! Abre los ojos, tienes que terminar de sembrar las semillas en el huerto mamita… ya casi estamos terminando, ya sembré los tomatitos que tú me dijiste ¡Mamá! —Gritó totalmente fuera d